Los
aforismos, de origen griego, son frases breves que establecen
reglas de tipo �tico, est�tico o moral. A lo largo de la
historia han sido practicados por escritores que van desde Marco
Aurelio a Graci�n, desde Quevedo a Pascal o a Bergam�n.
Hace
poco le� un libro de aforismos de Juan Varo Zafra, Desaforado
(Alhulia, Granada 2002), de donde he escogido tres que,
encadenados, me servir�n para mi prop�sito de hoy: 1. �El
problema religioso no est� en los creyentes no practicantes,
sino en los practicantes no creyentes, esto es, casi todos�; 2.
�La aparente valent�a cr�tica con que la Iglesia Cat�lica
afronta sus errores del pasado s�lo esconde el miedo a una
mirada profunda sobre la legitimidad de su presente� y 3. �La
mayor�a de los que piden un mundo sin Dios se conformar�an con
un mundo sin sacerdotes�.
Si
aceptamos, con Umberto Eco, que la posmodernidad es la mirada al
pasado, pero con iron�a, sin ilusi�n, me atrevo a decir que los
aforismos de Varo Zafra son posmodernos y, adem�s, tan
universales que toleran, sin perder su verdad, la permuta desde
el �mbito referencial religioso al pol�tico. Ve�moslos desde
este nuevo �ngulo: 1. �El problema de la democracia no est� en
los desenga�ados no votantes, sino en los votantes no
desenga�ados, esto es, casi todos�; 2. �La aparente valent�a
cr�tica con que el Partido Popular afronta los errores de su
pasado s�lo esconde el miedo a una mirada profunda sobre la
legitimidad de su presente� y 3. �La mayor�a de los que piden un
mundo sin pol�tica se conformar�an con un mundo sin pol�ticos�.
La
p�rdida de credibilidad de la Iglesia Cat�lica es equiparable a
la de las democracias occidentales y, pese a ello, ambas
estructuras siguen funcionando por inercia, sin que se vislumbre
en el horizonte la fuerza capaz de cambiarlas. El porcentaje de
consumidores esc�pticos, pero acr�ticos y obedientes, de
arcaicos ceremoniales religiosos, incompatibles con la
racionalidad del siglo XXI �misas, milagros, sacramentos
m�gicos, santificaciones de pacotilla, etc.�, es por lo menos
tan elevado en este pa�s como el 93% de espa�oles que hace s�lo
dos meses se opusieron al militarismo del Partido Popular, pero
ello no ha impedido que en la ceremonia electoral de la semana
pasada buena parte de aquel porcentaje avalara con su voto lo
que combati� en la calle, como si fuese inevitable,
esquizofrenia que contribuye a eternizar la pantomima de la
democracia burguesa.
Tambi�n, de la misma manera que cuando el Papa pide perd�n por
los cr�menes eclesiales del ayer a nadie se le ocurre sacar a
relucir la pertinaz e ileg�tima estructura vertical de la
Iglesia, el Partido Popular �mutante del franquismo con el mismo
ADN gen�tico� no tiene empacho en condenar las dictaduras, pues
sabe que su abstracto discurso sobre democracia y libertad lo
mantendr� a salvo.
Por �ltimo, tal como se ha visto en
Argentina, donde la poblaci�n m�s solidaria confundi� sus deseos
con la realidad al pedir que desaparecieran del mapa todos los
pol�ticos profesionales, una parte de la izquierda no
parlamentaria espa�ola, generosa y harta de cambalaches, a�n
conf�a ingenuamente en abstenciones masivas de votantes que
hundan el sistema. �Ah!, pobres so�adores, que no han le�do a
Juan Varo Zafra.