Introducci�n
                Hugo Ch�vez, el 
                presidente democr�ticamente electo de Venezuela, se halla ahora 
                ante la amenaza m�s peligrosa que le ha tocado vivir desde el 
                golpe militar del 11 de abril de 2002.
                Las violentas 
                protestas callejeras de privilegiados estudiantes universitarios 
                de clases media y alta se han saldado con peleas callejeras muy 
                importantes en el centro y en los alrededores de Caracas. Pero 
                lo m�s grave es que el general Ra�l Isa�as Baduel, el ex 
                Ministro de Defensa a cuyo cargo renunci� el pasado mes de 
                julio, acaba de hacer llamados expl�citos a un golpe militar 
                durante la conferencia de prensa que convoc� el 5 de noviembre 
                en exclusiva para los medios y partidos pol�ticos de la derecha 
                y la extrema derecha, mientras que adoptaba la posici�n de 
                disidente �individual�.
                Los medios privados 
                nacionales e internacionales se han hecho eco de los discursos 
                de Baduel, de las conferencias de prensa y de falsas 
                descripciones de los alborotos provocados por estudiantes de la 
                oposici�n, que han presentado como tranquilas protestas en 
                defensa de los derechos democr�ticos y contra el refer�ndum del 
                gobierno, cuya celebraci�n est� prevista el pr�ximo 2 de 
                diciembre de 2007. 
                Tanto el New York 
                Times, como el Wall Street Journal, BBC News y 
                el Washington Post han venido preparando durante a�os a 
                sus lectores con falacias del �autoritarismo� del presidente 
                Ch�vez. Confrontados con las reformas constitucionales que 
                refuerzan las perspectivas de una democratizaci�n pol�tica y 
                social de largo alcance, los medios de comunicaci�n 
                estadounidenses, europeos y latinoamericanos se dedican ahora a 
                presentar a ex oficiales militares favorables a un golpe de 
                Estado como si fuesen �disidentes democr�ticos�, antiguos 
                partidarios de Ch�vez desilusionados por la b�squeda de poderes 
                �dictatoriales� de �ste durante el per�odo previo al refer�ndum 
                del 2 de diciembre sobre la reforma constitucional y despu�s de 
                �ste. Ning�n peri�dico importante ha mencionado el car�cter 
                democr�tico de las reformas propuestas, la entrega del control 
                sobre el gasto p�blico y del poder de decisi�n a vecindarios 
                locales y concejos comunitarios. De nuevo, al igual que sucedi� 
                en Chile en 1973, los medios estadounidenses son c�mplices en el 
                intento de destruir una democracia latinoamericana.
                Incluso algunos 
                sectores de la prensa y los partidos de centro izquierda en 
                Am�rica Latina han reproducido la propaganda derechista. El 9 de 
                noviembre, el supuestamente izquierdista diario mexicano La 
                Jornada public� el siguiente titular: �Directivos y alumnos 
                de la UCV acusan a Ch�vez de promover la violencia�. El art�culo 
                repet�a las patra�as derechistas sobre encuestas electorales que 
                vaticinaban la derrota de las enmiendas constitucionales.
                El gobierno de USA 
                -tanto la Casa Blanca republicana como el Congreso controlado 
                por los dem�cratas- est� apoyando el nuevo intento de derrocar 
                al popular y nacionalista presidente Ch�vez, y ello con el fin 
                de frustrar las abiertamente progresistas enmiendas 
                constitucionales.
                El 
                refer�ndum: delimitaci�n y profundizaci�n de las 
                transformaciones sociales
                El eje de la 
                confrontaci�n es el pr�ximo refer�ndum sobre las reformas 
                constitucionales iniciadas por el presidente Ch�vez, debatidas, 
                corregidas y sometidas a votaci�n democr�tica en el Congreso 
                venezolano durante los �ltimos seis meses. Ha habido un debate 
                amplio y abierto y cr�ticas de secciones espec�ficas de la 
                Constituci�n. Los medios privados, mayoritaria y visceralmente 
                opuestos a Ch�vez y favorables a la Casa Blanca, condenaron por 
                unanimidad todas y cada una de las enmiendas constitucionales. 
                Un sector de la dirigencia de uno de los componentes de la 
                coalici�n PODEMOS, favorable a Ch�vez, se ha unido a la 
                jerarqu�a de la Iglesia cat�lica, a la asociaci�n de empresarios 
                y ganaderos, banqueros y sectores de la universidad y la elite 
                de estudiantes para atacar las reformas constitucionales 
                propuestas. Haciendo uso a fondo de todas las libertades 
                democr�ticas de Venezuela (de palabra, de asamblea y de prensa), 
                la oposici�n ha denigrado el refer�ndum como �autoritario�, 
                incluso cuando la mayor�a de los sectores de la coalici�n 
                opositora intentaron incitar a los militares para que 
                interviniesen.
                La coalici�n 
                opositora de ricos y privilegiados teme las reformas 
                constitucionales porque con �stas deber� otorgar un porcentaje 
                mayor de sus beneficios a la clase obrera, perder� su monopolio 
                de las transacciones del mercado -que pasar�n a manos de 
                compa��as p�blicas- y el poder pol�tico del que ahora goza se 
                desplazar� hacia concejos comunitarios locales y hacia el poder 
                ejecutivo. Mientras que los medios derechistas y liberales de 
                Venezuela, Europa y USA han inventado acusaciones chocantes 
                contra las reformas �autoritarias�, lo cierto es que las 
                enmiendas proponen una democracia social m�s amplia y profunda.
                
                Un breve repaso de 
                las principales enmiendas constitucionales, ampliamente 
                debatidas y aprobadas por una mayor�a de los miembros libremente 
                elegidos del Congreso venezolano, permite refutar las 
                acusaciones de �autoritarismo� que lanzan sus cr�ticos. Las 
                enmiendas pueden agruparse de acuerdo con los cambios pol�ticos, 
                econ�micos y sociales que proponen.
                El cambio pol�tico 
                m�s importante es la creaci�n de nuevas formas democr�ticas 
                locales de representaci�n pol�tica, en las que las instituciones 
                comunitarias y comunales elegidas dispondr�n de financiaci�n 
                estatal en sustituci�n de los gobiernos municipales y estatales, 
                plagados de corrupci�n y de tr�fico de influencias. Este cambio 
                hacia la descentralizaci�n impulsar� una mayor pr�ctica de la 
                democracia directa, en contraste con las arraigadas tendencias 
                olig�rquicas del centralizado sistema representativo actual.
                En segundo lugar, 
                contrariamente a los infundios propagados por el ex general 
                Baduel, las enmiendas no �destruyen la constituci�n existente�, 
                ya que �nicamente modifican en mayor o menor grado el 20% de los 
                art�culos de la constituci�n (69 de un total de 350).
                Las enmiendas que 
                establecen la posibilidad de que cualquier candidato se presente 
                a un n�mero ilimitado de elecciones son acordes con la pr�ctica 
                habitual de muchos sistemas parlamentarios, como lo demuestran, 
                entre otros casos, las cinco reelecciones del primer ministro 
                australiano Howard, el medio siglo de poder ejecutivo del 
                Partido Liberal Democr�tico en Jap�n, las cuatro legislaturas 
                del presidente Franklin Roosevelt en USA o las m�ltiples 
                reelecciones de Margaret Thatcher y Tony Blair en el Reino 
                Unido. Nadie en ning�n momento ha puesto nunca en entredicho las 
                credenciales democr�ticas de estos pol�ticos por haber detentado 
                el poder tras m�ltiples elecciones consecutivas y es inaceptable 
                que se etiquete selectivamente a Ch�vez de �autoritario� por 
                hacer lo mismo.
                El cambio pol�tico 
                que alargar� el mandato presidencial de 6 a 7 a�os no aumentar� 
                ni reducir� los poderes presidenciales, como dice la oposici�n, 
                puesto que la separaci�n de los poderes legislativo, judicial y 
                ejecutivo permanecer� intacta y las elecciones libres someter�n 
                al presidente a un control peri�dico por parte de la ciudadan�a.
                El punto clave de las 
                elecciones indefinidas es que son elecciones libres, 
                sujetas a la preferencia de los votantes, en las que -en el caso 
                de Venezuela- la mayor parte de los medios, la jerarqu�a 
                cat�lica, las ONG financiadas por USA y las asociaciones de 
                grandes empresas seguir�n aportando enormes recursos econ�micos 
                para costear la actividad de la oposici�n, lo cual es un 
                contexto dif�cilmente calificable de �autoritario�.
                La enmienda que 
                permite que el ejecutivo declare un estado de excepci�n e 
                intervenga en los medios en caso de actividad violenta que 
                busque suspender la constituci�n es esencial para la salvaguarda 
                de las instituciones democr�ticas. Si se tienen en consideraci�n 
                las intentonas violentas y autoritarias por parte de la 
                oposici�n actual para hacerse con el poder en fechas recientes, 
                la enmienda permite disentir pero tambi�n permite que la 
                democracia se defienda contra los enemigos de la libertad. En el 
                contexto que condujo al golpe militar del 11 de abril de 2002, 
                apoyado por USA, y al cierre patronal de la industria del 
                petr�leo por parte de sus altos ejecutivos, que devast� la 
                econom�a (con una ca�da del 30% en el PIB en 2002/2003), si el 
                gobierno hubiera ostentado y utilizado poderes de excepci�n, 
                tanto el Congreso como la judicatura, el proceso electoral y las 
                condiciones de vida del pueblo venezolano habr�an estado mejor 
                protegidos. Lo m�s probable es que el gobierno habr�a podido 
                intervenir contra los medios que cooperaron en el derrocamiento 
                violento del proceso democr�tico, de la misma manera que suele 
                hacer cualquier otro gobierno democr�tico. Debe quedar claro que 
                la enmienda que permite �poderes de excepci�n� se basa en un 
                contexto espec�fico y refleja experiencias concretas: los 
                actuales partidos de la oposici�n, las federaciones de 
                empresarios y las jerarqu�as de la iglesia cuentan con un 
                historial violento y antidemocr�tico. La campa�a de 
                desestabilizaci�n en contra del pr�ximo refer�ndum y los 
                llamamientos a una intervenci�n militar, tan expl�citamente 
                formulados por el general retirado Baduel (defendido por su 
                notorio consejero y apologista, el universitario aventurero 
                Heinz Dieterich) constituyen una se�al cristalina de que los 
                poderes de excepci�n son absolutamente necesarios para que no 
                quede la menor duda de que la violencia reaccionaria se topar� 
                con todo el peso de la ley. 
                La reducci�n de la 
                edad de voto desde los 18 a los 16 a�os ampliar� el electorado, 
                incrementar� el n�mero de participantes en el proceso electoral 
                y dar� m�s voz a los j�venes en la pol�tica nacional a trav�s de 
                las instituciones. Dado que muchos trabajadores se integran muy 
                j�venes en el mercado laboral y en algunos casos crean familias 
                m�s precozmente, esta enmienda permite que los trabajadores 
                j�venes puedan presentar sus demandas espec�ficas sobre 
                convenios colectivos y contingentes de empleo.
                La oposici�n, 
                liderada por FEDEC�MARAS (Federaci�n de C�maras y Asociaciones 
                de Comercio y Producci�n de Venezuela), rechaza con vehemencia 
                la enmienda que reduce la jornada laboral a 6 horas, enmienda 
                que los sindicatos y los trabajadores de todos los sectores 
                apoyan de forma abrumadora. Permitir� que se destine m�s tiempo 
                a la familia, los deportes, la educaci�n, la formaci�n 
                profesional, la educaci�n pol�tica y la participaci�n social, 
                as� como a la participaci�n en los reci�n constituidos concejos 
                comunitarios. La legislaci�n relacionada con el trabajo y los 
                cambios en los derechos de propiedad, que prestan una mayor 
                trascendencia a la propiedad colectiva, reforzar�n el poder de 
                negociaci�n del mundo del trabajo frente al capital, extendiendo 
                la democracia hasta el lugar de trabajo.
                Por �ltimo, la 
                enmienda que eliminar� la denominada �autonom�a del Banco 
                Central� prev� que funcionarios electos y responsables ante el 
                electorado reemplacen a los banqueros centrales (quienes 
                frecuentemente son receptivos a los banqueros privados, a 
                inversionistas extranjeros y a funcionarios financieros 
                internacionales) en las decisiones sobre el gasto p�blico y la 
                pol�tica monetaria. Una de las principales consecuencias ser� la 
                reducci�n del exceso de reservas en fondos denominados en 
                d�lares devaluados y un aumento en la financiaci�n de la 
                actividad social y productiva, la diversificaci�n de las 
                divisas, la reducci�n de los pr�stamos extranjeros irracionales 
                y el endeudamiento. La realidad es que el actual Banco Central 
                no es �aut�nomo�, sino que depende de las exigencias de los 
                mercados financieros sin que lo afecten las prioridades de los 
                funcionarios electos, quienes s� han de responder a las 
                necesidades populares.
                Cuando el 
                gobierno de Ch�vez avanza hacia el socialismo democr�tico los 
                centristas desertan y buscan soluciones militares
                Conforme Venezuela 
                cambia desde la transformaci�n pol�tica a la social, desde un 
                estado del bienestar capitalista hacia el socialismo 
                democr�tico, las deserciones y las incorporaciones predecibles 
                van teniendo lugar. Tal como ya sucedi� en la mayor�a de las 
                dem�s experiencias hist�ricas de transformaci�n social, algunos 
                sectores de la coalici�n original del gobierno implicada en 
                cambios pol�ticos institucionales formales desertan cuando el 
                proceso pol�tico avanza hacia un mayor igualitarismo en la 
                propiedad y hacia una transmisi�n del poder al pueblo. Los 
                ide�logos del �centro� lamentan la �violaci�n� del consenso 
                establecido entre oligarcas y pueblo y etiquetan los nuevos 
                alineamientos sociales de �autoritarios�, incluso cuando el 
                �centro� se vincula con la extrema derecha antidemocr�tica y 
                apela a la intervenci�n militar.
                Conforme el 
                refer�ndum salta a primera plana con sus claros matices de 
                clase, un proceso similar de deserciones de elite y un 
                mayor apoyo de las masas est�n teniendo lugar en Venezuela. El 
                �centro�, carente de confianza en su habilidad para frustrar las 
                enmiendas constitucionales a trav�s del voto, temeroso de la 
                mayor�a democr�tica, resentido del inmenso atractivo popular del 
                democr�ticamente electo presidente Ch�vez, se ha unido con la 
                derecha en un postrero esfuerzo por unificar las fuerzas 
                extraparlamentarias y derrotar la voluntad del electorado.
                Una figura 
                emblem�tica de la nueva derecha y de las deserciones 
                �centristas� es Ra�l Baduel, el ex ministro de Defensa, cuyo 
                virulento ataque contra el presidente, el Congreso, los 
                procedimientos electorales y el refer�ndum lo se�alan como 
                aspirante a liderar una toma del poder por parte de la extrema 
                derecha apoyada por USA. 
                Tras el golpe militar 
                de abril de 2002, los medios liberales y de derecha y los 
                inescrupulosos propagandistas �centristas� retrataron falsamente 
                a Ra�l Baduel como el �salvador� de Ch�vez. La verdad es que 
                Baduel intervino solamente despu�s de que cientos de miles de 
                venezolanos pobres bajaran en tropel desde los �ranchitos�, 
                rodearan el palacio presidencial y provocaran la divisi�n en las 
                fuerzas armadas. Baduel rechaz� a la minor�a de oficiales 
                derechistas que estaban dispuestos a un ba�o de sangre y se 
                aline� con otros que se opusieron a medidas extremistas contra 
                el pueblo y a la destrucci�n del orden pol�tico establecido. 
                Este �ltimo grupo inclu�a a oficiales que respaldaron las 
                pol�ticas nacionalistas y populistas de Ch�vez y a otros, como 
                Baduel, que se opusieron a los golpistas porque el putsch 
                polarizaba la sociedad y podr�a terminar en una guerra civil de 
                clases sociales con incierto resultado. Baduel era favorable a 
                la restauraci�n de un Ch�vez �escarmentado� que mantendr�a el 
                statu quo econ�mico existente.
                Dentro del gobierno 
                de Ch�vez, Baduel represent� a la tendencia anticomunista que 
                presionaba al presidente para que se �reconciliara� con la 
                derecha �democr�tica moderada� y el mundo de los negocios. En la 
                pol�tica interior Baduel se opuso a la ampliaci�n de las 
                nacionalizaciones y en la exterior favoreci� la colaboraci�n con 
                el ultraderechista Ministerio de Defensa colombiano.
                La etapa de Baduel 
                como Ministro de Defensa reflej� sus predisposiciones 
                conservadoras y su falta de competencia en asuntos de seguridad, 
                sobre todo en la seguridad interna. No protegi� las fronteras de 
                Venezuela de las incursiones del ej�rcito colombiano. Peor a�n, 
                no se opuso a la infracci�n flagrante de las normas 
                internacionales por parte de Colombia con respecto a los 
                exiliados pol�ticos. Mientras que Baduel fue Ministro de 
                Defensa, grupos armados paramilitares de propietarios 
                venezolanos asesinaron a m�s de 150 campesinos activistas en pro 
                de la reforma agraria, mientras que la Guardia Nacional miraba 
                para otra parte. Bajo la vigilancia de Baduel m�s de 120 
                paramilitares colombianos se infiltraron en el pa�s. El ej�rcito 
                de Colombia cruz� con frecuencia la frontera venezolana para 
                atacar a refugiados colombianos. Con Baduel oficiales 
                venezolanos colaboraron en el rapto de Rodrigo Granda (un 
                emisario de asuntos exteriores de las FARC) en pleno d�a en el 
                centro de Caracas. Baduel no hizo esfuerzo alguno por investigar 
                o protestar ante esta enorme infracci�n de la soberan�a 
                venezolana, hasta que el presidente Ch�vez fue informado e 
                intervino. Durante toda su etapa como Ministro de Defensa, 
                Baduel desarroll� fuertes v�nculos con el servicio de 
                inteligencia militar de Colombia (estrechamente supervisado por 
                la Agencia de Inteligencia de la Defensa de USA y la CIA) y 
                extradit� a varios guerrilleros del ELN y de las FARC, que 
                cayeron en manos de sanguinarios torturadores colombianos.
                Llegada la hora de su 
                retiro como Ministro de Defensa, Baduel pronunci� un discurso de 
                despedida en julio de 2007 cuyas flechas iban claramente 
                dirigidas contra las corrientes izquierdistas y marxistas del 
                sindicato UNT y el PSUV (Partido Socialista Unificado de 
                Venezuela), entonces reci�n anunciado por Ch�vez. Su discurso, 
                en nombre del �socialismo cristiano�, fue en realidad una 
                malhumorada diatriba anticomunista, que result� del agrado del 
                papa Benedicto (Ratzinger).
                Sin embargo, el 
                discurso de Baduel del 5 de noviembre constituye su adhesi�n 
                p�blica a la oposici�n de l�nea dura, a su ret�rica, a sus 
                maquinaciones y a sus posiciones de una revocaci�n autoritaria 
                del programa de socialismo democr�tico de Ch�vez. En primer 
                lugar, en la estela de la Casa Blanca y de la �derecha dura� 
                venezolana, denunci� como �un golpe de Estado� la totalidad del 
                debate en el Congreso sobre las enmiendas constitucionales y la 
                campa�a electoral que ha de llevar al refer�ndum. Todos los 
                expertos y los observadores exteriores disintieron, incluso 
                aquellos que est�n en contra del refer�ndum. Sin embargo, el 
                prop�sito de Baduel fue cuestionar la legitimidad del 
                procedimiento pol�tico al completo con vistas a justificar su 
                llamamiento a la intervenci�n militar. Su ret�rica, que tacha de 
                �fraude� y de �procedimientos fraudulentos� el debate del 
                Congreso y el voto, pone de manifiesto el esfuerzo de Baduel por 
                denigrar las instituciones representativas existentes para 
                justificar un golpe militar, que las desmantelar�a. 
                Resulta rid�culo que 
                Baduel niegue cualquier pretensi�n pol�tica personal, puesto que 
                s�lo invit� a medios de la oposici�n y a pol�ticos a su 
                �conferencia de prensa� y apareci� acompa�ado de algunos 
                oficiales. Baduel se parece al dictador que acusa a la v�ctima 
                de los cr�menes que est� a punto de cometer. Al tachar de �golpe 
                de Estado� el refer�ndum sobre la reforma constitucional incita 
                al ej�rcito a dar un golpe de Estado. En un llamamiento abierto 
                para la acci�n militar ordena a los militares que �reflexionen 
                sobre el contexto de la reforma constitucional�. Pide una y otra 
                vez a los oficiales que �eval�en cuidadosamente� los cambios que 
                el gobierno electo propone �de manera apresurada y mediante 
                procedimientos fraudulentos�. Al mismo tiempo que denigra las 
                instituciones democr�ticamente electas, Baduel recurre a halagos 
                vulgares y a falsa modestia para inducir la rebeli�n militar. 
                Mientras que niega presuntuosamente estar actuando como portavoz 
                del ej�rcito, advirti� a los reporteros derechistas presentes y 
                a la potencial cohorte militar que �no se puede menospreciar la 
                capacidad de an�lisis y de razonamiento de la Fuerza Armada�.
                
                Las declaraciones de 
                Baduel est�n llenas de doblez, hipocres�a y falsa pose de 
                desinter�s. Sus pretensiones de que es un cr�tico �apol�tico� se 
                contradicen por su intenci�n de iniciar una gira de discursos en 
                el �mbito nacional para atacar las reformas constitucionales, en 
                reuniones organizadas por la oposici�n de derecha. No existe la 
                menor duda de que no se dirigir� �nicamente a un p�blico civil, 
                sino que har� los esfuerzos necesarios para reunirse con 
                oficiales del ej�rcito en activo, a quienes podr�a convencer 
                para que �reflexionen�... y tramen el derrocamiento del gobierno 
                con el fin de invertir los resultados del refer�ndum. El 
                presidente Ch�vez tiene toda la raz�n del mundo cuando dice que 
                Baduel es un traidor, si bien dada la hostilidad de larga data 
                de �ste a la transformaci�n social igualitaria puede que sea m�s 
                pertinente decir que ahora est� revelando su verdadera cara.
                
                El peligro para la 
                democracia venezolana no est� en Baduel como individuo, pues ya 
                no forma parte del gobierno ni es un militar en activo. El 
                verdadero peligro es el esfuerzo que est� haciendo por arengar a 
                los oficiales con tropa bajo su mando para que respondan a su 
                llamado a la acci�n o cuando pide ingeniosamente �que los 
                militares reflexionen sobre el contexto de las reformas 
                constitucionales�. Los an�lisis y el programa de acci�n de 
                Baduel sit�an al ej�rcito en el centro de la pol�tica, 
                por encima de 16 millones de votantes. 
                Su defensa vehemente 
                de la �propiedad privada�, acorde con su llamado a la acci�n 
                militar, es una t�ctica ingeniosa para unir a generales, 
                banqueros y clase media en la estela infame de Augusto Pinochet, 
                el criminal tirano chileno.
                La polarizaci�n de 
                las clases en el per�odo previo al refer�ndum ha alcanzado su 
                punto �lgido: los restos de la coalici�n multiclasista que 
                inclu�a a una minor�a de la clase media y a la gran mayor�a de 
                la fuerza de trabajo se est�n desintegrando. Millones de 
                trabajadores j�venes antes ap�ticos o apol�ticos, pobres 
                desempleados y mujeres de bajo salario (trabajadoras dom�sticas, 
                lavanderas, madres solteras) se est�n uniendo a las inmensas 
                manifestaciones populares que desbordan las calles principales y 
                las plazas a favor de las enmiendas constitucionales. Al mismo 
                tiempo, las deserciones pol�ticas han aumentado entre la minor�a 
                centrista-liberal de la coalici�n de Ch�vez. Catorce diputados 
                de la asamblea nacional, menos del 10%, la mayor�a de PODEMOS, 
                se han pasado a la oposici�n. Fuentes fiables en el interior de 
                Venezuela (v�ase 
                
                
                http://axisoflogic.com/artman/publish/article_25479.shtml) 
                informan de que el fiscal general Isa�as Rodr�guez, un defensor 
                de la ley particularmente inepto, y el contralor general 
                Clodosbaldo Russian van a dimitir para pasarse a la oposici�n. 
                Estos mismos informes se�alan algo todav�a m�s grave: que la IV 
                Divisi�n de Maracay es leal al �golpista� Ra�l Baduel. Hay quien 
                sospecha que Baduel est� utilizando sus lazos personales de 
                larga data con Gustavo Rangel Brice�o, el actual Ministro de 
                Defensa, para convencerlo de que deserte y participe en los 
                preparativos del golpe de Estado. Grandes sumas de dinero yanqui 
                est�n entrando a raudales para financiar en efectivo a 
                funcionarios estatales y locales con promesas de compartir el 
                bot�n petrolero si Ch�vez es destituido. El soborno pol�tico m�s 
                reciente de USA ha sido el de Luis Felipe Acosta Carles, 
                gobernador del estado de Carabobo. Los medios han publicitado 
                repetidamente, de hora en hora en sus �informes period�sticos�, 
                a estos nuevos desertores hacia las filas de la derecha, 
                destacando su ruptura con el �golpe de Estado� de Ch�vez.
                El refer�ndum se est� 
                convirtiendo en un caso inusitadamente violento de �guerra de 
                clases contra clases�, en la que el futuro de toda la izquierda 
                latinoamericana est� tan en juego como el control de Washington 
                sobre su principal proveedor de petr�leo.
                
                Conclusi�n
                La democracia 
                venezolana, la presidencia de Hugo Ch�vez y la mayor�a de las 
                clases populares del pa�s se enfrentan a una amenaza mortal. USA 
                asiste impaciente a repetidas derrotas electorales, pero es 
                incapaz de iniciar una intervenci�n externa a gran escala debido 
                a la excesiva implicaci�n de sus unidades militares en Oriente 
                Pr�ximo; de nuevo busca el derrocamiento violento de Ch�vez. Por 
                medio de las reformas constitucionales, Venezuela ampliar� y 
                har� m�s profundo el control democr�tico popular sobre la 
                pol�tica socioecon�mica. Nuevos sectores econ�micos ser�n 
                nacionalizados. Programas sociales e inversiones p�blicas de 
                mayor envergadura ser�n implementados. Venezuela se est� 
                dirigiendo inexorablemente hacia una diversificaci�n de sus 
                mercados petroleros, de sus reservas de divisas y de sus 
                alianzas pol�ticas. El tiempo se le acaba a la Casa Blanca: las 
                palancas de influencia pol�tica de Washington se est�n 
                debilitando. Baduel est� considerado como la mejor esperanza 
                para provocar un ataque militar que devuelva a los oligarcas al 
                poder y diezme los movimientos populares de masas. 
                El presidente Ch�vez 
                est� �valorando correctamente al alto mando� y dice que �tiene 
                plena confianza en las fuerzas armadas nacionales y en su 
                miembros�. Pero la mejor garant�a es atacar con dureza y 
                celeridad, precisamente contra los seguidores y asociados de 
                Baduel. Hacer una redada a unas cuantas docenas o a varios 
                centenares de conspiradores militares es un precio muy barato si 
                con ello se salvan las vidas de miles de trabajadores y 
                activistas que ser�an masacrados en caso de un asalto sangriento 
                al poder.
                La historia ha 
                ense�ado repetidamente que cuando un l�der pone la democracia 
                social, el igualitarismo y el poder popular en la cima del 
                programa pol�tico, tal como ha hecho Ch�vez, y cuando la mayor�a 
                del pueblo responde con entusiasmo, la derecha, los militares 
                reaccionarios, los desertores y los ide�logos del �centro� 
                pol�tico, la Casa Blanca, las clases medias hist�ricas y los 
                cardenales de la Iglesia sacrifican todas y cada una de las 
                libertades democr�ticas para defender su propiedad, sus 
                privilegios y el poder con cualquier medio y al coste que sea 
                necesario. En la actual confrontaci�n, que todo lo invade, entre 
                las clases populares de Venezuela y sus enemigos oligarcas y 
                militares, �nicamente si se arma al pueblo moral, pol�tica y 
                organizativamente podr� garantizarse la continuidad del proceso 
                democr�tico de transformaci�n social. 
                Habr� cambio, pero la 
                cuesti�n es saber si ser� por medio de los votos o de las botas.
                
          
                
          
           
        
                
                Esta 
                traducci�n puede asimismo consultarse en 
                
                
                http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=4121&lg=es
                
                Los �ltimos 
                libros del profesor James Petras incluyen The Power of Israel 
                in the United States (Clarity Press 2006) y Rulers and 
                Rules (Clarity Press 2007).
                El escritor y traductor 
                espa�ol Manuel Talens es miembro de
                
                Cubadebate, 
                
                Rebeli�n y
                Tlaxcala. 
                Su novela m�s reciente es La cinta de Moebius (Alcal� 
                Grupo Editorial).