La sensata
carta de un lector que no es ni valenciano, ni catal�n, ni
espa�ol y ni siquiera europeo, sino liban�s, en la que el otro
d�a abogaba aqu� por la salvaci�n del padre Ebro, me decide a
reincidir en este asunto.
El falso
debate sobre los metros c�bicos por segundo que se pueden
trasvasar desde el Ebro a las empobrecidas cuencas del J�car y
el Segura hace que a uno le hierva la sangre en las venas. Los
m�s h�biles entre los pol�ticos centran su argumentaci�n en si
la gigantesca tuber�a tiene que ir por aqu� o por all� o en si
el trazado molestar� a una determinada colonia de estorninos.
Los unos, mientras tachan de manirrotos a los potenciales
receptores del agua, aducen que el delta y su fauna pisc�cola se
hundir�n con el trasvase. Los otros hablan de puestos de trabajo
y de la sed de los agricultores que se podr�a saciar con el
caudal sobrante del Ebro. Pero, incluso enfrentados, hay una
cosa que los hermana: todos ellos consideran el agua como un
bien de consumo con el que se puede comerciar. Por �ltimo, Aznar
dicta en Bruselas la sentencia de muerte: habr� trasvase. Y, en
la retaguardia, al abrigo de la pelea, las mafias de la
construcci�n y de la electricidad esperan agazapadas su turno:
el negocio va a ser una mina de oro.
Entre el
barullo de cifras tergiversadas que los pol�ticos se lanzan
entre s�, altas o bajas seg�n las cuenten unos u otros, llama la
atenci�n que nadie se pregunte c�mo ha sido posible que el
caudal del Ebro haya menguado en un 50% durante los �ltimos
cuarenta a�os, ni extrapole que, de seguir as�, en otros
cuarenta no quedar� agua que trasvasar, pues el Ebro estar�
muerto, como ahora ya lo est� ese otro r�o que fluye entre EE UU
y M�xico -R�o Grande para los unos, R�o Bravo para los otros-,
con su desembocadura absolutamente seca; o como tambi�n lo est�
el R�o Colorado, cuya agua ya no llega al Golfo de California
(el lector puede comprobarlo si lee en mi p�gina web el art�culo
Why the Colorado River Doesn't Meet the Sea o su
traducci�n), pues alimenta en su recorrido por el desierto a
ociosos multimillonarios de Las Vegas o a la colonia de
ultraderechistas hollywoodenses de Palm Spring, donde juegan al
golf en verdes campos artificiales.
Aqu�, como
si se tratase de una imagen especular, nuestras autoridades
discuten de si el caudal m�nimo permisible en el Ebro es de 100
o 120 metros c�bicos por segundo, pero se cuidan de no criticar
un sistema socioecon�mico de desarrollo continuo, devorador
insaciable de agua. Por lo visto, habr� que esperar a que el
delta del Ebro muera y sea historia como los de los r�os Bravo y
Colorado para darnos cuenta de que es el modelo de crecimiento
capitalista en que vivimos, antinatural, salvaje e infinito, lo
que agota los recursos naturales. �Para qu� sirve el PSPV, si no
lo pone en entredicho?
El Tajo,
trasvasado hace tiempo hacia el Segura, bajaba este a�o con unos
ocho metros c�bicos por segundo a la altura de Aranjuez,
muertecito el pobre. Pero a ver qui�n les dice ahora a los
habitantes de la cuenca del Segura que renuncien a un derecho
que, hoy en d�a, consideran como de origen divino, pues alimenta
infraestructuras ya irreversibles, creadas a ra�z del propio
trasvase.
Suma y
sigue.