A
Nicolas Sarkozy, ministro franc�s del Interior, le van mal las cosas.
La peonza medi�tica del gobierno, que estos �ltimos meses se ha
distinguido por sus meteduras de pata, acaba de abrir una peligrosa
caja de Pandora con sus provocaciones sobre los suburbios tras la
muerte
de dos adolescentes en Clichy-sous-Bois, en las afueras de Par�s.
Desde el pasado jueves, las refriegas urbanas se han multiplicado en
cuatro departamentos de la regi�n Ile-de-France, atizadas por un
ministro del Interior que juega ante las c�maras a la guerra contra
las clases peligrosas. Una vez que la pol�mica alcanz� las filas de la
derecha ante el cariz que tomaban los acontecimientos por la
desastrosa gesti�n del conflicto, el primer ministro Dominique de
Villepin, rival encarnizado de Sarkozy cara a las futuras elecciones
presidenciales, decidi� tomar el mando de la situaci�n tras haber
permitido que a su enemigo pol�tico se le fuera de las manos. De
Villepin, que hasta entonces no hab�a abierto el pico, cancel� incluso
su viaje oficial a Canad�.
El caso es
que, entre recuperaciones pol�ticas y golpes de proyector sobre esta
�inseguridad ciudadana� que el presidente Jacques Chirac hab�a
convertido en eje de su campa�a electoral en 2002, la conflagraci�n de
los barrios denominados �sensibles� surge como una tabla de salvaci�n
para una derecha que fracasa en todos los frentes, sobre todo en el
del empleo. Tabla de salvaci�n, desde luego, para Nicolas Sarkozy,
determinado a convertir la �inseguridad ciudadana� en su marca
distintiva, pero tambi�n para Dominique de Villepin, que no ve con
malos ojos los temas sociales sensibles, hasta ahora confinados a un
segundo plano.
El pasado
martes por la tarde, el primer ministro recibi� junto al ministro del
Interior a las familias de los adolescentes fallecidos en
circunstancias todav�a no elucidadas. �Vamos a aclarar las
circunstancias de este accidente�, prometi�, apelando en vano a la
calma. Dominique de Villepin se reuni� asimismo con su ministro
delegado para la Promoci�n de la igualdad de oportunidades, Azouz
Begag, convertido en blanco de las iras de los amigos de Sarkozy por
haber criticado las declaraciones y la actitud de �ste. Los
sarkozystas, que normalmente son los primeros en invocar la libertad
de expresi�n, exigieron con aire indignado la �solidaridad
gubernamental� y algunos llegaron incluso a pedir la dimisi�n del
ministro delegado. Ayer por la ma�ana, la sede del gobierno en
Matignon fue testigo de una reuni�n urgente de diez ministros para
discutir sobre la �violencia en los suburbios�, sin que al final del
encuentro se filtrase ninguna informaci�n ni declaraci�n. El
presidente de la Rep�blica sali� a su vez de su mutismo en el Consejo
de ministros para apelar a la calma. �En la Rep�blica no puede haber
zonas donde no se aplique el derecho y son las fuerzas del orden [...]
quienes deben aplicar la ley y garantizar el respeto y la seguridad de
todos�, declar�. Jacques Chirac expres� su deseo de que los resultados
de la encuesta sobre las circunstancias de la muerte de los dos
adolescentes �se conozcan lo m�s pronto posible� y consider�
�indispensable elucidar las circunstancias en las que la mezquita de
Clichy fue alcanzada por una bomba lacrim�gena�. �Actuaremos siempre
seg�n los principios de nuestra Rep�blica: todos deben respetar la
ley, todos deben tener su oportunidad�, afirm� el jefe del Estado tras
pedirle al gobierno que �en el plazo de un mes� presente proposiciones
de ley a favor de �la igualdad de oportunidades�.
Por la tarde,
el primer ministro quiso responder personalmente a las preguntas de
los diputados, edulcorando su discurso sobre la seguridad p�blica con
vagas declaraciones de intenciones sobre la lucha contra la
discriminaci�n o con su negativa a estigmatizar y a acusar a grupos
sociales sin distinci�n. Su leitmotiv fue que �la seguridad es la
primera de las libertades�. En respuesta a una pregunta de Bruno
Leroux, diputado socialista de �pinay-sur-Seine, que denunci� �la
ausencia de pol�tica global en los barrios� y la multiplicaci�n de
�promesas ministeriales que nunca se cumplen�, el primer ministro
insisti� en �la unidad del gobierno en torno al mismo principio: la
voluntad de responder a las exigencias de seguridad y de igualdad de
oportunidades�. �Las soluciones milagrosas no existen�, dijo a modo de
confesi�n de fracaso. �La experiencia de estos �ltimos veinte a�os
debe incitarnos a todos a la modestia y a la humildad�. Si bien
reconoci� que la soluci�n pasaba �sobre todo por el pleno empleo�,
Dominique de Villepin se content� con aludir a su �plan urgente para
el empleo� y con prometer �medidas urgentes para que los j�venes en
Seine-Saint-Denis tengan un trabajo�.
La secretaria
general del Partido Comunista Franc�s, Marie-George Buffet, alert�
sobre �la extrema gravedad� de la situaci�n y no tuvo pelos en la
lengua al referirse a Nicolas Sarkozy, cuyas �declaraciones guerreras
con objetivos presidenciales y cuyo lenguaje insultante� dan muestras
de una �estrategia de tensi�n inaceptable�. ��La gente est� m�s que
harta de que trate a sus hijos de chusma!� exclam� con indignaci�n la
diputada de Seine-Saint-Denis mientras anunciaba la petici�n, por
parte del grupo comunista, de una comisi�n de encuesta sobre los
acontecimientos de Clichy-sous-Bois. Sus palabras irritaron
ostensiblemente al ministro del Interior, pero sin duda mucho menos
que la rotunda negativa del primer ministro a permitirle responder a
la dirigente comunista. �El gobierno actuar� con esp�ritu de
justicia�, se defendi� Dominique de Villepin, �contra las
discriminaciones, para reforzar los servicios p�blicos en esos
barrios, para defender el empleo, que es la prioridad absoluta de
nuestro gobierno�� lo cual no deja se ser un discurso vac�o, pues
desde su regreso al poder la derecha se ha esforzado en desmantelar
uno a uno todo signo de solidaridad, quebrantando peligrosamente los
lazos sociales.