��Por 
                  qu� nos odian?�, fue la pregunta que se hicieron los 
                  estadounidenses tras el horror del 11 de Septiembre. Y, para 
                  muchos de ellos, los odiadores no eran solamente el grupo de 
                  fundamentalistas isl�micos violentos que, seg�n la versi�n 
                  oficial de los hechos, acababan de derribar las Torres 
                  Gemelas, sino tambi�n los �rabes y los musulmanes, es decir, 
                  un cuarto de la humanidad.
                Desde aquel d�a 
                terrible y atroz me he estado repitiendo a m� mismo cu�n 
                diferente ser�a hoy el mundo -cu�nta muerte y destrucci�n nos 
                habr�amos ahorrado- si el presidente Bush hubiera dicho algo 
                como esto: ��sa es una buena pregunta, tratemos de encontrarle 
                respuesta antes de actuar�.
                De haber intentado 
                responder a la pregunta, el primer axioma que se habr�a 
                establecido es que una mayor�a abrumadora de �rabes y otros 
                musulmanes no odian ni a los estadounidenses ni a USA. Quiz�, si 
                pudieran, muchos �rabes y musulmanes, qui�n sabe si la mitad de 
                todos ellos, vivir�an en USA para disfrutar de la supuesta buena 
                vida que hay all�.
                Lo que odian es su 
                pol�tica exterior. Y la causa principal de ese odio es el apoyo 
                que el Congreso y la Casa Blanca le prestan al Estado sionista 
                de Israel, con raz�n o sin ella. Pero el desprecio 
                arrogante que Israel exhibe hacia el Derecho Internacional 
                -aceptado por USA- es s�lo uno de dos factores de la ecuaci�n 
                que, a lo largo de los �ltimos sesenta a�os, ha hecho que el 
                dolor, la c�lera y la humillaci�n de �rabes y otros musulmanes 
                se conviertan en odio a causa del conflicto en Palestina. El 
                otro factor es la impotencia de los represivos y corruptos 
                reg�menes del orden �rabe existente, percibidos por sus propias 
                masas como t�teres al servicio estadounidense y sionista.
                El 11 de septiembre de 
                2001 yo ya estaba muy avanzado en la escritura de mi libro 
                Zionism: The Real Enemy of the Jews [Sionismo: el verdadero 
                enemigo de los jud�os], de manera que la idea germinal de �ste 
                no es dar respuesta a la pregunta ��Por qu� nos odian?�. No 
                obstante, mi libro ofrece a los estadounidenses una respuesta 
                completa, exhaustiva, detallada y absolutamente documentada.
                Mearshimer y Walt, en 
                su libro The Israel Lobby and US Foreign Policy [El grupo 
                de presi�n israel� y la pol�tica exterior de USA], ya hab�an 
                echado por tierra los tab�es relativos a un aspecto del antes 
                denominado conflicto arabo-israel�. Mi libro, por su parte, se 
                ocupa de la creaci�n y el mantenimiento de dicho conflicto en 
                todos sus aspectos. Mi intenci�n es permitir que los lectores 
                adquieran un conocimiento absoluto del conflicto -me atrevo a 
                afirmar que por primera vez en muchos casos-, al ver c�mo todas 
                las piezas de este complicado rompecabezas se integran entre s�. 
                Por esa raz�n, lo que ocurri� a puerta cerrada en Londres, 
                Par�s, Washington y Mosc� tiene su lugar en mi versi�n de la 
                historia al mismo nivel que los acontecimientos en la Palestina 
                que pas� a ser Israel y en las capitales del mundo �rabe. Mi 
                prop�sito es tambi�n ayudar a que los ciudadanos comprendan por 
                qu� la resoluci�n del conflicto ha permanecido y parece 
                permanecer fuera del alcance de la pol�tica y la diplomacia, as� 
                como qui�n deber actuar, qu� hay que hacer y 
                por qu� para alcanzar la justicia y la paz. La alternativa 
                es la cat�strofe para todos, y cuando digo todos no me refiero 
                s�lo a los �rabes y los jud�os de la regi�n, sino a todos 
                nosotros, all� donde vivamos (en el volumen I de mi libro 
                recuerdo una entrevista que le hice a Golda Meir, la madre de 
                Israel, para el programa Panorama de la BBC. En un 
                momento dado la interrump� para decirle: �Primera Ministro, 
                quiero estar seguro de haber comprendido lo que usted est� 
                diciendo... �Dice usted que si Israel estuviese en peligro de 
                caer derrotado en el campo de batalla, estar�a preparado para 
                destruir la regi�n y todo el mundo con �l?� Sin la menor 
                vacilaci�n y con aquella voz arenosa suya, con la que pod�a 
                encantar o intimidar a presidentes estadounidenses seg�n 
                necesitara, Golda respondi�, �S�, eso es exactamente lo que 
                estoy diciendo�. Una hora despu�s de que yo transmitiese la 
                entrevista, el Times de Londres alter� su editorial 
                principal. El texto corregido aludi� a lo que Golda me hab�a 
                dicho y a�adi� el siguiente comentario: �M�s vale creerla�).
                La �nica objeci�n que 
                le pongo al excelente libro de Mearshimer y Walt es que utilice 
                la expresi�n �grupo de presi�n de Israel� (Israel lobby). 
                En 1980, cuando yo utilic� esa expresi�n durante una 
                conversaci�n con Shimon Peres, que entonces era el jefe del 
                principal partido de la oposici�n de Israel, el Partido 
                Laborista, y esperaba convertirse en primer ministro impidiendo 
                as� que Menachem Begin obtuviese un segundo mandato, Peres me 
                dijo: �No es un grupo de presi�n de Israel, sino del Likud�. 
                La diferencia estaba en que el grupo de presi�n en USA 
                representaba al sionismo de l�nea dura, intransigente y (por lo 
                menos algunas veces) batallaba por pol�ticas que no eran las 
                mejores a largo plazo para Israel. Por razones que mi libro 
                deja bien claras, el fen�meno que han expuesto Mearshimer y Walt 
                (complementando as� el libro They Dare To Speak Out [Se 
                atreven a hablar claro] de Paul Findley) se define mucho mejor 
                como �grupo de presi�n sionista�.
                En mi opini�n, as� como 
                en la de todos los expertos verdaderos que conozco -entre los 
                cuales est�n, por ejemplo, los dos historiadores israel�es 
                �revisionistas� (honrados) de nuestro tiempo, los profesores 
                Ilan Pappe y Aviv Shlaim-, la clave del conocimiento es la 
                diferencia entre juda�smo y sionismo. El mundo occidental, 
                b�sicamente judeocristiano pero no jud�o, ha sido condicionado 
                para creer que juda�smo y sionismo son la misma cosa. Pero no lo 
                son. Son cosas opuestas.
                El juda�smo es una 
                religi�n de jud�os (no de �los jud�os�, porque no todos los 
                jud�os son religiosos) y, al igual que el cristianismo y el 
                Islam, se centra en una serie de principios �ticos y valores 
                morales. 
                El sionismo es una 
                ideolog�a laica y colonialista que en 1948, haciendo uso 
                principalmente del terrorismo y la limpieza �tnica, cre� un 
                Estado para algunos jud�os en el interior del mundo �rabe (en 
                1897, en el momento de la creaci�n del sionismo y de la primera 
                declaraci�n de cu�l era su objetivo, su ambici�n colonial s�lo 
                fue respaldada por una escasa minor�a de los jud�os del mundo y 
                puede afirmarse que, sin la obscenidad del holocausto nazi -un 
                crimen europeo por el que fueron castigados los �rabes de 
                Palestina-, Israel no habr�a existido nunca). Dicho en pocas 
                palabras, el sionismo aplicado en la pr�ctica ha convertido en 
                una burla los principios �ticos y los valores morales del 
                juda�smo, principios y valores que en realidad desprecia. Por 
                dicha raz�n, los jud�os religiosos, a menudo descritos como �ultraortodoxos�, 
                dicen que el sionismo est� destruyendo el juda�smo.
                Para quienes deseen 
                profundizar a�n m�s en el conocimiento de la diferencia entre 
                sionismo y juda�smo, recomiendo otro libro recientemente 
                publicado, A Threat From Within, A Century of Jewish 
                Opposition To Zionism [Una amenaza desde dentro, un siglo de 
                oposici�n jud�a al sionismo]. Lo ha escrito un jud�o canadiense, 
                Yakov Rabkin, que es catedr�tico de Historia en la Universidad 
                de Montreal. Cuando Yakov vino a Londres, le hice una pregunta 
                muy expl�cita: ��Es razonable decir que los jud�os del mundo 
                tienen un dilema, reafirmar o ratificar su compromiso con el 
                juda�smo y renunciar al sionismo o reafirmar o ratificar su 
                compromiso con el sionismo y renunciar a juda�smo?� Respondi� 
                con una sola palabra: ��S�!�
                El conocimiento de la 
                diferencia entre juda�smo y sionismo es la clave para comprender
                por qu� es perfectamente posible ser antisionista 
                (opuesto en todo o en parte a la empresa colonial del sionismo)
                sin ser de ninguna manera antisemita. La trascendencia de 
                esa declaraci�n est� explicada en las l�neas que siguen.
                La falsa acusaci�n de 
                antisemitismo es el chantaje que utiliza el sionismo con la 
                excusa de la obscenidad del Holocausto nazi y que le permite 
                silenciar cualquier cr�tica contra Israel, su reto�o farisaico y 
                agresivo, para sofocar el debate informado y honesto sobre qui�n 
                debe hacer justicia y traer la paz, c�mo y por qu�. Pero cuando 
                los ciudadanos conozcan la diferencia entre sionismo y juda�smo 
                (y la verdad hist�rica despu�s) no tendr�n por qu� callarse 
                asustados, como la mayor�a de los gentiles ahora hacen, por 
                miedo de que los acusen falsamente de antisemitismo si critican 
                al Estado sionista de Israel.
                Sin embargo, hay otra 
                raz�n que hace esencial el que los ciudadanos de las naciones 
                occidentales, entre quienes viven la mayor�a de los jud�os del 
                mundo, sean conscientes de la diferencia entre juda�smo y 
                sionismo. El conocimiento de dicha diferencia explica por qu� 
                es err�neo culpar a todos jud�os de los cr�menes de unos pocos 
                (que son los sionistas a ultranza de Israel/Palestina). 
                
                A pesar de que yo era 
                consciente de que mi libro ser�a muy inc�modo para muchos jud�os 
                y provocar�a al grupo de presi�n sionista, el cual har�a todo lo 
                posible para ocultarlo al m�ximo, insist� en el t�tulo 
                Zionism: The Real Enemy of the Jews porque �ste refleja en 
                siete palabras dos verdades relacionadas con nuestro tiempo.
                La primera de ellas es 
                que el gigante dormido del antisemitismo tradicional se ha 
                despertado de nuevo en las naciones predominantemente no jud�as 
                de Occidente (donde, lo repito, viven la mayor�a de los jud�os 
                del mundo como ciudadanos integrados). La segunda es que la 
                causa principal de ese nuevo despertar es el comportamiento del 
                Estado sionista (�no jud�o!), tal como la mayor parte de las 
                mejores mentes jud�as anteriores al Holocausto nazi temieron que 
                sucediese si las grandes potencias permit�an que el sionismo se 
                saliese con la suya. 
                Como contexto de fondo 
                al p�rrafo anterior a�ado la advertencia de Yehoshafat Harkabi, 
                el director m�s veterano y universalmente respetado del Servicio 
                de Inteligencia de Israel (que cito en exergo en la primera 
                p�gina del volumen II de mi libro). En su libro Israel�s 
                Fateful Hour [La hora fat�dica de Israel], inicialmente 
                publicado en hebreo en 1986, escribi� lo siguiente (las cursivas 
                son m�as): 
                �Israel es el criterio 
                con el que todos los jud�os tender�n a ser juzgados. Israel, 
                como Estado jud�o, es un ejemplo del car�cter jud�o, que se 
                expresa libre y llanamente en su interior. El antisemitismo 
                tiene ra�ces profundas e hist�ricas. Sin embargo, cualquier 
                defecto en la conducta israel� que se exprese contra Israel ser� 
                probablemente transformado en la prueba emp�rica de la validez 
                del antisemitismo. Ser�a una iron�a tr�gica si el Estado 
                jud�o, que pretend�a solucionar el problema del antisemitismo, 
                se convirtiese en un factor del aumento del antisemitismo. Los 
                israel�es deben ser conscientes de que el precio de su mala 
                conducta no lo pagan solamente ellos, sino tambi�n los jud�os de 
                todo el mundo.�
                Soy de la opini�n que 
                tras la obscenidad del Holocausto nazi, y a causa de �ste, lo 
                m�s probable es que el gigante se habr�a vuelto a dormir, habr�a 
                permanecido dormido y, con toda probabilidad, habr�a muerto en 
                su sue�o si las principales potencias, en primer lugar Gran 
                Breta�a y luego USA, no hubiesen permitido que el sionismo se 
                saliese con la suya, como dijo Balfour, �con raz�n o sin ella�
                (hay motivos para decir que, con �amigos� como los pol�ticos 
                brit�nicos y estadounidenses, los jud�os del mundo no han 
                necesitado enemigos).
                �En qu� se basa la 
                creencia de que el antisemitismo est� en auge? El aumento de 
                las profanaciones de sinagogas y tumbas jud�as (y actos 
                similares), los insultos y agresiones contra jud�os son un 
                indicio. Pero hay algo mucho m�s siniestro: lo que un n�mero 
                creciente de gentiles, en particular de las clases media y alta, 
                est�n pensando y empiezan a decir a puerta cerrada y en 
                reuniones sociales. �Qu� es lo que dicen? ��Estos jud�os de 
                mierda!� Y dicha antipat�a ha aumentado en respuesta a la 
                arrogancia del poder de Israel y a la correcta percepci�n de 
                Israel como el opresor. Y cuanto m�s aparente resulta que Israel 
                es el obst�culo para la paz en cualquier t�rmino que la mayor�a 
                de los palestinos y otros �rabes y musulmanes pudiesen aceptar, 
                m�s crecer� esta antipat�a, con el peligro real de que 
                estallar�, se volver� incontrolable y se manifestar� como 
                antisemitismo violento.
                Tal como est�n y 
                parecen evolucionar las cosas, el segundo Holocausto contra los 
                jud�os es una aut�ntica posibilidad en un futuro previsible.
                Soy asimismo de la 
                opini�n -que s� compartida en privado por algunos jud�os 
                eminentes- que si el monstruo del antisemitismo se pone de nuevo 
                en movimiento, podr�a iniciar su andadura en USA.
                Dos razones resumen el 
                porqu�:
                1) Muchos congresistas 
                (anteriores y actuales) se detestan a s� mismos por haberse 
                vendido al grupo de presi�n sionista. Si surgiese la oportunidad 
                de desatar su c�lera reprimida y la rabia que les crea su 
                culpabilidad, querr�n venganza.
                2) Los principales 
                instigadores neocons de la invasi�n de Iraq son tambi�n 
                sionistas de la l�nea dura. Aunque pocos quieren admitirlo 
                p�blicamente, muchos saben que eso es cierto.
                Y yo pregunto: �Qu� se 
                puede hacer para eliminar el peligro de que el monstruo del 
                antisemitismo ataque de nuevo?
                He aqu� una breve 
                respuesta: Los gentiles de las naciones occidentales deben ser 
                informados y educados sobre la diferencia entre juda�smo y 
                sionismo y, por lo tanto, sobre por qu� es err�neo culpar a 
                todos jud�os por los cr�menes de los pocos sionistas de la l�nea 
                dura. �sa es una de las razones por las que he dedicado m�s de 
                cinco a�os de mi vida a investigar y escribir Zionism: The 
                Real Enemy of the Jews. Quiero poner mi grano de arena para 
                evitar que el monstruo del antisemitismo se ponga de nuevo en 
                marcha. Y �sa es la diferencia esencial entre el gentil que hay 
                en m� y los sionistas de la l�nea dura. Ellos quieren, incluso 
                necesitan, el antisemitismo para justificar sus cr�menes 
                pasados, presentes y futuros. 
                Si en alg�n momento 
                llego a iniciar una gira de conferencias de costa a costa en USA 
                (como ya lo hice en el pasado), �ste ser� mi mensaje a los 
                estadounidenses: 
                � No culpen a 
                los jud�os que viven en su comunidad por los cr�menes del 
                sionismo. 
                � No culpen 
                tampoco al grupo de presi�n sionista por comprar su influencia 
                en la pol�tica exterior estadounidense, porque lo �nico que ha 
                hecho es actuar de acuerdo con las reglas. 
                � Culpen a su 
                corrupto y prevaricador sistema pol�tico que vende eso que 
                denomina democracia al mejor postor. 
                Mi libro tiene dos 
                temas principales y relacionados entre s�. 
                Uno es c�mo Israel, el 
                reto�o del sionismo, se convirti� en su propio peor enemigo y en 
                una amenaza no s�lo para la paz de la regi�n y el mundo, sino 
                tambi�n para los mejores intereses de los jud�os de cualquier 
                parte y para la integridad moral del juda�smo. 
                El otro es por qu� el 
                mundo �rabe y musulm�n es una aut�ntica bomba de relojer�a de 
                frustraci�n y desesperaci�n.
                El libro es �pico tanto 
                en su longitud (dos vol�menes) como en su alcance y su 
                contenido, porque es un reescritura completa de la historia de 
                la creaci�n y del mantenimiento del conflicto en Palestina y 
                sobre Palestina, y porque reemplaza con hechos documentados y 
                verdad hist�rica la falsa mitolog�a sionista sobre la que se 
                bas� la versi�n inicial y todav�a existente de la historia 
                judeocristiana. Tal como le se�al� en una carta abierta a la 
                Secretaria de Estado Condoleezza Rice (divulgada por Information 
                Clearing House el 7 de noviembre), la versi�n inicial de esa 
                historia no es m�s que un sinsentido de propaganda sionista. Se 
                centra en dos falsos mitos:
                Uno de ellos es que el 
                Estado sionista de Israel ha vivido en peligro constante de 
                aniquilaci�n, de que �arrojen al mar� a sus jud�os. La verdad 
                hist�rica es que la existencia de Israel nunca ha estado en 
                peligro. No lo estuvo en 1948/49. Tampoco en 1956. Menos en 
                1967. Y ni siquiera en 1973. La aseveraci�n sionista de lo 
                contrario fue la tapadera que permiti� que Israel se saliese con 
                la suya donde m�s importaba, en USA y en la Europa occidental, 
                al presentar su agresi�n como defensa propia y a s� mismo como 
                la v�ctima, cu�ndo lo que fue, y sigue siendo, es el opresor.
                El otro falso mito es 
                que Israel no ha contado con ning�n personaje palestino 
                dispuesto a negociar la paz. La verdad hist�rica es que Yasser 
                Arafat s� prepar� el terreno en el lado palestino para alcanzar 
                la paz, y lo hizo en 1979, hace m�s de un de cuarto de siglo. 
                En aquel a�o, 1979, Arafat convenci� al Consejo Nacional 
                Palestino -la m�s alta instancia decisional en el lado 
                palestino- de que apoyara su pol�tica y el hasta entonces 
                inimaginable acuerdo con Israel (inimaginable para los 
                palestinos, porque la aceptaci�n de Israel en el interior de sus 
                fronteras anteriores a 1967 exigi� que renunciasen a reclamar el 
                78% de su territorio).
                Tal como se�al� en mi 
                libro Arafat (�se fue el t�tulo de la edici�n 
                estadounidense; el t�tulo original era Arafat, Terrorist or 
                Peacemaker? [Arafat, terrorista o pacificador?], el 
                hist�rico l�der palestino necesit� seis a�os para persuadir 
                primero a sus colegas de la c�pula de al-Fatah y luego a otros 
                miembros del Consejo Nacional Palestino para que aceptasen la 
                realidad de la existencia de Israel. Cuando en 1979 se procedi� 
                por fin a la votaci�n, hubo 296 votos a favor de su 
                pol�tica y del compromiso y 4 en contra. Arafat, que 
                hab�a arriesgado su vida tanto como su credibilidad para lograr 
                que su entorno cambiase de opini�n, estaba entonces en la cima 
                de su poder y, a partir de ese momento -como bien lo sab�a el 
                presidente Carter-, podr�an haberse celebrado con �xito unas 
                eventuales negociaciones de paz aut�ntica y duradera sobre la 
                base de dos Estados, con Israel de vuelta a sus fronteras 
                anteriores a 1967 y con Jerusal�n -preferentemente como ciudad 
                abierta- como capital de ambos Estados.
                El problema fue que 
                Arafat no tuvo enfrente un interlocutor israel� por la paz, 
                porque el sionismo no ha estado nunca, y sigue sin estarlo, 
                interesado en la paz en ninguno de los t�rminos que la mayor�a 
                de los palestinos y otros �rabes y la mayor�a de los musulmanes 
                de cualquier parte pudieran aceptar. Es cierto que en 1993, y 
                gracias en parte a la gesti�n de la etapa del presidente Clinton 
                y a la influencia de �ste, Arafat �quiz� tuvo un interlocutor 
                israel� por la paz encarnado en Yitzhak Rabin, pero un sionista 
                visceral lo asesin�. Y a Rabin lo sucedieron dirigentes 
                israel�es cuyo principal objetivo era volver a demonizar y 
                destruir al dirigente palestino. A Arafat el terrorista lo 
                pod�an manejar, pero a Arafat el hombre de paz no pod�an (�acaso 
                es verdad que Barak le ofreci� el 95% de todo lo que 
                hab�a dicho que quer�a? No, no es verdad. Eso, tambi�n, fue una 
                mentira propagand�stica. �Envenenaron a Arafat? Probablemente. 
                �Acaso su sucesor, el presidente Abbas, es en realidad una 
                marioneta israeloestadounidense? Lamentablemente s�, o as� lo 
                parece. Pero, incluso si lo es, podemos estar seguros de una 
                cosa: sea o no un dirigente t�tere, el pueblo palestino no 
                aceptar� nunca las migajas de la mesa sionista en forma de dos o 
                tres bantustanes a los que pudieran llamar un Estado).
                En mi libro y en otros 
                foros p�blicos tambi�n he analizado la cuesti�n del derecho de 
                Israel a la existencia.
                Seg�n la primera 
                versi�n hist�rica, a�n en vigor, a Israel se le concedi� su 
                certificado de nacimiento y, por lo tanto, su legitimidad 
                mediante la resoluci�n de Naciones Unidas del 29 de noviembre de 
                1947 que establec�a la partici�n. Esto no tiene sentido: en 
                primer lugar, sin el consentimiento de la mayor�a del pueblo 
                palestino, la ONU no ten�a derecho a decidir la partici�n 
                de Palestina ni a asignar cualquier parte de su territorio a una 
                minor�a de inmigrantes extranjeros con la finalidad de que 
                establecieran un Estado s�lo para ellos. 
                A pesar de eso, con un 
                margen m�nimo y s�lo tras una votaci�n ama�ada, la Asamblea 
                General de la ONU aprob� una resoluci�n para dividir Palestina y 
                crear dos Estados, uno �rabe y otro jud�o, sin que Jerusal�n 
                formase parte de ninguno de ellos. Pero la resoluci�n de la 
                Asamblea General era s�lo una propuesta, lo que significa 
                que no habr�a tenido efecto, que no se hubiera convertido en una 
                norma aplicable a menos que lo aprobara el Consejo de Seguridad.
                La verdad es que la 
                propuesta de divisi�n de la Asamblea General nunca lleg� al 
                Consejo de Seguridad para su estudio. �Por qu�? Porque USA 
                sab�a que, si se aprobaba, s�lo podr�a ser puesta en pr�ctica 
                mediante la fuerza y el presidente Truman no estaba dispuesto a 
                usar la fuerza en la partici�n de Palestina. 
                Por ello, el plan de 
                partici�n estuvo viciado, nunca adquiri� validez, 
                y la cuesti�n de qu� diablos hacer con Palestina (despu�s de que 
                Gran Breta�a la convirtiera en un desastre y se desentendiera) 
                volvi� a la Asamblea General para ser discutida. La opci�n 
                apoyada y propuesta por USA fue entregada en fideicomiso a la 
                ONU. Mientras la Asamblea General estaba debatiendo qu� hacer,
                Israel declar� de manera unilateral su derecho a la 
                existencia, en realidad desafiando el deseo de la 
                comunidad internacional organizada, incluido el gobierno de 
                Truman.
                La verdad de la �poca 
                fue que el Estado sionista, que se creo fundamentalmente como 
                consecuencia del terrorismo sionista y de la limpieza �tnica, 
                no ten�a derecho a existir y, para m�s a�adidura, no tiene 
                derecho a existir a menos... a menos que fuera reconocido y 
                legitimado por aquellos que fueron despose�dos de su territorio 
                y de sus derechos durante la creaci�n del Estado sionista. Seg�n 
                el Derecho Internacional, �nicamente los palestinos podr�an 
                dar a Israel la legitimidad que reclama. Y esa legitimidad 
                era lo �nico que los sionistas no pod�an arrancar por la fuerza 
                a los palestinos.
                La total comprensi�n de 
                la verdadera naturaleza de la empresa colonial sionista requiere 
                adem�s el conocimiento de que la mayor�a de los jud�os que 
                llegaron a Palestina en respuesta a la llamada sionista no 
                ten�an relaci�n biol�gica alguna con los antiguos hebreos. 
                Los jud�os sionistas llegados eran fundamentalmente extranjeros 
                de muchos lugares, descendientes de aquellos que se hicieron 
                jud�os mediante la conversi�n al juda�smo siglos despu�s de la 
                ca�da del antiguo reino jud�o de Israel y de lo que se llam� la 
                �dispersi�n� en el �olvido� de sus gentes. La idea de que hab�a 
                y hay dos pueblos con el mismo derecho a reclamar el mismo 
                territorio es un sinsentido hist�rico. Los relativamente 
                pocos jud�os con derecho a una reivindicaci�n v�lida son 
                los descendientes de aquellos que permanecieron en Palestina en 
                todo momento. En la �poca del nacimiento del sionismo eran s�lo 
                unos pocos miles. Se consideraban a s� mismos como palestinos y 
                se opusieron radicalmente a la empresa colonial sionista debido 
                a que tem�an, con toda la raz�n, que los convirtiesen, al igual 
                que a los que llegaron, en extranjeros jud�os sionistas 
                enemigos de los �rabes, entre quienes viv�an en paz y seguridad 
                (a pesar de que no todos los jud�os de hoy son conscientes de 
                esto, es tambi�n un hecho que el retorno de los jud�os a la 
                tierra del Israel b�blico por el empe�o humano �una posible pero 
                lamentablemente inadecuada definici�n del sionismo- fue 
                rechazada por el juda�smo).
                La pregunta que debe 
                contestar el presidente Bush y todos aquellos que exigen que 
                Ham�s reconozca a Israel es �sta: �Cu�l es el Israel que debe 
                reconocerse... el Israel de las fronteras anteriores a la 
                guerra de 1967, y por lo tanto, en consonancia con la resoluci�n 
                242 del Consejo de Seguridad, o un Israel m�s grande que, d�a 
                tras d�a, est� usurpando m�s y m�s territorio y expandiendo sus 
                asentamientos en la Cisjordania ocupada?
                De hecho, la posici�n 
                real de Ham�s no oculta secreto alguno. Si ma�ana Israel dijera 
                y demostrase que est� listo para negociar una paz completa y 
                definitiva basada en una verdadera soluci�n de dos Estados, uno 
                que devolver�a a Israel a sus fronteras anteriores a 1967, con 
                Jerusal�n como ciudad abierta y capital de los dos Estados, 
                Ham�s dir�a: �Sent�monos a negociar�.
                Los dirigentes de Ham�s 
                dir�an eso y lo demostrar�an, porque no son idiotas y saben que
                no tendr�an elecci�n alguna, ya que una verdadera 
                soluci�n de dos Estados sigue siendo lo que la gran mayor�a de 
                los palestinos est� preparada para aceptar. Pero nunca se les 
                presentar� esa ocasi�n.
                La verdad del presente 
                es que la soluci�n de los dos Estados ya est� muerta, aunque no 
                enterrada todav�a... asesinada por los asentamientos que Israel 
                ha creado y sigue creando en Cisjordania, en claro desaf�o 
                de las resoluciones de la ONU, la legislaci�n internacional e 
                incluso en claro desaf�o de los deseos un d�a expresados 
                por el gobierno de Bush. Al menos en lo que respecta a la 
                actividad ilegal de crear asentamientos, es la cola sionista 
                quien mueve al perro estadounidense. 
                En el �ltimo cap�tulo 
                del volumen II de mi libro A Resurrection, a Crucifixion and 
                a Road Map to Nowhere [Una resurrecci�n, una crucifixi�n y 
                una hoja de ruta que no conduce a ninguna parte] afirm� que la 
                estrategia sionista para una soluci�n final al problema 
                palestino no deja ahora lugar a la imaginaci�n. Los dirigentes 
                del sionismo en Israel y quienes los apoyan en USA a�n creen que 
                con el uso de la fuerza bruta y reduciendo a los palestinos a la 
                m�s abyecta pobreza quebrar�n su voluntad de continuar la 
                lucha por sus derechos. La asunci�n es que, en este punto, y 
                absolutamente desesperados, los palestinos estar�n dispuestos a 
                aceptar las migajas de la mesa sionista en forma de dos o tres 
                bantustanes o, mejor a�n, abandonar�n su tierra y buscar�n una 
                nueva vida en otros pa�ses. Desde mi punto de vista, la 
                convicci�n de que el sionismo lograr� un d�a anular la voluntad 
                palestina de seguir la lucha por un m�nimo de justicia aceptable 
                es el producto de mentes que se enga�an hasta la enajenaci�n 
                mental (algunos afirman que Israel est� a punto de convertirse 
                en un Estado fascista, pero yo creo que la terminolog�a m�s 
                apropiada es en un manicomio).
                Lo que parece casi 
                demasiado terrible de pensar es algo as� como: �Qu� har�n los 
                sionistas cuando sea patente incluso para ellos que no pueden 
                destruir el nacionalismo palestino con bombas y balas y medidas 
                represivas brutales de todo tipo?
                Mi opini�n es que 
                ellos, los sionistas, se lanzar�n a una limpieza �tnica 
                definitiva para expulsar a Jordania y m�s all� a los 
                palestinos de Cisjordania. Eso, me temo, ser� la soluci�n final 
                sionista para el problema palestino. Si llega a ocurrir, 
                Cisjordania se te�ir� de rojo, fundamentalmente con sangre 
                palestina. Y los periodistas honrados lo describir�n como un 
                Holocausto sionista.
                Pero eso no tiene 
                por qu� ser el fin de la historia de Palestina. Habr�, sin 
                embargo, un nuevo comienzo.
                Hace muchos a�os, en la 
                introducci�n de mi primer libro, Arafat, Terrorist or 
                Peacemaker?, afirm� que, hablando en general, los jud�os son 
                la elite intelectual de la civilizaci�n occidental y que los 
                palestinos son la elite intelectual del mundo �rabe. Lo que esos 
                dos pueblos podr�an hacer juntos en paz y compa�erismo ser�a, lo 
                suger�, el estambre de que se componen los sue�os. 
                Cambiar�an y desarrollar�an la regi�n y, al hacerlo, ofrecer�an 
                al mundo entero la esperanza e inspiraci�n que tanto necesita.
                Sigo creyendo que los sue�os pueden hacerse realidad, 
                pero s�lo en el contexto de la soluci�n de un �nico Estado 
                al problema palestino. Por definici�n, ser�a un Estado laico, 
                democr�tico, en el cual todos sus ciudadanos, �rabes y jud�os, 
                disfrutar�an de los mismos derechos. S�, eso significar�a la 
                des-sionizaci�n de Palestina, pero no implicar�a el fin 
                (ninguna clase de fin) para los jud�os que ahora viven en Israel 
                y Palestina. Aquellos que desearan quedarse como ciudadanos de 
                una Palestina des-sionizada podr�an finalmente tener paz 
                con una seguridad duradera.
                El ep�logo de mi libro 
                se titula The Jews as the Light Unto Nations [Los jud�os 
                como luz de las naciones] y finaliza con las siguientes 
                palabras, mis palabras, orgullosamente repetidas en la 
                contraportada del volumen II:
                �Si los jud�os del 
                mundo tuviesen la voluntad y el valor de hacer causa com�n con 
                las fuerzas de la raz�n en Israel antes de que sea demasiado 
                tarde para todos nosotros, les espera una enorme recompensa. 
                Con la demostraci�n de que la raz�n puede triunfar sobre el 
                deseo y de que hay un lugar para la �tica en la pol�tica, se 
                convertir�an en la luz de las naciones. Es una recompensa 
                que no est� disponible para ning�n otro pueblo de la tierra por 
                la exclusividad del sufrimiento del pueblo jud�o. Quiz� �sta sea 
                la verdadera esencia de la idea que los considera un pueblo 
                elegido... elegido para soportar un sufrimiento �nico y, tras 
                haberlo soportado, demostrarnos a los dem�s que crear un mundo 
                mejor y m�s justo no es una misi�n imposible.�
                �Por qu� creo que es 
                importante que los estadounidenses conozcan la verdad de la 
                historia sobre los hechos y la continuidad del conflicto dentro 
                y fuera de Palestina y quien debe trabajar por la paz, qu� debe 
                hacer y porqu�?
                La respuesta es 
                escueta: Debido a la impresionante influencia del grupo de 
                presi�n sionista (como han documentado Mearshimer y Walt y, 
                antes que ellos, el ex congresista Paul Findley), ning�n 
                presidente estadounidense tendr� jam�s la voluntad pol�tica de 
                exigir responsabilidades al sionismo, a menos que la opini�n 
                p�blica informada lo empuje a hacerlo poniendo en marcha 
                la democracia real. El problema en USA, hablando en general, es 
                que la opini�n p�blica est� muy poco uniformada (y desinformada) 
                para presionar, para hacer que la democracia trabaje en pos de 
                la justicia y la paz. 
                �Por qu� mi libro 
                Zionism: The Real Enemy of the Jews no puede publicarse en 
                USA?
                La respuesta es 
                concisa: porque el sionismo no quiere que se publique y 
                todos los editores estadounidenses, los m�s importantes y 
                tambi�n los menos al parecer temen demasiado ofender al sionismo 
                si lo publicasen.
                En realidad, lo mismo 
                ha sucedido en el Reino Unido, incluso si mi editor recibi� 
                cartas y otros mensajes con elogios poco habituales hacia mi 
                trabajo de los editores m�s importantes. Una de esas cartas, que 
                he citado en el primer p�rrafo del volumen I de la primera 
                autoedici�n de mi libro en pastas duras, describe mi manuscrito 
                como �[...] Sorprendente... hecho con pasi�n, compromiso y 
                profunda sabidur�a� y luego sigue: �[�] No hay duda de que 
                merece que se publique.� Pero, a la hora de la verdad, tuve que 
                crear mi propia editorial. Se supon�a que no tendr�a acceso al 
                mercado minorista, pero lo tuve. Para vender bien en el mercado 
                minorista los libros necesitan publicidad. Los primeros que la 
                hacen para el p�blico lector son, en general, los medios de 
                comunicaci�n, pero no en el caso de mi libro. Ni uno solo de los 
                peri�dicos o revistas, ni tampoco ning�n programa de radio o 
                televisi�n estaban dispuestos a prestar a mi libro ninguna 
                atenci�n, cr�tica u otra cosa. La complicidad de los medios en 
                la eliminaci�n de la verdad hist�rica y la traici�n a la 
                democracia demostr� su solidez. �sta es la situaci�n aqu� y en 
                Reino Unido (y en toda Europa occidental) y s� que es peor, 
                mucho peor, en la �Tierra de la Libertad�.
                En el prefacio del 
                Volumen II afirmo que no me cabe duda alguna de que las 
                editoriales, los editores y los pol�ticos que son c�mplices en 
                la eliminaci�n de la verdad hist�rica creen sinceramente que 
                sirven a los mejores intereses de los jud�os, as� como a sus 
                propios intereses personales a corto plazo. A todos ellos 
                (editoriales, editores, pol�ticos) les digo lo siguiente: �Os 
                equivoc�is. Os equivoc�is peligrosamente. Neg�ndoos a aceptar la 
                verdad de la historia y, en concreto, la diferencia entre 
                juda�smo y sionismo y por qu� es perfectamente posible ser 
                apasionadamente antisionista sin ser antisemita, ayud�is a que 
                se culpe a todos los jud�os de los cr�menes cometidos por unos 
                cuantos.� Y concluyo con la siguiente reflexi�n: �Tambi�n ser�a 
                de ayuda si m�s de unos pocos jud�os que viven fundamentalmente 
                en las naciones del mundo judeocristiano pudieran encontrar la 
                voluntad y el valor para terminar con su silencio sobre la 
                mala conducta (en palabras de Harkabi) de Israel y aceptar 
                el hecho de que el sionismo es, como afirma el t�tulo de este 
                libro y demuestra su contenido, el verdadero enemigo. El 
                silencio no es la forma de refutar y desbaratar una acusaci�n de 
                complicidad en los cr�menes sionistas.� 
                Para el sionismo, el 
                problema de mi libro es su t�tulo. La fuente originaria del 
                poder y el chantaje sionistas est� en su �xito al haber 
                convencido a un mundo agobiado por la culpa de que el juda�smo y 
                el sionismo son la misma cosa. Cuanta m�s gente sepa de que esto 
                no es as� y que, por lo tanto, es perfectamente posible ser un 
                ac�rrimo antisionista sin ser antisemita, m�s desnudo y m�s 
                vulnerable ser� el sionismo. �nicamente entonces ser� una misi�n 
                posible el detener la cuenta atr�s de la cat�strofe y s�lo 
                entonces la paz tendr� una oportunidad, su �ltima oportunidad.
                
                En su prefacio a The 
                Israel Lobby and US Foreign Policy, Mearshimer y Walt 
                afirman que USA no ser� capaz abordar con eficacia los 
                irritantes problemas del Oriente Pr�ximo �si los estadounidenses 
                no logran mantener un di�logo civilizado sobre nuestros 
                intereses en la regi�n y sobre el papel de todos los factores 
                que entran en l�nea de cuentas en la pol�tica exterior 
                estadounidense, incluido el grupo de presi�n de Israel. Hemos 
                escrito este libro para apoyar ese di�logo.�
                Yo he escrito el m�o 
                para imbuir en los ciudadanos el poder de participar en el 
                debate informado y honesto y para que logren que la democracia 
                lleve justicia y paz al Oriente Pr�ximo. Si hay estadounidenses 
                que quieren subir al estrado y ayudarme a que les lleve a sus 
                conciudadanos mi versi�n de la verdad hist�rica, el partido 
                habr� comenzado. Y �sta no es una liga de segunda divisi�n.
 
                
                
                Zionism: The 
                Real Enemy of the Jews
                Alan Hart
                Word Power Books
                Fecha de publicaci�n: 7 de octubre de 2005
                
                
                http://www.word-power.co.uk
                 
                 
                
          
          
           
        
                
                Fuente: 
                
                
                http://www.informationclearinghouse.info/article18716.htm
                
                Art�culo original publicado 
                el 14 de noviembre de 2007
                
                Esta traducci�n se ha publicado tambi�n en
                
                Tlaxcala.
                
                
                
                Sobre el autor
                
                El escritor y traductor espa�ol Manuel Talens es 
                miembro de 
                
                Cubadebate,
                
                Rebeli�n 
                y 
                
                Tlaxcala. Su 
                novela m�s reciente es La cinta de Moebius (Alcal� Grupo 
                Editorial). Paloma Valverde 
                es miembro de Cubadebate, 
                
                IraqSolidaridad
                y Rebeli�n. 
                Esta traducci�n se puede reproducir 
                libremente a condici�n de respetar su integridad y mencionar al 
                autor, a los traductores y la fuente.