Si estoy aqu� es 
          porque la revista Prospect acaba de elegir a Chomsky, de 76 
          a�os, como el intelectual p�blico m�s importante del mundo, pero eso a 
          �l no le interesa. Cree que se malinterpreta lo que significa ser 
          inteligente. No se trata de ingenio, como es el caso con el n�mero 5 
          de la lista (Christopher Hitchens) o de carrera po�tica como con el 
          n�mero 4 (Vaclav Havel) o de la elocuencia con que aparece en 
          televisi�n el n�mero 37, Michael Ignatieff, el favorito de las 
          muchachas que piensan, a quien Chomsky llama apologista del 
          establishment y distribuidor de �basura�. Muy al contrario de este 
          �ltimo, Chomsky habla con una voz apenas audible y ha escrito con 
          desd�n de sus propias apariciones en la televisi�n, casi todas 
          desastrosas: �La belleza de la concisi�n consiste en que uno s�lo 
          puede repetir pensamientos convencionales�. Ser inteligente, cree, 
          consiste en andar con paso lento, sin alharacas, analizando los hechos 
          y �utilizando la inteligencia para decidir lo que est� bien�.
          
          
          Eso es, desde 
          luego, lo que Chomsky ha estado haciendo durante los �ltimos treinta y 
          cinco a�os y sus conclusiones siguen siendo pol�micas: que 
          pr�cticamente todos los presidentes estadounidenses desde la Segunda 
          Guerra Mundial han sido culpables de cr�menes de guerra; que en el 
          contexto general de la historia camboyana, los khmer rojos no fueron 
          tan malos como se piensa; que durante la guerra de Bosnia la �masacre� 
          en Srebrenica probablemente se exager�. (Chomsky utiliza 
          entrecomillados para debilitar las cosas con las que discrepa y, al 
          menos en un texto impreso, m�s parece un adolescente mordaz que un 
          acad�mico; un ejemplo: para �l, Srebrenica no fue una masacre.)
          
          
          Mientras que sus 
          cr�ticos lo consideran un revisionista casi obsesivo, Chomsky se halla 
          ahora, conforme crece la oposici�n al gobierno de Bush, m�s que nunca 
          dentro de lo aceptable; el libro que public� tras los ataques a las 
          torres gemelas, titulado 9-11, vendi� 300 000 ejemplares. Si se 
          considera que hasta hace poco trabajaba a tiempo completo en el 
          Massachusetts Institute of Technology, persisten las dudas sobre c�mo 
          ha logrado convertirse, al parecer, en un experto en todos los 
          conflictos que se han ido sucediendo tras la Segunda Guerra Mundial; 
          sus cr�ticos asumen que tapa los huecos de lo que desconoce con 
          ideolog�a.
          
          
          Chomsky replica 
          que eso es pura pereza mental por parte de �stos y que, adem�s, �los 
          mejores cient�ficos no son quienes m�s datos conocen, sino quienes 
          saben lo que est�n buscando�.
          
          
          En cualquier caso, 
          de todos los intelectuales de la lista de Prospect, es a 
          Chomsky a quien m�s a menudo se lo acusa de enfangar un debate con 
          spam intelectual, eso que el escritor Paul Berman denomina su 
          �habitual torbellino de fuentes obscuras�. Le pregunto si tiene una 
          memoria fotogr�fica y Chomsky se r�e. �Al contrario. No me acuerdo de 
          los nombres ni de las caras. No tengo ning�n talento particular que 
          los dem�s no tengan.�
          
          
          Lee a diario la 
          prensa nacional, con ocasionales incursiones en diarios 
          especializados. Me imagino que es un fan�tico de internet, dada la 
          negativa opini�n que tiene de los medios convencionales (resumiendo: 
          tiene un �prejuicio tendencioso contra causas econ�micas estructurales 
          m�s que contra conspiraciones de personas�. Yo dir�a que la influencia 
          individual anula eso, pero si una tratara de discutirlo con Chomsky la 
          hora que le asign� se le agotar�a sin conseguir nada). Por eso me 
          sorprende cuando dice que s�lo se conecta si �tiene que buscar 
          documentos o datos hist�ricos. Es una p�rdida absoluta de tiempo. Una 
          de las cosas buenas sobre internet es que uno puede encontrar algo que 
          le gusta, pero tambi�n cualquier clase de estupideces. Si las agencias 
          de inteligencia supieran lo que hacen, propagar�an teor�as de 
          conspiraci�n con el �nico fin de alejar a la gente de la vida 
          pol�tica, para impedirles que se planteen preguntas m�s serias... Hay 
          una especie de asunci�n de que si algo est� escrito en internet, es 
          verdad.�
          
          
          �La hay? De 
          improviso, est� claro que la opini�n de Chomsky puede ser tan 
          inconsistente como la de cualquiera; pero �l la expresa con m�s 
          convicci�n. Le digo que la mayor�a de las personas que conozco no se 
          creen nada de lo que leen en internet y �l me responde, sin inmutarse: 
          �Sabe, eso tambi�n es peligroso�. Sus respuestas a la cr�tica var�an 
          desde este tipo de aceptaci�n sin queja hasta el h�bito infantil de 
          insultar a sus oponentes, algo que hizo durante nuestra tensa 
          discusi�n sobre Bosnia, trat�ndolos de �hist�ricos�, �fan�ticos� y 
          �enrabietados�. Sospecho que el hecho de recibir correos �medio 
          chiflados�, como �l los llama (cada d�a le llegan al menos cuatro 
          mensajes electr�nicos que lo acusan de ser a un agente del Mossad, un 
          agente de la CIA o un miembro de Al-Qaida) hace que est� 
          permanentemente a la defensiva. Chomsky suspira y dice que nunca ha 
          pretendido tener el monopolio de la verdad, luego sonr�e un momento y 
          a�ade que la �nica persona que lo tiene es su mujer, Carol. �Mis 
          nietos la llaman Veracidad. Cuando les tomo el pelo y no est�n seguros 
          de si digo la verdad, van y le preguntan: Veracidad �eso es verdad?�
          
          
          El activismo de 
          Chomsky hunde sus ra�ces en su ni�ez. Creci� durante la Depresi�n de 
          los a�os treinta, hijo de William Chomsky y Elsie Simonofsky, 
          inmigrantes rusos en Filadelfia. Describe a su familia como �jud�os de 
          clase obrera�, la mayor parte de los cuales estaban desempleados, si 
          bien sus padres, ambos maestros, eran lo bastante afortunados como 
          para tener trabajo. Los Estados Unidos no fueron para ellos la tierra 
          prometida: �No le dieron muchas oportunidades a mi familia�, dice, 
          incluso si les fue mejor que en los pogromos de Rusia, que sin embargo 
          Chomsky no puede evitar de calificar como �no tan malos, de acuerdo 
          con las normas contempor�neas. En la peor de las masacres, creo que 
          asesinaron a cuarenta y nueve personas.�
          
          
          La casa de 
          Filadelfia estaba atestada de t�as y primas, muchas de ellas modistas 
          que capeaban la Depresi�n gracias a la ayuda del sindicato 
          internacional de costureras. Chomsky ten�a cuatro a�os cuando vio 
          desde un tranv�a c�mo la polic�a apaleaba a unos huelguistas en la 
          puerta de una f�brica textil. A los diez a�os escribi� su primer 
          panfleto pol�tico, contra la ascensi�n del fascismo en Espa�a. �Todo 
          aquello formaba parte del ambiente�, dice.
          
          
          Los Chomsky eran 
          una de las pocas familias jud�as en un vecindario irland�s y alem�n y 
          Noam y su hermano se peleaban a menudo en la calle; recuerda que hubo 
          celebraciones cuando los alemanes tomaron Par�s. Sus padres miraban 
          para otro lado y hasta el d�a de su muerte, dice, �no supieron nunca 
          lo que estaba pasando fuera�.
          
          
          Chomsky pudo 
          elegir entre dos modelos. Uno era la familia de su padre en Baltimore, 
          �ortodoxa hasta el paroxismo�. �Se volvieron incluso m�s religiosos de 
          lo que hab�an sido antes de vivir en la aldea rusa de donde partieron, 
          lo cual no es nada raro entre las comunidades de inmigrantes; se trata 
          de una tendencia a encerrarse en s� mismos y a regresar a una forma 
          exagerada de lo que uno fue�. Sonr�e. �Vivimos en un mundo hostil�.
          
          
          La segunda opci�n 
          eran los familiares de su madre en Nueva York, que viv�an amontonados 
          en un gran apartamento del gobierno y se las arreglaban �nicamente con 
          lo que ganaba un t�o minusv�lido, a qui�n el estado le concedi� por su 
          incapacidad un peque�o quiosco de peri�dicos. Chomsky escogi� esta 
          �ltima opci�n y su radicalismo fue creciendo conforme iba y ven�a los 
          fines de semana a Nueva York, desde los 12 a�os, para ayudar en el 
          quiosco.
          
          
          -Aquello se 
          convirti� en una especie de sal�n -dice-. Mi t�o no ten�a ninguna 
          formaci�n intelectual, pero era un hombre muy inteligente, hab�a 
          pasado por todos los grupos izquierdistas, desde los comunistas a los 
          trotskistas a los antileninistas; le interesaba mucho el 
          psicoan�lisis. En aquella �poca hab�a muchos inmigrantes alemanes en 
          Nueva York y por la tarde iban al quiosco para conversar. Mi t�o 
          termin� siendo un psicoanalista lego bastante rico en Riverside Drive. 
          -Se echa a re�r.
          
          
          Hubo un tiempo, 
          dice, en que nadie sab�a lo que iba a pasar. Se hablaba de la 
          posibilidad de una revoluci�n socialista, o de que el pa�s se 
          colapsar�a por completo. Todo parec�a posible. En comparaci�n con 
          aquellas discusiones, yo encontraba que el instituto, y m�s tarde la 
          universidad, eran una �estupidez�. Estaba pensando en abandonar la 
          Universidad de Pensylvania cuando se encontr� con su segundo mentor, 
          Zellig Harri, un profesor de ling��stica que lo anim� a proseguir sus 
          propios intereses acad�micos. Chomsky hab�a crecido en un hogar donde 
          el lenguaje era importante; sus padres hablaban y�dish y su padre 
          obtuvo un doctorado en hebreo del siglo XIV, que el joven Chomsky ley� 
          con inter�s. De manera que empez� a estudiar ling��stica y muchos a�os 
          despu�s formul� una teor�a innovadora, la de la �gram�tica universal�, 
          la idea de que la facilidad cerebral para el lenguaje es algo innato 
          en vez de una funci�n del conductismo. Esa historia me suena como la 
          un joven arrogante que estaba convencido, con cierta justificaci�n, de 
          que sab�a m�s que sus profesores. A Chomsky le molesta la palabra 
          arrogante y dice: �No. Asum� que me equivoqu� y di por sentado que la 
          orientaci�n est�ndar [de la ling��stica] era lo correcto�.
          
          
          Incluso si 
          continu� estudiando en Harvard, en una rara concesi�n al mito de la 
          marginalidad, se describe a s� mismo como �autodidacta�.
          
          
          S�lo hubo un par 
          de a�os, a mediados de los cincuenta, cuando dej� el activismo por 
          completo. Hab�a conocido y se hab�a casado con Carol Schatz, una 
          colega ling�ista, y ten�an tres hijos peque�os. Chomsky tuvo que 
          decidir si se dedicaba al activismo o lo dejaba estar. Las protestas 
          contra la guerra del Vietnam estaban empezando y, si eleg�a el primer 
          camino, corr�a un aut�ntico peligro de terminar en la c�rcel, hasta 
          tal punto que Carol regres� a la universidad por si acaso se quedaba 
          como �nica cabeza de familia. Pero �l no era, dice, el tipo de persona 
          capaz de participar en manifestaciones ocasionales y luego quedarse a 
          la espera de que el mundo se arreglara.
          
          
          -S�, mi mujer 
          trat� de que lo dejase, y lo sigue haciendo. Pero sabe que soy 
          obstinado y que continuar� en esto mientras pueda andar.
          
          
          En la actualidad, 
          Carol acompa�a a su marido a la mayor�a de sus apariciones p�blicas. 
          Le piden que preste su nombre a todo tipo de causas extravagantes y 
          ella trata de mantener su programa bajo control. Tal como algunos lo 
          ven, una de sus imprudencias fue aceptar la acusaci�n que hizo la 
          revista Living Marxism de que durante la guerra de Bosnia los 
          tiros utilizados por Independent Televisi�n News (ITN) en un reportaje 
          realizado en un campo de detenci�n que controlaban los serbios eran 
          falsos. La revista dio en quiebra cuando ITN la llev� a los 
          tribunales, pero la controversia resurgi� en 2003, cuando una 
          periodista, Diane Johnstone, hizo alegaciones similares en una revista 
          sueca, Ordfront, aludiendo al n�mero oficial de las v�ctimas de 
          la masacre de Srebrenica. (Afirm� que se hab�an exagerado.) En medio 
          de las protestas que siguieron, Chomsky prest� su nombre a una carta 
          que elogiaba el �trabajo excepcional� de Johnstone. �Lo lamenta?
          
          
          -No -dice con 
          indignaci�n-. Es excepcional. Mi �nico pesar es que no los apoy� 
          bastante. Ella puede equivocarse, pero hizo un trabajo muy cuidadoso y 
          excepcional.
          
          
          �C�mo puede el 
          periodismo equivocarse y seguir siendo excepcional?, me pregunto.
          
          
          -Mire -dice 
          Chomsky-, hab�a un fanatismo hist�rico sobre Bosnia en la cultura 
          occidental que se parec�a mucho a una convicci�n religiosa apasionada. 
          Era como el estalinismo m�s anticuado: si uno se separaba un par de 
          mil�metros de la l�nea del partido, se convert�a en un traidor, lo 
          destru�an. Eso es algo totalmente irracional. Y Diane Johnstone, le 
          guste o no, ha hecho un trabajo serio, honrado. Y, en el caso de 
          Living Marxism, es una verg�enza que una gran corporaci�n lleve a 
          la quiebra a un peque�o peri�dico porque pensaban que una de sus 
          informaciones era falsa.
          
          
          No es que 
          �pensaban� que era falsa; un tribunal de justicia prob� que lo era.
          
          
          Pero Chomsky 
          insiste que �Living Marxism estaba probablemente en lo cierto� 
          y que, en cualquier caso, eso no es pertinente. �No tuvo nada que ver 
          con que Living Marxism o Diane Johnstone tuvieran raz�n o no�. 
          Es un asunto, dice, de libertad de expresi�n. �Y si se equivocaron, 
          vale, pero no ten�an que salir diciendo que si usted dice que est� a 
          favor de eso es que est� a favor de gasear a los jud�os�.
          
          
          �C�mo? No todos 
          los que discrepan con �l son �fan�ticos�, le digo. Son gente seria, de 
          confianza.
          
          
          -�Como qui�n?
          
          
          -Como mi colega, 
          Ed Vulliamy.
          
          
          Los reportajes de 
          Vulliamy para The Guardian desde la guerra de Bosnia hicieron 
          que se le concediese el premio al reportero internacional del a�o en 
          1993 y 1994. �l estaba presente cuando se film� la escena de ITN en el 
          campo de concentraci�n serbio y apoy� la acusaci�n contra la revista
          Living Marxism.
          
          
          -Ed Vulliamy es un 
          periodista muy bueno, pero se vio envuelto en una historia que 
          probablemente no es verdad.
          
          
          Pero la propia 
          lugarteniente de Karadic [Biljana Plavsic] se declar� culpable de 
          cr�menes contra la humanidad.
          
          
          -Vale, seguramente 
          lo hizo. Pero si quiere usted algunas cr�ticas sobre la l�nea del 
          partido, le dir� que el general Lewis MacKenzie, que era el general 
          canadiense responsable, ha escrito que la mayor parte de las historias 
          eran aut�nticas tonter�as.
          
          
          Y la cosa contin�a 
          con Chomsky vibrando de c�lera contra las �rabietas� de Vulliamy y 
          compa��a sobre su cuestionamiento de su versi�n de la guerra. Le 
          sugiero que si les dan rabietas es porque est�n en contacto con los 
          supervivientes de Srebrenica y han visto el impacto que tiene sobre 
          ellos que se minimicen sus experiencias. Termina por estallar: ��sa es 
          la t�pica posici�n de la Europa occidental. Estamos acostumbrados a 
          pisarle el cuello a la gente con la bota y no vemos las v�ctimas que 
          causamos nosotros. Yo s� las he visto: vaya a Laos, vaya a Hait�, vaya 
          a El Salvador. Ver� lo que es gente que sufre de la manera m�s brutal. 
          Eso no nos da el derecho a mentir sobre tal sufrimiento.� Que es, me 
          imagino, la raz�n por la que ITN acudi� a los tribunales en primer 
          lugar.
          
          
          Uno podr�a 
          rebuscar cualquier cantidad de otros conflictos para pelearse con 
          Chomsky. Ante el cariz que ha tomado la entrevista, calculo que 
          podemos continuar y le pregunto si encuentra ir�nico que, considerando 
          sus opiniones sobre el sistema capitalista, �l sea uno de sus 
          beneficiarios. �Vale, �qu� sistema capitalista? �Usa usted un 
          ordenador? �Usa usted internet? �Toma usted un avi�n? Todo eso procede 
          del sector estatal de la econom�a. Seguramente soy un beneficiario de 
          ese sistema estatal, que es casi un sistema de mercado; �significa eso 
          que yo no deber�a intentar mejorar la sociedad?�
          
          
          �De acuerdo!, 
          veamos el sistema no gubernamental. �Tiene acciones? Me mira enfadado. 
          �Tendr�a que pregunt�rselo a mi mujer. Seguro que ella tiene. No veo 
          ninguna raz�n por qu� no deber�a tenerlas. �Le ayudar�a yo a la gente 
          si me fuera a Montana y viviera en una monta�a? Ese tipo de ideas s�lo 
          pueden tenerlas los occidentales ricos y privilegiados, bien educados 
          y, por lo tanto, profundamente irracionales. Cuando visito a 
          campesinos al sur de Colombia no me hacen esas preguntas.�
          
          
          Le sugiero que a 
          la gente no le gusta que aquellos a quienes consideran hip�critas les 
          hagan reproches sobre sus vidas. �No hay ning�n elemento de 
          hipocres�a�. De repente, me sonr�e, de nuevo apacible, y terminamos en 
          este punto.