El escritorio de Manuel Talens

El traductor activista

La gran confrontaci�n est� en marcha: barbarie contra civilizaci�n

GUERRA Y GENOCIDIO PREMEDITADO: �QU� ES LO QUE EST� EN JUEGO?

 James Petras

James Petras

Traducido para Rebeli�n por Manuel Talens

 

  

Seg�n estimaciones de las Naciones Unidas, la guerra estadounidense de agresi�n provocar� la muerte, la invalidez o el desplazamiento de m�s de 10 millones de iraqu�es. Es sumamente probable que las cifras que manejan los servicios de inteligencia de los EE.UU. sean similares. Washington ha puesto en marcha un plan militar que incluye cientos de aviones y barcos de guerra dispuestos a lanzar miles de toneladas de explosivos sobre ciudades, pueblos, infraestructuras esenciales e instalaciones de defensa de Irak. Los medios de comunicaci�n del mundo han descrito con mayor o menor detalle el despliegue por tierra, mar y aire. Los funcionarios p�blicos estadounidenses hablan abiertamente de la destrucci�n sistem�tica, del pillaje y de la ocupaci�n prolongada de Irak.

El genocidio �la destrucci�n masiva, sistem�tica de un pueblo y de una naci�n� ha sido planeado hasta el �ltimo detalle t�ctico. Los economistas han calculado de forma minuciosa el costo de los movimientos de tropas, de los bombardeos y de los desplazamientos de la poblaci�n, tras lo cual han estimado el impacto de la guerra sobre el presupuesto nacional y los futuros beneficios a obtener del petr�leo, as� como el tiempo que durar� la ocupaci�n y los gastos a que dar� lugar.

Se trata de un genocidio cient�ficamente premeditado, similar al que prepar� la Alemania nazi durante la Conferencia Wannsee de enero de 1942, cuando el alto mando decidi� la exterminaci�n de los jud�os. La diferencia principal con aquella experiencia es que la decisi�n de Washington con respecto al genocidio antecede a la guerra y los verdugos la han difundido ampliamente en documentos p�blicos y en discursos oficiales.

Los arquitectos de la aniquilaci�n proceden de diversos grupos �tnicos, raciales y religiosos: dos son negros, algunos son anglosajones, varios son jud�os y uno es de origen hispano. A excepci�n de Powell, todos ellos evitaron el servicio militar o cualquier funci�n de combate durante la guerra de Vietnam. Todos ellos han estado implicados en la planificaci�n o el apoyo de guerras anteriores de agresi�n o de atrocidades militares. Durante la guerra de Vietnam, Powell escribi� un informe en el que justificaba la matanza de My Lai, es decir, el asesinato de cientos de campesinos desarmados por parte del ej�rcito estadounidense. En tiempos de la Administraci�n Reagan, Rumsfeld fue un gran defensor de la intervenci�n militar y el apoyo de terroristas en Am�rica Central, Asia y �frica. Paul Wolfowitz y Richard Perle, como consejeros del Likud, dise�aron la estrategia de la destrucci�n sistem�tica del Estado palestino, pol�tica que el r�gimen de Sharon ha venido poniendo en pr�ctica desde entonces.

Lo que en el pasado fueron ejercicios te�ricos de limpiezas �tnicas, planificaci�n de matanzas localizadas y justificaciones te�ricas, se ha fundido ahora en una doctrina sistem�tica de genocidio internacional. Cada miembro de la elite genocida aporta sus patolog�as particulares: Powell, su capacidad para fabricar sistem�ticamente �pruebas� que justifiquen las matanzas; Condeleeza Rice, su apego ilimitado al poder a cualquier precio; Rumsfeld, las frustraciones de no haber sido nunca m�s que un mediocre no combatiente que ahora se las da de ser el mayor estratega militar del mundo; Wolfowitz y Perle, su odio visceral hacia los palestinos y los �rabes y su adhesi�n incondicional a las limpiezas �tnicas israel�es y al terror.

Lo que les importa a las elites genocidas no es el petr�leo o Wall Street, sino el poder ilimitado y la dominaci�n mundial. No ven peligro alguno en la extrema derecha, sino aliados como Sharon. Para estas elites, las cr�ticas de socios de la OTAN como Chirac y Shroeder representan el mal y no son m�s que �obst�culos�. Protegen y promueven a sus innobles y serviles vasallos en la Europa del Este y del Sur. Las fanfarronadas y los insultos de taberna que ha lanzado Rumsfeld retumban como un eco por los salones silenciosos de las Naciones Unidas. La aguda voz met�lica de Bush busca la complicidad del pueblo estadounidense para llevar a cabo su genocida invasi�n de Irak. Los integrantes de la elite militarista, cada uno de ellos seg�n su propio estilo, avanzan en formaci�n militar en pos del exterminio sistem�tico de una naci�n entera, y ello con un sentimiento absoluto de impunidad y una arrogancia ciega.

Pero sus consejeros y sus publicistas les han dicho que la gente est� inquieta. Cientos de miles de ciudadanos se han echado a las calles en todas las ciudades principales y en muchos de los pueblos a lo largo y a lo ancho de los EE.UU. Al principio, los genocidas recibieron tales informes como provenientes de �los izquierdistas habituales�. Pero, entonces, decenas de miles de otros ciudadanos, que incluyen a escritores prominentes, artistas, ex embajadores y generales, unieron sus voces a las de la calle. Los genocidas se pusieron fren�ticos e intentaron negar el clamor de la oposici�n p�blica activa: �Prohiban las protestas callejeras�, �impidan cualquier cobertura en los medios de comunicaci�n�. Ahora, se inventan mentiras m�s audaces, dan m�s ruedas de prensa, escriben discursos m�s beligerantes y env�an al Emperador Bush a que lea sus discursos en cualquier parte donde est� garantizado un p�blico seguro.

Los genocidas est�n cada vez m�s hist�ricos, sus insultos son cada vez m�s fuertes conforme se enfrentan a �obst�culos� en la OTAN y en las Naciones Unidas y a la creciente oposici�n en el interior del pa�s. Sienten que corren contra el reloj, pues cuanto m�s retrasen los europeos el genocidio, mayor ser� la conciencia p�blica del horror y de las implicaciones de la empresa, y m�s probabilidad habr� de que la oposici�n aumente por millones y sea imposible controlarla con los medios de comunicaci�n y la polic�a. Quieren el genocidio ahora: les aterra que todos sus planes, sus fantas�as de poder mundial y de un Oriente Pr�ximo bajo poder angloisrael� y sin la resistencia �rabe, se esfumen en el aire y que ellos, personalmente, fracasen y pasen a la historia como los genocidas que cayeron derrotados por su propio pueblo y no por ej�rcitos invasores, que es lo que les sucedi� a sus precursores en el Tercer Reich.

En la cima del poder, los l�deres de Europa y EE.UU. discuten sobre las condiciones y el momento de la guerra: los EE.UU. movilizan a sus sat�lites de la Europa del Este, heredados de la antigua URSS, mientras que los gobiernos franc�s, alem�n y belga cuentan con el apoyo de la inmensa mayor�a de sus votantes, que se oponen a la guerra. Washington y Gran Breta�a movilizan a sus reservistas militares y a los fundamentalistas cristianos y sionistas de extrema derecha, mientras que los sindicatos obreros ingleses, franceses, italianos y espa�oles amenazan con huelgas y las principales iglesias cristianas se unen, y millones de ciudadanos cierran filas a trav�s de las naciones con protestas p�blicas y actos de desobediencia civil.

La guerra que se acerca al Oriente Pr�ximo no es s�lo una conquista colonial imperial, sino tambi�n un conflicto entre la barbarie y la civilizaci�n, cuyos resultados y consecuencias no se limitar�n al desenlace militar en Irak. Estamos ante una confrontaci�n hist�rica entre los partidarios del genocidio, que creen en uno, dos o muchos Afganist�n e Irak, y la oposici�n floreciente de millones de seres humanos, de sus mejores escritores e intelectuales, de todo lo que hay de noble y digno entre sus portavoces religiosos y espirituales y, por encima de todo, de sus l�deres naturales entre las clases populares. No es posible hacer compromiso alguno, no habr� final hasta que se llegue a uno de estos dos resultados: o bien el mundo abraza una civilizaci�n limpia de imperialismo, genocidio y matanzas �tnicas o bien descenderemos al infierno de un mundo gobernado por psic�patas genocidas que consideran la guerra como el medio para la dominaci�n perpetua.

Tal como dej� escrito Jean-Paul Sartre, �no hay salida�, hemos de tomar partido y afrontar las consecuencias. All� donde vivamos y trabajemos, tendremos que implicarnos, porque el imperio est� por todas partes, desde el norte de M�xico al centro de Buenos Aires, desde los yacimientos petrol�feros de Oriente Pr�ximo a los bancos de Yakarta. Pero tambi�n los movimientos populares est�n por todas partes. En las calles de Roma, Londres, Par�s, Madrid, Atenas, Se�l, Manila, Nueva York y en otros cientos de ciudades y pueblos peque�os, millones de trabajadores, de pobres urbanos, de campesinos, de jubilados, de miembros de la clase media y de estudiantes, se han movilizado.

La gran confrontaci�n tendr� lugar. Estamos viviendo la historia. Creo que ganaremos. No con la fe del visionario, sino con la convicci�n de que nuestra lucha representa lo mejor del g�nero humano.

16 de febrero de 2003

 

 


Rebelión Venezuela analítica  Trabajadores (Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba)

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 Sodepaz La Fogata

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� Manuel Talens 2002