El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N EN  El País

Mu�ecas rusas
MANUEL TALENS



En una canci�n de relleno que acompa�aba a su c�lebre Le M�t�que, Georges Moustaki expres� la consustancialidad que lo un�a a su amada mediante esta bell�sima imagen: Je ne sais pas o� tu commences, tu ne sais pas o� je finis (yo no s� d�nde empiezas, t� no sabes d�nde acabo). Escuch�ndola durante aquellos a�os en que todo parec�a posible, mi generaci�n comprend�a sin esfuerzo la vitalidad del amor. Pero hoy, m�s realistas y menos ingenuos, miramos hacia atr�s con la sonrisa en los labios, pues la vida nos ha ense�ado que lo consustancial, eso que comparte sustancia, naturaleza y esencia con otro, suele pertenecer en la pr�ctica a intercambios m�s terrenales.

La semana pasada supimos que Rita Barber�, al rehabilitar en el barrio de Arniches los antiguos dep�sitos de agua de la llamada “sala hip�stila”, decidi� convertir la superficie en una plaza ajardinada. Si consideramos que, exceptuando el muy circunscrito antiguo cauce del Turia, Valencia y la periferia carecen de una verdadera red de zonas verdes, el gesto de la alcaldesa tiene la apariencia de un golpe maestro de buena gesti�n y as� fue aireado por su servicio de propaganda. Sin embargo, la argucia se diluye al a�adir que el ayuntamiento complet� los jardines comprando una parcela anexa de mil metros cuadrados, por la que pag� la suma de sesenta y cinco millones de pesetas, un precio equivalente al del suelo edificable m�s caro de la provincia, y eso a pesar de que tal parcela estaba calificada en el plan general de ordenaci�n urbana como servicio p�blico de car�cter local.

Al contribuyente de a pie, con problemas para llegar a fin de mes, el futuro perfume de las futuras rosas de ese jard�n le ha costado un ojo de la cara, en una operaci�n municipal que, hablando en plata, equivale a que a uno le guinden la cartera mientras pasea distra�do por el Mercado Central. Porque, �ag�rrate, lector!, resulta que el antiguo propietario del solar y hoy feliz poseedor de tus millones, es nada menos que Jos� Antonio Perell� Morales, ex presidente a dedo de la Diputaci�n Provincial de Valencia en la noche franquista.

Lo cual me devuelve a la letra de la canci�n con que empec� la columna, aunque modificada para la circunstancia: “Yo no s� d�nde empiezas, Rita, t� no sabes d�nde acabo, Jos� Antonio”. He aqu� la verdadera, la eterna consustancialidad del poder, ya que a pesar de la fachada democr�tica, en la pr�ctica el pa�s sigue mangoneado por las camarillas de siempre. Primero se sublevaron contra la Rep�blica, luego disfrutaron de la dictadura y hoy siguen haciendo negocios desde la plataforma del centro reformista.

Un detalle les sirve de correa de transmisi�n generacional: la certeza de que lo importante no es el amor, como cre�a el pobre Moustaki (y otros muchos con �l), sino la billetera bien repleta. Son como las mu�ecas rusas que, al abrirlas, se van miniaturizando una tras otra sin dejar de asemejarse. En el interior de todo mandam�s (dem�crata) del Partido Popular hay un banquero, que a su vez oculta a un patr�n profesional y �ste a un arzobispo, en cuya panza conspira un general; de sus entra�as -ya bastante lejano y peque�ito, pero consustancial-, surge un pistolero falangista, y as� sucesivamente hasta los Reyes Cat�licos… por lo menos.

 

EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 10 de octubre de 2000.

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