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                El l�der venezolano, que utiliza el 
                petr�leo para ayudar a los pobres, es un ejemplo para Am�rica 
                Latina 
                
                
                Ch�vez se pone a la 
                cabeza y dirige el avance
          
           
          Richard Gott 
        
        Traducido
        para Rebeli�n por Manuel Talens
        
        
        
        
        
                   
                Un camino 
                de barro conduce desde la autopista del aeropuerto hacia uno de 
                los desvencijados barrios de ranchitos que cuelgan de las 
                colinas por encima de Caracas, como recordatorio permanente de 
                la inmensa distancia entre ricos y pobres que caracteriza a la 
                afortunada Venezuela del petr�leo. A s�lo veinte minutos del 
                centro de la capital, una diminuta comunidad de quinientas 
                familias viven en casitas improvisadas con tejados de lata y 
                paredes de �speros bloques de cemento. Tienen agua, electricidad 
                y televisi�n, pero no mucho m�s. Los viejos edificios de la 
                escuela est�n derruidos y desde hace dos a�os ning�n ni�o ha 
                estudiado en ella.
                 
                Dos 
                m�dicos cubanos ejercen aqu� su profesi�n en una cl�nica 
                provisional que hay en la rambla principal. Ambos advierten que 
                es dif�cil hacer medicina preventiva en una zona donde los 
                viejos desag�es de las alcantarillas est�n rotos y su contenido 
                se desborda descontrolado, ladera abajo. Los habitantes de m�s 
                edad han vivido aqu� durante a�os; vinieron del campo en los 
                sesenta y echaron ra�ces en estas laderas escarpadas. Muchos de 
                ellos son taciturnos y han perdido la esperanza, incapaces ya de 
                imaginar que sus vidas puedan cambiar.  
                Otros 
                est�n m�s motivados y, optimistas, se han unido a las filas de 
                la revoluci�n bolivariana del presidente Hugo Ch�vez. Esperan 
                grandes cosas de este gobierno y se han movilizado para exigir 
                que sus ranchitos reciban atenci�n oficial. Si la petici�n que 
                le han dirigido al alcalde para que repare la escuela y las 
                alcantarillas no recibe una pronta respuesta, descender�n como 
                �guilas de la monta�a para bloquear la autopista, como ya lo 
                hicieron durante el intento de golpe de estado en abril de 2002.  
                Cientos 
                de barrios de ranchitos similares rodean Caracas y muchos ya han 
                empezado a mejorar. En algunos sitios, los m�dicos venidos de 
                Cuba trabajan en locales reci�n construidos, ofreciendo cuidados 
                oculares y de odontolog�a, as� como medicinas. Casi veinte mil 
                de tales m�dicos est�n ahora esparcidos por este pa�s de 
                veinticinco millones de habitantes. Hay nuevos supermercados 
                donde los alimentos, en su mayor�a caseros, est�n disponibles a 
                precios subvencionados. Se han construido aulas en las que los 
                ni�os que antes abandonaban la escuela han vuelto a estudiar. 
                Pero es bueno comenzar por las dificultades a las que se 
                enfrentan los ranchitos de la autopista, ya que su grave 
                situaci�n sirve para acentuar lo largo y dif�cil que es el 
                camino que queda a�n por recorrer. �Hacer que la pobreza sea 
                cosa del ayer� en Venezuela no s�lo consiste en aportar dinero; 
                implica un proceso revolucionario de destruir antiguas 
                instituciones, que entorpecen el camino del progreso, y la 
                creaci�n de otras nuevas que sean sensibles a las demandas 
                populares.  
                En 
                Am�rica Latina ha estado ocurriendo algo asombroso estos �ltimos 
                a�os, que merece m�s atenci�n de la que se le suele prestar al 
                continente. La cris�lida de la revoluci�n venezolana liderada 
                por Ch�vez, a menudo agredida y ridiculizada como el sue�o 
                insensato de un l�der autoritario, por fin se ha convertido en 
                una resplandeciente mariposa, cuya imagen y ejemplo brillar�n 
                durante las d�cadas venideras.  
                Durante 
                los seis �ltimos a�os, tanto en el pa�s como en el extranjero, 
                la mayor parte de las referencias a esta revoluci�n han sido 
                �nicamente hostiles, ampliamente influenciadas por pol�ticos y 
                periodistas asociados con la oposici�n. Es como si las noticias 
                de las revoluciones francesa o rusa hubiesen procedido 
                �nicamente de los cortesanos del rey y del zar. Las m�s 
                importantes personalidades estadounidenses, desde el presidente 
                para abajo, se hicieron eco de estas cr�ticas y crearon un marco 
                negativo, dentro del cual inevitablemente se encuadr� a la 
                revoluci�n. En el mejor de los casos se acusa a Ch�vez de 
                anticuado y populista. En el peor, se lo considera un dictador 
                militar en ciernes.  
                Pero la 
                rueda de la historia sigue avanzando y el ambiente en Venezuela 
                ha cambiado de forma dram�tica desde el a�o pasado, cuando 
                Ch�vez volvi� a obtener una aplastante victoria en las urnas. La 
                oposici�n, antes triunfalista, se ha retirado lacerada a sus 
                reductos, quiz� herida de muerte por el resultado del refer�ndum 
                sobre la presidencia de Ch�vez, que exigi� y que perdi� de 
                manera espectacular. Los medios de comunicaci�n brutalmente 
                hostiles se han calmado y los que no gustan de Ch�vez han 
                abandonado las esperanzas de su inmediato derrocamiento. Nadie 
                tiene la menor duda de que ganar� las elecciones presidenciales 
                del pr�ximo a�o.  
                El 
                gobierno de Ch�vez, por su parte, ha seguido adelante con varios 
                espectaculares proyectos sociales, ayudado por la enorme subida 
                del precio del petr�leo, desde 10 a 50 d�lares el barril durante 
                los seis �ltimos a�os. En vez de chorrear a borbotones en los 
                cofres de los que ya son ricos, los oleoductos se han dirigido 
                hacia los barrios de ranchitos para financiar la salud, la 
                educaci�n y la comida barata. L�deres extranjeros de Espa�a y 
                Brasil, Chile y Cuba han venido en peregrinaci�n a Caracas para 
                establecer v�nculos con este hombre hoy percibido como el l�der 
                de las nuevas fuerzas que est�n surgiendo en Am�rica Latina, que 
                goza de envidiables cotas de popularidad. El amplio apoyo del 
                exterior ha obstaculizado los intentos del gobierno de Estados 
                Unidos de unir a los pa�ses de Am�rica Latina contra Venezuela. 
                Ellos no escuchan a Washington y Washington se ha quedado sin 
                pol�tica.  
                El propio 
                Ch�vez, un joven ex coronel de mediana edad, est� ahora 
                considerado en Am�rica Latina como el pol�tico m�s ins�lito y 
                original que haya surgido desde que Fidel Castro irrumpi� en la 
                escena hace casi cincuenta a�os. Con un encanto y un carisma 
                exuberantes, posee una infinita capacidad para relacionarse con 
                los pobres y los marginales del continente. Intelectual de 
                formaci�n en gran parte autodidacta, la ideolog�a de su 
                revoluci�n bolivariana se basa en los escritos y en las acciones 
                de un pu�ado de figuras ejemplares del siglo XIX, sobre todo de 
                Sim�n Bol�var, el hombre que liber� la mayor parte de Sudam�rica 
                del yugo espa�ol. Ch�vez ofrece una alternativa tanto cultural 
                como pol�tica al modelo inspirado por Estados Unidos que 
                predomina en Am�rica Latina.  
                �Y en qu� 
                consiste su revoluci�n bolivariana? Ch�vez es amigo de Castro 
                �m�s que eso, son aliados muy cercanos�, pero no propugna ning�n 
                anticuado centralismo socialista. El capitalismo est� vivo y 
                coleando en Venezuela y no corre peligro. No ha habido 
                confiscaciones ilegales de tierras ni nacionalizaciones de 
                compa��as privadas. Ch�vez procura contener los excesos de lo 
                que �l llama �el neoliberalismo salvaje� y quiere que el estado 
                tenga un papel inteligente en la econom�a, pero no tiene ning�n 
                deseo de arruinar los peque�os negocios, como sucedi� en Cuba. 
                Las compa��as petroleras internacionales han inyectado nuevas 
                inversiones por s� mismas, incluso despu�s de que el gobierno 
                aumentase los impuestos que han de pagar. Venezuela sigue siendo 
                una gallina de huevos de oro que no es posible ignorar.
                 
                Lo que 
                sin duda s� es a�ejo en Ch�vez es su capacidad para hablar de 
                raza y de clase �asuntos antes tan de moda y que durante mucho 
                tiempo han sido tab�� y hacerlo en el contexto de la pobreza. En 
                la mayor parte de Am�rica Latina, sobre todo en los pa�ses 
                andinos, los pueblos ind�genas tradicionalmente oprimidos han 
                empezado a organizarse y a expresar exigencias pol�ticas por 
                primera vez desde el siglo XVIII y Ch�vez es el primer 
                presidente continental que ha recogido su estandarte y lo ha 
                hecho propio.  
                Durante 
                los �ltimos seis a�os el gobierno ha avanzado con lentitud, 
                obstaculizado en cada recodo por las fuerzas de la oposici�n 
                unidas contra �l. Ahora, conforme la revoluci�n toma velocidad, 
                la atenci�n se centrar� en las disensiones y disputas en las 
                filas gubernamentales y en exigirle resultados. En ausencia de 
                instituciones estatales poderosas, con el derrumbamiento de los 
                viejos partidos pol�ticos y la supervivencia de una burocracia 
                d�bil, incompetente y poco motivada, Ch�vez ha movilizado a los 
                militares �de los que procede� para que sean la espina dorsal de 
                la reorganizaci�n revolucionaria del pa�s. El �xito a la hora de 
                proporcionar servicios adecuados a los barrios de ranchitos en 
                la ciudad y en el pa�s depender� de la supervivencia de su 
                gobierno. Si fracasa, la gente se echar� a las calles para 
                bloquear la autopista y exigir algo diferente, todav�a m�s 
                radical. 
                
                
                _________________________________________ 
                
                El libro de 
                Richard Gott Hugo Ch�vez and the Bolivarian Revolution 
                aparecer� publicado por la editorial Verso en junio.     
          Rebeli�n, 31 de mayo de 2005   
 
        
        
         
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