��Por
qu� nos odian?�, fue la pregunta que se hicieron los
estadounidenses tras el horror del 11 de Septiembre. Y, para
muchos de ellos, los odiadores no eran solamente el grupo de
fundamentalistas isl�micos violentos que, seg�n la versi�n
oficial de los hechos, acababan de derribar las Torres
Gemelas, sino tambi�n los �rabes y los musulmanes, es decir,
un cuarto de la humanidad.
Desde aquel d�a
terrible y atroz me he estado repitiendo a m� mismo cu�n
diferente ser�a hoy el mundo -cu�nta muerte y destrucci�n nos
habr�amos ahorrado- si el presidente Bush hubiera dicho algo
como esto: ��sa es una buena pregunta, tratemos de encontrarle
respuesta antes de actuar�.
De haber intentado
responder a la pregunta, el primer axioma que se habr�a
establecido es que una mayor�a abrumadora de �rabes y otros
musulmanes no odian ni a los estadounidenses ni a USA. Quiz�, si
pudieran, muchos �rabes y musulmanes, qui�n sabe si la mitad de
todos ellos, vivir�an en USA para disfrutar de la supuesta buena
vida que hay all�.
Lo que odian es su
pol�tica exterior. Y la causa principal de ese odio es el apoyo
que el Congreso y la Casa Blanca le prestan al Estado sionista
de Israel, con raz�n o sin ella. Pero el desprecio
arrogante que Israel exhibe hacia el Derecho Internacional
-aceptado por USA- es s�lo uno de dos factores de la ecuaci�n
que, a lo largo de los �ltimos sesenta a�os, ha hecho que el
dolor, la c�lera y la humillaci�n de �rabes y otros musulmanes
se conviertan en odio a causa del conflicto en Palestina. El
otro factor es la impotencia de los represivos y corruptos
reg�menes del orden �rabe existente, percibidos por sus propias
masas como t�teres al servicio estadounidense y sionista.
El 11 de septiembre de
2001 yo ya estaba muy avanzado en la escritura de mi libro
Zionism: The Real Enemy of the Jews [Sionismo: el verdadero
enemigo de los jud�os], de manera que la idea germinal de �ste
no es dar respuesta a la pregunta ��Por qu� nos odian?�. No
obstante, mi libro ofrece a los estadounidenses una respuesta
completa, exhaustiva, detallada y absolutamente documentada.
Mearshimer y Walt, en
su libro The Israel Lobby and US Foreign Policy [El grupo
de presi�n israel� y la pol�tica exterior de USA], ya hab�an
echado por tierra los tab�es relativos a un aspecto del antes
denominado conflicto arabo-israel�. Mi libro, por su parte, se
ocupa de la creaci�n y el mantenimiento de dicho conflicto en
todos sus aspectos. Mi intenci�n es permitir que los lectores
adquieran un conocimiento absoluto del conflicto -me atrevo a
afirmar que por primera vez en muchos casos-, al ver c�mo todas
las piezas de este complicado rompecabezas se integran entre s�.
Por esa raz�n, lo que ocurri� a puerta cerrada en Londres,
Par�s, Washington y Mosc� tiene su lugar en mi versi�n de la
historia al mismo nivel que los acontecimientos en la Palestina
que pas� a ser Israel y en las capitales del mundo �rabe. Mi
prop�sito es tambi�n ayudar a que los ciudadanos comprendan por
qu� la resoluci�n del conflicto ha permanecido y parece
permanecer fuera del alcance de la pol�tica y la diplomacia, as�
como qui�n deber actuar, qu� hay que hacer y
por qu� para alcanzar la justicia y la paz. La alternativa
es la cat�strofe para todos, y cuando digo todos no me refiero
s�lo a los �rabes y los jud�os de la regi�n, sino a todos
nosotros, all� donde vivamos (en el volumen I de mi libro
recuerdo una entrevista que le hice a Golda Meir, la madre de
Israel, para el programa Panorama de la BBC. En un
momento dado la interrump� para decirle: �Primera Ministro,
quiero estar seguro de haber comprendido lo que usted est�
diciendo... �Dice usted que si Israel estuviese en peligro de
caer derrotado en el campo de batalla, estar�a preparado para
destruir la regi�n y todo el mundo con �l?� Sin la menor
vacilaci�n y con aquella voz arenosa suya, con la que pod�a
encantar o intimidar a presidentes estadounidenses seg�n
necesitara, Golda respondi�, �S�, eso es exactamente lo que
estoy diciendo�. Una hora despu�s de que yo transmitiese la
entrevista, el Times de Londres alter� su editorial
principal. El texto corregido aludi� a lo que Golda me hab�a
dicho y a�adi� el siguiente comentario: �M�s vale creerla�).
La �nica objeci�n que
le pongo al excelente libro de Mearshimer y Walt es que utilice
la expresi�n �grupo de presi�n de Israel� (Israel lobby).
En 1980, cuando yo utilic� esa expresi�n durante una
conversaci�n con Shimon Peres, que entonces era el jefe del
principal partido de la oposici�n de Israel, el Partido
Laborista, y esperaba convertirse en primer ministro impidiendo
as� que Menachem Begin obtuviese un segundo mandato, Peres me
dijo: �No es un grupo de presi�n de Israel, sino del Likud�.
La diferencia estaba en que el grupo de presi�n en USA
representaba al sionismo de l�nea dura, intransigente y (por lo
menos algunas veces) batallaba por pol�ticas que no eran las
mejores a largo plazo para Israel. Por razones que mi libro
deja bien claras, el fen�meno que han expuesto Mearshimer y Walt
(complementando as� el libro They Dare To Speak Out [Se
atreven a hablar claro] de Paul Findley) se define mucho mejor
como �grupo de presi�n sionista�.
En mi opini�n, as� como
en la de todos los expertos verdaderos que conozco -entre los
cuales est�n, por ejemplo, los dos historiadores israel�es
�revisionistas� (honrados) de nuestro tiempo, los profesores
Ilan Pappe y Aviv Shlaim-, la clave del conocimiento es la
diferencia entre juda�smo y sionismo. El mundo occidental,
b�sicamente judeocristiano pero no jud�o, ha sido condicionado
para creer que juda�smo y sionismo son la misma cosa. Pero no lo
son. Son cosas opuestas.
El juda�smo es una
religi�n de jud�os (no de �los jud�os�, porque no todos los
jud�os son religiosos) y, al igual que el cristianismo y el
Islam, se centra en una serie de principios �ticos y valores
morales.
El sionismo es una
ideolog�a laica y colonialista que en 1948, haciendo uso
principalmente del terrorismo y la limpieza �tnica, cre� un
Estado para algunos jud�os en el interior del mundo �rabe (en
1897, en el momento de la creaci�n del sionismo y de la primera
declaraci�n de cu�l era su objetivo, su ambici�n colonial s�lo
fue respaldada por una escasa minor�a de los jud�os del mundo y
puede afirmarse que, sin la obscenidad del holocausto nazi -un
crimen europeo por el que fueron castigados los �rabes de
Palestina-, Israel no habr�a existido nunca). Dicho en pocas
palabras, el sionismo aplicado en la pr�ctica ha convertido en
una burla los principios �ticos y los valores morales del
juda�smo, principios y valores que en realidad desprecia. Por
dicha raz�n, los jud�os religiosos, a menudo descritos como �ultraortodoxos�,
dicen que el sionismo est� destruyendo el juda�smo.
Para quienes deseen
profundizar a�n m�s en el conocimiento de la diferencia entre
sionismo y juda�smo, recomiendo otro libro recientemente
publicado, A Threat From Within, A Century of Jewish
Opposition To Zionism [Una amenaza desde dentro, un siglo de
oposici�n jud�a al sionismo]. Lo ha escrito un jud�o canadiense,
Yakov Rabkin, que es catedr�tico de Historia en la Universidad
de Montreal. Cuando Yakov vino a Londres, le hice una pregunta
muy expl�cita: ��Es razonable decir que los jud�os del mundo
tienen un dilema, reafirmar o ratificar su compromiso con el
juda�smo y renunciar al sionismo o reafirmar o ratificar su
compromiso con el sionismo y renunciar a juda�smo?� Respondi�
con una sola palabra: ��S�!�
El conocimiento de la
diferencia entre juda�smo y sionismo es la clave para comprender
por qu� es perfectamente posible ser antisionista
(opuesto en todo o en parte a la empresa colonial del sionismo)
sin ser de ninguna manera antisemita. La trascendencia de
esa declaraci�n est� explicada en las l�neas que siguen.
La falsa acusaci�n de
antisemitismo es el chantaje que utiliza el sionismo con la
excusa de la obscenidad del Holocausto nazi y que le permite
silenciar cualquier cr�tica contra Israel, su reto�o farisaico y
agresivo, para sofocar el debate informado y honesto sobre qui�n
debe hacer justicia y traer la paz, c�mo y por qu�. Pero cuando
los ciudadanos conozcan la diferencia entre sionismo y juda�smo
(y la verdad hist�rica despu�s) no tendr�n por qu� callarse
asustados, como la mayor�a de los gentiles ahora hacen, por
miedo de que los acusen falsamente de antisemitismo si critican
al Estado sionista de Israel.
Sin embargo, hay otra
raz�n que hace esencial el que los ciudadanos de las naciones
occidentales, entre quienes viven la mayor�a de los jud�os del
mundo, sean conscientes de la diferencia entre juda�smo y
sionismo. El conocimiento de dicha diferencia explica por qu�
es err�neo culpar a todos jud�os de los cr�menes de unos pocos
(que son los sionistas a ultranza de Israel/Palestina).
A pesar de que yo era
consciente de que mi libro ser�a muy inc�modo para muchos jud�os
y provocar�a al grupo de presi�n sionista, el cual har�a todo lo
posible para ocultarlo al m�ximo, insist� en el t�tulo
Zionism: The Real Enemy of the Jews porque �ste refleja en
siete palabras dos verdades relacionadas con nuestro tiempo.
La primera de ellas es
que el gigante dormido del antisemitismo tradicional se ha
despertado de nuevo en las naciones predominantemente no jud�as
de Occidente (donde, lo repito, viven la mayor�a de los jud�os
del mundo como ciudadanos integrados). La segunda es que la
causa principal de ese nuevo despertar es el comportamiento del
Estado sionista (�no jud�o!), tal como la mayor parte de las
mejores mentes jud�as anteriores al Holocausto nazi temieron que
sucediese si las grandes potencias permit�an que el sionismo se
saliese con la suya.
Como contexto de fondo
al p�rrafo anterior a�ado la advertencia de Yehoshafat Harkabi,
el director m�s veterano y universalmente respetado del Servicio
de Inteligencia de Israel (que cito en exergo en la primera
p�gina del volumen II de mi libro). En su libro Israel�s
Fateful Hour [La hora fat�dica de Israel], inicialmente
publicado en hebreo en 1986, escribi� lo siguiente (las cursivas
son m�as):
�Israel es el criterio
con el que todos los jud�os tender�n a ser juzgados. Israel,
como Estado jud�o, es un ejemplo del car�cter jud�o, que se
expresa libre y llanamente en su interior. El antisemitismo
tiene ra�ces profundas e hist�ricas. Sin embargo, cualquier
defecto en la conducta israel� que se exprese contra Israel ser�
probablemente transformado en la prueba emp�rica de la validez
del antisemitismo. Ser�a una iron�a tr�gica si el Estado
jud�o, que pretend�a solucionar el problema del antisemitismo,
se convirtiese en un factor del aumento del antisemitismo. Los
israel�es deben ser conscientes de que el precio de su mala
conducta no lo pagan solamente ellos, sino tambi�n los jud�os de
todo el mundo.�
Soy de la opini�n que
tras la obscenidad del Holocausto nazi, y a causa de �ste, lo
m�s probable es que el gigante se habr�a vuelto a dormir, habr�a
permanecido dormido y, con toda probabilidad, habr�a muerto en
su sue�o si las principales potencias, en primer lugar Gran
Breta�a y luego USA, no hubiesen permitido que el sionismo se
saliese con la suya, como dijo Balfour, �con raz�n o sin ella�
(hay motivos para decir que, con �amigos� como los pol�ticos
brit�nicos y estadounidenses, los jud�os del mundo no han
necesitado enemigos).
�En qu� se basa la
creencia de que el antisemitismo est� en auge? El aumento de
las profanaciones de sinagogas y tumbas jud�as (y actos
similares), los insultos y agresiones contra jud�os son un
indicio. Pero hay algo mucho m�s siniestro: lo que un n�mero
creciente de gentiles, en particular de las clases media y alta,
est�n pensando y empiezan a decir a puerta cerrada y en
reuniones sociales. �Qu� es lo que dicen? ��Estos jud�os de
mierda!� Y dicha antipat�a ha aumentado en respuesta a la
arrogancia del poder de Israel y a la correcta percepci�n de
Israel como el opresor. Y cuanto m�s aparente resulta que Israel
es el obst�culo para la paz en cualquier t�rmino que la mayor�a
de los palestinos y otros �rabes y musulmanes pudiesen aceptar,
m�s crecer� esta antipat�a, con el peligro real de que
estallar�, se volver� incontrolable y se manifestar� como
antisemitismo violento.
Tal como est�n y
parecen evolucionar las cosas, el segundo Holocausto contra los
jud�os es una aut�ntica posibilidad en un futuro previsible.
Soy asimismo de la
opini�n -que s� compartida en privado por algunos jud�os
eminentes- que si el monstruo del antisemitismo se pone de nuevo
en movimiento, podr�a iniciar su andadura en USA.
Dos razones resumen el
porqu�:
1) Muchos congresistas
(anteriores y actuales) se detestan a s� mismos por haberse
vendido al grupo de presi�n sionista. Si surgiese la oportunidad
de desatar su c�lera reprimida y la rabia que les crea su
culpabilidad, querr�n venganza.
2) Los principales
instigadores neocons de la invasi�n de Iraq son tambi�n
sionistas de la l�nea dura. Aunque pocos quieren admitirlo
p�blicamente, muchos saben que eso es cierto.
Y yo pregunto: �Qu� se
puede hacer para eliminar el peligro de que el monstruo del
antisemitismo ataque de nuevo?
He aqu� una breve
respuesta: Los gentiles de las naciones occidentales deben ser
informados y educados sobre la diferencia entre juda�smo y
sionismo y, por lo tanto, sobre por qu� es err�neo culpar a
todos jud�os por los cr�menes de los pocos sionistas de la l�nea
dura. �sa es una de las razones por las que he dedicado m�s de
cinco a�os de mi vida a investigar y escribir Zionism: The
Real Enemy of the Jews. Quiero poner mi grano de arena para
evitar que el monstruo del antisemitismo se ponga de nuevo en
marcha. Y �sa es la diferencia esencial entre el gentil que hay
en m� y los sionistas de la l�nea dura. Ellos quieren, incluso
necesitan, el antisemitismo para justificar sus cr�menes
pasados, presentes y futuros.
Si en alg�n momento
llego a iniciar una gira de conferencias de costa a costa en USA
(como ya lo hice en el pasado), �ste ser� mi mensaje a los
estadounidenses:
� No culpen a
los jud�os que viven en su comunidad por los cr�menes del
sionismo.
� No culpen
tampoco al grupo de presi�n sionista por comprar su influencia
en la pol�tica exterior estadounidense, porque lo �nico que ha
hecho es actuar de acuerdo con las reglas.
� Culpen a su
corrupto y prevaricador sistema pol�tico que vende eso que
denomina democracia al mejor postor.
Mi libro tiene dos
temas principales y relacionados entre s�.
Uno es c�mo Israel, el
reto�o del sionismo, se convirti� en su propio peor enemigo y en
una amenaza no s�lo para la paz de la regi�n y el mundo, sino
tambi�n para los mejores intereses de los jud�os de cualquier
parte y para la integridad moral del juda�smo.
El otro es por qu� el
mundo �rabe y musulm�n es una aut�ntica bomba de relojer�a de
frustraci�n y desesperaci�n.
El libro es �pico tanto
en su longitud (dos vol�menes) como en su alcance y su
contenido, porque es un reescritura completa de la historia de
la creaci�n y del mantenimiento del conflicto en Palestina y
sobre Palestina, y porque reemplaza con hechos documentados y
verdad hist�rica la falsa mitolog�a sionista sobre la que se
bas� la versi�n inicial y todav�a existente de la historia
judeocristiana. Tal como le se�al� en una carta abierta a la
Secretaria de Estado Condoleezza Rice (divulgada por Information
Clearing House el 7 de noviembre), la versi�n inicial de esa
historia no es m�s que un sinsentido de propaganda sionista. Se
centra en dos falsos mitos:
Uno de ellos es que el
Estado sionista de Israel ha vivido en peligro constante de
aniquilaci�n, de que �arrojen al mar� a sus jud�os. La verdad
hist�rica es que la existencia de Israel nunca ha estado en
peligro. No lo estuvo en 1948/49. Tampoco en 1956. Menos en
1967. Y ni siquiera en 1973. La aseveraci�n sionista de lo
contrario fue la tapadera que permiti� que Israel se saliese con
la suya donde m�s importaba, en USA y en la Europa occidental,
al presentar su agresi�n como defensa propia y a s� mismo como
la v�ctima, cu�ndo lo que fue, y sigue siendo, es el opresor.
El otro falso mito es
que Israel no ha contado con ning�n personaje palestino
dispuesto a negociar la paz. La verdad hist�rica es que Yasser
Arafat s� prepar� el terreno en el lado palestino para alcanzar
la paz, y lo hizo en 1979, hace m�s de un de cuarto de siglo.
En aquel a�o, 1979, Arafat convenci� al Consejo Nacional
Palestino -la m�s alta instancia decisional en el lado
palestino- de que apoyara su pol�tica y el hasta entonces
inimaginable acuerdo con Israel (inimaginable para los
palestinos, porque la aceptaci�n de Israel en el interior de sus
fronteras anteriores a 1967 exigi� que renunciasen a reclamar el
78% de su territorio).
Tal como se�al� en mi
libro Arafat (�se fue el t�tulo de la edici�n
estadounidense; el t�tulo original era Arafat, Terrorist or
Peacemaker? [Arafat, terrorista o pacificador?], el
hist�rico l�der palestino necesit� seis a�os para persuadir
primero a sus colegas de la c�pula de al-Fatah y luego a otros
miembros del Consejo Nacional Palestino para que aceptasen la
realidad de la existencia de Israel. Cuando en 1979 se procedi�
por fin a la votaci�n, hubo 296 votos a favor de su
pol�tica y del compromiso y 4 en contra. Arafat, que
hab�a arriesgado su vida tanto como su credibilidad para lograr
que su entorno cambiase de opini�n, estaba entonces en la cima
de su poder y, a partir de ese momento -como bien lo sab�a el
presidente Carter-, podr�an haberse celebrado con �xito unas
eventuales negociaciones de paz aut�ntica y duradera sobre la
base de dos Estados, con Israel de vuelta a sus fronteras
anteriores a 1967 y con Jerusal�n -preferentemente como ciudad
abierta- como capital de ambos Estados.
El problema fue que
Arafat no tuvo enfrente un interlocutor israel� por la paz,
porque el sionismo no ha estado nunca, y sigue sin estarlo,
interesado en la paz en ninguno de los t�rminos que la mayor�a
de los palestinos y otros �rabes y la mayor�a de los musulmanes
de cualquier parte pudieran aceptar. Es cierto que en 1993, y
gracias en parte a la gesti�n de la etapa del presidente Clinton
y a la influencia de �ste, Arafat �quiz� tuvo un interlocutor
israel� por la paz encarnado en Yitzhak Rabin, pero un sionista
visceral lo asesin�. Y a Rabin lo sucedieron dirigentes
israel�es cuyo principal objetivo era volver a demonizar y
destruir al dirigente palestino. A Arafat el terrorista lo
pod�an manejar, pero a Arafat el hombre de paz no pod�an (�acaso
es verdad que Barak le ofreci� el 95% de todo lo que
hab�a dicho que quer�a? No, no es verdad. Eso, tambi�n, fue una
mentira propagand�stica. �Envenenaron a Arafat? Probablemente.
�Acaso su sucesor, el presidente Abbas, es en realidad una
marioneta israeloestadounidense? Lamentablemente s�, o as� lo
parece. Pero, incluso si lo es, podemos estar seguros de una
cosa: sea o no un dirigente t�tere, el pueblo palestino no
aceptar� nunca las migajas de la mesa sionista en forma de dos o
tres bantustanes a los que pudieran llamar un Estado).
En mi libro y en otros
foros p�blicos tambi�n he analizado la cuesti�n del derecho de
Israel a la existencia.
Seg�n la primera
versi�n hist�rica, a�n en vigor, a Israel se le concedi� su
certificado de nacimiento y, por lo tanto, su legitimidad
mediante la resoluci�n de Naciones Unidas del 29 de noviembre de
1947 que establec�a la partici�n. Esto no tiene sentido: en
primer lugar, sin el consentimiento de la mayor�a del pueblo
palestino, la ONU no ten�a derecho a decidir la partici�n
de Palestina ni a asignar cualquier parte de su territorio a una
minor�a de inmigrantes extranjeros con la finalidad de que
establecieran un Estado s�lo para ellos.
A pesar de eso, con un
margen m�nimo y s�lo tras una votaci�n ama�ada, la Asamblea
General de la ONU aprob� una resoluci�n para dividir Palestina y
crear dos Estados, uno �rabe y otro jud�o, sin que Jerusal�n
formase parte de ninguno de ellos. Pero la resoluci�n de la
Asamblea General era s�lo una propuesta, lo que significa
que no habr�a tenido efecto, que no se hubiera convertido en una
norma aplicable a menos que lo aprobara el Consejo de Seguridad.
La verdad es que la
propuesta de divisi�n de la Asamblea General nunca lleg� al
Consejo de Seguridad para su estudio. �Por qu�? Porque USA
sab�a que, si se aprobaba, s�lo podr�a ser puesta en pr�ctica
mediante la fuerza y el presidente Truman no estaba dispuesto a
usar la fuerza en la partici�n de Palestina.
Por ello, el plan de
partici�n estuvo viciado, nunca adquiri� validez,
y la cuesti�n de qu� diablos hacer con Palestina (despu�s de que
Gran Breta�a la convirtiera en un desastre y se desentendiera)
volvi� a la Asamblea General para ser discutida. La opci�n
apoyada y propuesta por USA fue entregada en fideicomiso a la
ONU. Mientras la Asamblea General estaba debatiendo qu� hacer,
Israel declar� de manera unilateral su derecho a la
existencia, en realidad desafiando el deseo de la
comunidad internacional organizada, incluido el gobierno de
Truman.
La verdad de la �poca
fue que el Estado sionista, que se creo fundamentalmente como
consecuencia del terrorismo sionista y de la limpieza �tnica,
no ten�a derecho a existir y, para m�s a�adidura, no tiene
derecho a existir a menos... a menos que fuera reconocido y
legitimado por aquellos que fueron despose�dos de su territorio
y de sus derechos durante la creaci�n del Estado sionista. Seg�n
el Derecho Internacional, �nicamente los palestinos podr�an
dar a Israel la legitimidad que reclama. Y esa legitimidad
era lo �nico que los sionistas no pod�an arrancar por la fuerza
a los palestinos.
La total comprensi�n de
la verdadera naturaleza de la empresa colonial sionista requiere
adem�s el conocimiento de que la mayor�a de los jud�os que
llegaron a Palestina en respuesta a la llamada sionista no
ten�an relaci�n biol�gica alguna con los antiguos hebreos.
Los jud�os sionistas llegados eran fundamentalmente extranjeros
de muchos lugares, descendientes de aquellos que se hicieron
jud�os mediante la conversi�n al juda�smo siglos despu�s de la
ca�da del antiguo reino jud�o de Israel y de lo que se llam� la
�dispersi�n� en el �olvido� de sus gentes. La idea de que hab�a
y hay dos pueblos con el mismo derecho a reclamar el mismo
territorio es un sinsentido hist�rico. Los relativamente
pocos jud�os con derecho a una reivindicaci�n v�lida son
los descendientes de aquellos que permanecieron en Palestina en
todo momento. En la �poca del nacimiento del sionismo eran s�lo
unos pocos miles. Se consideraban a s� mismos como palestinos y
se opusieron radicalmente a la empresa colonial sionista debido
a que tem�an, con toda la raz�n, que los convirtiesen, al igual
que a los que llegaron, en extranjeros jud�os sionistas
enemigos de los �rabes, entre quienes viv�an en paz y seguridad
(a pesar de que no todos los jud�os de hoy son conscientes de
esto, es tambi�n un hecho que el retorno de los jud�os a la
tierra del Israel b�blico por el empe�o humano �una posible pero
lamentablemente inadecuada definici�n del sionismo- fue
rechazada por el juda�smo).
La pregunta que debe
contestar el presidente Bush y todos aquellos que exigen que
Ham�s reconozca a Israel es �sta: �Cu�l es el Israel que debe
reconocerse... el Israel de las fronteras anteriores a la
guerra de 1967, y por lo tanto, en consonancia con la resoluci�n
242 del Consejo de Seguridad, o un Israel m�s grande que, d�a
tras d�a, est� usurpando m�s y m�s territorio y expandiendo sus
asentamientos en la Cisjordania ocupada?
De hecho, la posici�n
real de Ham�s no oculta secreto alguno. Si ma�ana Israel dijera
y demostrase que est� listo para negociar una paz completa y
definitiva basada en una verdadera soluci�n de dos Estados, uno
que devolver�a a Israel a sus fronteras anteriores a 1967, con
Jerusal�n como ciudad abierta y capital de los dos Estados,
Ham�s dir�a: �Sent�monos a negociar�.
Los dirigentes de Ham�s
dir�an eso y lo demostrar�an, porque no son idiotas y saben que
no tendr�an elecci�n alguna, ya que una verdadera
soluci�n de dos Estados sigue siendo lo que la gran mayor�a de
los palestinos est� preparada para aceptar. Pero nunca se les
presentar� esa ocasi�n.
La verdad del presente
es que la soluci�n de los dos Estados ya est� muerta, aunque no
enterrada todav�a... asesinada por los asentamientos que Israel
ha creado y sigue creando en Cisjordania, en claro desaf�o
de las resoluciones de la ONU, la legislaci�n internacional e
incluso en claro desaf�o de los deseos un d�a expresados
por el gobierno de Bush. Al menos en lo que respecta a la
actividad ilegal de crear asentamientos, es la cola sionista
quien mueve al perro estadounidense.
En el �ltimo cap�tulo
del volumen II de mi libro A Resurrection, a Crucifixion and
a Road Map to Nowhere [Una resurrecci�n, una crucifixi�n y
una hoja de ruta que no conduce a ninguna parte] afirm� que la
estrategia sionista para una soluci�n final al problema
palestino no deja ahora lugar a la imaginaci�n. Los dirigentes
del sionismo en Israel y quienes los apoyan en USA a�n creen que
con el uso de la fuerza bruta y reduciendo a los palestinos a la
m�s abyecta pobreza quebrar�n su voluntad de continuar la
lucha por sus derechos. La asunci�n es que, en este punto, y
absolutamente desesperados, los palestinos estar�n dispuestos a
aceptar las migajas de la mesa sionista en forma de dos o tres
bantustanes o, mejor a�n, abandonar�n su tierra y buscar�n una
nueva vida en otros pa�ses. Desde mi punto de vista, la
convicci�n de que el sionismo lograr� un d�a anular la voluntad
palestina de seguir la lucha por un m�nimo de justicia aceptable
es el producto de mentes que se enga�an hasta la enajenaci�n
mental (algunos afirman que Israel est� a punto de convertirse
en un Estado fascista, pero yo creo que la terminolog�a m�s
apropiada es en un manicomio).
Lo que parece casi
demasiado terrible de pensar es algo as� como: �Qu� har�n los
sionistas cuando sea patente incluso para ellos que no pueden
destruir el nacionalismo palestino con bombas y balas y medidas
represivas brutales de todo tipo?
Mi opini�n es que
ellos, los sionistas, se lanzar�n a una limpieza �tnica
definitiva para expulsar a Jordania y m�s all� a los
palestinos de Cisjordania. Eso, me temo, ser� la soluci�n final
sionista para el problema palestino. Si llega a ocurrir,
Cisjordania se te�ir� de rojo, fundamentalmente con sangre
palestina. Y los periodistas honrados lo describir�n como un
Holocausto sionista.
Pero eso no tiene
por qu� ser el fin de la historia de Palestina. Habr�, sin
embargo, un nuevo comienzo.
Hace muchos a�os, en la
introducci�n de mi primer libro, Arafat, Terrorist or
Peacemaker?, afirm� que, hablando en general, los jud�os son
la elite intelectual de la civilizaci�n occidental y que los
palestinos son la elite intelectual del mundo �rabe. Lo que esos
dos pueblos podr�an hacer juntos en paz y compa�erismo ser�a, lo
suger�, el estambre de que se componen los sue�os.
Cambiar�an y desarrollar�an la regi�n y, al hacerlo, ofrecer�an
al mundo entero la esperanza e inspiraci�n que tanto necesita.
Sigo creyendo que los sue�os pueden hacerse realidad,
pero s�lo en el contexto de la soluci�n de un �nico Estado
al problema palestino. Por definici�n, ser�a un Estado laico,
democr�tico, en el cual todos sus ciudadanos, �rabes y jud�os,
disfrutar�an de los mismos derechos. S�, eso significar�a la
des-sionizaci�n de Palestina, pero no implicar�a el fin
(ninguna clase de fin) para los jud�os que ahora viven en Israel
y Palestina. Aquellos que desearan quedarse como ciudadanos de
una Palestina des-sionizada podr�an finalmente tener paz
con una seguridad duradera.
El ep�logo de mi libro
se titula The Jews as the Light Unto Nations [Los jud�os
como luz de las naciones] y finaliza con las siguientes
palabras, mis palabras, orgullosamente repetidas en la
contraportada del volumen II:
�Si los jud�os del
mundo tuviesen la voluntad y el valor de hacer causa com�n con
las fuerzas de la raz�n en Israel antes de que sea demasiado
tarde para todos nosotros, les espera una enorme recompensa.
Con la demostraci�n de que la raz�n puede triunfar sobre el
deseo y de que hay un lugar para la �tica en la pol�tica, se
convertir�an en la luz de las naciones. Es una recompensa
que no est� disponible para ning�n otro pueblo de la tierra por
la exclusividad del sufrimiento del pueblo jud�o. Quiz� �sta sea
la verdadera esencia de la idea que los considera un pueblo
elegido... elegido para soportar un sufrimiento �nico y, tras
haberlo soportado, demostrarnos a los dem�s que crear un mundo
mejor y m�s justo no es una misi�n imposible.�
�Por qu� creo que es
importante que los estadounidenses conozcan la verdad de la
historia sobre los hechos y la continuidad del conflicto dentro
y fuera de Palestina y quien debe trabajar por la paz, qu� debe
hacer y porqu�?
La respuesta es
escueta: Debido a la impresionante influencia del grupo de
presi�n sionista (como han documentado Mearshimer y Walt y,
antes que ellos, el ex congresista Paul Findley), ning�n
presidente estadounidense tendr� jam�s la voluntad pol�tica de
exigir responsabilidades al sionismo, a menos que la opini�n
p�blica informada lo empuje a hacerlo poniendo en marcha
la democracia real. El problema en USA, hablando en general, es
que la opini�n p�blica est� muy poco uniformada (y desinformada)
para presionar, para hacer que la democracia trabaje en pos de
la justicia y la paz.
�Por qu� mi libro
Zionism: The Real Enemy of the Jews no puede publicarse en
USA?
La respuesta es
concisa: porque el sionismo no quiere que se publique y
todos los editores estadounidenses, los m�s importantes y
tambi�n los menos al parecer temen demasiado ofender al sionismo
si lo publicasen.
En realidad, lo mismo
ha sucedido en el Reino Unido, incluso si mi editor recibi�
cartas y otros mensajes con elogios poco habituales hacia mi
trabajo de los editores m�s importantes. Una de esas cartas, que
he citado en el primer p�rrafo del volumen I de la primera
autoedici�n de mi libro en pastas duras, describe mi manuscrito
como �[...] Sorprendente... hecho con pasi�n, compromiso y
profunda sabidur�a� y luego sigue: �[�] No hay duda de que
merece que se publique.� Pero, a la hora de la verdad, tuve que
crear mi propia editorial. Se supon�a que no tendr�a acceso al
mercado minorista, pero lo tuve. Para vender bien en el mercado
minorista los libros necesitan publicidad. Los primeros que la
hacen para el p�blico lector son, en general, los medios de
comunicaci�n, pero no en el caso de mi libro. Ni uno solo de los
peri�dicos o revistas, ni tampoco ning�n programa de radio o
televisi�n estaban dispuestos a prestar a mi libro ninguna
atenci�n, cr�tica u otra cosa. La complicidad de los medios en
la eliminaci�n de la verdad hist�rica y la traici�n a la
democracia demostr� su solidez. �sta es la situaci�n aqu� y en
Reino Unido (y en toda Europa occidental) y s� que es peor,
mucho peor, en la �Tierra de la Libertad�.
En el prefacio del
Volumen II afirmo que no me cabe duda alguna de que las
editoriales, los editores y los pol�ticos que son c�mplices en
la eliminaci�n de la verdad hist�rica creen sinceramente que
sirven a los mejores intereses de los jud�os, as� como a sus
propios intereses personales a corto plazo. A todos ellos
(editoriales, editores, pol�ticos) les digo lo siguiente: �Os
equivoc�is. Os equivoc�is peligrosamente. Neg�ndoos a aceptar la
verdad de la historia y, en concreto, la diferencia entre
juda�smo y sionismo y por qu� es perfectamente posible ser
apasionadamente antisionista sin ser antisemita, ayud�is a que
se culpe a todos los jud�os de los cr�menes cometidos por unos
cuantos.� Y concluyo con la siguiente reflexi�n: �Tambi�n ser�a
de ayuda si m�s de unos pocos jud�os que viven fundamentalmente
en las naciones del mundo judeocristiano pudieran encontrar la
voluntad y el valor para terminar con su silencio sobre la
mala conducta (en palabras de Harkabi) de Israel y aceptar
el hecho de que el sionismo es, como afirma el t�tulo de este
libro y demuestra su contenido, el verdadero enemigo. El
silencio no es la forma de refutar y desbaratar una acusaci�n de
complicidad en los cr�menes sionistas.�
Para el sionismo, el
problema de mi libro es su t�tulo. La fuente originaria del
poder y el chantaje sionistas est� en su �xito al haber
convencido a un mundo agobiado por la culpa de que el juda�smo y
el sionismo son la misma cosa. Cuanta m�s gente sepa de que esto
no es as� y que, por lo tanto, es perfectamente posible ser un
ac�rrimo antisionista sin ser antisemita, m�s desnudo y m�s
vulnerable ser� el sionismo. �nicamente entonces ser� una misi�n
posible el detener la cuenta atr�s de la cat�strofe y s�lo
entonces la paz tendr� una oportunidad, su �ltima oportunidad.
En su prefacio a The
Israel Lobby and US Foreign Policy, Mearshimer y Walt
afirman que USA no ser� capaz abordar con eficacia los
irritantes problemas del Oriente Pr�ximo �si los estadounidenses
no logran mantener un di�logo civilizado sobre nuestros
intereses en la regi�n y sobre el papel de todos los factores
que entran en l�nea de cuentas en la pol�tica exterior
estadounidense, incluido el grupo de presi�n de Israel. Hemos
escrito este libro para apoyar ese di�logo.�
Yo he escrito el m�o
para imbuir en los ciudadanos el poder de participar en el
debate informado y honesto y para que logren que la democracia
lleve justicia y paz al Oriente Pr�ximo. Si hay estadounidenses
que quieren subir al estrado y ayudarme a que les lleve a sus
conciudadanos mi versi�n de la verdad hist�rica, el partido
habr� comenzado. Y �sta no es una liga de segunda divisi�n.
Zionism: The
Real Enemy of the Jews
Alan Hart
Word Power Books
Fecha de publicaci�n: 7 de octubre de 2005
http://www.word-power.co.uk
Fuente:
http://www.informationclearinghouse.info/article18716.htm
Art�culo original publicado
el 14 de noviembre de 2007
Esta traducci�n se ha publicado tambi�n en
Tlaxcala.
Sobre el autor
El escritor y traductor espa�ol Manuel Talens es
miembro de
Cubadebate,
Rebeli�n
y
Tlaxcala. Su
novela m�s reciente es La cinta de Moebius (Alcal� Grupo
Editorial). Paloma Valverde
es miembro de Cubadebate,
IraqSolidaridad
y Rebeli�n.
Esta traducci�n se puede reproducir
libremente a condici�n de respetar su integridad y mencionar al
autor, a los traductores y la fuente.