G�nesis
MANUEL TALENS
1. En el principio era el caos. Bueno, tampoco hay que exagerar, se trataba de un caos muy
distinto de aquel en que Dios cre� los cielos y la tierra, porque ahora la tierra ya
exist�a desde siempre y estaba peor que nunca, revuelta como es habitual, con bombas
cayendo a diario sobre los malos, pero eso s�, dentro de un orden muy preciso, el nuevo
orden mundial.
2. Era a�n de noche y las tinieblas entoldaban esta zona del Mediterr�neo, donde no
llueve ni por casualidad y, cuando lo hace, inunda los campos con la gota fr�a y destroza
las cosechas. Mi despacho estaba en penumbra y el ordenata dorm�a apagado encima de la
mesa, de manera que hice la luz: puls� un bot�n, se oy� el sonido de arranque y, en el
centro mismo de la pantalla apareci� el habitual dibujito del Macintosh, con ojos, boca y
nariz: un ordenador dentro de otro ordenador, eso que los franceses bautizaron como
mise
en ab�me.
3. Y vi que la luz era buena, de calidad, de 220 voltios como consta en el contrato de la
compa��a el�ctrica Iberdrola. Ni por asomo se me ocurri� llamar d�a a aquella luz,
como hizo Dios, porque un d�a es otra cosa. La luz inform�tica simplemente sigui�
ronroneando y, al poco, ilumin� toda la pantalla. Dirig� entonces el rat�n al icono del
Word y pinch�. Entonces apareci� el documento, vac�o. Era una invitaci�n a seguir
creando.
4. Y dije yo: como todo necesita un nombre, d�mosle uno al documento. Y lo titul�
'Columna para EL PA�S-Comunidad Valenciana', con lo cual ya ten�a casi media creaci�n
completa. Pero, ay, pens� con miedo ante la p�gina en blanco, �de qu� escribir,
Virgencita de los Desamparados, si aqu� no pasa nada que merezca salir en el peri�dico,
a menos que el d�ficit escondido, y los trapicheos, y los sobornos, y el nombramiento
nunca explicado de Jaime Morey, y la ruina del parque tem�tico de Benidorm, y la deriva
de los sociatas, y algunas otras cosas que se me olvidan tengan alg�n inter�s para el
lector? Y vi que todo aquello no era bueno, ol�a mal. Y dieron las seis de la ma�ana.
5. Y dije yo: escribir� un cuento, ser� m�s agradable. Pero un cuento sin criaturas es
muy aburrido, as� que hagamos al personaje, para que se�oree en los peces de la mar, y
en las aves de los cielos, y en los solares edificables, y en los megaproyectos
inmobiliarios, y para que reciba buenos porcentajes y pueda comprarse un coche deportivo
de 16 v�lvulas y ser feliz.
6. Y cre� un hombre virtual, y lo llam� Eduardo. Y me dije: no es bueno que Eduardo
est� solo, porque todo cuento que se precie necesita el contrapeso de una presencia
femenina, as� que, sin pens�rmelo dos veces, con los dedos en el teclado, le birl� a
Eduardo la billetera que, en un segundo, como por arte de magia, ya estaba repleta de
comisiones millonarias junto a una de sus costillas, y con un billete negro cre� una
mujer azul, vestida de rojo, a la que llam� Rita. Y les dije luego a ambos: creced y
multiplicaos, poblad el centro democr�tico y a vivir, que son tres d�as.
7. Y vi toda mi creaci�n y me puse muy contento, pues la columna de hoy estaba casi
acabada. Cont� las palabras con el Word para ver si encajar�an bien en el espacio
estricto que ocupo aqu�, junto al chiste de El Roto. �S�! Mir� el reloj: acababan de
dar las siete de la ma�ana. Satisfecho, como un dios, descans�.
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