P�lvora
mojada
MANUEL TALENS
Pocas cosas hay en la peque�a pantalla tan divertidas como los Simpsons, esa familia
totalmente alienada por un sistema como el estadounidense: il�gico, consumido por el
materialismo de la publicidad, anestesiado con inyecciones de Hollywood en las venas,
triunfalista y capaz de neutralizar y sacar dividendos de cualquier manifestaci�n de
inconformismo. Homer Simpsons y su prole viven en dicho entorno como pez en el agua y es
justamente esa naturalidad y las situaciones absurdas a que conduce lo que convierten a
estos dibujos animados en algo pol�ticamente incorrecto. Matt Groening se mofa del
sue�o americano.
La burla contra el poderoso es algo que viene de antiguo. El universo carnavalesco del
medievo serv�a para que, al menos durante unas horas, el pueblo llano se riera
impunemente del se�or, cumpliendo as� una incruenta venganza contra los sufrimientos que
lo acosaban el resto el a�o. Luego, acabada la fiesta, todos volv�an a lo de siempre: el
se�or a vivir del cuento y el vasallo a pasar hambre.
El negocio de las Fallas, que regresa cada mes de marzo para aturdirnos con ruidos de
petardos, apolog�a del kitsch y cr�ticas sociales de pacotilla, tiene mucho que ver en
su origen y en su forma con ese esp�ritu rabelesiano que estudiara
Bajt�n, pero el
tiempo ha ido cambiando las cosas de tal manera que la muestra actual es s�lo el producto
descafeinado de una sociedad que, por olvidar, se olvid� incluso de que a�n existe la
raya divisoria entre los pocos que nacen con estrella y los muchos estrellados. Es una
raya m�s sutil, que ya no se establece en la apariencia f�sica -el especulador
inmobiliario y el parado pueden llevar camisa limpia y corbata-, sino en la cuenta
bancaria.
La incorrecci�n pol�tica se atreve s�lo con lo superficial, con lo que no hace da�o:
es p�lvora mojada. Ya se llame Simpsons, Mu�ecos del Gui�ol, Fallas o Carnaval de
C�diz, el verdadero causante de los desafueros, el estilo de vida que permite y fomenta
que pocos ganen mucho y muchos ganen poco, que se ensalce el f�tbol, la fama, el
pelotazo, la cultura degradada en espect�culo y el gobernar de acuerdo con sondeos de
opini�n, eso queda a salvo. Se cierra as� el c�rculo perfecto de la supercher�a, pues
abolida ya la revoluci�n y desprestigiada la enga�ifa socialdem�crata como objetivos
para cambiar el mundo, estamos inmersos en un liberalismo adulto que ha aprendido las
lecciones de la historia y, en Occidente, ya no necesita de excesos franquistas ni pierde
el tiempo dificultando la libertad de disentir. �Para qu�, si cr�ticas como �sta le
sirven de coartada? Y es que la lucha de clases tambi�n se ha hecho centrista. �Qu�
triunfo el de la derecha!
Mientras tanto, en paralelo a los modelitos de la alcaldesa, al �xtasis que provocan los
goles del Piojo y a la falsa alegr�a de masclet�s y de himnos a Valencia, sigue
creciendo entre nosotros una caterva de desvalidos que no salen en el Hola ni en los
programas almibarados de Canal 9. Todos los d�as me cruzo con uno de ellos, un africano
que vende el peri�dico de pobres La luz de los sin techo (bell�sima
met�fora, por cierto).
Quienes duermen bajo las estrellas no son argumento de falla ni objeto de los discursos
triunfalistas de Zaplana. Pero existen.
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