Doble
moral
MANUEL TALENS
Veo �ltimamente que en algunos comercios de mi barrio, Russafa, hay una hucha azul en la
que los falleros piden monedas al p�blico para la Bas�lica de la
jorobadita. Se trata,
supongo, de los coletazos de aquella campa�a iniciada la pasada primavera por la
jerarqu�a eclesi�stica valenciana, con cuenta bancaria incluida, para rascarle el
bolsillo a los fieles.
Ya me ocup� de dar mi opini�n en esta p�gina sobre lo que pienso de dicho asunto. Es,
como escribi� Jos� Saramago, un signo m�s de una religi�n de beatos, no de creyentes.
Quisiera, sin embargo, seguir rizando el rizo y comentar dos actitudes de la Iglesia
cat�lica que no por milenarias dejan de ser actuales: 1) su actitud pegajosa y repulsiva
de seguir propagando esperanzas eternas a sermonazos con el fin de hacer olvidar que el
infierno est� aqu� entre nosotros y 2) su ambig�edad �tica, pues fustiga s�lo a sus
adversarios ideol�gicos y hace la vista gorda ante los cr�menes de sus asociados.
Hace un mes me enter� de que el Papa acaba de publicar la bula Incarnationis
Mysterium.
Aparte de que el t�tulo ya es de chiste, pues incide sin rubor en esa tonter�a
monumental de que una mujer pueda quedarse embarazada por medio de espermatozoides
celestiales -con raz�n lo llaman misterio, �y tanto!-, lo que m�s risa me dio fue el
enterarme de que a partir de ahora cualquier fumador, si se abstiene siquiera un d�a de
comprar cigarrillos y da el dinero ahorrado a los pobres o colabora en obras religiosas o
sociales, obtendr� una indulgencia plenaria, es decir, el tr�mite burocr�tico esencial
para que las almas acorten su estancia en el purgatorio. Imagino que quienes metan
calderilla en la hucha azul de la Bas�lica obtendr�n una tambi�n. Es el premio
invisible de Dios -que tambi�n es invisible- a la caridad.
Desde que Constantino se convirtiera al cristianismo por razones de
realpolitik -que no de fe-, Roma ha funcionado siempre como un estado m�s, con sus
intrigas y sus cloacas, manteniendo unos lazos imperecederos con esos ricos del mundo que
s�lo entrar�n en el Reino de los Cielos el d�a en que el camello pase por el ojo de una
aguja, es decir, nunca. Pero, �qu� m�s da, si probablemente ni siquiera el Papa se crea
lo del Reino de los Cielos? Mientras tanto, para justificar el tinglado, la Iglesia ha
sabido mantener vivo el pensamiento acient�fico y la ret�rica de los dogmas imposibles,
pues dicha cortina de humo es lo que le permite seguir chupando.
Y es que lo importante para los curas no es que deje de haber pobres, sino darles limosna,
marear la perdiz y evitar asuntos pol�ticamente incorrectos. �Acaso criticaron, por
ejemplo, hechos como que Juan Pablo II se enfangara sin disimulo, a trav�s del sindicato
Solidarnosc, en los asuntos p�blicos de Polonia (convirti�ndose en el motor de la
saludable debacle sovi�tica), y prohibiera al mismo tiempo a los sacerdotes sandinistas
el mezclarse en cosas terrenales? �Es que s�lo la teolog�a de la
liberaci�n es terrenal? Tampoco mencionan estos d�as, ni por asomo, esa foto
esclarecedora en la que el Papa sonr�e junto al genocida Pinochet. Sin embargo a
Saramago, nada m�s recibir el Nobel, lo pusieron verde. Como se ve, todo es de una
l�gica infalible, pues la moral vaticana, como las monedas, tiene dos caras.
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