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ART�CULOS DE OPINI�N / DIARIO EL PA�S

                                                                                                                                        

El �rbol y el bosque
MANUEL TALENS


Mi columna anterior, La lecci�n francesa, trat� de establecer un paralelismo entre lo ocurrido en las recientes elecciones presidenciales del pa�s vecino y lo que podr�a ocurrir en las tambi�n presidenciales que tendr�n lugar dentro de un a�o en la Comunidad Valenciana. Y es que el mundo es hoy tan peque�o, tan homog�neo si nos atenemos a la Europa meridional, que no resulta dif�cil extrapolar situaciones, pues en el fondo se trata del mismo escenario.

Termin� la columna temiendo lo peor: que Joan Ignasi Pla, el aspirante socialista al sill�n principal de la Generalitat, perdiera la apuesta electoral al ofrecer un programa tan ins�pido como el de Jospin. Desde entonces, los acontecimientos se han ido sucediendo con la monoton�a de lo d�j� vu, pues parece ser la norma que los pol�ticos se nieguen a aprender lecci�n alguna: en Francia, por encima de la palabrer�a de uni�n de la izquierda para �vencer al monstruo� en las legislativas y de simplezas por el estilo, el mensaje del PSF destinado al enorme grupo de ex clientes que acaban de darles el revolc�n contiene la ret�rica de siempre: �como somos mejores que la derecha, vosotros seguid vot�ndonos y ocupando la calle, que nosotros gobernaremos�.

Aqu�, hace pocos d�as, nuestro compa�ero Jos� Ram�n Giner nos informaba del �estilo� que impera entre las elites socialistas de Alicante, a las que calificaba de �oficinistas aplicados�, ajenos a lo que pide su clientela. No hay peores ciegos que quienes se niegan a ver.

Ante un cisma tan indiscutible entre la realidad y la ficci�n, nada me extra�ar�a que tanto en Francia como aqu� los socialistas perdieran de nuevo, pues no es normal que la izquierda extraparlamentaria exija cambios mientras que la izquierda que ejerce la pol�tica con posibilidades reales se dedique a hacer encuestas, a fantasear y a vivir de la ubre del Estado.

En este nuevo milenio los tiempos del lenguaje progresista se agotaron, hace falta demostrar algo m�s que buena labia mitinera para que nazca la ilusi�n, pero estos aprendices del Felipe Gonz�lez de los comienzos no parecen haberlo comprendido, pues siguen dirigi�ndose a su clientela en clave de utop�a, sin darse cuenta de que el p�blico que ahora los vota ya no cree en el cambio que prometen ni proviene, como en la transici�n desde el franquismo a la democracia, de toda la sociedad, sino que se limita a un sector de la burgues�a: son los funcionarios p�blicos, el mundo del arte y el conjunto del profesorado, nadie m�s, es decir, gente que vive con cierta holgura y que tuvo a su alcance los medios econ�micos para adquirir las herramientas de la educaci�n.

El Partido Popular, mucho m�s habilidoso y oportunista, les ha birlado el voto de las clases sociales deprimidas (las �nicas que entran en competici�n laboral con los menesterosos del Tercer Mundo que nos llegan por oleadas) y de la masa cada vez mayor de jubilados (a los que la inseguridad ciudadana vuelve conservadores), de tal manera que el proverbio �ser m�s raro que un pobre de derechas� hoy forma parte de la cotidianeidad.

En �sas estamos. Queda un a�o para las elecciones, pero hay pocas esperanzas, porque el �rbol del poder que la izquierda profesional tiene ante la nariz le impide ver el bosque de la sociedad que supuestamente deber�a mejorar.

 


 

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EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 21 de mayo de 2002

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