Chaqueteos
MANUEL TALENS
Los franceses la llaman jaquette, los ingleses jacket y los espa�oles chaqueta. Todos
sabemos lo que es, una prenda exterior, con mangas y sin faldones, que se ajusta al cuerpo
y llega a las caderas. Procede de los �rabes -xacc-, que la introdujeron en
Europa y, mientras evolucionaba, supo adaptarse a diferentes climas y culturas sin perder
un �pice de su valor: reyes y presidentes la llevan puesta. Sin embargo, es en funciones
muy alejadas de la moda indumentaria donde la palabra chaqueta ha adquirido las medallas
al (des)m�rito pol�tico.
Los mexicanos, durante su guerra de independencia, llamaban "chaquetas" a los
partidarios de los gachupines, met�fora muy f�cil de entender entre nosotros, que
utilizamos derivados -chaquetear, chaqueteo, chaquetero- para definir al
oportunista que anda a la sopa boba y cambia sin verg�enza de lealtad con tal de seguir
chupando.
Viene esto a cuento del reciente esc�ndalo organizado por Ram�n
Antol�, que era edil
administrador general de los servicios municipales de Chiva bajo las siglas del Partido
Popular hasta que el mes pasado, seg�n parece, resolvi� sustituir el software de su
chaqueta y hacerse rojeras por un qu�tame all� esos billetes verdes. La metamorfosis
tuvo consecuencias, ya que el alcalde pepero, Joaqu�n Salvo, se qued� en minor�a y hubo
de ceder el puesto al sociata Jos� Luis Yebra.
Cuentan los cronistas que en Chiva, tras el pleno municipal, se arm� un buen l�o y que
luego la ejecutiva federal del PSOE suspendi� de militancia a los cinco concejales
socialistas compinchados con Antol� en la moci�n de censura, como medida previa a su
expulsi�n por haber incumplido un requisito �tico aprobado por las fuerzas pol�ticas
democr�ticas del pa�s.
Quiz� lo m�s asombroso de este caso particular (aunque s�lo para quienes a�n siguen
convencidos de que el PSOE es una parroquia progresista) sea que la transustanciaci�n
chaquetera se haya hecho a contracorriente, pues lo l�gico hasta ahora ven�a siendo que
tuviese lugar desde las filas de los antiguos revolucionarios hasta el terreno de la
pulcra doctrina centrista, y si no que se lo pregunten a los Piqu�, Blasco, Birul�s y
compa��a, que en alg�n momento de sus trayectorias sintieron, al igual que san Pablo,
el gusanillo de la conversi�n, pero como sus viejas ideas marxianas les imped�an creer
en el alma, decidieron que al menos hab�a que salvar el cuerpo, y en eso no hay quien le
gane al PP, a cuya sombra no se halla la vida eterna, pero s� la pasta gansa.
A pesar de que la anunciada excomuni�n a divinis es un buen signo, no ser� yo quien
salude el amanecer de una nueva moralidad en los de Zapatero. Creo m�s bien que estos
hijos perdularios de Pablo Iglesias, con buen criterio medi�tico, buscan adaptar el show
business que les da de comer al gui�n pactado de antemano con sus coleguis del
PP, porque
incluso entre charlatanes es conveniente la ley y el orden.
Por otra parte, descartadas de plano las razones ideol�gicas de este u otro chaqueteo,
as� como la posibilidad de que los partidos en liza pretendan mejorar el mundo, el
tr�nsfuga Antol� me parece un esp�cimen digno de psiquiatra. �Qu� pol�tico
neoliberal, en su sano juicio, se aliar�a con la morralla que hoy cumple condena en el
Purgatorio?
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EL
PA�S-Comunidad Valenciana, martes 12 de septiembre de
2000. |
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