El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N EN  El País

El honor
MANUEL TALENS



Este pa�s nuestro fue siempre tierra de curas hip�critas, maridos infieles adictos a ponerle un piso a la querida y santas esposas que respond�an con frigidez en la cama. La dilatada noche franquista, con su viscoso catolicismo y su obsesi�n por el honor, contribuy� a perpetuar e incluso a difundir unas costumbres m�s propias de la casa de Bernarda Alba que de una sociedad dispuesta a ponerse al d�a.
Algo ha cambiado. La transici�n sirvi�, entre otras cosas, para que las mujeres se quitaran definitivamente el delantal, buscaran un curro y muchas de ellas supieran por primera vez en sus vidas lo que es la gloria divina. A partir de entonces, nada fue lo mismo. D�gase lo que se diga, buena parte de los hombres creemos que est� bien as� y que lo anterior, aquella tradici�n de esconder la suciedad bajo la alfombra, o�r misa en familia los domingos, besar el crucifijo y luego irse con los amigos al burdel, era puro artificio.
Quedan, sin embargo, vestigios del ayer, y no s�lo en Espa�a. La semana pasada este peri�dico mostr� una foto en la que se ve a Juan Pablo II rodeado del equipo ciclista Amore e Vita, doctrinariamente en contra del aborto y a sueldo del Vaticano. En ella, como detalle casposo, uno de los corredores, vestido con el uniforme de faena, est� de rodillas. Parece un ni�o bueno de colegio del Opus dispuesto a recibir la hostia consagrada. Lo malo es que �nicamente los ingenuos se creen una puesta en escena tan angelical. En la �poca del doping y de la comercializaci�n a ultranza del deporte, fotograf�as de este jaez parecen tan falsas como las respuestas "espont�neas" de Ana Botella en su reciente entrevista de Telecinco: ambas apestan a maniobra medi�tica destinada a dar una imagen positiva cara al exterior. �Ah, las apariencias!
�Y qu� decir, para centrarnos en nuestro reducido mundo valenciano, de la cana al aire nocturna de Antonio Ruiz Mero�o, el alcalde de Dolores, digna de la biograf�a de Queipo de Llano o de un cabecilla de Falange? Dicen que el individuo anda ahora buscando testigos falsos con vistas a probar que no se fue de putas, como si eso tuviera importancia una vez que, seg�n el Papa, el infierno ya dej� de existir.
Este hombre es una reliquia m�s vieja que el sepulcro del Cid, porque se equivoca de pecado. En vez de sentirse orgulloso de darle gusto al cuerpo recibiendo con toda probabilidad clases pr�cticas de griego y franc�s y hasta de deep throat, pretende negarlo. Porque de eso se trata: alega que pag� en otro local m�s virtuoso con nuestra pasta, pero no se le ocurre pedir perd�n por el despilfarro, pues el hecho de gastar miles de duros a costa del Estado es algo que considera normal. �Qu� busca en realidad? Que su honor quede limpio de puter�os, no vaya a ser que el tambi�n honorable (por el cargo) presidente Zaplana lo fulmine.
Y es que para ciertas personas, partidos e instituciones, el honor sigue siendo la chaqueta que se ponen �nicamente al salir de casa. Unas veces les viene corta y da risa, como cuando Rodr�guez Galindo, en el juicio de Lasa y Zabala, ofreci� como prueba de su inocencia nada menos que el juramento por su honor de guardia civil. Otras, casi siempre, reporta ping�es beneficios. Digo yo que el honor deber�a de cotizar en la Bolsa.

 

EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 4 de abril de 2000.

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