A
principios de este mes de abril, a lo largo de una entrevista
radiof�nica que me hicieron en TeleSUR para acompa�ar a las im�genes
de manifestaciones y disturbios callejeros en Francia contra la
malhadada ley del CPE (Contrato de Primer Empleo), salud� el coraje
del pueblo franc�s, el �nico en Europa todav�a capaz de resistir
algunos de los ataques m�s insolentes del neoliberalismo. El a�o
pasado ya lo demostr� al darle el golpe de gracia, mediante
refer�ndum, a un proyecto de constituci�n europea que aspiraba a
implantar la econom�a capitalista como sujeto soberano bajo la fachada
de la democracia occidental, y ello a pesar de que tanto la derecha
gobernante en el El�seo como el aparato pol�tico oficial del poderoso
Partido Socialista Franc�s (PSF) -la �izquierda� burguesa- hab�an
avalado aquel texto infumable salido de la pluma del dinosaurio
pol�tico Val�ry Giscard d�Estaing [1]. Vale la pena recordar que pocas
semanas antes del �no� franc�s el pueblo espa�ol se hab�a tragado sin
rechistar esa misma p�ldora, en este caso administrada por los
�izquierdistas� burgueses del Partido Socialista Obrero Espa�ol (PSOE)
[2], y que otros nueve pa�ses de la UE (Alemania, Austria, B�lgica,
Eslovaquia, Eslovenia, Grecia, Hungr�a, Italia y Lituania) tambi�n
acababan de aceptar -ya fuese en refer�ndum o por decisi�n
parlamentaria- el proyecto constitucional europeo.
Asimismo, el pa�s galo fue noticia planetaria durante los meses de
noviembre y diciembre de 2005, cuando los j�venes sin porvenir de los
guetos que rodean cada urbe francesa descubrieron -quiz� sin
pretenderlo- una nueva forma de lucha de clases al quemar, noche tras
noche durante muchas semanas, el s�mbolo �metaf�rico� del capitalismo
corporativo occidental: el autom�vil [3,4]. La ley del CPE, impuesta
luego por el actual primer ministro Dominique de Villepin en la
Asamblea Nacional Francesa sin ning�n tipo de negociaci�n previa, fue
justamente el remedio con el que el gobierno pretend�a curar la causa
de aquellos disturbios, un remedio que, como suele decirse, era peor
que la enfermedad, pues impon�a con el peso del parlamento una
precariedad laboral que, sin dicho aval, es s�lo un exceso �tolerado�
mediante el cual la patronal capitalista se arroga el derecho de
someter a millones de j�venes y menos j�venes a un estado de continua
proletarizaci�n e incertidumbre al privarlos de un trabajo con futuro
[5].
Francia, que conserva en los genes de la memoria las im�genes de aquel
mayo indescriptible de 1968, ha vuelto a dar un ejemplo al mundo en
2006 gan�ndole este pulso al hasta ahora carism�tico De Villepin y
quebrando en pocas semanas su imparable trayectoria ascendente, que
hubiese podido llevarlo al sill�n presidencial en las pr�ximas
elecciones de 2007 [6].
El lado oscuro de la Rep�blica Francesa
En un
reciente mensaje de correo electr�nico a su lista de env�os, el
escritor belga Michel Collon se asombra de las opiniones
distorsionadas que tiene el p�blico neoyorquino sobre Francia, pues en
un documental emitido por la cadena televisiva francoalemana Arte los
entrevistados dec�an generalidades tales como �Francia es un pa�s
socialista�, �los franceses se pasan todo el tiempo de vacaciones�
o �los j�venes manifestantes contra el CPE esperan que el gobierno les
encuentre un trabajo en vez de buscarlo ellos� [7]. �Qu� imagen
fantasiosa dan los medios de comunicaci�n estadounidenses de los
franceses?, se pregunta Collon. A lo cual cabr�a responder que los
medios globales, no s�lo estadounidenses sino de todas partes, est�n
hoy en manos de multinacionales y se han convertido en los nuevos
misioneros del capitalismo corporativo [8,9], por lo que transmiten la
imagen que les conviene para su propio beneficio, nunca la imagen de
la realidad.
La
mejor manera de que nada cambie en Francia consiste en presentarla
ante la opini�n p�blica mundial como un pa�s capaz de vencer a la
globalizaci�n neoliberal con manifestaciones callejeras, algo que es
rigurosamente falso pero que sirve para dar buena conciencia al
movimiento antiglobal, mientras que los pol�ticos profesionales y sus
socios corporativos siguen destruyendo la funci�n del estado del
bienestar.
El grito, por Juan Kalvellido
�Es
l�gico, entonces, admirar a la Rep�blica Francesa en su calidad de
aparato institucional? Yo pienso que no, pues una cosa es sentir
orgullo como seres humanos ante el coraje social de personajes de la
izquierda extraparlamentaria gala como el sindicalista Jos� Bov� o
ante la visi�n de esos millones de franceses solidarios que no dudan
en echarse a la calle a protestar y otra muy distinta creer que, en la
pr�ctica, su gesto tenga m�s valor -aunque sea mucho, ojal� el resto
de occidentales fu�semos como ellos- que el de unos pa�os calientes
sobre la piel dolorida de un enfermo canceroso, capaces de aliviar el
sufrimiento, pero nada m�s, pues la �nica esperanza real de una cura
ser�a la extirpaci�n quir�rgica de su mal. Francia, como casi todos
los pa�ses, est� enferma de capitalismo y no ser� la derrota de la ley
del CPE lo que desequilibrar� all� la balanza entre ricos y pobres. En
otras palabras, las leyes y los pol�ticos pasan, pero el sistema
permanece. Es posible que Dominique de Villepin llore y grite hoy
amargamente su descalabro a la manera munchiana que ha plasmado
Kalvellido, pero ma�ana su silla estar� ocupada por otro colega tan
nefasto como �l, y aqu� paz y all� gloria.
La
Rep�blica Francesa, ya se sabe, surgi� de una revoluci�n cuyo objetivo
principal era destruir el feudalismo para reemplazarlo por el orden de
la burgues�a y eso, por desgracia, se nota. Sigue siendo la rep�blica
que restableci� la esclavitud inicialmente abolida en su colonia de
Hait�, de tal manera que el peque�o pa�s caribe�o hubo de conquistar
con sangre su independencia; la misma que se opuso a la Comuna,
castig� a Dreyfus, colabor� con el nazismo, pele� una guerra sucia en
Argelia, se deshonr� en Indochina [10], aplast� el Mayo franc�s,
atent� contra Greenpeace, hizo explotar bombas at�micas en el
Pac�fico, sigue manteniendo un ej�rcito colonial en �frica y en fechas
recientes ha acompa�ado a USA en el imp�dico golpe de estado contra el
presidente constitucional haitiano Jean-Bertrand Aristide. Desde
cualquier punto de vista que toque de cerca el ideal de solidaridad
entre los seres humanos, la Rep�blica Francesa es una aut�ntica ruina.
De
Robespierre a Chirac han evolucionado las formas, pero no el fondo.
Los revolucionarios burgueses no buscaban mejorar el mundo, sino s�lo
las prerrogativas de la clase social a la que pertenec�an. Chirac
tampoco y a�n menos Mitterrand, representante perfecto de la
socialdemocracia, corrupci�n del ideal socialista que acepta el
capitalismo y con ello desnaturaliza la izquierda y la convierte en un
simple eslogan para ganar elecciones in�tiles. Es verdad que, puestos
a estar mal, siempre ser� mejor tener al frente del estado a un
Mitterrand que a un Chirac, pero eso es todo. El l�mite que separa la
injusticia social de la redistribuci�n democr�tica de la riqueza nunca
estuvo en peligro en Francia, ni con el uno ni con el otro.
La nostalgia de
Charles Trenet
Como siempre, quiz� hayan sido los artistas quienes
mejor han plasmado la realidad del entorno donde les toc� nacer o
vivir. Bernal D�az del Castillo, Victor Hugo, S. M. Eisenstein o Pablo
Picasso nos dejaron monumentos imperecederos que permiten analizar
dial�cticamente las condiciones socioecon�micas de su �poca. Pero no
voy a ocuparme en este ensayo de obras consideradas �mayores� por los
popes de la cultura, sino de dos sencillas canciones, en apariencia
insignificantes -�qui�n ser�a el insensato que etiquet� la canci�n
popular como un suced�neo del arte?-, pero que definen a la perfecci�n
la ideolog�a de la Rep�blica Francesa como aparato de poder: la
primera -Douce France- desde el punto de vista laudatorio de la
burgues�a y la segunda -Ma France- desde el de la izquierda
revolucionaria.
Todo
texto, ya sea f�lmico, pict�rico o literario, �es� lo que dice, con
independencia de quien lo film�, lo pint� o lo escribi�. Y, salvo por
pura an�cdota acompa�ante, es una falacia incluir datos relativos a la
biograf�a del autor entre los elementos de su an�lisis. Es cierto, el
gran chansonnier franc�s Charles Trenet (1913-2001) [11], a
quien se le debe La Mer y Douce France -dos de las
canciones m�s famosas de todos los tiempos en el pa�s galo- naci� en
el seno de una familia acomodada: su padre era notario, lo cual
permiti� que el peque�o Charles accediese a la cultura en una �poca
particularmente penosa para las clases humildes de Francia y, sin
duda, este detalle nada insignificante contribuy� al sesgo ideol�gico
de Douce France, que tal como puede comprobar el lector aqu�
abajo, hace hincapi� con nostalgia en sus recuerdos personales, pero
sin trascenderlos en absoluto. No en vano se ha dicho que la
nostalgia, con la buena conciencia acr�tica que proporciona, es un
sentimiento de derechas. Todo en Douce France -escrita en 1943,
durante el gobierno de Vichy- es de color de rosa: el camino hacia la
escuela, los paisajes, las casas, el horizonte. �Y qu� decir de esa
terrible palabra, �inconsciencia�, que inconscientemente se
escapa en medio de los versos como un lapsus freudiano? Olvid�monos
por un instante de Charles Trenet para centrarnos en la �voz
narrativa� que cuenta la historia, ese �artefacto de comunicaci�n� que
es quien en realidad le habla al lector/oyente y que no representa
sino a la voz de la burgues�a francesa: sus palabras felices se sit�an
en esa tierra de nadie de la autocomplacencia narcisista y destapan el
ego�smo cong�nito burgu�s, su incapacidad de compasi�n o de rabia ante
las desigualdades sociales que supuran por la p�stula capitalista. La
Francia que se despliega junto a los compases de Douce France
es el pa�s de las maravillas, el jard�n del Ed�n, la idea alucinatoria
que de s� mismo tiene el aparato estatal de la Rep�blica Francesa, con
sus alardes de grandeur, su egolatr�a y su ret�rica hueca de
derechos humanos, democracia, libertad, igualdad y fraternidad.
Douce
France
[12] |
Dulce
Francia
|
Il
revient � ma m�moire
Des souvenirs familiers
Je revois ma blouse noire
Lorsque j'�tais �colier
Sur le chemin de l'�cole
Je chantais � pleine voix
Des romances sans paroles
Vieilles chansons d'autrefois
Douce
France
Cher
pays de mon enfance
Berc�e de tendre insouciance
Je t'ai gard�e dans mon c�ur !
Mon village au clocher aux maisons sages
O� les enfants de mon �ge
Ont partag� mon bonheur
Oui je t'aime
Et je te donne ce po�me
Oui je t'aime
Dans la joie ou la douleur
Douce France
Cher pays de mon enfance
Berc�e de tendre insouciance
Je t'ai gard�e dans mon c�ur
J'ai
connu des paysages
Et des soleils merveilleux
Au cours de lointains voyages
Tout l�-bas sous d'autres cieux
Mais combien je leur pr�f�re
Mon ciel bleu mon horizon
Ma grande route et ma rivi�re
Ma prairie et ma maison. |
Me vienen a la
memoria
Recuerdos familiares
Veo de nuevo mi guardapolvo negro
De estudiante
Camino de la escuela
Cantando a voz en grito
Romanzas sin palabras
Viejas canciones de anta�o
Dulce Francia
Querido pa�s de
mi infancia
Mecida con tierna inconsciencia
Est�s en mi coraz�n
Mi pueblo, el campanario, las casas apacibles
Donde los ni�os de mi edad
Compartieron mi felicidad
S�, te amo
Y te ofrezco este poema
S�, te amo
En la alegr�a y en la pena
Dulce Francia
Querido pa�s de mi infancia
Mecida con tierna inconsciencia
Est�s en mi coraz�n
He conocido
paisajes
Y soles maravillosos
Durante largos viajes
Todo lo que hay bajo otros cielos
Pero sigo prefiriendo
Mi cielo azul, mi horizonte
Mi camino, mi r�o
Mi pradera y mi casa.
|
El ojo
inquisitivo de Jean Ferrat
Del otro lado del espectro ideol�gico se encuentra la
canci�n Ma France, con letra y m�sica del cantante Jean Ferrat
(1930- ) [13], escrita en 1969, tras el fracaso del Mayo franc�s.
Ferrat, una de las glorias vivas de la �poca dorada de la chanson
fran�aise junto a Charles Aznavour, ha tenido una proyecci�n
internacional mucho menor que �ste o que otros monstruos como Gilbert
B�caud, Charles Trenet o �dith Piaff, y ello probablemente a causa de
su inamovible compromiso con la izquierda marxiana. Ac�rrimo y
consecuente internacionalista, ha rendido homenajes musicales a
Antonio Machado o a Federico Garc�a Lorca y le ha puesto m�sica a
muchos poemas de Louis Aragon y otros poetas de la izquierda. A �l se
le deben canciones inolvidables como Cuba s�, Potemkine,
La Montagne, � Santiago (de Cuba) o esa maravilla
titulada Nuit et brouillard sobre las v�ctimas del nazismo. Pero
centr�monos en Ma France, que Ferrat canta con su hermoso
timbre acariciador. Al igual que en Douce France, la voz
narrativa no oculta en ning�n momento el amor por el pa�s al que est�n
dedicados estos versos (Je n'en finirai pas d'�crire ta chanson /
Ma France), pero no hay nostalgia en ella ni ocultaci�n del lado
oscuro de su historia. Antes al contrario, la amarga realidad surge de
improviso para interpelar a los pol�ticos profesionales que ensucian
el nombre de la rep�blica (Cet air de libert� au-del� des
fronti�res / Aux peuples �trangers qui donnaient le vertige / Et dont
vous usurpez aujourd'hui le prestige) y recordarle al
lector/oyente que una parte del pueblo franc�s s� tiene memoria
revolucionaria (Elle r�pond toujours du nom de Robespierre / Ma
France). Una vez establecidas tales premisas, la voz narrativa
toma partido y se sit�a sin ambig�edades en el bando de los
desheredados -tan alegremente omitidos, como si no existiesen, en
Douce France-, de los ni�os que trabajaban en las minas, de los
obreros en las f�bricas, de aquellos que, como Marx se�al�, s�lo
poseen la fuerza de sus brazos, y termina en apoteosis con una imagen
po�tica de la Francia insurrecta, la que surge de las minas y baja de
los montes, la Francia hermosa, la rebelde. El ojo inquisitivo de Jean
Ferrat no sufre de ceguera culpable como el de Trenet, sabe muy bien
cu�l es la realidad de la Rep�blica Francesa y estos versos, que ya
tienen treinta y siete a�os, no han envejecido: cualquiera podr�a
haberlos escrito hoy.
Ma
France
[14] |
Ma
France
|
De
plaines en for�ts de vallons en collines
Du printemps qui va na�tre � tes mortes saisons
De ce que j'ai v�cu � ce que j'imagine
Je n'en finirai pas d'�crire ta chanson
Ma France
Au
grand soleil d'�t� qui courbe la Provence
Des gen�ts de Bretagne aux bruy�res d'Ard�che
Quelque chose dans l'air a cette transparence
Et ce go�t du bonheur qui rend ma l�vre s�che
Ma France
Cet
air de libert� au-del� des fronti�res
Aux peuples �trangers qui donnaient le vertige
Et dont vous usurpez aujourd'hui le prestige
Elle r�pond toujours du nom de Robespierre
Ma France
Celle
du vieil Hugo tonnant de son exil
Des enfants de cinq ans travaillant dans les mines
Celle qui construisit de ses mains vos usines
Celle dont monsieur Thiers a dit qu'on la fusille
Ma France
Picasso tient le monde au bout de sa palette
Des l�vres d'�luard s'envolent des colombes
Ils n'en finissent pas tes artistes proph�tes
De dire qu'il est temps que le malheur succombe
Ma France
Leurs
voix se multiplient � n'en plus faire qu'une
Celle qui paie toujours vos crimes vos erreurs
En remplissant l'histoire et ses fosses communes
Que je chante � jamais celle des travailleurs
Ma France
Celle
qui ne poss�de en or que ses nuits blanches
Pour la lutte obstin� de ce temps quotidien
Du journal que l'on vend le matin d'un dimanche
A l'affiche qu'on colle au mur du lendemain
Ma France
Qu'elle monte des mines descende des collines
Celle qui chante en moi la belle la rebelle
Elle tient l'avenir, serr� dans ses mains fines
Celle de trente-six � soixante-huit chandelles
Ma France |
De llanuras a
bosques de valles a colinas
De la primavera que nace a tus estaciones muertas
De lo que he vivido y de lo que imagino
No acabar� nunca de escribir tu canci�n
Mi Francia
Bajo el sol
veraniego que inclina la Provenza
De las retamas de Breta�a a los brezos de la Ardecha
Hay algo en el aire que le presta transparencia
Y ese gusto a felicidad que me seca los labios
Mi Francia
Ese aire de
libertad que traspasa fronteras
Que enaltec�a a los pueblos extranjeros
Y del que hoy vosotros usurp�is el prestigio
Ella sigue respondiendo al nombre de Robespierre
Mi Francia
La del viejo
Hugo despotricando en el exilio
La de los ni�os de cinco a�os trabajando en las minas
La que construye vuestras f�bricas con sus manos
La que Thiers dijo, que la fusilen [15]
Mi Francia
Picasso
sostiene el mundo con su paleta
De los labios de �luard vuelan palomas
No terminan nunca tus artistas profetas
De repetir que ya es hora de aniquilar la desgracia
Mi Francia
Sus voces se
multiplican y forman una sola
La que siempre paga por vuestros cr�menes y errores
Y llena la historia y sus fosas comunes
La que yo canto siempre, la de los trabajadores
Mi Francia
Aquella cuyo
oro son sus noches de insomnio
En la lucha obstinada por el pan cotidiano
Del peri�dico que se vende la ma�ana del domingo
Al cartel que se pega en las paredes del ma�ana
Mi Francia
La que surge de
las minas y baja de los montes
La que canta en m�, la hermosa, la rebelde
Tiene el porvenir entre sus manos delicadas
La que va del treinta y seis al sesenta y ocho [16]
Mi Francia
|
La libertad
guiando al pueblo hace agua,
transfotograf�a an�nima de arte digital con movimiento a�adido
encontrada en la red, seg�n el cuadro original de Eug�ne Delacroix
(1798-1863)
La democracia
burguesa como problema
El
loable esp�ritu de lucha del pueblo franc�s, que es una de las
consecuencias m�s maravillosas de su Revoluci�n, hace que a los
pol�ticos burgueses que controlan el aparato estatal de la Rep�blica
les sea muy dif�cil enga�ar a las masas cuando las mentiras son de
grueso calibre y �sa es una de las caracter�sticas fundamentales que
diferencian a los franceses del resto de sus vecinos europeos, todos
ellos presa f�cil de los aprendices de brujo que controlan la res
publica continental. Sin embargo, en el mundo globalizado de poco vale
ganar batallas parciales como la de la constituci�n europea o la de la
ley del CPE, pues �stas no son sino meros accidentes en el camino del
neoliberalismo, que sigue bien atrincherado en el aparato estatal. Por
el momento al menos, esta guerra sin cuartel contra las libertades
populares la va ganando el enemigo, pues el aut�ntico problema -no lo
dude el lector- es el orden socioecon�mico que la democracia burguesa
defiende y representa en Occidente, desde Helsinki a Buenos Aires. Ese
orden, inalterado a d�a de hoy, funciona como una camisa de fuerza que
bloquea cualquier avance hacia el socialismo. Los partidos franceses y
europeos autodenominados de izquierda y con posibilidades de gobierno
�autodenominaci�n que los medios corporativos globales aceptan con
deleite, lo cual es una prueba m�s de que en realidad se trata de una
falsedad- son a lo sumo socialdem�cratas, �nicamente interesados en
disfrutar de las prerrogativas del poder.
Conforme se acerca la fecha de las elecciones presidenciales de 2007
en Francia, y tras la ca�da en desgracia de Dominique de Villepin, hoy
s�lo se perfilan dos candidatos capaces de liderar a los bandos en
contienda: Nicolas Sarcozy en el lado de la derecha cl�sica (pues el
fascista Front National hace mucho ruido, pero nunca ganar�) y
S�golaine Royal en el de la derecha moderada, es decir, la del Partido
Socialista Franc�s. Esta �ltima, compa�era en la vida privada de
Fran�ois Hollande, el secretario general del PSF, est� siendo objeto
en las �ltimas semanas de una aut�ntica campa�a de relaciones p�blicas
por parte de todos los medios de comunicaci�n, algo que sin duda la
llevar� a la investidura como candidata de la �izquierda�. Pero
incluso si consigue convertirse en la primera mujer que accede al
puesto de Presidente de la Rep�blica, el modelo de sociedad no
cambiar�, pues en Europa en general, y en Francia en particular, a�n
est�n por nacer los Castro, Ch�vez, Marcos o Morales que son el sol
resplandeciente de Am�rica Latina, el �nico lugar en el mundo, ya lo
he dicho en otras ocasiones, donde habita la esperanza.
NOTAS
[1]
Val�ry Giscard d�Estaing (1926- ), presidente de la Rep�blica Francesa
de 1974 a 1981.
[2] El
porcentaje de abstenci�n en Espa�a fue enorme, el 57,68%.
V�ase
www.elmundo.es/especiales/2005/02/espana/constitucioneuropea/resultados/globales/.
[3] V�ase Michel Collon, Banlieues
: 10 questions (www.michelcollon.info/articles.php?dateaccess=2005-11-14%2012:10:56&log=articles)
[4] V�ase Manuel Talens, Lucha de
clases en el patio trasero del pa�s de Robespierre (www.rebelion.org/noticia.php?id=22369)
[5] V�ase Osvaldo Coggiola,
Francia inaugura una nueva etapa pol�tica en Europa (www.rebelion.org/noticia.php?id=30303).
Traducci�n de S. Segu� y Ulises Ju�rez Polanco. Revisi�n de Caty R.
[6]
Dominique de Villepin es un diplom�tico de carrera con f�sico de actor
de cine que nunca se ha presentado a unas elecciones. En 2005 el
presidente Jacques Chirac lo eligi� a dedo para sustituir al nada
carism�tico Jean-Pierre Raffarin en el cargo de primer ministro y
contrarrestar as� entre la opini�n p�blica, de cara a las pr�ximas
elecciones presidenciales de 2007, los cada vez mejores porcentajes de
aceptaci�n que obtiene el ultraconservador Nicolas Sarkozy, a quien el
presidente detesta a pesar de pertenecer a su propio partido. En una
sociedad medi�tica como la actual, en la que la imagen suplanta a las
ideas, todo le ha ido bien al atractivo De Villepin hasta que cometi�
el error de tratar de imponer la ley del CPE, error que probablemente
le ha costado su futuro pol�tico.
[7] V�ase Michel Collon, La imagen
de los franceses (www.rebelion.org/noticia.php?id=30261).
Traducci�n de Beatriz Morales Bastos.
[8]
V�ase
Edward S. Herman y Robert W. McChesney,
Los medios globales, los nuevos misioneros del capitalismo corporativo,
Ediciones C�tedra, Madrid 1999 (traducci�n de Manuel Talens).
[9] V�ase Carlos Mart�nez,
Atacando el monopolio de la informaci�n desde los medios digitales
(www.rebelion.org/noticia.php?id=29547).
Traducci�n al ingl�s de Manuel Talens, con revisi�n de Mary Rizzo:
www.axisoflogic.com/artman/publish/article_21780.shtml.
[10] El lector queda invitado a
buscar y escuchar una maravillosa canci�n que Jean Ferrat escribi� en
1966, Pauvre Boris, dedicada al m�sico y escritor Boris Vian,
en la que se dice textualmente: Voil� quinze ans qu�en Indochine la
France se d�shonorait (www.paroles.net/chansons/19825.htm).
[11]
Para una somera biograf�a en franc�s de Charles Trenet, v�ase
www.chez.com/trenet/.
[12]
www.paroles.net/chansons/14099.htm.
[13]
Para una somera biograf�a en franc�s de Jean
Ferrat, v�ase
www.jean-ferrat.com/.
[14]
www.paroles.net/chansons/17677.htm.
[15] Louis-Adolphe
Thiers, primer presidente de la III Rep�blica Francesa. Se lo recuerda
por haber aplastado en un ba�o de sangre la insurrecci�n de la Comuna
de Par�s cuando era primer ministro.
[16] Celle
de trente-six � soixante-huit chandelles.
Este verso de rima aconsonantada (belle /
chandelles) hace alusi�n a dos fechas importantes en el devenir de
la izquierda francesa durante el siglo XX, 1936 y 1968. La primera fue
el a�o de la victoria parlamentaria del Front Populaire de L�on
Blum, mientras que la segunda ha pasado a los anales como el a�o de
los sucesos de Mayo. Es aqu� donde entra en juego la palabra
chandelles, proveniente de la expresi�n voir les trente-six
chandelles, muy utilizada en el boxeo, que significa literalmente
�ver las treinta y seis velas� y equivale a nuestro �ver la estrellas�
tras un golpe seco en la cabeza. La ingeniosa met�bola permutativa de
ambas cifras que introduce Ferrat en esa expresi�n consagrada por el
uso le permite representar as�, metaf�ricamente, el fracaso de la
insurrecci�n estudiantil sesentaiochesca a manos del aparato represivo
de la Rep�blica Francesa. V�anse
www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/3117.htm
y
www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/3671.htm.
El dibujante
espa�ol Juan Kalvellido es miembro del colectivo Tlaxcala, mantiene
una secci�n permanente en ingl�s en el sitio alternativo usamericano
Axis of Logic (www.axisoflogic.com/artman/publish/Juan.shtml) )
y su blog personal es
http://kalvellido.blogsome.com/.
Este ensayo est�
dedicado al artista franc�s Dieudonn� Mbala, candidato testimonial a
las elecciones presidenciales de 2007.