Ricard
MANUEL TALENS
Ricard P�rez Casado, aquel gran alcalde socialista que tuvo Valencia (grande no por
socialista, sino por su buen hacer) y que, cual C�sar ante Bruto, cay� en desgracia a
manos de mediocres, intrigantes y navajeros de sus propias filas, acaba de publicar en
esta misma p�gina un art�culo que lleva por t�tulo Europa: estado, naci�n.
Europa, nos dice Ricard, es algo m�s que un sue�o o un mercado: es un espacio cotidiano
que todos percibimos y que forma ya parte de nuestro lenguaje diario. Evoca a rengl�n
seguido el ocaso de muros y l�neas divisorias interiores, el resurgir de las identidades
regionales, y pasa revista a la ruptura y quiebra que la Uni�n Europea est� significando
para el viejo concepto sociopol�tico que surgi� con la Modernidad: el estado-naci�n, es
decir, el habit�culo privado -ajeno al extranjero- donde al salir de la Edad
Media las mayor�as culturales de cada territorio se apoderaron del poder, estableciendo
l�mites fronterizos para aislarse de otras mayor�as vecinas. Moneda, seguridad y
relaciones exteriores, que hasta hace poco fueron los baluartes del aparato estatal, se
van esfumando poco a poco de los despachos de Madrid, Par�s o Viena para ser gestionados
desde Bruselas, el verdadero centro decisorio de la Europa plurinacional.
Y P�rez Casado termina su disquisici�n formulando un deseo compartido por muchos
europe�stas de pro: que el t�rmino socio, con el que suele designarse a la
maquinaria bruselense, sea sustituido por gobierno -gobierno responsable
europeo, por encima de los estados- y que las nacionalidades que convivimos en este
espacio, con nuestros hechos diferenciales, encontremos bajo su manto nuestro lugar al
sol.
Como puede apreciarse, no hay nada nuevo en dicho art�culo, nada que no haya sido
teorizado por otros -empe�o in�til pretender la originalidad cuando se habla de Europa-,
salvo una prueba m�s de que el antiguo alcalde tiene el cerebro bien amueblado y las
ideas claras, al menos mucho m�s que otras figuras p�blicas del Campo de Agramante
valenciano.
Pero, curtido de oficio en el arte de leer entre l�neas, se me ocurre que quiz� Ricard
-que firma su colaboraci�n como licenciado en Ciencias Pol�ticas- est� prepar�ndose
mentalmente para dar el salto europeo cuando llegue la ocasi�n. Ese c�ndido intento de
opinar en los peri�dicos a pecho descubierto sin el apoyo institucional de su partido
(que tan mal lo trat�) me permite especular con la hip�tesis de que Valencia se le ha
quedado peque�a. Qui�n sabe si la experiencia internacional como alcalde de Sarajevo y
el largo exilio que ha vivido lejos del teatro de Espa�a, le hayan hecho recapacitar
sobre la parroquialidad y la cerraz�n mental de los que en este pa�s se ganan el pan
ejerciendo de nacionalistas, ll�mense Pujol, Arzalluz o Villalba, y est� pensando en
emprender un nuevo camino al margen de ayuntamientos, autonom�as y reinos de taifa.
Por otra parte la aturdida izquierda local, salvo el caso aislado y honroso de Carmen
Alborch, no cuenta entre sus ilustres con gente que tenga chispa para encandilar. Lerma o
C�scar huelen a chamusquina, de tan quemados que est�n; Romero, Taberner y Asunci�n
siguen dando la imagen de interinidad...
Me apuesto una ca�a: un d�a u otro Ricard P�rez Casado, al igual que el ave f�nix,
renacer� de sus cenizas.
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EL
PA�S-Comunidad Valenciana, jueves 26 de marzo de 1998. |
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