El Per�
frente al ALCA
El desaf�o de la nueva
colonizaci�n de la educaci�n: ALCA y pedagog�a para la opresi�n
James
Petras
Traducido
para Rebeli�n por Manuel Talens
Introducci�n
El a�o 2005 marcar� la firma y la
implementaci�n del ALCA, un exhaustivo acuerdo pol�tico y
econ�mico que limitar� radicalmente la soberan�a
latinoamericana. El ALCA le proporcionar� al imperialismo
estadounidense un marco legal y de toma de decisiones para
determinar el comercio, las inversiones, las pol�ticas sobre la
propiedad y la legislaci�n laboral, as� como la naturaleza, el
coste, la forma y el contenido de los sistemas de salud y
educaci�n.
El ALCA significa un cambio cualitativo en
las relaciones entre EE.UU. y Am�rica Latina, porque establece
un nuevo sistema pol�tico y la base legal para el control
estadounidense directo de toda la estructura socioecon�mica de
esta �ltima. Los gobiernos de casi todos los pa�ses andinos,
Per�, Ecuador, Colombia y Bolivia (con la excepci�n de
Venezuela) ya han manifestado su deseo de aceptar el nuevo
estado colonial. Pero antes de discutir sobre cualquier cuesti�n
social de importancia es necesario entender las implicaciones
del ALCA y su impacto espec�fico sobre la educaci�n, as� como
sus efectos sobre el sistema pedag�gico peruano.
El ALCA como proceso
La firma y la puesta en marcha del ALCA en 2005 son el producto
de un proceso
pol�tico, no de un acontecimiento aislado. Es importante
comprender las diferentes fases y cambios incrementales que han
creado la base para la actual transici�n hacia el nuevo
colonialismo. El ALCA es la culminaci�n de una lucha que ya dura
veinte a�os y que, en el caso de Per�, se inici� en los a�os
ochenta bajo Belaunde y la presidencia de Alan Garc�a, se
aceler� en los noventa bajo la dictadura de Fujimori y ha
culminado con la abyecta y total sumisi�n del r�gimen de Toledo
al marco neocolonial propuesto.
Incluso si la transici�n al ALCA tuvo
lugar por medio de cambios poco sistem�ticos, el acuerdo
representa una nueva totalidad que abraza cada aspecto de la
vida pol�tica, militar, social y cultural. El ALCA no es
simplemente un problema de dominaci�n econ�mica, sino que afecta
tanto la estructura interna como la pol�tica internacional de
Am�rica Latina, incluida la formaci�n de un ej�rcito mercenario
para vigilar el imperio, tal como se ha visto en la reciente
intervenci�n y la ocupaci�n de Hait�.
El proceso de colonizaci�n se inici� con
el uso imperial de la deuda externa como palanca de la �pol�tica
de ajuste estructural�; a trav�s de sus representantes en las
instituciones financieras internacionales (el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano)
Washington dise�� un programa para la privatizaci�n de empresas
p�blicas, la desnacionalizaci�n de los recursos naturales, la
cancelaci�n de las medidas arancelarias protectoras, la
desregulaci�n del sistema financiero, la inversi�n de la
legislaci�n industrial y social y la promoci�n del control
privado capitalista de la educaci�n y la seguridad social. Cada
una de estas medidas neoliberales tuvo un doble efecto: por un
lado, aumentaron los activos, los beneficios y los pagos de
intereses a los bancos y multinacionales estadounidenses; por el
otro, apareci� dentro del pa�s una clase social de gerentes,
profesionales, inversionistas, administradores, pol�ticos y
dem�s que se beneficiaron de dicha pol�tica y que son los
principales partidarios internos de la transici�n al
colonialismo. La pol�tica neoliberal cre� un nuevo personal y
las instituciones internas que apoyan al ALCA. El neoliberalismo
es una pol�tica precolonial y procolonial que ha creado la clase
pol�tica dispuesta a servir al imperio colonial.
El imperialismo se expande y gobierna
mediante la fuerza y las ideas. Para algunos escritores y
universitarios, el problema clave es la hegemon�a imperial, es
decir, la integraci�n mental de las ideas de la clase dirigente
por parte de los oprimidos. Yo a�adir�a que el t�rmino
hegemon�a ha sido desvirtuado. La hegemon�a imperialista en
Am�rica Latina se basa en sectores sociales y pol�ticos muy
limitados. La mayor parte de las clases sometidas a la hegemon�a
son aquellas que colaboran abierta y continuamente con
instituciones imperiales y comparten los beneficios del pillaje
imperial. Esto incluye a los l�deres pol�ticos de la mayor�a de
los partidos electorales, a banqueros locales, inversionistas,
consultores, etc. Esos colaboracionistas ejercen influencia
sobre las clases medias, prometi�ndoles �reformas� y
�democracia� y sirviendo algunos de sus intereses. Pero la gran
masa de la ciudadan�a rechaza el libre comercio, el pago de la
deuda, la reducci�n de los presupuestos sociales, la
erradicaci�n de la coca y el ALCA. Es evidente que la hegemon�a
imperial no funciona entre las masas, que no aceptan la
hegemon�a del imperialismo, pero est�n manipuladas por los
l�deres pol�ticos y sociales peque�oburgueses, que s� est�n bajo
la hegemon�a imperial. El imperialismo gobierna a las masas por
medio de la fuerza y la manipulaci�n ret�rica y organizativa de
la arribista clase pol�tica electoral.
Educaci�n: la transici�n desde el neoliberalismo al colonialismo
En el �rea espec�fica de la educaci�n, el
proceso de privatizaci�n se ha abierto camino por medio de
diversas pol�ticas complementarias. En primer lugar, la
reducci�n del presupuesto estatal para la educaci�n p�blica
conduce a la reducci�n de los salarios de los educadores, a un
aumento del alumnado por aula individual, al deterioro de las
instalaciones, etc. Los presupuestos estatales fueron reducidos
para canalizar un tercio de los beneficios y la mitad de los
ingresos de las exportaciones hacia el pago de la deuda. La
reducci�n de los gastos educativos y de otros gastos sociales
tambi�n tiene un objetivo ideol�gico: lograr que la educaci�n
p�blica se deteriore y, luego, arg�ir que cualquier actividad
p�blica es inferior a la empresa privada capitalista. Adem�s, la
reducci�n de la financiaci�n p�blica de la educaci�n hace que
las escuelas p�blicas sean m�s dependientes de la financiaci�n
privada, lo cual hace que aumente la influencia del sector
privado sobre la educaci�n.
La promoci�n y la subvenci�n de la
educaci�n privada y, por consiguiente, el deterioro de las
escuelas p�blicas, conduce a la segregaci�n de la educaci�n
entre los pobres y las clases medias bajas. La financiaci�n de
la educaci�n privada tiene varios objetivos. En primer lugar,
promueve la idea de que lo privado es mejor que lo p�blico. En
segundo, aumenta la calidad de la educaci�n privada para las
clases privilegiadas y reduce los gastos de la elite. El Banco
Mundial y las fundaciones privadas (las Fundaciones Ford y
Rockefeller) dise�an y financian programas educativos, agendas
de investigaci�n, reformas de planes de estudios y educaci�n
ideol�gica con vistas a hacer avanzar el proceso de
privatizaci�n y a vincular la educaci�n a los intereses
econ�micos privados, a la extensi�n colonial y a la difusi�n de
la ideolog�a imperial. Por mucho que el Banco Mundial abogue a
favor de una mayor profesionalidad y en contra de la ideolog�a
en los programas educativos, en realidad lo que promueve es una
ideolog�a proimperial que prepara tecn�cratas para que sirvan a
las multinacionales contra una ideolog�a nacionalista que sirve
a la poblaci�n.
La funci�n de esa
educaci�n es crear un
hombre nuevo que cuadre
con la nueva econom�a colonial, lo cual implica la conversi�n
cultural de ciudadanos independientes soberanos en sujetos
coloniales. La construcci�n de una cultura colonial es esencial
para el mantenimiento de los nuevos reg�menes colaboradores que
sostienen el imperialismo. La ofensiva cultural colonial se
opone al concepto cheguevariano de hombre nuevo socialista
[1]
con la noci�n de hombre nuevo colonial. La ideolog�a del
hombre nuevo colonial se basa en que �lo que es bueno para las
multinacionales es bueno para el pa�s�. Su objetivo no es
cuestionar los objetivos del imperio, sino definir las t�cnicas
menos costosas y los medios para alcanzar los mayores
beneficios.
La perspectiva de Guevara, el hombre nuevo
socialista, se opone diametralmente a la del hombre nuevo
colonial: para el Che, el objetivo en la vida es servir al
pueblo, guiarse por los ideales del bien com�n, integrar la
palabra con la acci�n, combinar el trabajo f�sico con el
intelectual, despreciar a los opresores y abrazar al oprimido,
sacrificar la riqueza material por el bien de la humanidad. Por
el contrario, el objetivo del hombre nuevo colonial consiste en
servir a la corporaci�n, guiarse por la acumulaci�n privada de
riqueza, hablar con doblez, despreciar el trabajo f�sico, adorar
al rico y al poderoso y despreciar al pobre, idolatrar el
consumismo y venderse al mejor postor.
Para el Che, el valor m�s alto era la
solidaridad de clase; para el sujeto colonial es el mercado
quien dicta las respuestas; para el Che, el respeto de la
naturaleza y la fe en el potencial humano eran valores supremos;
para el sujeto colonial, el objetivo consiste en extraer la
riqueza y pisotear los derechos de los pueblos ind�genas.
La creaci�n de una
cultura colonial implica no s�lo la conformidad con la
disciplina econ�mica y social impuesta por el estado neocolonial
para facilitar el pillaje imperial del trabajo, de los recursos
naturales y del tesoro p�blico, sino tambi�n la colonizaci�n de
la mente, de los sentidos e incluso de los objetos del deseo.
La dominaci�n cultural colonial incluye la
influencia de las experiencias visuales y del entretenimiento a
trav�s de los medios de comunicaci�n mediante programas
est�pidos de violencia policial que refuerzan la autoridad del
Estado, telenovelas que convierten profundos problemas sociales
en dilemas personales o juegos de azar que crean la ilusi�n del
escape individual lejos de la miseria de las masas. El
imperialismo gastron�mico bajo la forma de consumo individual de
comidas r�pidas infectas destruye los h�bitos nutritivos
hist�ricos y colectivos que hasta ahora se transmit�an de
generaci�n en generaci�n. El imperialismo gastron�mico crea
v�nculos con los h�bitos de consumo de la sociedad imperial y,
adem�s, elimina a los productores locales de alimentos e
incrementa los beneficios de multinacionales multimillonarias.
Los s�mbolos coloniales del consumo �centros comerciales
enormes� se convierten en lugares de encuentro para la juventud
de clase media baja y sirven como puntos de referencia para el
comportamiento imitativo, que conduce a la sumisi�n colonial.
La educaci�n, en el m�s amplio sentido de
la palabra, tambi�n tiene lugar fuera de las aulas por medio de
la publicidad, de los medios de comunicaci�n colonizados, de
familias conformistas y grupos de amigos. No son �nicamente las
fuerzas macropol�ticas las que crean la mentalidad colonial,
sino tambi�n los microcontextos, la influencia de los amigos y
de las relaciones primarias, con sus �l�deres de opini�n� que
comunican directamente con los estudiantes.
La aut�ntica educaci�n debe tener en
cuenta a los estudiantes que posean cualidades de mando y sean
capaces de transmitir los valores solidarios de clase y
de independencia nacional para que organicen a otros estudiantes
en la causa de la justicia social. Ser�a necesario incitar a los
estudiantes a que tomen la delantera en el desaf�o a la
propaganda colonial, y ello tanto en los patios de recreo, como
en las aulas y en los campos de juego.
La educaci�n formal debe crear una mente
cr�tica que permita a individuos/estudiantes/profesores/familias
analizar y desenmascarar las intenciones imperiales ocultas tras
la macrodominaci�n manipuladora de los medios de comunicaci�n y
la transmisi�n inconsciente (o est�pida) del mensaje y de los
valores en peque�os grupos. La lucha pedag�gica no s�lo abarca
la ense�anza de las materias fundamentales en el plan de
estudios, sino tambi�n la interpretaci�n de las experiencias
cotidianas en el mundo.
Los educadores no s�lo deben proporcionar
a los estudiantes las cr�ticas de la elite en el poder y de sus
m�ltiples voces en los medios de comunicaci�n, sino asimismo
trabajar con ellos y con la comunidad en la construcci�n de
microalternativas, lo cual incluye la publicaci�n de boletines y
peque�as revistas literarias y pol�ticas, la organizaci�n de
foros p�blicos, el rodaje de v�deos experimentales, la creaci�n
de sitios web, la organizaci�n de actividades solidarias, el
aprendizaje de la escritura narrativa, el montaje de
espect�culos de marionetas y teatros callejeros en barrios
populares, los conciertos y acontecimientos sociales con un
claro mensaje social de clase y de afirmaci�n nacional. Ser�a
necesario animar a los estudiantes al trabajo voluntario con una
clara orientaci�n de clase, para que formen brigadas
alfabetizadoras y ense�en higiene a los m�s pobres.
Los educadores deben animar a estudiantes
a que se conviertan en actores y creen medios de comunicaci�n
alternativos (radios comunitarias) y lugares alternativos de
encuentro (centros municipales) que fomenten la solidaridad de
clase y provoquen el rechazo de los centros culturales
coloniales controlados.
Educaci�n formal: el modelo colonial
Los colaboradores locales presentan el
modelo colonial de la educaci�n como la �elevaci�n del nivel de
educaci�n�, la b�squeda de la �excelencia en la ense�anza� y la
�modernizaci�n del plan de estudios�, todos ellos objetivos
recomendables� en abstracto. Pero, una vez que se estudia
el contenido operativo de tales conceptos, lo que se descubre es
que est�n vinculados a la fabricaci�n de un tipo espec�fico de
estudiante: un sujeto colonial. La �elevaci�n del nivel de
educaci�n� es, con frecuencia, una excusa para la privatizaci�n
de la educaci�n y la conversi�n de los estudiantes en
trabajadores acr�ticos que se identifican con los intereses de
las autoridades pol�ticas y del mundo de los negocios. La
b�squeda de la �excelencia en la ense�anza� bajo el
neoliberalismo quiere decir el uso de los modelos imperiales
centrados en el �xito individual, ajeno a cualquier noci�n de
solidaridad de clase social. Las �reformas educativas�
financiadas por las agencias imperiales explotan el complejo de
inferioridad de los pueblos y de las autoridades del Tercer
Mundo y presentan su plan de estudios colonial como una
modernizaci�n, como la transferencia del triunfo de un Primer
Mundo superior a los pueblos colonizados. Los educadores
cr�ticos que se oponen a la tendencia ideol�gica de la
�modernizaci�n� colonial son descritos como ideol�gicamente
atrasados.
Debemos elaborar criterios, normas de
excelencia y m�todos propios para alcanzar una educaci�n de
calidad que incorpore los valores de la independencia nacional,
la solidaridad internacional y las formas de autogesti�n de la
propiedad social. Los planes de estudios deber�an ser dise�ados
conjuntamente por profesores y estudiantes, en consulta con los
padres. Debemos evaluar constantemente las t�cnicas y las
habilidades sociales y permanecer abiertos a la cr�tica y a las
nuevas ideas. Y, por encima de todo, debemos esforzarnos por
llegar a los m�s pobres, interesados en un proyecto social
com�n.
Las reformas educativas imperiales son
cambios complejos, integrales, que alteran la formaci�n del
profesorado, reforman los planes de estudios, afectan la
disciplina de clase y dan lugar a experiencias de trabajo
dise�adas para crear una actitud sumisa a la hegemon�a en la que
profesores, estudiantes e individuos aceptan de buen grado la
dominaci�n colonial.
Las �reformas�
coloniales de la educaci�n del profesorado tienen dos
vertientes, una utilitarista y otra ideol�gica. El lado
utilitarista acent�a el mayor conocimiento de los medios
t�cnicos en la educaci�n, las mejoras educativas, los programas
de enriquecimiento venidos de ultramar, etc. El lado ideol�gico
acent�a la figura del profesor como sujeto ajeno a la
ciudadan�a, pues no participa en las luchas sociales y, en
cambio, hace de guardi�n de la autoridad existente en la
pol�tica y en la econom�a. Seg�n las normas coloniales, los
profesores deber�an ense�ar los ideales del Estado, no una
comprensi�n cr�tica de las realidades del abuso de poder, de la
corrupci�n estatal o de la explotaci�n econ�mica.
La cuesti�n central de la educaci�n del
profesor es su �naturaleza h�brida�, una mezcla de innovaciones
t�cnicas y adoctrinamiento ideol�gico; �nicamente los profesores
con principios firmes est�n en condiciones de desactivar el
paquete de reformas y de rechazar la ideolog�a imperial de
las innovaciones t�cnicas �tiles.
La transici�n desde el r�gimen neoliberal
al neocolonial establece nuevas exigencias sobre el mercado del
trabajo, pues requiere un nuevo plan de estudios, nuevos
manuales, nuevos profesores y una nueva pol�tica de admisiones.
La funci�n principal del r�gimen neoliberal consist�a en
eliminar la autonom�a educativa, debilitar el apoyo popular a
los educadores p�blicos, minar la solidaridad social y facilitar
la transici�n desde un sistema educativo semiprivado a uno
totalmente privado.
El plan de estudios
colonial requiere que se haga hincapi� en una formaci�n
profesional limitada, en el endoctrinamiento social de los
�efectos ben�ficos� del universo imperial y en la aceptaci�n
pasiva de la posici�n privilegiada del mercado capitalista.
Desde la perspectiva colonial, el producto ideal de estas
reformas es un t�cnico entrenado sin referencias sociales ajenas
a las establecidas por las autoridades pol�ticas y econ�micas y
un profesional �culto� que carece de criterios cr�ticos para
evaluar el contexto social de la crisis socioecon�mica. Este
tipo de
educaci�n incita a las
personas a pensar que los problemas sociales y econ�micos son
fracasos personales y a culparse ellas mismas en vez de al
sistema imperial. Al aceptar la responsabilidad personal por los
fracasos del sistema, es menos probable que los estudiantes, los
profesores y los padres socialicen su descontento y act�en de
manera colectiva.
Bajo el modelo colonial, los programas de
formaci�n de profesores y estudiantes son sumamente
estratificados y jer�rquicos: en lo alto de la pir�mide se
encuentran las costosas y exclusivas escuelas y universidades
privadas, tanto locales como extranjeras, para los hijos y las
hijas de la clase dirigente y de los ricos, donde son entrenados
para llegar a ser directores de empresas y ministros. En la
mitad de la pir�mide est�n los colegios privados y las
universidades p�blicas de alta calidad, que forman
profesionales, ingenieros, consultores y gestores medios del
sistema imperial. En la base se encuentran las escuelas t�cnicas
y las universidades provinciales, que producen trabajadores
expertos, funcionarios de bajo nivel, profesores mal pagados e
inspectores de sanidad. Para el resto, est� la �econom�a
informal�, donde trabaja un ej�rcito de ni�os pobres que, de vez
en cuando, estudian por la tarde. Se trata de un sistema
educativo dise�ado para reproducir y consolidar la sociedad, la
econom�a y la pol�tica coloniales.
Los mecanismos de dominaci�n educativa
Con vistas a realzar la influencia
imperial sobre el proceso educativo y transmitir la ideolog�a
imperial a profesores y estudiantes, el estado imperial ha
instituido varios mecanismos y disposiciones institucionales, el
Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Interamericano,
fundaciones privadas semioficiales e instituciones educativas
semiaut�nomas.
En primer lugar se encuentra la
financiaci�n imperial �denominada ayuda extranjera� sobre la
base de condicionamientos. Los fondos son distribuidos
bajo la condici�n de que se pongan en pr�ctica las reformas
imperiales. Para asegurar el control, muchos de los programas
financiados requieren la creaci�n de asociaciones entre los
funcionarios imperiales y sus colegas del Tercer Mundo. Esta
asociaci�n tiene por finalidad asegurar que los recipiendarios
sigan las reglas y directrices y alcancen resultados que
favorezcan la pol�tica imperial. Las asociaciones tambi�n
permiten el control colonial del colega del Tercero Mundo.
Con vistas a promover
la ideolog�a de EE.UU. y realzar los intereses estrat�gicos
econ�micos y pol�ticos estadounidenses, las fundaciones
semioficiales privadas financian: (1) conferencias sobre asuntos
de inter�s para el imperio; (2) consejeros que infiltrar�n las
instituciones educativas claves y supervisar�n las reformas; (3)
programas de intercambio para resocializar a los
estudiantes y educadores (y posiblemente reclutarlos); (4)
programas de becas (como los US Fullbright Scholarships) que
inducen a los aspirantes potenciales a evitar las
manifestaciones p�blicas contrarias al imperialismo y (5)
programas educativos conjuntos que crean v�nculos
estructurales a largo plazo y que sirven de correa de
transmisi�n para el control imperial. Las �asociaciones� entre
socios de recursos desiguales conducen siempre a la
subordinaci�n. �nicamente las asociaciones entre educadores
latinoamericanos se dan en un estado de igualdad y permiten un
intercambio libre y positivo.
La �ayuda extranjera�
es un concepto enga�oso por muchos motivos. En primer lugar,
porque se trata sobre todo de pr�stamos que se deben ser
rembolsar con intereses. En segundo lugar, las condiciones
de estos pr�stamos permiten transferir desde el pa�s los
ingresos excedentarios. La desregulaci�n de los mercados
financieros (que es una condici�n para la ayuda extranjera)
permite que los pol�ticos corruptos, los hombres de negocios,
los banqueros, los narcotraficantes, los traficantes de armas y
los esclavistas sexuales env�en miles de millones de d�lares de
dinero sucio a bancos del exterior. En segundo lugar, la
desregulaci�n permite que los bancos y multinacionales
transfieran miles de millones de beneficios, intereses y
derechos de autor a sus sedes centrales fuera del pa�s. Una
econom�a nacionalista que controle los flujos de capital, posea
compa��as provechosas y persiga a los delincuentes del dinero
sucio no necesita �ayuda extranjera�. Puede financiar su
desarrollo con fondos propios.
Estrategias imperiales: poder blando, poder duro
En el lenguaje de los estrategas
imperiales, el poder blando (por ejemplo, la reforma educativa)
es tan importante como el poder duro (la intervenci�n militar o
las misiones clandestinas de la CIA) para el mantenimiento y la
ampliaci�n del imperio. El poder blando es otra manera de hablar
del imperialismo cultural (el debate impl�cito entre Bush y
Kerry durante la del poder blando y del poder duro en el proceso
de edificaci�n de imperio. Kerry estuvo en favor de utilizar un
poder ligeramente m�s blando que Bush).
El imperialismo
cultural implica el reconocimiento de la subjetividad
como fuerza para sostener el mando imperial y el pillaje y como
arma para eternizar el control imperial. La subjetividad es una
relaci�n aprendida, ya que nadie nace esclavo o revolucionario.
Las condiciones econ�micas y sociales pueden facilitar por s�
mismas una u otra respuesta subjetiva, pero nunca son totalmente
determinantes. No existen �condiciones objetivas�, por muy
precarias y opresivas que sean las condiciones que determinan
autom�ticamente el conocimiento pol�tico o la subjetividad. Se
conocen muchos casos, documentados y experimentados, de gente
oprimida que responde a la miseria abrazando movimientos
espirituales o centrando su frustraci�n en la violencia
familiar. Tambi�n se conocen numerosos casos de organizaciones
rurales y urbanas pobres que atacan al sistema. Entre el mundo
objetivo y la respuesta de los individuos, las clases y los
grupos �tnicos son el contexto subjetivo, ideol�gico y social
que influye en la percepci�n, en la comprensi�n y en la acci�n
social. El uso imperial del
poder blando busca
crear una pantalla ideol�gica que filtre y elimine el an�lisis
cr�tico y promueva una identificaci�n positiva con los s�mbolos
y los intereses del poder imperial. Por ejemplo, todos los
paquetes de arroz, frijoles y harina donados por USAID llevan
una gran etiqueta: �From the USA�.
La educaci�n: terreno para la lucha contra el poder blando
Todos hemos estado, estamos y estaremos
siempre inmersos en una batalla de ideas, de lenguaje, de
m�todos educativos y de materias de estudio. �Cu�ntos de
nosotros hemos vivido nuestra ni�ez con precariedad y hemos
trabajado en condiciones de explotaci�n, ignorantes de las
causas de aquel estado de cosas, para s�lo tomar conciencia
pol�tica de los motivos m�s tarde, al leer, estudiar e
implicarnos en discusiones p�blicas?
Los profesores y
educadores tienen que ense�ar a sus estudiantes c�mo analizar
cr�ticamente los conceptos coloniales, que tienen una
connotaci�n positiva, pero un significado totalmente negativo.
El imperialismo ha corrompido nuestro lenguaje pol�tico,
invirtiendo el significado de conceptos y oblig�ndonos a servir
sus fines con la palabra. Por ejemplo, los ide�logos coloniales
y neoliberales proponen reformas que, de hecho,
desmantelan los programas sociales y concentran los ingresos en
lo alto de la pir�mide. En un principio, desde luego, las
�reformas� se refer�an a la pol�tica redistributiva que
favorec�a a los pobres. Otro ejemplo es la expresi�n
pol�tica de ajuste estructural. En el pasado, la
izquierda hablaba de la necesidad de �cambios estructurales�
tales como la reforma agraria y la nacionalizaci�n de los
bancos. En los labios de los neoliberales, el �ajuste
estructural� es un eufemismo para transferir la propiedad
p�blica a monopolios privados extranjeros, promover la inversi�n
extranjera y llevar a la bancarrota a los productores locales,
reducir salarios y aumentar sus propios beneficios. Todo el
vocabulario pol�tico colonial est� hoy lleno de eufemismos,
colonizaci�n ling��stica que, en �ltima instancia, conforma el
pensamiento conceptual y el marco para la comprensi�n, la
interpretaci�n y la actuaci�n en el mundo. Los educadores deben
dedicarse a una cr�tica cuidadosa y sistem�tica que ponga en
evidencia la contradicci�n fundamental entre la
connotaci�n de estos conceptos eufem�sticos y su
significado sustancial en nuestra vida diaria.
Las ideas son importantes y la educaci�n
p�blica, tanto fuera como dentro de las aulas, puede
proporcionar los instrumentos cr�ticos para el an�lisis y
tambi�n las habilidades t�cnicas para ganarse la vida. La
batalla de las ideas tiene lugar en terreno impugnado: la
escuela no es simplemente un producto de influencia vertical, de
arriba abajo; la educaci�n es tambi�n un producto de influencia
horizontal, de abajo arriba. La historia no es simplemente el
estudio de los nombres y las fechas de la elite, sino una
discusi�n desde abajo, una historia popular de luchas y avances
sociales.
El m�todo de ense�anza depende de
los sujetos y del objetivo de �sta. Quienes ense�an para
el imperio se centran en los efectos positivos del
establecimiento colonial, no en el pillaje a las civilizaciones
precoloniales; destacan a los dirigentes y su modo de gobernar,
no los esfuerzos aut�ctonos de solidaridad, la autonom�a y la
lucha contra la explotaci�n. El punto de vista (o la perspectiva
de clase) determina la elecci�n de los conceptos, los
protagonistas de la historia y la naturaleza de las relaciones
de poder. En la ciencia no s�lo estudiamos los grandes
hallazgos, sino la opci�n de los temas de estudio, el uso y los
beneficiarios de los descubrimientos cient�ficos, en una
palabra, el contexto social del trabajo cient�fico.
Incluso si muchos cient�ficos se dicen
�apol�ticos�, la clase de investigaci�n que realizan �ya sea
militar o civil, para compa��as farmac�uticas multinacionales
dedicadas a hacer beneficios o para agencias de salud p�blica,
cirug�a est�tica para ricos o el tratamiento de la malaria para
las clases pobres rurales� se basa en decisiones pol�ticas. El
apoliticismo de quienes se dedican a la ense�anza implica la
abdicaci�n de sus responsabilidades, ya sea por ignorancia del
contexto pol�tico de su trabajo o por un cinismo hip�crita.
Uno de los objetivos principales del
contenido de la educaci�n est� inevitablemente determinado por
la necesidad de crear habilidades t�cnicas de sirvan para entrar
en el mercado de trabajo. Sin embargo, la ense�anza de las
habilidades y el conocimiento t�cnico, as� como el uso de
innovaciones para la comunicaci�n de ideas, necesitan
acompa�arse de una comprensi�n m�s profunda de las relaciones
sociales de producci�n y de trabajo, de la organizaci�n social
de las formas alternativas de trabajo, del universo de las
relaciones entre estados y de c�mo todo esto afecta nuestras
experiencias cotidianas en el trabajo, en la familia y en
nuestras relaciones personales.
Por ejemplo, los
trabajadores especializados y los profesionales deber�an
aprender cu�l es la naturaleza y la actividad de las empresas
privadas capitalistas �en especial, su tendencia a cambiar la
localizaci�n de la producci�n y a abandonar a su suerte a
comunidades enteras para mejorar sus m�rgenes de beneficios. Los
profesores deber�an recibir una formaci�n sobre el proceso del
trabajo, un ejemplo del cual se encuentra en la sustituci�n del
personal permanente por �profesores contratados�, con beneficios
sociales reducidas para adaptarse a las reducciones
presupuestarias que son el resultado de los pagos de la deuda
externa.
La experiencia
educativa no se limita a la relaci�n entre el estudiante y el
profesor, sino que forma el n�cleo de una serie de
interacciones, ajenas a las aulas, con padres, vecindario,
sindicatos y movimientos sociales. La implicaci�n del profesor
con los padres trabajadores es esencial para la mejora de la
educaci�n, del clima de trabajo y para la formaci�n de un
liderazgo en la lucha cultural antiimperialista. La mejora de
los salarios y de las condiciones de trabajo de los educadores
s�lo se puede lograr hoy mediante su vinculaci�n con los
intereses educativos m�s amplios que afectan a los estudiantes,
a los padres y a la econom�a local. La historia reciente nos
ense�a que s�lo los grandes movimientos de masas, no simplemente
las huelgas del personal de ense�anza, logran resultados
favorables. Los educadores son una �red natural� �se encuentran
en todo el pa�s, poseen potencialmente los instrumentos para el
pensamiento cr�tico, la oratoria y la escritura, interact�an a
diario con sectores importantes de la poblaci�n y los padres los
consideran esenciales para el �xito de sus hijos. De manera
objetiva, los educadores se ven forzados hoy en d�a a compartir
las dificultades de las familias de sus estudiantes. El
profesorado est� en decadencia, sus salarios (�cuando les
pagan!) son iguales o inferiores a los ingresos de los
trabajadores semicualificados y de los campesinos medios; sus
salarios y su estatus disminuyen, sin ninguna esperanza de
mejora,
dentro del sistema
colonial, puesto que la pol�tica neoimperial recorta los
presupuestos para pagar a los banqueros del exterior.
Objetivamente, el empobrecimiento de los educadores se
entrecruza con las condiciones generales de la masa de
trabajadores y campesinos: han dejado de tener un estatus
distinto y especial.
Sin embargo, algunos educadores se han
opuesto subjetivamente al reconocimiento de su situaci�n social
o han escogido las �soluciones personales� al recurrir al
pluriempleo, a la dependencia de los ingresos de sus c�nyuges,
al falso sentido de la diferencia profesional o a una
comprensi�n err�nea de lo que significa ser un buen profesional.
En muchos casos, temen las represalias de las autoridades
p�blicas o de los intereses influyentes del mundo de los
negocios. Son conscientes de los despidos de profesores e
incluso de las amenazas f�sicas contra sus vidas. Precisamente a
causa del papel central que ocupa la escuela p�blica en la
educaci�n y socializaci�n de las generaciones futuras de
trabajadores, campesinos y clases medias bajas, se ha convertido
en un �objetivo del poder blando imperial�.
Sin embargo, el profesorado posee un
activo estrat�gico. Todos los estudios recientes demuestran que,
durante los �ltimos cien a�os, la mayor�a de clase obrera, del
campesinado y de las familias de clase media baja creen
firmemente en la educaci�n como veh�culo para la mejora
econ�mica de sus hijos y de sus familias. Trabajan duro y se
sacrifican para obtener la mejor educaci�n posible y no dudar�n
en implicarse en la lucha por obtenerla, a condici�n de que
est�n organizados y de que posean una educaci�n pol�tica.
Qu� hacer
Hoy en d�a, profesores, estudiantes,
padres y movimientos populares est�n ya implicados en la lucha
por una educaci�n global p�blica gratuita y contra los proyectos
imperiales de privatizar, obtener beneficios y estratificar la
educaci�n. Una pol�tica educativa progresista, nacional y
democr�tica s�lo puede sobrevenir por medio de un movimiento
nacional y social din�mico. La construcci�n de un movimiento
educativo progresista debe combinar exigencias educativas
espec�ficas con luchas m�s amplias que hagan retroceder los
avances del imperialismo mediante la renacionalizaci�n de los
recursos estrat�gicos, la reconstrucci�n de una econom�a
industrial basada en el control de los trabajadores, la
reasignaci�n de las finanzas p�blicas, desde la educaci�n
privada a la p�blica para todos. Estos cambios estructurales
macropol�ticos se basan en la micropol�tica y en las victorias
que tienen lugar en cada aula, en cada escuela, en cada
distrito: la micropol�tica implica victorias que aseguren la
presencia de trabajadores sanitarios, enfermeras o m�dicos en
cada escuela. Las peque�as victorias construyen grandes
movimientos. Los avances cuantitativos, a trav�s de la
micropol�tica, en alg�n momento se vuelven transformaciones
cualitativas a trav�s de los movimientos nacionales de masas.
Hoy, el Per� vive un per�odo de creciente
polarizaci�n y movilizaci�n de campesinos y estudiantes. Por una
parte, el estado colonial intenta dividir y debilitar los
sindicatos de profesores con asociaciones �paralelas� coloniales
y criminalizar a los profesores que ense�an la cr�tica en las
ciencias sociales. Por la otra, hay un renacer de un movimiento
de masas estudiantil que desaf�a la estructura de la universidad
autoritaria y que ya ha logrado algunas reformas positivas. La
historia demuestra que los movimientos de estudiantes que se
unen hoy a movilizaciones de campesinos y trabajadores urbanos
para las reformas pueden convertirse ma�ana en el embri�n de un
movimiento revolucionario.
Cuando hablamos de
imperialismo y, en particular, de neoliberalismo o de
neocolonias, debemos reconocer que se trata de categor�as
generales que s�lo tienen un significado cuando se examinan las
particularidades de la historia, la cultura y las relaciones
sociales de formaciones sociales espec�ficas. En los pa�ses
andinos, cualquier lucha eficaz contra el imperialismo y el
neocolonialismo debe dirigir su atenci�n principal hacia la
explotaci�n econ�mica y la opresi�n cultural de los ind�genas;
el imperialismo golpea directamente con programas de
erradicaci�n de la coca, que destruyen los ingresos y obligan a
los ni�os a abandonar la escuela. Hablar en general de
imperialismo o neocolonialismo sin examinar el papel de los
l�deres pol�ticos particulares y de las elites gobernantes y sus
v�nculos con los diferentes tipos de clases dirigentes y
funcionarios administrativos, socava el esfuerzo de centrar la
movilizaci�n popular en aut�nticos objetivos. En el Per�, el
problema del racismo no es simplemente un problema de los
indios, sino tambi�n de los blancos, de los l�deres sindicales y
de los profesionales, que han apoyado las exigencias del pueblo
ind�gena, pero que no han creado v�nculos org�nicos con sus
exigencias hist�ricas: tierra, autogobierno, autonom�a
territorial, libertad para cultivar cosechas provechosas
(incluida la coca). El neocolonialismo peruano es muy diferente
del brasile�o y el chileno, porque sus estructuras sociales, sus
exigencias hist�ricas y su pasado pol�tico no son iguales. Todos
los pueblos comparten un adversario com�n �el imperio
estadounidense�, pero los programas sociales espec�ficos para la
transformaci�n, las exigencias y las condiciones var�an. Lo
mismo sucede con las variaciones regionales dentro de una
naci�n: mientras que las exigencias de aumentar la financiaci�n
estatal de la educaci�n son comunes, la utilizaci�n de los
fondos, las prioridades sociales y los beneficiarios son
diferentes. El arte de la pol�tica, incluida la pol�tica
educativa, debe crear poderosos movimientos internacionales y
nacionales por medio del reconocimiento y de la articulaci�n de
las demandas plurales y espec�ficas de cada clase explotada y de
los grupos �tnicos y sexuales oprimidos. El arte sutil de la
pol�tica educativa debe integrar las luchas particulares con los
movimientos nacionales y articular un programa que conecte la
micropol�tica local con un proyecto para alcanzar el poder
estatal.
Por �ltimo, deber�amos recordar que el
objetivo de la educaci�n es no s�lo impartir habilidades
anal�ticas y un pensamiento cr�tico y preparar a nuestros
estudiantes para ganarse la vida decentemente, sino ense�ar
valores morales, crear el hombre nuevo, como el Che Guevara nos
ense��: integrar nuestras ideas con nuestra praxis.
[1] En el
ingl�s original, new socialist person, concepto que
abarca tanto al hombre como a la mujer. Para la traducci�n
castellana hemos retenido la denominaci�n original de Ernesto
Guevara, hombre nuevo socialista, pues el Che, a quien
nadie en su sano juicio podr�a acusar de discriminaci�n
gen�rica, redact� sus escritos en unos tiempos en que las justas
reivindicaciones feministas a�n no hab�an impuesto el cambio de
hombre a persona. (N. del T.)
Rebeli�n, 26 de octubre de 2004
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