El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N / DIARIO EL PA�S

                                                                                                                                        

Manuel Talens (fotografía de González Molero, peródico IDEAL, Granada)

El ciudadano ordinario
MANUEL TALENS

El ciudadano ordinario es un hombre o una mujer de entre cuarenta y cincuenta a�os. Su funci�n en la sociedad espa�ola es importante para el avance y la consolidaci�n de la democracia. Por eso, cuando se acercan las elecciones, los partidos pol�ticos lo convierten en sujeto de encuesta y estudian sus tendencias con la meticulosidad de un entom�logo ante un insecto ex�tico.

Vive en presente y le angustia el futuro. En cambio, la historia no forma parte de sus preocupaciones. Hace muchos a�os, al parecer, suced�an cosas, hubo una guerra y un dictador, pero eso por suerte ya acab�. Ahora es libre. Se considera apol�tico y desprecia a los profesionales de la cosa p�blica, pues lo mismo malversan fondos reservados que adquieren pisos multimillonarios con dinero negro de comisiones fraudulentas. Son todos iguales, unos sinverg�enzas, dice, y por eso suele castigarlos con su voto. Al ciudadano ordinario le horrorizan los extremos, que considera restos at�vicos del ayer. Es de centro, ni de derechas ni de izquierdas, y est� orgulloso de su forma de pensar.

Le preocupa la inseguridad, el paro, las drogas omnipresentes, los robos con tir�n, la ETA, la mafia gallega, el vandalismo juvenil y la excesiva abundancia de inmigrantes en el barrio de Ruzafa. El mundo es un desastre, de eso est� seguro, a pesar de que a �l (o a ella) todav�a no le va mal: conserva su trabajo, lo cual en estos tiempos es casi una haza�a.

Los Estados Unidos y sus �nfulas militares le dan miedo. No entiende muy bien lo que significa la palabra globalizaci�n. En cualquier caso, nada bueno a la larga. El sueldo que gana no es extraordinario, pero le permite endeudarse con la Visa para disfrutar las maravillas de la tecnolog�a: antena parab�lica, CNN, Canal +, ordenador, internet, lector de CD y, desde hace poco, grabadora DVD. Adem�s, lee una novela al a�o durante el verano, asiste a un par de conferencias de autoayuda, le encanta El Corte Ingl�s y va la playa de la Malvarrosa los fines de semana entre abril y septiembre. Consume tertulias de famosos y se horroriza de las matanzas que abundan por ah�. La pasi�n por el f�tbol aten�a el aburrimiento de su vida. Cuando su equipo gana, se siente satisfecho. Cuando pierde, le da rabia. Le molestan los atascos de tr�fico, los funcionarios poco eficaces, la excesiva publicidad en televisi�n y la gente que discute de pol�tica.

Los candidatos a las elecciones municipales y auton�micas le ofrecen estos d�as el �ltimo grito en p�ldoras milagrosas para el sosiego: regeneraci�n del paisaje urbano, menos impuestos, m�s seguridad, futuro brillante y eficacia policial que garantice el orden p�blico. Esc�ptico, el ciudadano ordinario desea que pase pronto el ruido electoral. Menos mal que las elecciones s�lo tienen lugar cada cuatro a�os, qu� tost�n. Luego, con los cargos electos ya decididos, la vida retomar� su cauce normal: despertador a las seis de la ma�ana, autob�s de ida, trabajo, autob�s de vuelta, cine los domingos, mensualidad de la hipoteca y, si todo va bien, vacaciones a cr�dito en el Caribe. Nadie volver� a importunarlo con gaitas pol�ticas hasta los pr�ximos comicios. Entretanto, la democracia vigilar� sin descanso para que el ciudadano ordinario duerma en paz.

 


 

El País Rebelión

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EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 6 de mayo de 2003

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Manuel Talens 2003