Los
libros de historia llaman nacional-catolicismo al concubinato
que mantuvo la Iglesia cat�lica espa�ola con el r�gimen del
general Franco. Las fotos de aquel entonces nos muestran a
curas, obispos y capellanes con el brazo en alto al estilo
fascista, junto al dictador.
Hoy
han pasado los a�os, el tiempo nos hizo viejos y esc�pticos,
separ� constitucionalmente la cruz de la espada y corrigi�
muchas sinrazones, aunque no tantas como la gente imagina, pues
un d�a s� y otro tambi�n el drag�n que pervive en la jerarqu�a
eclesi�stica de Espa�a echa fuego por la boca. Nuestros obispos,
aquejados de un desconocimiento gen�tico de la palabra
democracia por ser �sta ajena a su doctrina, no cesan sin
embargo de utilizarla como arma arrojadiza contra las t�midas
reformas que pretende llevar a cabo el PSOE en su af�n de
modernizar las relaciones sociales.
La
�ltima embestida proviene de Agust�n Garc�a-Gasco, arzobispo de
Valencia, que en un reciente editorial del semanario Paraula
sienta plaza de soci�logo y emprende la ardua tarea de explicar
que la aconfesionalidad es democracia, pero el laicismo no. Si
bien el texto abunda en curiosas reflexiones sobre la decencia,
la rectitud moral y -ag�rrate, lector- la libertad de expresi�n,
no son estas soflamas, tan propias del clero y tan vac�as de
sustancia, las que han provocado mi sorpresa, sino el t�tulo
elegido por don Agust�n, El nacional-laicismo, con el
cual, quiz� sin percatarse, pisa terreno resbaladizo para su
causa, pues al hablar pestes del supuesto car�cter diab�lico del
palabro que ha inventado, condena por afinidad sem�ntica el
nacional-catolicismo que fue la gu�a de su juventud sacerdotal y
que ahora le ha servido de modelo. A mi entender, es la primera
vez que un arzobispo admite en este pa�s, aunque sea por
carambola del inconsciente, que el hecho de meterse en la cama
con Franco fue algo censurable.
En
esto de los pecados sucede como con el alcohol o la droga: el
primer paso hacia la salvaci�n consiste en admitir que uno ha
ca�do en ellos. El segundo podr�a ser que la Conferencia
Episcopal pidiese al fin perd�n por un ayer nacional-cat�lico
que tanto da�o hizo a ateos y a cristianos de buena fe, pero si
se tiene en cuenta el perfil de los obispos actuales parece poco
probable. �Tan dif�cil es?
Entretanto, hasta que veamos hacia d�nde deriva la contienda,
deseo llamar la atenci�n sobre otro detalle asombroso del
editorial del dignatario valenciano, que en el �ltimo p�rrafo
afirma: "Los cat�licos no queremos privilegios". Ignoro si al
redactar tal frase lo ha traicionado el ardor del blablabl� o,
de nuevo, el inconsciente que siempre dice la verdad, pero �ay!,
quod scripsi, scripsi y, con ella, don Agust�n une
indefectiblemente su voz a las de los 35 te�logos de alto copete
que, en un manifiesto p�blico, acaban de reclamar que la Iglesia
cat�lica espa�ola renuncie a la financiaci�n estatal... y a sus
privilegios.
Dado
que el lenguaje nunca es neutro y suele reflejar el interior
oculto de cada cual mediante lapsus calami como �stos,
empiezo a sospechar que, a pesar de su m�scara archiconservadora,
Agust�n Garc�a-Gasco esconde sin saberlo bajo la p�rpura de su
sotana a un arzobispo progresista. �Demos gracias al Se�or!