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alg�n d�a
MANUEL TALENS
Hace ahora unos veinte a�os le� en la prensa una historia sorprendente: en la provincia
canadiense de Manitoba un ciudadano le hab�a ganado una ins�lita batalla al gobierno. La
resumo en varias l�neas: Manitoba es constitucionalmente biling�e desde hace siglo y
medio, lo cual no hab�a impedido que los pol�ticos locales ignorasen dicho principio,
puesto que los votantes de lengua francesa s�lo son all� unos pocos miles en un mar
ingl�s. Un d�a, el se�or Forget (no estoy muy seguro de su apellido, el tiempo difumina
las cosas) se encontr� en el parabrisas de su coche una multa por estacionamiento
indebido. Ascend�a a varios d�lares, una bagatela.
La ignor�, y tambi�n los recargos que fue sucesivamente recibiendo, hasta que el caso
pas� a los tribunales. All�, Forget aleg� que �nicamente la abonar�a si la redactaban
en franc�s, su lengua materna. Por supuesto, se rieron en su cara. Perdi� y fue
condenado en primera instancia, as� como en las instancias posteriores, pero �l iba a lo
suyo: fue apelando juicio tras juicio (ayudado financieramente por un receptivo gobierno
federal), hasta llegar al tribunal supremo. Y all�, con la constituci�n en la mano, los
jueces le dieron la raz�n. Aquel bombazo tuvo implicaciones mucho m�s amplias que una
simple multa: el gobierno manitobense se vio forzado a traducir al franc�s todos los
textos legales de siglo y medio de inconstitucionalidad, lo cual supuso millones de
p�ginas, as� como empleo seguro para una legi�n de traductores. Pero, sobre todo, lo
mejor fue que por una vez Goliat mordi� el polvo, cosa que hasta entonces era s�lo un
episodio de la ficci�n b�blica.
Cuento esta historia porque me la ha recordado otro David que ha decidido enfrentarse con
un poderoso Goliat. Abelardo Mart�nez, un quiosquero de Valencia, acaba de llevar a los
tribunales a Jos� Mar�a Aznar, el presidente del ejecutivo, acus�ndolo de un presunto
delito de prevaricaci�n y fraude electoral, ya que ha incumplido la promesa que hizo
durante la campa�a del 12-M, seg�n la cual, si ganaba los comicios, eliminar�a el
impuesto de actividades econ�micas (IAE) a las peque�as y medianas empresas.
Hasta aqu� llega la noticia, veamos ahora las implicaciones: los �ltimos actos p�blicos
del ejecutivo espa�ol, en especial el indulto del juez prevaricador G�mez de Lia�o
(anulado ahora por antijur�dico), le auguran un mal porvenir a la acci�n legal
interpuesta por Abelardo Mart�nez, pues habr� de ser Jes�s Cardenal, el fiscal general
del Estado, quien, ex oficio, acepte o no llevar la acusaci�n contra Aznar ante el
Supremo. Nadie ignora de qu� pie ideol�gico cojea Cardenal: su posici�n a lo largo del
"caso Pinochet" fue muy expl�cita.
Lo cual no quiere decir que la maniobra de Abelardo Mart�nez haya sido en vano: tiene el
m�rito de ser medi�tica, de confortar los corazones, de servir como prueba filos�fica
de que aqu�, en principio, nadie es impune ante la ley, as� como de tema de
conversaci�n en bares, restaurantes y tabernas, lo cual no es moco de pavo.
De manera, lector, que si crees en Dios, en la loter�a, en los discursos de Zaplana o en
la vida extraterrestre, no pierdas la esperanza: quiz� alg�n d�a asistas al sublime
espect�culo de ver a Goliat sentado en el banquillo.
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