El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N / DIARIO EL PA�S

                                                                                                                                        

Manuel Talens

Leonor
MANUEL TALENS


Hace pocos d�as, uno de los lectores de El PA�S se burlaba en una escueta carta al director, publicada en esta p�gina, del servilismo de la fauna pol�tica que nos gobierna. La carta dec�a as�: �No hay que perder tiempo. Se nos pueden adelantar otras regiones, naciones o pa�ses. Hay que construir un edificio emblem�tico, su uso ya se buscar�, y darle el nombre de Do�a Leonor.�

Leonor, claro est�, es la hija primog�nita del pr�ncipe y la pastorcita posmoderna, esa reci�n nacida que alg�n d�a, si los republicanos no lo impiden, est� destinada a ser reina de Espa�a. Abandono aqu� mismo a la ni�ita para que nadie me acuse ni de antimon�rquico ni de sucumbir a la epidemia de cursiler�a que sufren peri�dicos, radios y televisiones desde el feliz alumbramiento. A partir de esta l�nea divagar� �nicamente sobre lo que el sonido Leonor significa para m�.

Se trata, alguien lo ha dicho, de un nombre rotundo, que me trae a la memoria perfumes lusitanos de cuando viv� entre portugueses, quienes lo utilizan mucho. En nuestra lengua es bastante menos com�n y tiene algo de burgues�a antigua venida a menos, de casa con olor a gato, muebles oscuros, �leos de antepasados y cortinas de terciopelo. Nunca he conocido a una Leonor espa�ola cuyo padre sea electricista o vendedor de seguros, pues el nombre se usa en clases sociales m�s exclusivas, al menos desde notario para arriba. Si Aznar le hubiese puesto as� a una hija suya nadie se habr�a extra�ado. Bien es cierto que la madre de Jorge Luis Borges tambi�n se llamaba as�, nada menos que Leonor de Acevedo, aunque todo hay que decirlo: la familia del creador de Pierre Menard no pertenec�a al proletariado porte�o, sino todo lo contrario. Cada cual hereda los nombres de su casta.

Leonor de Acevedo, as�, con la part�cula noble entre nombre y apellido, me conduce por fin a donde yo buscaba, a mi infancia granadina, que se inici� literariamente con personajes novelescos como Sandok�n, Tarz�n, Guillermo y El Coyote. Este �ltimo, el aventurero enmascarado que hac�a justicia en tierras californianas, naci� de la pluma de Jos� Mallorqu� all� por los a�os cuarenta. Fue un �xito de p�blico en la Espa�a triste de la posguerra y la verdad es que se lo merec�a. Creo que nunca he sido tan feliz como cuando cabalgu� por las p�ginas de aquellas novelitas. El falso cobarde Don C�sar de Echag�e, que as� se llamaba el valeroso Coyote cuando aparec�a sin antifaz, estuvo casado en primeras nupcias con otra Leonor de Acevedo, que muri� de parto. Todo personaje de ficci�n imprime una huella en el recuerdo del lector, y basta luego con escuchar su nombre para que se desencadene una cascada de asociaciones mentales. En mi caso, hoy, me ha inspirado esta columna.

Las dos Leonores, la novelesca y la real (real de realidad y realeza), me devuelven ahora al principio, a la gracios�sima carta del lector. Como �l, yo tambi�n ardo en deseos de asistir a la construcci�n del pr�ximo edificio emblem�tico para bautizarlo con el nombre de Do�a Leonor de Borb�n. Dado que el presidente Camps ganar� sin duda las pr�ximas elecciones auton�micas, a�n le dar� tiempo de cortar la cinta rosa, descubrir una placa conmemorativa, pronunciar otro discurso imperecedero y pasar a la historia como el Gran Inaugurador.

 


 

El País

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EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 8 de noviembre de 2005

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