El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N / DIARIO EL PA�S

                                                                                                                                        

Manuel Talens

Parque Tem�tico
MANUEL TALENS


Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, sonri� ante las c�maras mientras cortaba la cinta azul que inauguraba las instalaciones. A su lado, el arzobispo Garc�a Gasco las bendijo y roci� agua bendita. El Parque Tem�tico de Galilea inici� as� su andadura. Atr�s quedaban los casi cuatro a�os de lucha sin cuartel ante los tribunales contra la d�scola asociaci�n de propietarios que se hab�an opuesto a la orden de expropiaci�n. La Generalitat se vio forzada entonces a contratar a los mejores abogados del pa�s para que convenciesen a los jueces de que la agricultura no es rentable y resulta m�s productivo explotar el turismo y el entretenimiento de masas. Al final, se impuso la raz�n: con la sentencia a favor, el 85% del territorio a�n no urbanizado de la Comunidad pas� a manos p�blicas y pudieron iniciarse los trabajos del parque. Hoy, �ste era al fin una realidad.

Aquella gran victoria judicial reforz� el ego de Francisco Camps, que estaba convencido de poder as� superar en los libros de Historia a su odiado antecesor -el innombrable-, cuyo Parque Tem�tico Terra M�tica hab�a dado en quiebra debido a infinitas corrupciones y al hecho de no ser m�s que una enorme estupidez de cart�n piedra. En cambio, el Parque Tem�tico de Galilea era otra cosa, pues combinaba la m�s avanzada tecnolog�a inform�tica, hidr�ulica y cristiana en las bielas de su gigantesca m�quina de realidad virtual basada en el modelo de La invenci�n de Morel, la novela de Adolfo Bioy Casares.

Tras la apertura, las multitudes entraron mansamente en fila al enorme recinto de casi 20.000 kil�metros cuadrados. Hab�an pagado un alto precio de admisi�n (180 euros la jornada con derecho a todas las funciones, comida excluida), pero val�a la pena. Durante la semana previa a la inauguraci�n el aeropuerto de Manises registr� el r�cord europeo de tr�fico a�reo. Llegaron aviones de todo el mundo, japoneses, usamericanos, chilenos, rusos, incluso siete ch�rters de las Islas Caim�n, fletados en exclusiva para la ocasi�n por el artista Julio Iglesias. Y, de repente, mientras en los miles de altavoces con sonido celestial repiqueteaban los compases del pasodoble Valencia, el espect�culo comenz�. Ante los ojos asombrados de las masas, la realidad b�blica virtual -real como la vida misma- ofreci� escenas aut�nticas que hab�an tenido lugar en Galilea veinte siglos atr�s, justo antes del nacimiento de Jes�s. Era la �poca del a�o que hoy conocemos con el nombre de Navidad. Pilatos, el gobernador romano entre los israelitas, despachaba en palacio rodeado de sus subalternos. En las calles polvorientas hab�a ni�os jugando y en el burdel de una aldea la jovenc�sima Mar�a Magdalena se ganaba el jornal. En el establo de Bel�n, una mujer virgen rompi� aguas, se puso de parto y empez� a lanzar gritos de dolor cada tres minutos, conforme las contracciones se volvieron sincopadas. Su esposo, Jos�, le acariciaba la frente.

-�Qu� olor a bosta, che! -exclam� un pibe argentino.

La fascinaci�n entre el p�blico era grande y hubo docenas de ancianos que se desmayaron al ver en directo la llegada a este mundo del Ni�o Dios. Por �ltimo, en el azul del cielo aparecieron los cr�ditos de aquella gran ceremonia rediviva, seguidos de un gran cartel centelleante que dec�a: Beba Coca-Cola.

 


 

El País

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EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 20 de diciembre de 2005

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