El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N / DIARIO EL PA�S

                                                                                                                                        

Manuel Talens

Borr�n y misma cuenta
MANUEL TALENS


Mencionaba F�lix de Az�a la semana pasada en la edici�n nacional de El Pa�s uno de los recuerdos m�s chuscos de su infancia, cuando los curas del colegio donde estudi� les vend�an a los ni�os unas bulas que autorizaban a comer carne en Cuaresma sin cometer pecado mortal. Se preguntaba luego si dicha corruptela eclesi�stica era s�lo cuesti�n de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de su ni�ez barcelonesa o se aplicaba en todas partes del pa�s y, por fin, comparaba aquellos tiempos con la actualidad, en la que los sucesivos gobiernos de Jordi Pujol han estado financiando la prensa favorable a su causa �otra especie de bula, esta vez laica� con el dinero de los contribuyentes.

Saco aqu� de dudas al escritor catal�n: en Granada, donde me cri�, los Hermanos Maristas tambi�n nos vend�an con la mano derecha �la de Dios� bulas favorables a la carne comestible y, ya puestos en el asunto carnal, acced�an a la met�fora y, con la izquierda, nos toqueteaban la culera del pantal�n, que uno otra cosa no tendr�, pero memoria le sobra. En fin, pelillos a la mar, en el fondo era gente infeliz que sobreviv�a en la ci�naga del franquismo.

Sin embargo, no es de bulas de lo que quiero hoy divagar, sino de uno de los corolarios de Az�a, que comenta con ir�nica amargura la ausencia de alarma social ante sinvergonzoner�as como �stas, lo cual me lleva a preguntarme (de manera ret�rica, pues conozco la respuesta igual que �l) si en eso hemos avanzado.

Aqu�, a trescientos kil�metros al sur del antiguo feudo de Pujol, no vamos a la zaga en sobornos institucionales de todo tipo, aceptados por la ciudadan�a como si fueran parte integral de nuestra sociedad. Manuel Taranc�n, uno de los �ltimos consellers de cultura del Partido Popular, subvencion� colegios de ricachones del Opus Dei mientras la ense�anza p�blica se iba por el sumidero, lo cual era una inversi�n de futuro para la derechosidad aut�ctona, pues del Opus no ha salido nunca ning�n revoltoso que perturbe el orden social, m�s bien todo lo contrario, y hay que alimentar el criadero de alevines. Que yo sepa, no hubo manifestaciones callejeras que pidiesen la cabeza de aquel individuo. La alarma social se limit� a cuando el Valencia perd�a un partido de f�tbol.

Otro ejemplo, el Canal 9 de televisi�n auton�mica, es de �lcera de est�mago y parece m�s bien la oficina privada de relaciones p�blicas del ex presidente Zaplana, pues sus im�genes nos repiten a diario lo estupendo que es el t�o, incluso si ya no ejerce aqu�, sino en Madrid. Por supuesto, Canal 9 no ha dicho ni palabra de la causa que Zaplana tiene depositada ante el Tribunal Supremo por malversaci�n de fondos en para�sos fiscales, por la cual un d�a no lejano quiz� lo metan en el talego. Es verdad, todo el mundo sabe que sus propagandas las pagamos de nuestro bolsillo, pero de alarma social, ni hablar.

Yo no le veo remedio a este ambiente de apat�a, cuyas causas me parecen mucho m�s profundas que la simple manipulaci�n subliminal desde el poder, ya fuese ayer desde la dictadura militar o ahora desde la farsa democr�tica. Las corrupciones est�n en boca de todos, pero son muy pocos los dispuestos a jugarse el tipo o el puesto de trabajo por erradicarlas. Coincido con Az�a: hemos hecho borr�n, pero seguimos con la misma cuenta.

 


 

El País 

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EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 15 de junio de 2004

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