El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N / DIARIO EL PA�S

                                                                                                                                        

Historia de verano
MANUEL TALENS

Paloma era de armas tomar, pero lo supe demasiado tarde. La culpa fue del traje de ba�o, porque no es lo mismo clasificar a una mujer cuando va por la calle Col�n, maquillada y con los abalorios puestos, que haberla conocido en bikini mientras tomaba el sol en la playa de la Malva-rosa. Me pareci� muy guapa. Rubia de bote, eso s�, pero de bote caro, no de esas porquer�as que venden en Mercadona para te�irse el pelo en casa. Le ech� unos treinta a�os bien llevados y me fij� en sus dientes, que para eso soy dentista: sanos, blanqu�simos, sin sarro ni periodontitis. La cosa promet�a, ya que encima, cuando le pregunt� c�mo se llamaba, me dijo en un susurro que Paloma y yo le contest� que Paloma es un nombre que invita a volar. 'Contigo, claro'. Se ri� con ganas de mi ocurrencia y entonces aprovech� para observar que no llevaba empastes en las muelas. Extend� la toalla sobre la arena y me sent� a su lado.

'�Me permites?', a�ad�.

'La playa es de todos', contest�.

Esto marcha, pens�: suerte y al toro, Rafael. No es que yo sea muy lanzado, pero la urgencia de mi situaci�n hace que me sobreponga a la timidez, porque eso de vivir solo no se hizo para m�. Con casi cuarenta tacos a las espaldas, llega un momento en que uno se harta de arreglar dentaduras que huelen mal y de llenar el tiempo vac�o con manualidades o con esa colecci�n de objetos t�picos que no cesa de crecer.

La invit� luego a comer en la Marcelina y aprovech� para enterarme de a qu� se dedicaba.

'Estoy en los sondeos', dijo. 'Analizo datos de encuestas'.

'�Qu� poder�o!', respond�. '�Y se puede saber c�mo lo haces?'

Me regal� un gui�o.

'Muy f�cil, meto los datos en la t�rmix y aprieto el bot�n, como el que bate mayonesa'.

'Oye, pues aciertas siempre', agregu� para congraci�rmela un poco m�s, 'porque las dos �ltimas elecciones ganaron los m�os, tal como indicaban los sondeos'.

La sent� contenta y empec� a hervir en mi interior. Cre� tenerla en el saco cuando fuimos al aparcamiento: su coche era un Seat de lo m�s corrientito y yo me hice el interesante al sacar las llaves del Porsche. Me sigui� al chal�.

'�Qu� es esto, el museo fallero?', exclam� al ver la decoraci�n de la sala de estar. '�Menuda kitscher�a!'

De haber sabido yo lo que significaba la palabra, quiz� hubi�ramos podido entendernos. Le serv� un gint�nic y fui a cambiarme mientras ella admiraba mi colecci�n de objetos: la chaquetilla torera, la pastora con reba�o de Lladr� que me cost� un ojo de la cara, el tricornio de guardia civil, la foto dedicada de Sarita Montiel, el abanico, el gorro de penitente o el mant�n de Manila. Siento verg�enza al contarlo ahora, pero s�, me equivoqu� en la estocada final, fue una estupidez irrumpir de nuevo en la sala de estar vestido de tuno con la guitarra en ristre y cantando Clavelitos, porque se le puso una cara indescriptible.

'Oye, t�o, t� ser�s dentista, pero est�s para que te encierren, joder'.

Agarr� su bolso y sali� en estampida, dej�ndome en la boca el gusto amargo de un nuevo fracaso. Tendr� que seguir buscando una mujer. Hoy, sin falta, voy a llamar a la agencia matrimonial que hay enfrente de la plaza de toros, incluso si me han dicho que las candidatas son para echarse a llorar. Qu� le vamos a hacer, soy un sentimental.


 

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EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 30 de julio de 2002

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Manuel Talens 2002