El escritorio de Manuel Talens

El traductor activista

El libro que no puede publicarse en USA

Alan Hart

Alan Hart

Traducido por Manuel Talens y Paloma Valverde
 

��Por qu� nos odian?�, fue la pregunta que se hicieron los estadounidenses tras el horror del 11 de Septiembre. Y, para muchos de ellos, los odiadores no eran solamente el grupo de fundamentalistas isl�micos violentos que, seg�n la versi�n oficial de los hechos, acababan de derribar las Torres Gemelas, sino tambi�n los �rabes y los musulmanes, es decir, un cuarto de la humanidad.

Desde aquel d�a terrible y atroz me he estado repitiendo a m� mismo cu�n diferente ser�a hoy el mundo -cu�nta muerte y destrucci�n nos habr�amos ahorrado- si el presidente Bush hubiera dicho algo como esto: ��sa es una buena pregunta, tratemos de encontrarle respuesta antes de actuar�.

De haber intentado responder a la pregunta, el primer axioma que se habr�a establecido es que una mayor�a abrumadora de �rabes y otros musulmanes no odian ni a los estadounidenses ni a USA. Quiz�, si pudieran, muchos �rabes y musulmanes, qui�n sabe si la mitad de todos ellos, vivir�an en USA para disfrutar de la supuesta buena vida que hay all�.

Lo que odian es su pol�tica exterior. Y la causa principal de ese odio es el apoyo que el Congreso y la Casa Blanca le prestan al Estado sionista de Israel, con raz�n o sin ella. Pero el desprecio arrogante que Israel exhibe hacia el Derecho Internacional -aceptado por USA- es s�lo uno de dos factores de la ecuaci�n que, a lo largo de los �ltimos sesenta a�os, ha hecho que el dolor, la c�lera y la humillaci�n de �rabes y otros musulmanes se conviertan en odio a causa del conflicto en Palestina. El otro factor es la impotencia de los represivos y corruptos reg�menes del orden �rabe existente, percibidos por sus propias masas como t�teres al servicio estadounidense y sionista.

El 11 de septiembre de 2001 yo ya estaba muy avanzado en la escritura de mi libro Zionism: The Real Enemy of the Jews [Sionismo: el verdadero enemigo de los jud�os], de manera que la idea germinal de �ste no es dar respuesta a la pregunta ��Por qu� nos odian?�. No obstante, mi libro ofrece a los estadounidenses una respuesta completa, exhaustiva, detallada y absolutamente documentada.

Mearshimer y Walt, en su libro The Israel Lobby and US Foreign Policy [El grupo de presi�n israel� y la pol�tica exterior de USA], ya hab�an echado por tierra los tab�es relativos a un aspecto del antes denominado conflicto arabo-israel�. Mi libro, por su parte, se ocupa de la creaci�n y el mantenimiento de dicho conflicto en todos sus aspectos. Mi intenci�n es permitir que los lectores adquieran un conocimiento absoluto del conflicto -me atrevo a afirmar que por primera vez en muchos casos-, al ver c�mo todas las piezas de este complicado rompecabezas se integran entre s�. Por esa raz�n, lo que ocurri� a puerta cerrada en Londres, Par�s, Washington y Mosc� tiene su lugar en mi versi�n de la historia al mismo nivel que los acontecimientos en la Palestina que pas� a ser Israel y en las capitales del mundo �rabe. Mi prop�sito es tambi�n ayudar a que los ciudadanos comprendan por qu� la resoluci�n del conflicto ha permanecido y parece permanecer fuera del alcance de la pol�tica y la diplomacia, as� como qui�n deber actuar, qu� hay que hacer y por qu� para alcanzar la justicia y la paz. La alternativa es la cat�strofe para todos, y cuando digo todos no me refiero s�lo a los �rabes y los jud�os de la regi�n, sino a todos nosotros, all� donde vivamos (en el volumen I de mi libro recuerdo una entrevista que le hice a Golda Meir, la madre de Israel, para el programa Panorama de la BBC. En un momento dado la interrump� para decirle: �Primera Ministro, quiero estar seguro de haber comprendido lo que usted est� diciendo... �Dice usted que si Israel estuviese en peligro de caer derrotado en el campo de batalla, estar�a preparado para destruir la regi�n y todo el mundo con �l?� Sin la menor vacilaci�n y con aquella voz arenosa suya, con la que pod�a encantar o intimidar a presidentes estadounidenses seg�n necesitara, Golda respondi�, �S�, eso es exactamente lo que estoy diciendo�. Una hora despu�s de que yo transmitiese la entrevista, el Times de Londres alter� su editorial principal. El texto corregido aludi� a lo que Golda me hab�a dicho y a�adi� el siguiente comentario: �M�s vale creerla�).

La �nica objeci�n que le pongo al excelente libro de Mearshimer y Walt es que utilice la expresi�n �grupo de presi�n de Israel� (Israel lobby). En 1980, cuando yo utilic� esa expresi�n durante una conversaci�n con Shimon Peres, que entonces era el jefe del principal partido de la oposici�n de Israel, el Partido Laborista, y esperaba convertirse en primer ministro impidiendo as� que Menachem Begin obtuviese un segundo mandato, Peres me dijo: �No es un grupo de presi�n de Israel, sino del Likud�. La diferencia estaba en que el grupo de presi�n en USA representaba al sionismo de l�nea dura, intransigente y (por lo menos algunas veces) batallaba por pol�ticas que no eran las mejores a largo plazo para Israel. Por razones que mi libro deja bien claras, el fen�meno que han expuesto Mearshimer y Walt (complementando as� el libro They Dare To Speak Out [Se atreven a hablar claro] de Paul Findley) se define mucho mejor como �grupo de presi�n sionista�.

En mi opini�n, as� como en la de todos los expertos verdaderos que conozco -entre los cuales est�n, por ejemplo, los dos historiadores israel�es �revisionistas� (honrados) de nuestro tiempo, los profesores Ilan Pappe y Aviv Shlaim-, la clave del conocimiento es la diferencia entre juda�smo y sionismo. El mundo occidental, b�sicamente judeocristiano pero no jud�o, ha sido condicionado para creer que juda�smo y sionismo son la misma cosa. Pero no lo son. Son cosas opuestas.

El juda�smo es una religi�n de jud�os (no de �los jud�os�, porque no todos los jud�os son religiosos) y, al igual que el cristianismo y el Islam, se centra en una serie de principios �ticos y valores morales.

El sionismo es una ideolog�a laica y colonialista que en 1948, haciendo uso principalmente del terrorismo y la limpieza �tnica, cre� un Estado para algunos jud�os en el interior del mundo �rabe (en 1897, en el momento de la creaci�n del sionismo y de la primera declaraci�n de cu�l era su objetivo, su ambici�n colonial s�lo fue respaldada por una escasa minor�a de los jud�os del mundo y puede afirmarse que, sin la obscenidad del holocausto nazi -un crimen europeo por el que fueron castigados los �rabes de Palestina-, Israel no habr�a existido nunca). Dicho en pocas palabras, el sionismo aplicado en la pr�ctica ha convertido en una burla los principios �ticos y los valores morales del juda�smo, principios y valores que en realidad desprecia. Por dicha raz�n, los jud�os religiosos, a menudo descritos como �ultraortodoxos�, dicen que el sionismo est� destruyendo el juda�smo.

Para quienes deseen profundizar a�n m�s en el conocimiento de la diferencia entre sionismo y juda�smo, recomiendo otro libro recientemente publicado, A Threat From Within, A Century of Jewish Opposition To Zionism [Una amenaza desde dentro, un siglo de oposici�n jud�a al sionismo]. Lo ha escrito un jud�o canadiense, Yakov Rabkin, que es catedr�tico de Historia en la Universidad de Montreal. Cuando Yakov vino a Londres, le hice una pregunta muy expl�cita: ��Es razonable decir que los jud�os del mundo tienen un dilema, reafirmar o ratificar su compromiso con el juda�smo y renunciar al sionismo o reafirmar o ratificar su compromiso con el sionismo y renunciar a juda�smo?� Respondi� con una sola palabra: ��S�!�

El conocimiento de la diferencia entre juda�smo y sionismo es la clave para comprender por qu� es perfectamente posible ser antisionista (opuesto en todo o en parte a la empresa colonial del sionismo) sin ser de ninguna manera antisemita. La trascendencia de esa declaraci�n est� explicada en las l�neas que siguen.

La falsa acusaci�n de antisemitismo es el chantaje que utiliza el sionismo con la excusa de la obscenidad del Holocausto nazi y que le permite silenciar cualquier cr�tica contra Israel, su reto�o farisaico y agresivo, para sofocar el debate informado y honesto sobre qui�n debe hacer justicia y traer la paz, c�mo y por qu�. Pero cuando los ciudadanos conozcan la diferencia entre sionismo y juda�smo (y la verdad hist�rica despu�s) no tendr�n por qu� callarse asustados, como la mayor�a de los gentiles ahora hacen, por miedo de que los acusen falsamente de antisemitismo si critican al Estado sionista de Israel.

Sin embargo, hay otra raz�n que hace esencial el que los ciudadanos de las naciones occidentales, entre quienes viven la mayor�a de los jud�os del mundo, sean conscientes de la diferencia entre juda�smo y sionismo. El conocimiento de dicha diferencia explica por qu� es err�neo culpar a todos jud�os de los cr�menes de unos pocos (que son los sionistas a ultranza de Israel/Palestina).

A pesar de que yo era consciente de que mi libro ser�a muy inc�modo para muchos jud�os y provocar�a al grupo de presi�n sionista, el cual har�a todo lo posible para ocultarlo al m�ximo, insist� en el t�tulo Zionism: The Real Enemy of the Jews porque �ste refleja en siete palabras dos verdades relacionadas con nuestro tiempo.

La primera de ellas es que el gigante dormido del antisemitismo tradicional se ha despertado de nuevo en las naciones predominantemente no jud�as de Occidente (donde, lo repito, viven la mayor�a de los jud�os del mundo como ciudadanos integrados). La segunda es que la causa principal de ese nuevo despertar es el comportamiento del Estado sionista (�no jud�o!), tal como la mayor parte de las mejores mentes jud�as anteriores al Holocausto nazi temieron que sucediese si las grandes potencias permit�an que el sionismo se saliese con la suya.

Como contexto de fondo al p�rrafo anterior a�ado la advertencia de Yehoshafat Harkabi, el director m�s veterano y universalmente respetado del Servicio de Inteligencia de Israel (que cito en exergo en la primera p�gina del volumen II de mi libro). En su libro Israel�s Fateful Hour [La hora fat�dica de Israel], inicialmente publicado en hebreo en 1986, escribi� lo siguiente (las cursivas son m�as):

�Israel es el criterio con el que todos los jud�os tender�n a ser juzgados. Israel, como Estado jud�o, es un ejemplo del car�cter jud�o, que se expresa libre y llanamente en su interior. El antisemitismo tiene ra�ces profundas e hist�ricas. Sin embargo, cualquier defecto en la conducta israel� que se exprese contra Israel ser� probablemente transformado en la prueba emp�rica de la validez del antisemitismo. Ser�a una iron�a tr�gica si el Estado jud�o, que pretend�a solucionar el problema del antisemitismo, se convirtiese en un factor del aumento del antisemitismo. Los israel�es deben ser conscientes de que el precio de su mala conducta no lo pagan solamente ellos, sino tambi�n los jud�os de todo el mundo.�

Soy de la opini�n que tras la obscenidad del Holocausto nazi, y a causa de �ste, lo m�s probable es que el gigante se habr�a vuelto a dormir, habr�a permanecido dormido y, con toda probabilidad, habr�a muerto en su sue�o si las principales potencias, en primer lugar Gran Breta�a y luego USA, no hubiesen permitido que el sionismo se saliese con la suya, como dijo Balfour, �con raz�n o sin ella� (hay motivos para decir que, con �amigos� como los pol�ticos brit�nicos y estadounidenses, los jud�os del mundo no han necesitado enemigos).

�En qu� se basa la creencia de que el antisemitismo est� en auge? El aumento de las profanaciones de sinagogas y tumbas jud�as (y actos similares), los insultos y agresiones contra jud�os son un indicio. Pero hay algo mucho m�s siniestro: lo que un n�mero creciente de gentiles, en particular de las clases media y alta, est�n pensando y empiezan a decir a puerta cerrada y en reuniones sociales. �Qu� es lo que dicen? ��Estos jud�os de mierda!� Y dicha antipat�a ha aumentado en respuesta a la arrogancia del poder de Israel y a la correcta percepci�n de Israel como el opresor. Y cuanto m�s aparente resulta que Israel es el obst�culo para la paz en cualquier t�rmino que la mayor�a de los palestinos y otros �rabes y musulmanes pudiesen aceptar, m�s crecer� esta antipat�a, con el peligro real de que estallar�, se volver� incontrolable y se manifestar� como antisemitismo violento.

Tal como est�n y parecen evolucionar las cosas, el segundo Holocausto contra los jud�os es una aut�ntica posibilidad en un futuro previsible.

Soy asimismo de la opini�n -que s� compartida en privado por algunos jud�os eminentes- que si el monstruo del antisemitismo se pone de nuevo en movimiento, podr�a iniciar su andadura en USA.

Dos razones resumen el porqu�:

1) Muchos congresistas (anteriores y actuales) se detestan a s� mismos por haberse vendido al grupo de presi�n sionista. Si surgiese la oportunidad de desatar su c�lera reprimida y la rabia que les crea su culpabilidad, querr�n venganza.

2) Los principales instigadores neocons de la invasi�n de Iraq son tambi�n sionistas de la l�nea dura. Aunque pocos quieren admitirlo p�blicamente, muchos saben que eso es cierto.

Y yo pregunto: �Qu� se puede hacer para eliminar el peligro de que el monstruo del antisemitismo ataque de nuevo?

He aqu� una breve respuesta: Los gentiles de las naciones occidentales deben ser informados y educados sobre la diferencia entre juda�smo y sionismo y, por lo tanto, sobre por qu� es err�neo culpar a todos jud�os por los cr�menes de los pocos sionistas de la l�nea dura. �sa es una de las razones por las que he dedicado m�s de cinco a�os de mi vida a investigar y escribir Zionism: The Real Enemy of the Jews. Quiero poner mi grano de arena para evitar que el monstruo del antisemitismo se ponga de nuevo en marcha. Y �sa es la diferencia esencial entre el gentil que hay en m� y los sionistas de la l�nea dura. Ellos quieren, incluso necesitan, el antisemitismo para justificar sus cr�menes pasados, presentes y futuros.

Si en alg�n momento llego a iniciar una gira de conferencias de costa a costa en USA (como ya lo hice en el pasado), �ste ser� mi mensaje a los estadounidenses:

� No culpen a los jud�os que viven en su comunidad por los cr�menes del sionismo.

� No culpen tampoco al grupo de presi�n sionista por comprar su influencia en la pol�tica exterior estadounidense, porque lo �nico que ha hecho es actuar de acuerdo con las reglas.

� Culpen a su corrupto y prevaricador sistema pol�tico que vende eso que denomina democracia al mejor postor.

Mi libro tiene dos temas principales y relacionados entre s�.

Uno es c�mo Israel, el reto�o del sionismo, se convirti� en su propio peor enemigo y en una amenaza no s�lo para la paz de la regi�n y el mundo, sino tambi�n para los mejores intereses de los jud�os de cualquier parte y para la integridad moral del juda�smo.

El otro es por qu� el mundo �rabe y musulm�n es una aut�ntica bomba de relojer�a de frustraci�n y desesperaci�n.

El libro es �pico tanto en su longitud (dos vol�menes) como en su alcance y su contenido, porque es un reescritura completa de la historia de la creaci�n y del mantenimiento del conflicto en Palestina y sobre Palestina, y porque reemplaza con hechos documentados y verdad hist�rica la falsa mitolog�a sionista sobre la que se bas� la versi�n inicial y todav�a existente de la historia judeocristiana. Tal como le se�al� en una carta abierta a la Secretaria de Estado Condoleezza Rice (divulgada por Information Clearing House el 7 de noviembre), la versi�n inicial de esa historia no es m�s que un sinsentido de propaganda sionista. Se centra en dos falsos mitos:

Uno de ellos es que el Estado sionista de Israel ha vivido en peligro constante de aniquilaci�n, de que �arrojen al mar� a sus jud�os. La verdad hist�rica es que la existencia de Israel nunca ha estado en peligro. No lo estuvo en 1948/49. Tampoco en 1956. Menos en 1967. Y ni siquiera en 1973. La aseveraci�n sionista de lo contrario fue la tapadera que permiti� que Israel se saliese con la suya donde m�s importaba, en USA y en la Europa occidental, al presentar su agresi�n como defensa propia y a s� mismo como la v�ctima, cu�ndo lo que fue, y sigue siendo, es el opresor.

El otro falso mito es que Israel no ha contado con ning�n personaje palestino dispuesto a negociar la paz. La verdad hist�rica es que Yasser Arafat s� prepar� el terreno en el lado palestino para alcanzar la paz, y lo hizo en 1979, hace m�s de un de cuarto de siglo. En aquel a�o, 1979, Arafat convenci� al Consejo Nacional Palestino -la m�s alta instancia decisional en el lado palestino- de que apoyara su pol�tica y el hasta entonces inimaginable acuerdo con Israel (inimaginable para los palestinos, porque la aceptaci�n de Israel en el interior de sus fronteras anteriores a 1967 exigi� que renunciasen a reclamar el 78% de su territorio).

Tal como se�al� en mi libro Arafat (�se fue el t�tulo de la edici�n estadounidense; el t�tulo original era Arafat, Terrorist or Peacemaker? [Arafat, terrorista o pacificador?], el hist�rico l�der palestino necesit� seis a�os para persuadir primero a sus colegas de la c�pula de al-Fatah y luego a otros miembros del Consejo Nacional Palestino para que aceptasen la realidad de la existencia de Israel. Cuando en 1979 se procedi� por fin a la votaci�n, hubo 296 votos a favor de su pol�tica y del compromiso y 4 en contra. Arafat, que hab�a arriesgado su vida tanto como su credibilidad para lograr que su entorno cambiase de opini�n, estaba entonces en la cima de su poder y, a partir de ese momento -como bien lo sab�a el presidente Carter-, podr�an haberse celebrado con �xito unas eventuales negociaciones de paz aut�ntica y duradera sobre la base de dos Estados, con Israel de vuelta a sus fronteras anteriores a 1967 y con Jerusal�n -preferentemente como ciudad abierta- como capital de ambos Estados.

El problema fue que Arafat no tuvo enfrente un interlocutor israel� por la paz, porque el sionismo no ha estado nunca, y sigue sin estarlo, interesado en la paz en ninguno de los t�rminos que la mayor�a de los palestinos y otros �rabes y la mayor�a de los musulmanes de cualquier parte pudieran aceptar. Es cierto que en 1993, y gracias en parte a la gesti�n de la etapa del presidente Clinton y a la influencia de �ste, Arafat �quiz� tuvo un interlocutor israel� por la paz encarnado en Yitzhak Rabin, pero un sionista visceral lo asesin�. Y a Rabin lo sucedieron dirigentes israel�es cuyo principal objetivo era volver a demonizar y destruir al dirigente palestino. A Arafat el terrorista lo pod�an manejar, pero a Arafat el hombre de paz no pod�an (�acaso es verdad que Barak le ofreci� el 95% de todo lo que hab�a dicho que quer�a? No, no es verdad. Eso, tambi�n, fue una mentira propagand�stica. �Envenenaron a Arafat? Probablemente. �Acaso su sucesor, el presidente Abbas, es en realidad una marioneta israeloestadounidense? Lamentablemente s�, o as� lo parece. Pero, incluso si lo es, podemos estar seguros de una cosa: sea o no un dirigente t�tere, el pueblo palestino no aceptar� nunca las migajas de la mesa sionista en forma de dos o tres bantustanes a los que pudieran llamar un Estado).

En mi libro y en otros foros p�blicos tambi�n he analizado la cuesti�n del derecho de Israel a la existencia.

Seg�n la primera versi�n hist�rica, a�n en vigor, a Israel se le concedi� su certificado de nacimiento y, por lo tanto, su legitimidad mediante la resoluci�n de Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947 que establec�a la partici�n. Esto no tiene sentido: en primer lugar, sin el consentimiento de la mayor�a del pueblo palestino, la ONU no ten�a derecho a decidir la partici�n de Palestina ni a asignar cualquier parte de su territorio a una minor�a de inmigrantes extranjeros con la finalidad de que establecieran un Estado s�lo para ellos.

A pesar de eso, con un margen m�nimo y s�lo tras una votaci�n ama�ada, la Asamblea General de la ONU aprob� una resoluci�n para dividir Palestina y crear dos Estados, uno �rabe y otro jud�o, sin que Jerusal�n formase parte de ninguno de ellos. Pero la resoluci�n de la Asamblea General era s�lo una propuesta, lo que significa que no habr�a tenido efecto, que no se hubiera convertido en una norma aplicable a menos que lo aprobara el Consejo de Seguridad.

La verdad es que la propuesta de divisi�n de la Asamblea General nunca lleg� al Consejo de Seguridad para su estudio. �Por qu�? Porque USA sab�a que, si se aprobaba, s�lo podr�a ser puesta en pr�ctica mediante la fuerza y el presidente Truman no estaba dispuesto a usar la fuerza en la partici�n de Palestina.

Por ello, el plan de partici�n estuvo viciado, nunca adquiri� validez, y la cuesti�n de qu� diablos hacer con Palestina (despu�s de que Gran Breta�a la convirtiera en un desastre y se desentendiera) volvi� a la Asamblea General para ser discutida. La opci�n apoyada y propuesta por USA fue entregada en fideicomiso a la ONU. Mientras la Asamblea General estaba debatiendo qu� hacer, Israel declar� de manera unilateral su derecho a la existencia, en realidad desafiando el deseo de la comunidad internacional organizada, incluido el gobierno de Truman.

La verdad de la �poca fue que el Estado sionista, que se creo fundamentalmente como consecuencia del terrorismo sionista y de la limpieza �tnica, no ten�a derecho a existir y, para m�s a�adidura, no tiene derecho a existir a menos... a menos que fuera reconocido y legitimado por aquellos que fueron despose�dos de su territorio y de sus derechos durante la creaci�n del Estado sionista. Seg�n el Derecho Internacional, �nicamente los palestinos podr�an dar a Israel la legitimidad que reclama. Y esa legitimidad era lo �nico que los sionistas no pod�an arrancar por la fuerza a los palestinos.

La total comprensi�n de la verdadera naturaleza de la empresa colonial sionista requiere adem�s el conocimiento de que la mayor�a de los jud�os que llegaron a Palestina en respuesta a la llamada sionista no ten�an relaci�n biol�gica alguna con los antiguos hebreos. Los jud�os sionistas llegados eran fundamentalmente extranjeros de muchos lugares, descendientes de aquellos que se hicieron jud�os mediante la conversi�n al juda�smo siglos despu�s de la ca�da del antiguo reino jud�o de Israel y de lo que se llam� la �dispersi�n� en el �olvido� de sus gentes. La idea de que hab�a y hay dos pueblos con el mismo derecho a reclamar el mismo territorio es un sinsentido hist�rico. Los relativamente pocos jud�os con derecho a una reivindicaci�n v�lida son los descendientes de aquellos que permanecieron en Palestina en todo momento. En la �poca del nacimiento del sionismo eran s�lo unos pocos miles. Se consideraban a s� mismos como palestinos y se opusieron radicalmente a la empresa colonial sionista debido a que tem�an, con toda la raz�n, que los convirtiesen, al igual que a los que llegaron, en extranjeros jud�os sionistas enemigos de los �rabes, entre quienes viv�an en paz y seguridad (a pesar de que no todos los jud�os de hoy son conscientes de esto, es tambi�n un hecho que el retorno de los jud�os a la tierra del Israel b�blico por el empe�o humano �una posible pero lamentablemente inadecuada definici�n del sionismo- fue rechazada por el juda�smo).

La pregunta que debe contestar el presidente Bush y todos aquellos que exigen que Ham�s reconozca a Israel es �sta: �Cu�l es el Israel que debe reconocerse... el Israel de las fronteras anteriores a la guerra de 1967, y por lo tanto, en consonancia con la resoluci�n 242 del Consejo de Seguridad, o un Israel m�s grande que, d�a tras d�a, est� usurpando m�s y m�s territorio y expandiendo sus asentamientos en la Cisjordania ocupada?

De hecho, la posici�n real de Ham�s no oculta secreto alguno. Si ma�ana Israel dijera y demostrase que est� listo para negociar una paz completa y definitiva basada en una verdadera soluci�n de dos Estados, uno que devolver�a a Israel a sus fronteras anteriores a 1967, con Jerusal�n como ciudad abierta y capital de los dos Estados, Ham�s dir�a: �Sent�monos a negociar�.

Los dirigentes de Ham�s dir�an eso y lo demostrar�an, porque no son idiotas y saben que no tendr�an elecci�n alguna, ya que una verdadera soluci�n de dos Estados sigue siendo lo que la gran mayor�a de los palestinos est� preparada para aceptar. Pero nunca se les presentar� esa ocasi�n.

La verdad del presente es que la soluci�n de los dos Estados ya est� muerta, aunque no enterrada todav�a... asesinada por los asentamientos que Israel ha creado y sigue creando en Cisjordania, en claro desaf�o de las resoluciones de la ONU, la legislaci�n internacional e incluso en claro desaf�o de los deseos un d�a expresados por el gobierno de Bush. Al menos en lo que respecta a la actividad ilegal de crear asentamientos, es la cola sionista quien mueve al perro estadounidense

En el �ltimo cap�tulo del volumen II de mi libro A Resurrection, a Crucifixion and a Road Map to Nowhere [Una resurrecci�n, una crucifixi�n y una hoja de ruta que no conduce a ninguna parte] afirm� que la estrategia sionista para una soluci�n final al problema palestino no deja ahora lugar a la imaginaci�n. Los dirigentes del sionismo en Israel y quienes los apoyan en USA a�n creen que con el uso de la fuerza bruta y reduciendo a los palestinos a la m�s abyecta pobreza quebrar�n su voluntad de continuar la lucha por sus derechos. La asunci�n es que, en este punto, y absolutamente desesperados, los palestinos estar�n dispuestos a aceptar las migajas de la mesa sionista en forma de dos o tres bantustanes o, mejor a�n, abandonar�n su tierra y buscar�n una nueva vida en otros pa�ses. Desde mi punto de vista, la convicci�n de que el sionismo lograr� un d�a anular la voluntad palestina de seguir la lucha por un m�nimo de justicia aceptable es el producto de mentes que se enga�an hasta la enajenaci�n mental (algunos afirman que Israel est� a punto de convertirse en un Estado fascista, pero yo creo que la terminolog�a m�s apropiada es en un manicomio).

Lo que parece casi demasiado terrible de pensar es algo as� como: �Qu� har�n los sionistas cuando sea patente incluso para ellos que no pueden destruir el nacionalismo palestino con bombas y balas y medidas represivas brutales de todo tipo?

Mi opini�n es que ellos, los sionistas, se lanzar�n a una limpieza �tnica definitiva para expulsar a Jordania y m�s all� a los palestinos de Cisjordania. Eso, me temo, ser� la soluci�n final sionista para el problema palestino. Si llega a ocurrir, Cisjordania se te�ir� de rojo, fundamentalmente con sangre palestina. Y los periodistas honrados lo describir�n como un Holocausto sionista.

Pero eso no tiene por qu� ser el fin de la historia de Palestina. Habr�, sin embargo, un nuevo comienzo.

Hace muchos a�os, en la introducci�n de mi primer libro, Arafat, Terrorist or Peacemaker?, afirm� que, hablando en general, los jud�os son la elite intelectual de la civilizaci�n occidental y que los palestinos son la elite intelectual del mundo �rabe. Lo que esos dos pueblos podr�an hacer juntos en paz y compa�erismo ser�a, lo suger�, el estambre de que se componen los sue�os. Cambiar�an y desarrollar�an la regi�n y, al hacerlo, ofrecer�an al mundo entero la esperanza e inspiraci�n que tanto necesita. Sigo creyendo que los sue�os pueden hacerse realidad, pero s�lo en el contexto de la soluci�n de un �nico Estado al problema palestino. Por definici�n, ser�a un Estado laico, democr�tico, en el cual todos sus ciudadanos, �rabes y jud�os, disfrutar�an de los mismos derechos. S�, eso significar�a la des-sionizaci�n de Palestina, pero no implicar�a el fin (ninguna clase de fin) para los jud�os que ahora viven en Israel y Palestina. Aquellos que desearan quedarse como ciudadanos de una Palestina des-sionizada podr�an finalmente tener paz con una seguridad duradera.

El ep�logo de mi libro se titula The Jews as the Light Unto Nations [Los jud�os como luz de las naciones] y finaliza con las siguientes palabras, mis palabras, orgullosamente repetidas en la contraportada del volumen II:

�Si los jud�os del mundo tuviesen la voluntad y el valor de hacer causa com�n con las fuerzas de la raz�n en Israel antes de que sea demasiado tarde para todos nosotros, les espera una enorme recompensa. Con la demostraci�n de que la raz�n puede triunfar sobre el deseo y de que hay un lugar para la �tica en la pol�tica, se convertir�an en la luz de las naciones. Es una recompensa que no est� disponible para ning�n otro pueblo de la tierra por la exclusividad del sufrimiento del pueblo jud�o. Quiz� �sta sea la verdadera esencia de la idea que los considera un pueblo elegido... elegido para soportar un sufrimiento �nico y, tras haberlo soportado, demostrarnos a los dem�s que crear un mundo mejor y m�s justo no es una misi�n imposible.�

�Por qu� creo que es importante que los estadounidenses conozcan la verdad de la historia sobre los hechos y la continuidad del conflicto dentro y fuera de Palestina y quien debe trabajar por la paz, qu� debe hacer y porqu�?

La respuesta es escueta: Debido a la impresionante influencia del grupo de presi�n sionista (como han documentado Mearshimer y Walt y, antes que ellos, el ex congresista Paul Findley), ning�n presidente estadounidense tendr� jam�s la voluntad pol�tica de exigir responsabilidades al sionismo, a menos que la opini�n p�blica informada lo empuje a hacerlo poniendo en marcha la democracia real. El problema en USA, hablando en general, es que la opini�n p�blica est� muy poco uniformada (y desinformada) para presionar, para hacer que la democracia trabaje en pos de la justicia y la paz.

�Por qu� mi libro Zionism: The Real Enemy of the Jews no puede publicarse en USA?

La respuesta es concisa: porque el sionismo no quiere que se publique y todos los editores estadounidenses, los m�s importantes y tambi�n los menos al parecer temen demasiado ofender al sionismo si lo publicasen.

En realidad, lo mismo ha sucedido en el Reino Unido, incluso si mi editor recibi� cartas y otros mensajes con elogios poco habituales hacia mi trabajo de los editores m�s importantes. Una de esas cartas, que he citado en el primer p�rrafo del volumen I de la primera autoedici�n de mi libro en pastas duras, describe mi manuscrito como �[...] Sorprendente... hecho con pasi�n, compromiso y profunda sabidur�a� y luego sigue: �[�] No hay duda de que merece que se publique.� Pero, a la hora de la verdad, tuve que crear mi propia editorial. Se supon�a que no tendr�a acceso al mercado minorista, pero lo tuve. Para vender bien en el mercado minorista los libros necesitan publicidad. Los primeros que la hacen para el p�blico lector son, en general, los medios de comunicaci�n, pero no en el caso de mi libro. Ni uno solo de los peri�dicos o revistas, ni tampoco ning�n programa de radio o televisi�n estaban dispuestos a prestar a mi libro ninguna atenci�n, cr�tica u otra cosa. La complicidad de los medios en la eliminaci�n de la verdad hist�rica y la traici�n a la democracia demostr� su solidez. �sta es la situaci�n aqu� y en Reino Unido (y en toda Europa occidental) y s� que es peor, mucho peor, en la �Tierra de la Libertad�.

En el prefacio del Volumen II afirmo que no me cabe duda alguna de que las editoriales, los editores y los pol�ticos que son c�mplices en la eliminaci�n de la verdad hist�rica creen sinceramente que sirven a los mejores intereses de los jud�os, as� como a sus propios intereses personales a corto plazo. A todos ellos (editoriales, editores, pol�ticos) les digo lo siguiente: �Os equivoc�is. Os equivoc�is peligrosamente. Neg�ndoos a aceptar la verdad de la historia y, en concreto, la diferencia entre juda�smo y sionismo y por qu� es perfectamente posible ser apasionadamente antisionista sin ser antisemita, ayud�is a que se culpe a todos los jud�os de los cr�menes cometidos por unos cuantos.� Y concluyo con la siguiente reflexi�n: �Tambi�n ser�a de ayuda si m�s de unos pocos jud�os que viven fundamentalmente en las naciones del mundo judeocristiano pudieran encontrar la voluntad y el valor para terminar con su silencio sobre la mala conducta (en palabras de Harkabi) de Israel y aceptar el hecho de que el sionismo es, como afirma el t�tulo de este libro y demuestra su contenido, el verdadero enemigo. El silencio no es la forma de refutar y desbaratar una acusaci�n de complicidad en los cr�menes sionistas.�

Para el sionismo, el problema de mi libro es su t�tulo. La fuente originaria del poder y el chantaje sionistas est� en su �xito al haber convencido a un mundo agobiado por la culpa de que el juda�smo y el sionismo son la misma cosa. Cuanta m�s gente sepa de que esto no es as� y que, por lo tanto, es perfectamente posible ser un ac�rrimo antisionista sin ser antisemita, m�s desnudo y m�s vulnerable ser� el sionismo. �nicamente entonces ser� una misi�n posible el detener la cuenta atr�s de la cat�strofe y s�lo entonces la paz tendr� una oportunidad, su �ltima oportunidad.

En su prefacio a The Israel Lobby and US Foreign Policy, Mearshimer y Walt afirman que USA no ser� capaz abordar con eficacia los irritantes problemas del Oriente Pr�ximo �si los estadounidenses no logran mantener un di�logo civilizado sobre nuestros intereses en la regi�n y sobre el papel de todos los factores que entran en l�nea de cuentas en la pol�tica exterior estadounidense, incluido el grupo de presi�n de Israel. Hemos escrito este libro para apoyar ese di�logo.�

Yo he escrito el m�o para imbuir en los ciudadanos el poder de participar en el debate informado y honesto y para que logren que la democracia lleve justicia y paz al Oriente Pr�ximo. Si hay estadounidenses que quieren subir al estrado y ayudarme a que les lleve a sus conciudadanos mi versi�n de la verdad hist�rica, el partido habr� comenzado. Y �sta no es una liga de segunda divisi�n.
 

Zionism: The Real Enemy of the Jews
Alan Hart
Word Power Books
Fecha de publicaci�n: 7 de octubre de 2005

http://www.word-power.co.uk

 

 

 


Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article18716.htm

Art�culo original publicado el 14 de noviembre de 2007

Esta traducci�n se ha publicado tambi�n en
Tlaxcala.

Sobre el autor

El escritor y traductor espa�ol Manuel Talens es miembro de
Cubadebate, Rebeli�n y Tlaxcala.
 Su novela m�s reciente es La cinta de Moebius (Alcal� Grupo Editorial). Paloma Valverde es miembro de Cubadebate, IraqSolidaridad y Rebeli�n. Esta traducci�n se puede reproducir libremente a condici�n de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores y la fuente.

 

Alan Hart en espa�ol (21 de noviembre de 2007)

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