Virus
paralelos
MANUEL TALENS
El profesor subversivo -un viej�simo m�dico y catedr�tico republicano que hab�a pasado
buena parte de su existencia en el exilio de Oxford- subi� a la tribuna del brazo de uno
de sus biznietos, dio las gracias a los organizadores del mitin y se dirigi� a los miles
de j�venes militantes que llenaban la plaza de toros:
'Hoy, viniendo a Valencia, he le�do un art�culo de divulgaci�n sobre el
sida,
enfermedad que ha matado en veinte a�os un n�mero incalculable de personas. Pa�ses
africanos enteros, como Gab�n, Mozambique o �frica del Sur, ya hace tiempo que
sobrepasaron el l�mite de lo tolerable, con m�s de un 10% de sus poblaciones afectadas,
lo cual significa que corren el riesgo nada te�rico de desaparecer como naciones en unas
cuantas d�cadas'.
Hizo una pausa y ajust� el micr�fono. Los fot�grafos disparaban flases sin parar en
direcci�n al legendario invitado, que conservaba el tono profesoral de su juventud. 'El
virus del sida se las ingenia para incorporarse en el n�cleo de las c�lulas de la
persona infectada, donde pasa a formar parte de su patrimonio gen�tico y neutraliza el
sistema inmunitario. Los sidosos, indefensos, mueren v�ctimas de infecciones oportunistas
banales'. Hizo una pausa y continu�:
'El virus de la globalizaci�n neoliberal, inoculado en las pol�ticas econ�micas
planetarias, tambi�n mata. Argentina, nuestro pa�s hermano, es una prueba de ello. Sida
y neoliberalismo son dos pandemias paralelas'. El p�blico, enfervorizado, rugi�.
'�Nuestros gobiernos, inmunodeprimidos por la pol�tica econ�mica neoliberal, no
gobiernan, �nicamente se ocupan de gestionar el espect�culo, las estupideces, lo que da
votos, mientras que la educaci�n, la sanidad, las verdaderas libertades ciudadanas, se
nos mueren en manos privadas, que s�lo buscan beneficios! Ahora, cuando ya est� bien
claro que los partidos s�lo se representan a s� mismos, vuestra lucha fuera de los
parlamentos, en las calles de todo el mundo, en Seattle, Quebec, G�nova o Buenos Aires,
es la �nica esperanza que nos queda. Por eso he aceptado venir aqu� esta noche con
vosotros, para dar testimonio de que reconozco vuestra generosidad y para que sep�is que
algunos viejos tampoco estamos de acuerdo con la doctrina neoliberal'. Y termin�: 'Ojal�
tuviera vuestros a�os para poder acompa�aros'.
La ovaci�n retumb� en el cielo como un gol del Kily Gonz�lez. Entre los asistentes
flotaban pancartas contra el Fondo Monetario Internacional, la Organizaci�n Mundial de
Comercio o el Banco Mundial. Incluso una de ellas invert�a la famosa coletilla de la
derecha espa�ola durante el ocaso socialista: V�yase, se�or Aznar.
El profesor rechaz� los aplausos esbozando la misma sonrisa triste que lo acompa�aba en
cada fotograf�a, salud� con la mano, baj� a pasitos lentos los pelda�os del estrado
sin soltarse del brazo de su biznieto y se dirigi� a la calle. El vuelo de regreso a
Madrid sal�a tres cuartos de hora despu�s y les quedaba el tiempo justo para acercarse
al aeropuerto de Manises. En el exterior, la plaza de toros estaba acordonada por la
polic�a desde el principio del mitin, para evitar disturbios indeseables.
El francotirador a sueldo, apostado en la terraza de un edificio cercano a la Estaci�n
del Norte, se encar� el teleobjetivo del fusil autom�tico y apunt� al coraz�n.
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