La
hache de la guerra
MANUEL TALENS
Nadie en el universo de la ling��stica castellana se atrever�a a enfrentarse con una
letra como la erre, tan en�rgica que describe el rugir del le�n o el traqueteo de las
ametralladoras. Pero la letra hache, ese signo modesto que de tan reservado ni siquiera se
pronuncia, ha sido objeto en los �ltimos tiempos de un ataque frontal por parte de
Gabriel Garc�a M�rquez. Y es que el mundo de las lenguas pertenece a los sonidos
poderosos, que ejercen su fuerza sobre los humildes sin ning�n recato.
Pero no hay regla sin excepci�n, y desde hace unos cuantos a�os la hache -acompa�ada de
la ce- se beneficia en Valencia de una defensa inesperada por parte de los elementos m�s
reaccionarios de nuestra sociedad. En efecto, seg�n esa extra�a gram�tica que se
invent� la oscurantista Academia de Cultura Valenciana, el sonido xe es transcrito a la
espa�ola como che. De esta manera, Ximo se convierte en Chimo, xirivia en chirivia y la
hache logra una venganza parad�jica, a trav�s del cerrilismo, contra los agravios
hist�ricos que el poder pol�tico -desde Felipe V hasta el general gallego- ha hecho a la
lengua de esta tierra.
Se aproxima el final del milenio y, quiz�s, vaya siendo hora de terminar con la sinraz�n
del c�ncer ling��stico que envenena la convivencia entre valencianos y que traslada a
un terreno equivocado el enfrentamiento irreductible entre derechas e izquierdas. El
Tribunal Constitucional acaba de dar un paso en ese sentido al reconocer de manera
definitiva que, en el �mbito cient�fico y universitario, catal�n y valenciano son
equivalentes, con lo cual no ha hecho sino dar cartas de ley a una obviedad.
La moderada reacci�n del rector Pedro Ruiz al se�alar que en la Universidad de Valencia
se seguir� utilizando la denominaci�n de valenciano parece haber servido de poco ante
las fuerzas vivas de este patio, siempre m�s interesadas en tergiversar el
Estatuto de Autonom�a que en utilizarlo en su sentido hist�rico. Es cierto, aqu�
siempre se habl� de lengua valenciana, pero si echamos marcha atr�s en el tiempo y
citamos -al azar entre cientos de libros- el publicado en 1910 por el gram�tico Jos�
Nebot P�rez (Tratado de Ortograf�a Valenciana Cl�sica, con pr�logo de alguien tan poco
sospechoso de traici�n como el poeta Teodor Llorente, presidente honorario de
Lo Rat Penat), leeremos lo que sigue: Hay dos tendencias en nuestro renacimiento
valencianista. Habiendo sido �ste una secuela del renacimiento catal�n, y siguiendo a�n
de lejos su marcha triunfal, ha tomado mucho de �l. Por otra parte, esp�ritus reflexivos
han pensado que, siendo dialectos diferentes de un mismo idioma la lengua que se habla en
Catalu�a, Mallorca y Valencia, y que dentro de cada una de estas regiones a�n se divide
en lo que pudi�ramos llamar sub-dialectos, el lenguaje literario pudiera y debiera ser
�nico para estos pa�ses, como lo fue en los siglos en que m�s floreci�.
El esp�ritu del p�rrafo citado -muy anterior a las normas unificadoras de 1932- late
todav�a en la reciente decisi�n del Tribunal Constitucional. Nadie pretende - y menos la
Universidad- que el valenciano hablado tenga que ser exacto al mallorqu�n o al catal�n,
pero s� que las tres formas dialectales, que comparten un origen com�n, posean el mismo
c�digo escrito, pues la �nica manera de evitar la dispersi�n es consensuar reglas
ortogr�ficas. Falto de ellas en su �poca de esplendor, el lat�n muri� a manos de los
subproductos que se fueron formando. �Es eso lo que anhela Las Provincias?
En manos de oportunistas, los colores de un equipo de f�tbol, los estandartes, los
preceptos gramaticales, los signos distintivos... se convierten en armas pol�ticas
prestas para ser utilizadas en las batallas por el poder. Las letras son un s�mbolo m�s
y Garc�a M�rquez ha desenterrado la hache de la guerra contra los acad�micos, a quienes
considera muy por debajo de los narradores.
De llevarse a cabo, y guardando las distancias, esa guerra podr�a conducir a la
hispanidad por el mismo derrotero que persigue el B�nquer Barraqueta: el desmenuzamiento.
La �nica diferencia -esencial- entre los impulsores de ambas posiciones estrat�gicas
estriba en que el Nobel colombiano viene avalado por el prestigio de haber ofrecido al
mundo algunas de las p�ginas m�s hermosas del siglo XX en lengua castellana, mientras
que, en valenciano, ni uno solo de los abanderados secesionistas ha escrito nada que
merezca pervivir.
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EL
PA�S-Comunidad Valenciana, martes 29 de abril de 1997. |
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