Entrevista
con Celia Hart
La Hart, de
profesi�n trotskera
Manuel Talens
�Cu�les son los derechos de los
escritores
y de los artistas revolucionarios o no revolucionarios?
Dentro de la Revoluci�n, todo.
Contra la Revoluci�n, ning�n derecho.
Fidel Castro
Estaba consumiendo mis �ltimas horas en La
Habana. Me sent�a trist�n, aburrido, por primera vez solo tras diez d�as
intensos de discursos, m�sica y reuniones inolvidables, pues los amigos
se hab�an ido yendo de regreso a sus pa�ses respectivos tras el IV
Congreso Internacional Cultura y Desarrollo. Con los codos sobre la
barra del bar que hay en el lobby del Hotel Palco, junto al Palacio de
las Convenciones, miraba sin ver el programa de Cubavisi�n que
transcurr�a en el televisor sin que nadie le hiciese demasiado caso. De
repente, escuch� a mi lado una voz femenina:
�Vengo de leerles una ponencia a los viejitos
del Moncada y les gust� mucho. Ponme una cerveza, que me la he ganado.
Era indudable que la mujer se dirig�a a la mesera, no a m�, pero su
timbre sonaba c�lido y atrayente como un bolero, as� que me volv� hacia
ella con curiosidad. Y all�, a menos de un metro de distancia, me
encontr� de improviso ante una suerte de Laureen Bacall caribe�a, con
hermosa cabellera ondulada y ojos de color miel que parec�an centellas.
No pude contenerme:
��Est�s participando en un congreso?
�S�, en el Taller Cient�fico Aniversario 50 del
Movimiento 26 de Julio. He presentado una ponencia desde las posiciones
de Trotsky. Es que yo soy trotskera.
Mis lecturas cotidianas en el sitio web de
Rebeli�n me ayudaron a mantener el di�logo:
��Trotskera como la Hart?
Me lanz� una mirada entre la sorpresa y el
halago.
�Pero� �yo soy Celia Hart!
Era mi turno de quedarme boquiabierto. El azar
de la vida crea situaciones as�. Me sent� obligado a presentarme, con
una calma que ten�a m�s de fingido que de real.
�Pues entonces somos compa�eros en Rebeli�n.
Soy Manuel Talens.
Mir� mi reloj. Quedaba exactamente una hora
para que el taxi me llevase al aeropuerto. Sesenta minutos dan para
mucho cuando hay cosas que contar. Los pasamos hablando sin parar. Celia
es tan apasionada en persona como en sus art�culos, inquisitiva,
rebelde, digna hija de aquella mujer admirable que luch� junto a Fidel
Castro en la guerra revolucionaria. Exhala vitalidad y sus ojos
recuerdan los de Picasso, pues parecen llamas que chamuscan todo lo que
miran. Hicimos planes de escritura, de eventuales colaboraciones,
incluso de una posible novela a partir de esa idea genial que ella tiene
en mente y que no voy a desvelar aqu�. Y cuando por fin nos dijimos
adi�s, hab�amos puesto la primera piedra de una entrevista ins�lita,
llena de intimidades y afirmaciones fascinantes, que continu� luego por
correo electr�nico y que ahora le llega al lector.
Pregunta: Pres�ntate, Celia.
Respuesta: Te dir� primero de donde sal�, pues
hasta hace dos a�os era tan s�lo dos apellidos ilustres, a los que en
ciertas ocasiones quer�a asesinar, porque el Hart y el Santamar�a se
com�an sin piedad a la pobrecita Celia que tambi�n y con esfuerzo
llevaba adentro.
Nac� con los primeros ruidos de la revoluci�n
cubana. Biol�gicamente, hija absoluta de ella. La pasi�n y rebeld�a
indomable de Hayd�e Santamar�a y el talento para la actuaci�n pol�tica
de Armando Hart, normalmente en pugna, s�lo pudieron unirse al calor
volc�nico de una revoluci�n aut�ntica y, sobre todo, impulsada por seres
como Fidel y el Che. Sin esta revoluci�n los caracteres dis�miles de mis
padres jam�s hubiesen permitido que se juntaran por intermedio del amor.
Sin embargo, te digo lo siguiente: para asombro m�o, mi padre confiesa
en Aldabonazo, uno de sus �ltimos libros, que en lo relativo a la
pol�tica ��l y mam� actuaban como una sola persona�. Conozco bien a los
dos. Tan s�lo una obra enamorada y encantadora como la revoluci�n puede
�disciplinar� (por utilizar cualquier verbo) a personitas como Yey� y
hacer fr�gil y adicto a los sentimientos a un intelectual con esmerada
educaci�n jur�dica como Armando.
A mi madre se la recuerda en lo fundamental por
haber participado en el Moncada con Fidel y eso me parece injusto. Pero,
paciencia, tambi�n al Che se le coloca un ep�teto de Quijote y de la
batalla de Santa Clara lo trasladan sin escalas a Bolivia y es entonces
un cartel de santo, no m�s. Todos se olvidan de los aportes del Che a la
pr�ctica marxista y de su labor revolucionaria y creativa en Cuba. Mas
eso es otro asunto. Con mi madre sucede lo mismo. Ella fue una
internacionalista natural y en Casa de las Am�ricas se reun�a toda la
contestaci�n del arte latinoamericano. El premio literario Casa fue en
su �poca uno de los m�s lujosos.
En su regazo aprend� yo el camino velado de la
felicidad. Que era mucho m�s que tener muchas mu�ecas. Mi educaci�n fue
tan her�tica que creo saber por qu� destil� a esta peque�a loca que
llevo adentro. Los valores morales me los inculcaron como un reflejo
condicionado, no por razonamiento. Te pongo un ejemplo: me regalaron a
los cinco a�os una mu�eca que hablaba estir�ndole un hilito por detr�s.
Era un sue�o llamado Pablita. Un buen d�a, busco a Pablita y no la
encuentro. Las muchachas que trabajaban en casa y que me cuidaban cuando
trabajaba mi mama estaban llorosas y yo no entend�a nada. Le pregunto a
mam� y ella me dice, como si estuviera explic�ndome de d�nde le viene la
luz al sol, �una ni�a muda pas� por ac� y consider� que t� le hubieses
querido dar la mu�eca�. No me lo pod�a creer, comenc� a gritar, pues lo
consider� una injusticia y mis escasos a�os no me alcanzaban para
expresar coherentemente mi angustia. Ella me mir� con aquella expresi�n
que m�s tarde aprend� a apreciar y, sin levantar la voz ni alarmarse por
mi desesperaci�n, me dijo, ��Ves? T� puedes gritar, protestar. Ella, no.
Pablita est� en las mejores manos. T� le hablas a tus mu�ecas y ella no
puede hacerlo. Es menester entonces que la mu�eca le hable.�
Estos razonamientos, que me repiti� m�s tarde,
los acepto como justos ahora, al cabo de veinte a�os de su muerte. A
veces me parece que mi madre me dio una educaci�n a largo plazo, para
que me durase toda la vida o algo as�. Como esta an�cdota te pudiera
contar miles, pero no tiene caso.
De aquella formaci�n lo que logr� sacar fue un
desprecio casi enfermizo hacia los objetos materiales. Llego a los
mismos extremos. No me interesan viejos recuerdos ni fotograf�as ni
nada. Es como si la direcci�n de mi vida no tuviese flecha hacia atr�s.
Pero no me disperso m�s.
As� creci� aquella ni�ita, que se enamor� de
Jos� Mart� al punto de la enfermedad, y la revoluci�n constituy� el gran
misterio en el que present� que se iba a desarrollar mi vida.
Por su parte, mi padre me ense�aba textos de
marxismo y yo discut�a de pol�tica s�lo con �l. A mi madre le encantaba
escucharnos, pero generalmente conmigo no participaba. Es m�s, la
historia del Moncada y dem�s la le� en los libros, a ella no le gustaba
hablarme de su pasado.
Fui siempre buena estudiante y, al llegar a
elegir carrera, por algo bien extra�o, decid� estudiar F�sica. La
filosof�a siempre ha sido una de mis pasiones, pero la f�sica estudia
los fen�menos m�s generales de la naturaleza y me cautivaba entenderlos.
Todos protestaron, excepto mi madre, que me dijo, precisamente un mes
antes de su suicidio, �hazlo, hija, es quiz� de las pocas cosas que no
lograr�s hacer t� sola�. La gente se sorprendi�. Todos hab�an cre�do que
yo me dedicar�a a la pol�tica o a la literatura.
Aquella fue una de las decisiones m�s acertadas
de mi vida. Estudi� F�sica con la misma pasi�n que le�a a Mart�, es m�s,
me escogieron para terminar mis estudios en Alemania y all�, bien lejos
de mis apellidos, empec� a reconocerme como Celia y empec� a apasionarme
por el Universo, el cual, por cierto, es m�s f�cil de entender de lo que
imaginamos, basta con traducir el lenguaje matem�tico al del amor y
todos los seres humanos entender�an y quedar�an at�nitos de asombro
frente a la verdad revolucionaria y emprendedora de la creaci�n,
dise�ada tan s�lo por hermosas leyes, bien lejos de alg�n pretendido
creador.
Un mes despu�s de aquella decisi�n, en 1980,
durante un verano aterrador, que se conoce como �lo del Mariel�, cientos
de miles de compatriotas abandonaron Cuba.
El cuarto de mi madre, donde yo dorm�a entonces
despu�s de su ruptura con mi padre dos a�os antes, ten�a un cristal
enorme que daba al mar. A trav�s de �l mir�bamos ambas las peque�as
embarcaciones que abandonaban la revoluci�n cubana. Mi madre casi no
pronunciaba palabra. Sus enormes ojos verdes se inyectaban de rojo, pero
sin derramar una l�grima. Yo present�a su tristeza, que le llegaba hasta
el cabello. No hubo comentarios, ni an�lisis.
Se puso a coser un vestido m�o, por ah� debe
andar, se qued� inconcluso.
Una tarde de aquel mes de julio me andaba
ba�ando y la vi entrar. Me mir� como nunca, andaba muy encorvada y muy
delgada tambi�n. Aquella mirada es de las pocas cosas que hoy podr�a
pintar si yo fuese pintora: era verde olivo, como su traje de campa�a, y
de una intensidad que causaba terror. Por un espacio de segundos
prolongados no la apart� de m�, logr� arrebatarme el habla. Pens� que
algo le pasaba. Unos instantes despu�s, lleg� mi hermano Abel y me dijo,
�mama se peg� un tiro�. Por alguna raz�n no me extra�� demasiado. Me
sent� en la cama tratando de entender, porqu� no fui a su lado mojada y
todo. Hoy creo que hice lo correcto. Ella quer�a irse y es una decisi�n
a respetar, como cualquier otra. Un rato despu�s, fui al cuarto del
cristal enorme. La sangre llegaba al suelo y hab�a un sin fin de
papeles, a los que nunca tuve acceso, regados por doquier. A ella se la
hab�an llevado a�n viva al hospital, yo sab�a que era el fin. As� fue.
Luego, mi casa se llen� de cientos de personas que me aturdieron con sus
cuidados y me dec�an �mi vida�, sin que yo ni mi hermano Abel logr�semos
un segundo estar solos ni poder sacar cuenta de la verdadera tragedia de
haber quedado como planetas sin �rbita al colapsar el sol.
Nos mudaron inmediatamente y nunca m�s he
vuelto a ver la casa de mi infancia, los cocoteros de mi madre y, sobre
todo, aquel cristal enorme donde los primeros balseros hundieron en el
mar lo que le quedaba de vida a aquella mujer in�dita que sigue siendo
el ser humano m�s hermoso que yo haya podido conocer.
En Alemania comenz�, como te dec�a, una nueva
etapa. Me incorpor� a cuanta organizaci�n pol�tica internacional
existiera. En la embajada inicialmente no lo permit�an, pero formamos un
rollo gigantesco hasta que nos dieron permiso. A la juventud alemana no
le interesaba la pol�tica y se pasaban el maldito d�a a�orando los
chocolates de Alemania Occidental.
Los funcionarios alemanes que nos enviaron a la
RDA nos dijeron que as� ser�a Cuba treinta a�os despu�s. �Pero a
aquellos no les corr�a sangre por las venas! Del f�tbol saltaban a la
m�sica de Bach, cortocircuitando cualquier alusi�n a la pol�tica o al
pasado.
Conoc� el racismo. Yo tengo la piel
espantosamente blanca y con el fr�o todav�a m�s. En los restoranes
baratos adonde iba me se�alaban que no deb�a andar con mis compa�eros
m�s oscuros. Lo dec�an viejitos que parec�an personas de bien. La
burocracia era la due�a de la universidad, de los dormitorios, de todo.
Hablar de pol�tica era de mal gusto, �pues hab�amos ido a estudiar
f�sica�. Poco a poco, fui desentendi�ndome de aquello. El tumulto de los
acontecimientos de mi partida fue tan convulso que no pod�a precisar si
en Cuba era lo mismo, pero al decirme que Cuba ser�a eso cuando pasaran
varias d�cadas, me espant�. No pod�a aceptar que aquel socialismo de la
Alemania Oriental fuera una alternativa humana para construir la
felicidad.
A la saz�n, los libros de marxismo que
estudi�bamos eran manuales retorcidos y empalagosos. Nada de aquello
ten�a que ver con las lecturas con mi padre, con las cosas que siendo
ni�a me le�a. Recuerdo que si yo trataba de utilizar la Cr�tica al
Programa de Gotha de Marx me dec�an tranquilamente que yo ser�a f�sico,
que no exagerara. Algo as� como la Biblia que s�lo deber�a estar en
lat�n. En cierta forma era correcto. El rigor de mi carrera absorb�a
todas mis neuronas. Aun as�, me declar� p�blicamente en contra de
aquellos estados socialistas. No representaban para m� ninguna
alternativa digna de ser vivida y, con incre�ble tranquilidad, me hice
fan�tica a los pensadores de la Ilustraci�n y una devota de la
Revoluci�n Francesa y la Comuna.
Llegu� a preguntarme si Lenin hab�a calculado
bien el Octubre del 17. Por alguna raz�n, la imagen de los barcos
partiendo desde el cristal de mi madre unas horas antes de su muerte se
mezclaba llenos de l�grimas con estas reflexiones.
La f�sica me ayud� a sacar cuentas y a una
desenfadada l�gica aristot�lica. No reconoc�a al Che en la sociedad
alemana oriental, no ve�a la pasi�n de mi madre en ellas. Aquel a�o
viaj� a Cuba y, a pesar de mi admiraci�n por Fidel y del pasado de mi
familia, en una crisis absoluta de fe le comuniqu� a mi padre que mis
dudas estaban en el equilibrio entre justicia social y libertad
individual, que sin libertad no quer�a justicia y viceversa, que tomar
el poder era el medio para dejarlo, tal como hizo el Che, pero que lo
que ve�a en la RDA y, en alguna medida, en Cuba, era un estado cada vez
m�s poderoso. Que no entend�a las cosas que de la noche a la ma�ana
Gorbachov se tra�a entre manos. Que aquello era una confusi�n total y
que se me hab�a extraviado el concepto de revoluci�n, que cu�ndo
empezaba y cu�ndo terminaba.
Llov�a. Yo acababa de ver una pel�cula
ucraniana que se llamaba Arrepentimiento, que versaba sobre Stalin.
Andaba esperando a mi padre ba�ada en l�grimas y vodka. En mi mente se
suced�an una tras otra las l�neas de Mart� que me sab�a al dedillo, el
Che y Hayd�e. Present�a un gran enga�o y mi padre, al verme as� de
revuelta y desesperada, sac� de un viejo armario tres libros y, todav�a
con dudas, me los puso delante. Aquellos libros y mi padre salvaron en
aquella tarde lluviosa mi alma destrozada para ponerla al servicio de la
revoluci�n.
P: Pues no me dejes con la miel en los
labios, dime inmediatamente qu� libros eran aquellos.
R: Eran los libros de Isaac Deutscher. El
profeta desarmado, Stalin y La revoluci�n inconclusa. Son libros bien
comerciales, pero los devor� como si estuviera leyendo el desenlace de
un misterio: el socialismo ten�a otra cara, otra forma de hacerse.
Hab�amos sido sometidos a un enga�o sistem�tico. Esos libros fueron para
m� como los llamados libritos rosa. Lloraba de felicidad y pasi�n. Y, al
igual que sucede en los folletines, los malos eran los aburridos: Stalin
hab�a pactado con Hitler, era un asesino, no fue para nada el vencedor
de la guerra. Todo se acomod� y me pregunt� entonces por qu� no hab�a
le�do que el Che o Fidel o en mi Partido se mencionaran aquellos
episodios. �Ah! Todav�a siento el olor a papel guardado de aquella
edici�n mexicana de Era de 1968. Sus hojas rugosas y las frases
apasionadas del viejo Leon. Todo era verdad. Y volv� a sentirme
leninista, pues sin Leon Trotsky no hay Lenin que valga la pena
mencionar. Volvi� a m� el buen Lenin con su mano alzada, aquella fotos
despintadas donde nos quitaron a Trotsky.
Vaticin� que la RDA se derrumbar�a como un
castillo de naipes. Lo dije muchas veces, lo repet�a hasta la saciedad
�Pero no! Creo que padec� algo de la maldici�n de Casandra: �Para nada
Celia�, me dec�an, �el poder�o econ�mico de la RDA impedir� que caiga�.
��No!�, gritaba yo, �el socialismo es de cierta forma una sociedad que
asume la voluntad y la conciencia como premisa. Si 2+2 son 4, si
aquellos individuos piensan tan s�lo en f�tbol y chocolates
occidentales, si no se vuelven c�mplices enamorados de la sociedad que
construyen, no creo que pueda durar�. Recuerdo que hablaba mucho de eso
con un buen amigo, muy cercano a mi t�o Aldo Santamar�a, un ser que hoy
me hace mucha falta. Luego de la ca�da del muro, a aquel amigo le
gustaba decir que yo era adivina. No lo era, por supuesto, tan s�lo
aplicaba las leyes de la F�sica: si la presi�n central de una depresi�n
tropical disminuye y las aguas del mar son muy c�lidas, espere usted un
hurac�n, Aun as�, y aunque a muchos les molesta lo que digo, Trotsky me
devolvi� la pertinencia del socialismo, asoci�ndolo a la libertad, a la
cultura y a la pol�mica.
P: �Y c�mo se siente una mujer
trotskera en una sociedad socialista como la cubana, donde la figura de
Leon Trotsky no forma parte de los iconos oficiales? Pero resp�ndeme no
s�lo como trotskera, sino tambi�n como mujer, pues no se me escapa que
el machismo, a pesar de los esfuerzos que se hayan hecho durante los
�ltimos cuarenta y cinco a�os, a�n no ha desaparecido de la isla y un
discurso como el tuyo no s�lo corre el riesgo de ser minoritario por
mucho que defienda la Revoluci�n, sino tambi�n de sufrir el habitual
ninguneo del sexo femenino en las decisiones importantes.
R: Por supuesto. Y no s�lo ahora, y no s�lo por
ser mujer. Desde jovencita yo fui, �c�mo decirte?, demasiado femenina.
Me fascina mi g�nero, pues me fascinan los hombres, su ingenuidad, su
manera de enamorarse de cualquier falda bien puesta y, a veces (si no te
ofendes), su dulce simpleza. Fui siempre una muchacha que gustaba de los
famosos detalles �machistas� como las flores o la m�sica bien cursi y
rom�ntica. De hecho, cuando quise estudiar F�sica, nadie me tom� en
serio. Todos asum�an que estudiar�a letras o arte o algo similar porque
me gustaba escribir y por mi car�cter infantil. Mi repuesta fue
definitiva: �Me he enamorado del profesor de F�sica del bachillerato y
lo que nos cuenta de la naturaleza son poemas de amor�. M�s loca parec�,
sobre todo porque en aquel mismo mes se suicid� mi madre. La causa
�ltima, adem�s del amor por mi profesor que, dicho sea de paso, nunca se
enter�, ni le interesar�a aquella ni�ita tan fea de ojos virados, fue
entender c�mo, y por qu� raz�n, se mueve el mundo. Nadie pens� que yo
vencer�a una carrera m�s bien �masculina�. No s�lo la venc�, sino que
todos se quedaron sin aliento cuando decid� irme con 9 chicos m�s para
Alemania a continuar los estudios. Todav�a nadie me tomaba en serio. Fui
la primera muchacha no alemana que se gradu� en aquella universidad en
la disciplina de F�sica en 300 a�os. Pero segu�an sin tomarme en serio.
Segu�a siendo la ni�ita de pap�, medio loca por la muerte de la madre.
Creo que me acostumbr� a eso. Y, ahora que un buen d�a decid� dedicarme
a escribir y a impulsar las ideas del socialismo, que para m� son las
que pueden cautivar, porque a m� me cautivan igual que las clases de
F�sica de aquel perdido profesor, siguen sin tomarme en serio. Y es
porque se supone que el feminismo est� hecho para mujeres que asumen los
roles de los hombres, y yo te confieso que es tanto lo que amo a los
hombres �tanto que me da pena su situaci�n de inferioridad por no poder
acercarse a la naturaleza como nosotras en el instante de parir�, que
creo que soy medio machista. Para defender las ideas de Trotsky no
renuncio, ni un instante, a mi feminidad. Pero soy precisamente el tipo
de mujer que no es �feminista�. He aprendido a sentir piedad por los
hombres, porque son como ni�os peque�os, y les permito que sigan... sin
tomarme en serio. Mi discurso es m�s que minoritario, pero no importa, a
muchos jovencitos y estudiantes les resulta atractivo y curioso. Me
preguntan y eso me basta. En Cuba ahora no saben bien en qu� estoy.
Muchos amigos �incluido mi padre� me piden que abandone a Trotsky, que
hay otras figuras mejores que rese�ar.
Es curioso, es como si se tratase de un caj�n
de l�pices de colores y el azul fuese mejor que el verde, etc. He
viajado como el salm�n, a contracorriente, renuncio a ser sardina, y
como me dice otro buen amigo, morir enlatada. Por lo tanto, no renuncio
ni a la F�sica ni a las ideas comunistas, que creo verdaderas, ni mucho
menos a los hombres. Morir�, como dices, sin que nadie me tome en
serio... salvo la felicidad, que s� lo hace. Ella y yo somos las mejores
aliadas.
P: Pues una vez hecha esta declaraci�n
de principios, dime en qu�, seg�n t�, podr�a el trotskismo mejorar los
logros de la Revoluci�n cubana o en qu� podr�a ayudar a la incipiente
Revoluci�n bolivariana de Venezuela. Porque de lo que se trata es de que
las revoluciones sean lo m�s perfectas posibles, no de aplicarles
apellidos, por muy honorables que sean. Y no te olvides de perorar un
poco sobre por qu�, en tu opini�n, los trotskeros sois una suerte de
rara avis entre la progres�a global, tan minoritarios en Cuba como en
cualquier democracia burguesa de las que soportamos en Occidente.
R: El trotskismo estuvo presente en la
revoluci�n. Algo de eso he dicho en dos de mis art�culos. Pero lo hizo
de manera clandestina, silenciosa, as� como la luz difusa del atardecer,
como ese brillo que es tan s�lo un instante, que penetra sin permiso en
nuestras pupilas. Es un hecho demostrable: mi caso particular, por
ejemplo, es el de una persona que no lo conoc�a hace unos a�os. Si yo
era devota de Mart� y el Che y seguidora de Fidel, �porqu� soy trotskera?
Tan s�lo porque aspiro a ser revolucionaria. Quien me ense�� a ser
revolucionaria fue mi madre, que no conoc�a de Trotsky ni la fotograf�a.
Pero no hizo falta, nadie le ense�a a una rosa a ser hermosa, ni a las
olas del mar a ser permanentes. Esa es la causa. Hay una historia de
trasfondo en esta luminosa revoluci�n, que la convierte en esperanza. El
estalinismo s�lo hizo que tuvi�semos m�s petr�leo, pero mucho menos
coraz�n. Ahora estamos libres de eso. �Aleluya!, mas no estamos libres
de peligro. En Cuba Lenin no ha muerto a�n. Ahora que la verdad del
socialismo est� clara; que Trotsky tuvo tanta raz�n como Einstein en
1919 cuando nadie cre�a en la teor�a de la relatividad y hubo que
esperar un eclipse para medir el perihelio de Mercurio, la URSS y todo
el campo �socialista� tuvo que venirse abajo para darle la raz�n al
Viejo, quien por dem�s se equivoc� en otras muchas cosas, pero en �sa
no. El canal misterioso Mart�-Mella-26 de Julio-Che est� protegido por
un socialismo no estalinista.
Ahora el asunto est� en que no tenemos derecho
a seguir apelando a que tan s�lo los h�roes sigan salvando nuestra
historia. La revoluci�n cubana puede asumir la herencia trotskista sin
que la tilden de oportunista. Y debemos hacerlo ya, conscientemente. Se
lo debemos a nuestros j�venes como muchas otras herencias m�s. Y, f�jate
bien, defiendo a Trotsky porque es el gran olvidado, no porque crea que
es el �nico que sirve, sino porque debido a razones que no alcanzo a
entender no se lo menciona como a Gramsci o a Mari�tegui o incluso a
pensadores anteriores. Debe haber alg�n fen�meno freudiano, pues no
existe una sola raz�n l�gica para que no se haga. Quiz� sea porque su
asesinato, a diferencia de tantos otros, lo cometi� un �estado
socialista�, aunque no estemos seguros de ello. Por ah� andan las
versiones del asesinato de Julio Antonio Mella. Vidali, o Contreras, o
como se llame, si no lo asesin�, bien pudo hacerlo. �Y el tal Codovilla?
El estalinismo tambi�n tuvo su culpa en la muerte de mi Che. Eso,
Manuel, habr� que investigarlo, pues si el capitalismo ha tenido un buen
aliado, �se es el estalinismo. Adem�s, aterra pensar en los cientos de
millones de seres humanos que lograron enga�ar. Por eso lo odio tanto.
Enga�� a m�s gentes que Hitler, y no en nombre del nazifascismo, sino en
el de la bandera roja del proletariado.
Para mi pa�s, para mi revoluci�n, retomar,
estudiar la obra de Le�n Trotsky ser�a una buena cosa. Insisto en que la
pasi�n es la v�a perfecta para ser revolucionarios, no hay otra manera
m�s eficaz, ni siquiera las horas-nalgas leyendo libros. Si se lee
mientras se lucha, como hac�a el Che, se lee mucho mejor. Tambi�n he
dicho que ser revolucionario es la manera m�s econ�mica de ser feliz y
ser siempre joven. Pero a nuestros j�venes no se los conquista
�nicamente con salud, educaci�n, seguridad, eso es s�lo una parte.
�Tenemos que enamorarlos con la revoluci�n y convencerlos de que el
mundo depende de ellos! Por eso me siento feliz de que ellos visiten a
la jovencita revoluci�n venezolana.
Hay un d�o cubano muy joven y popular, que
canta precioso. Se llama Buena Fe y una de sus canciones, muy escuchada
por los j�venes, Todos nacimos �ngeles, tiene un par de versos que te
repito porque es precisamente lo que los j�venes deben sentir: �Si el
cielo te da limones, rep�rteme las semillas, pues a vender limonada... y
a llorar... a la Capilla�. Debemos darles semillas y Trotsky tiene eso,
el esp�ritu contestario, de oposici�n, desde la propia revoluci�n. La
teor�a de la revoluci�n permanente es fundacional y sus teor�as sobre el
desarrollo desigual y combinado, un primor. Mas no fue eso lo que me
hizo enamorarme de ese hombre (como ves, me enamoro f�cil). Te repito un
grito del Viejo que me cautiv� m�s que otra cosa y que me abri� de nuevo
el coraz�n: en su pol�mica con la llamada �vieja guardia� bolchevique,
ya burocratizada, Trotsky lanz� este grito de guerra que me gustar�a que
llegara a todos los j�venes:
��Fuera la obediencia pasiva, la nivelaci�n
mec�nica por parte de las autoridades, la supresi�n de la personalidad,
el servilismo y el arbitrarismo! Un bolchevique no es tan s�lo un hombre
disciplinado: Es un hombre que en cada momento y en cada situaci�n se
forja una firme opini�n propia y la defiende con valor e inteligencia,
no s�lo contra sus enemigos, sino dentro de su propio Partido. Hoy tal
vez se hallar� en la minor�a... se someter�... pero esto no siempre
significa que est� equivocado. Es posible que haya visto o comprendido
una nueva tarea o la necesidad de un viraje antes que los dem�s.
Plantear� insistentemente la cuesti�n una segunda, una tercera, y una
d�cima vez, si fuere necesario. Al hacerlo le har� a su partido un
servicio que lo ayudar� a enfrentarse perfectamente armado a la nueva
tarea o le permitir� efectuar un viraje sin trastornos org�nicos y sin
convulsiones faccionales.�
Y es �sa y solamente �sa la manera que concibo
una sociedad mejor. Soy una adicta a la verdad. No es virtud, es un
verdadero defecto. Mi padre incluso me dice que nunca servir�a para
�hacer pol�tica� y creo que tiene raz�n. Mart� tiene una frase muy
parecida al p�rrafo que acabo de citar del Viejo; dijo en La Edad de
Oro: �Quiero que los ni�os digan lo que piensan y lo digan bien, que
sean hombres elocuentes y sinceros�.
Con este mismo sentido te digo que a nuestros
j�venes les encanta la revoluci�n. He dicho m�s de una vez que todos los
j�venes son revolucionarios de por s�. Les tenemos que decir que no
basta con la disciplina ni la discreci�n. Que deben volcar hacia la
revoluci�n todo ese poder hormonal. Los j�venes que no se hacen
revolucionarios as�; se convierten en oportunistas para escalar
posiciones o, en el peor de los casos... se largan de la revoluci�n,
como hicieron aquellos balseros que mi madre contemplaba a trav�s de su
ventanal.
Trotsky nos anda por dentro, es hermano gemelo
del Che, no hay sitio en el mundo donde el viejo Le�n pueda tener mejor
asilo. Y, como �l, Rosa y todos los dem�s. Pero es que de Trotsky no
quiere hablarse ac�, en Cuba, donde tiene mucho que hacer. La revoluci�n
cubana es una de las m�s veteranas de la historia, y tenemos madurez
para asumir muchas cosas. Ac� se habla de pensadores anteriores, hasta
se trae a colaci�n al Obispo Espada. �Por qu� no Trotsky? Nunca, Manuel,
nunca me han querido responder y te juro que he preguntado en todas
partes.
Con la joven revoluci�n bolivariana el asunto
es todav�a m�s trascendental. Esa revoluci�n ha sido �nuestro beb� de la
vejez�. Cuando el neoliberalismo en pleno nos acus� de impotencia
sexual... nos naci� una revoluci�n-beb� frondosa, popular y arraigada en
su pueblo. Ch�vez no es un l�der al estilo de Fidel o Lenin o Mao o
tantos otros grandes hombres. Es un buen tipo que decidi� seguir a
Bol�var desde jovencito y se tom� en serio los Evangelios. Eso, no m�s.
Canta, bromea, disfruta de manera in�dita dirigir una revoluci�n.
Nuestra responsabilidad de que �sa nos vaya bien desde el principio es
crucial para el movimiento revolucionario. No sabe lo que es el sistema
estalinista de Mosc� y no tiene que re�rle gracias a nadie. Por primera
vez en la historia siento que una revoluci�n se empieza a dar sin
esfuerzos, como un parto no asistido por m�dicos. La personalidad de
Ch�vez es subyugante, porque en primer lugar cualquiera lo reconoce como
un hombre de carne y hueso, se lo imagina aboton�ndose sus camisas; se
equivoca, pide disculpas, se mofa de quien quiere y, por primera vez, un
hijo de pueblo es el presidente m�s querido de cualquier lugar. Mira,
soy fan de Ch�vez y he escrito mil cosas de sus peripecias en todos
lados. Pero algo me sucedi� cuando fui a Venezuela al II Encuentro de
Solidaridad por el 14 de abril �Venezuela es Ch�vez! Toda es igual.
Bueno, no te hablo de Altamira, etc., pero el pueblo de Venezuela habla
de la revoluci�n como si hablara del plato de frijoles que se comer� en
la cena. Ch�vez es tan s�lo el portador. Es una revoluci�n que crece
junto a su l�der. �l ha llegado a hablar de socialismo por default.
Tiene la aspiraci�n de cumplir con los mandatos bolivarianos en este
siglo y en ser cristiano. Esta vez sin la revoluci�n socialista no podr�
hacerlo y lo va intuyendo. Adem�s, tiene lo que nosotros nunca tuvimos,
recursos econ�micos, y puede hacer para empezar los �milagros� de sus
misiones, devolver la vista a los ciegos y hacer caminar a los
paral�ticos. Eso, por un lado. Por el otro est� su latinoamericanismo
como gran Patria. Se siente colombiano, ecuatoriano, boliviano y creo
que por primera vez en la historia tendr� que formarse un verdadero
partido que lo apoye, porque ni el de V Rep�blica ni los partidos de
izquierda tradicionales de ese pa�s pueden seguir el impulso de un
pueblo que est� llamado a hacerse (si es que no se raja, como decimos
los cubanos), a ser la vanguardia mundial de la revoluci�n. El pueblo
venezolano no le pregunt� a ning�n cl�sico qu� hacer para rescatar a su
presidente en abril de 2002, ni cuando el paro petrolero. Hablan de
control obrero de la producci�n, de cogesti�n, de socialismo como si
todo fuera m�s natural que esa suciedad de las calles de Caracas (que,
dicho sea de paso, es espantosa) El partido que necesita Ch�vez y su
magnifico equipo es por primera vez un partido revolucionario
continental.
Todo esto, amigo m�o, no puede ser m�s cercano
a Trotsky. Y es importante que en el camino del socialismo no vuelvan a
perderse en la burocracia... porque �la hay! Ese virus se contrae al
hacer la revoluci�n, debemos estar vacun�ndonos constantemente.
Esa bebita-revoluci�n nos ha abierto a todos
las esperanzas y habr� que ayudarla a crecer, pero dejando que gatee,
que se rompa de vez en cuando la cabeza, que le salgan los primeros
dientes.
No creo que haya premio mayor, para quienes
so�amos con la revoluci�n, que Venezuela. Claro, no es mandato divino
que se mantenga, pero tenemos ah� un nuevo comienzo. Lo que te dije,
empujar para que llegue Octubre y salga de su eterno Febrero que va
siendo un poco largo, y adem�s abrirle las puertas de Am�rica a Bol�var.
No podr� haber otra Gran Colombia si esta vez no es socialista. El viejo
Le�n est� all� de nuevo, junto a todos los dem�s en un inmenso tribunal
de buenos muertos, que se apresuran a salir de los viejos libros.
Son rara avis los trotskistas... los trotskeros
somos cada vez m�s. Seg�n mi criterio (muy escaso y desinformado) lo que
he podido conocer de las pocas organizaciones trotskistas con las que he
podido compartir, es lo siguiente: 1) Que deber�an tener un
reconocimiento por parte de toda la izquierda, porque fueron los que
sostuvieron el paraguas contra el estalinismo por muchos a�os, sufriendo
las consecuencias; 2) Que la rivalidad (a mi juicio, escasa) entre
mandelistas, posadistas, morenistas, espartaquistas, mis camaradas del
Militante y todos esos diferentes grupos tiene varias caras. Primero,
que todos, de buena fe, quisieron mantener la pureza del Viejo y,
segundo, que creen ser los �nicos que la mantienen. Las diferencias
ideol�gicas (���las que me exponen a m�!!!) son nada. Incluso a veces
algunos me dicen: ��Mira, ese grupo habl� mal de la Revoluci�n cubana, o
del Che, o se equivoc� en este acontecimiento hist�rico o en aquel
otro�. Vuelvo a apelar a los m�todos de la F�sica. Amo visceralmente mi
revoluci�n y admiro a Fidel, con todo y lo que en ocasiones no coincido
con �l. Pero no son insalvables las diferencias. Porque todos ellos
aspiran, de forma m�s te�rica o m�s militante, a derribar el sistema
capitalista y no pueden argumentar muchas diferencias, aunque se afanen.
Claro, no conozco muchas organizaciones, pero es un factor com�n. Y
Cuba, querido compa�ero, ya no le es indiferente a nadie, porque es
junto a Venezuela el �nico pa�s que �guapea� contra el enemigo; 3)
Debido al ostracismo a que estuvieron sometidos son muy cerrados entre
ellos y ven enemigos por doquier. Yo he discutido con varios grupos y
hemos llegado a puertos comunes. No me ofende que me critiquen al Che
(que es uno de mis recurrentes fantasmas), porque es como criticar las
manchas del sol. �Es tan f�cil defender su consecuencia revolucionaria,
incluso sus posiciones troskas (sin �l saberlo)!, que despu�s de largas
discusiones terminamos llenos de sonrisas y proyectos comunes; 4) Por
�ltimo, lo que s� es conclusivo es que no conozco un solo militante
trotskista que no sea un revolucionario cabal, con intenciones serias y
con una gran integridad personal. Eso me ha llamado la atenci�n. Pueden
estar equivocados o no, pues mi incultura en eso es todav�a grande, pero
todos son personas de gran val�a que optan por un proyecto redentor
incluso en contra de sus propias necesidades personales. Eso me
entusiasma y, mientras m�s los conozco, m�s los admiro. S� que hay
quienes nos llaman bonapartistas o no s� cu�ntas cosas m�s, pero si
hablas con ellos, polemizas, llegas a concluir que son mejores que
muchos compa�eros que he tenido en mi propio partido en Cuba. No entran
a organizarse por otra cosa que por motivaciones pol�ticas y por eso que
yo llamo �vivir m�s all� de nuestras camisas�.
Por todo eso soy trotskera y no trotskista.
Primero, por respeto a ellos, que mientras yo andaba por ah� pensando en
cualquier tonter�a, ellos se enfrentaban a cosas serias contra los dos
enemigos fundam�nteles, el imperialismo y el estalinismo y, adem�s,
porque no alcanzo ni el 10% de su cultura pol�tica. Y segundo porque
todav�a temo militar en esas organizaciones, por no tener su integridad,
mas he colaborado con todas y me comprometo con todas hasta los
tu�tanos.
P: Siguiendo con lo del machismo y
antes de que se me olvide, en uno de los siete DVD sobre la revoluci�n
cubana que el pasado a�o edit� el ICAIC �el titulado Una isla en la
corriente�, una de las antiguas ni�as de la operaci�n Peter Pan, que
ahora vive en Estados Unidos, tilda a Fidel de �macho, contramacho y
padre de todos�. �Qu� responder�as t� a un ataque verbal tan directo?
Aprovecha la ocasi�n y h�blame francamente de Fidel, ya que por tu
filiaci�n has tenido acceso a �l m�s que cualquiera de tu entorno. Pero
no me hables del mito, que �se me lo s� de memoria, sino de c�mo lo
percibes desde tu condici�n de mujer-a-la-que-no-hacen-ni-caso en su
propio pa�s.
R: S�, aquel fue un ataque muy
directo en la pel�cula y, de seguro, mal intencionado, pero no est� mal.
Fidel es un macho. Y espero que eso no sea una ofensa. Recuerda que en
este mundo todo parece dar vueltas alrededor de las definiciones. Yo,
por ejemplo, me siento hembra. Han sido tantos los embotellamientos de
nuestra especie, que nos asustamos frente a esas palabras. Macho,
hembra. Incluso a los gays, entre los que cuento con verdaderos amigos,
les platico que no se asusten frente a las palabras macho o hembra.
Lezama Lima es para m� un macho de alma... Y, cr�eme, yo soy hembra de
las que saben olfatear. Lo que nos separa de los animales es eso: saber
olfatear. Existen los que no son nada... La corrupci�n de esta
civilizaci�n, la anorgasmia espiritual en que vivimos y de la cual todos
somos culpables, nos convierte en NADA, ni machos ni hembras, ni gays,
ni rinocerontes ni abejas.
S�, Fidel es un macho. No s�lo por dentro... lo
es tambi�n por fuera. Despu�s de ser hembra adulta lo he visto de cerca
pocas veces, pero ya te he dicho que s� olfatear:
Es de un verde intenso. Yo creo que el verde se
le ha pegado a la piel. Y el verde me revuelve el alma proyect�ndose
inevitablemente en todos mis sentidos. Su gorra, Manuel, su gorra es
penetrante, la visera se le adentra cuando dice algo que �l cree
fundamental �Claro que es un macho! Quienes somos hembras, de culo o de
coraz�n, los hombres y mujeres de ley... si son sinceros, deber�n
reconocer en Fidel un �cabeza de la manada�. Es el semental de buenos
potros y potrancas.
No soy sexista. Existen los jefes de la manada,
ya sean machos o hembras (la abeja reina es jefe de manada del panal).
Las manos de Fidel me subyugan. Las mueve como si fuera un bailar�n de
flamenco. Guayasam�n las pint� muy bien, danzan, oscilan, contienen
ideas y no hay forma, humana al menos, de resistir ante ese movimiento.
No creas que estoy de acuerdo con todo o que �l
dice, pero� es como un enamorado. Esa imagen m�vil y verde enamora y no
me cabe duda de que es un macho (tal como concibo ese t�rmino). Pero no
es eso lo que me preguntas. S�, muchas veces lo vi de ni�a. Mi madre me
dijo que fue �l quien se dio cuenta de que yo era bizca, al decir que
ten�a el mismo rollo en los ojos que mi t�o Abel.
Ya de adulta volv� a verlo por accidente.
And�bamos en un Premio Casa, y a m� esa bendita instituci�n (sin yo
merecer nada) me invita siempre a la entrega de los premios. A la saz�n
trabajaba yo en el Laboratorio de Superconductividad de la Universidad
de la Habana. Y ahora perm�teme que d� un rodeo para contarte un inciso
que luego enlaza con lo que te estoy contando. Ser� breve: la
superconductividad es uno de los fen�menos m�s sorprendentes de la
naturaleza. Existen materiales que si se enfr�an adecuadamente
transmiten la corriente el�ctrica sin ninguna p�rdida. Un alambre de
cobre, de los tendidos el�ctricos por ejemplo, no puede transmitir toda
la corriente que uno quiera. Por eso, para equipos que consumen mucho se
usan los superconductores. Nosotros fuimos de los primeros en el mundo
en lograr esos materiales que se conocen como High TC Superconductors.
Fidel, entusiasmado, insisti� para que mi laboratorio obtuviese una
financiaci�n. En principio, deb�amos recibir el dinero del Consejo de
Estado.
Y vuelvo a mi relato: fui al premio. Aquella
vez Fidel ofreci� una cena a los intelectuales y yo, por supuesto, me
met� en el rollo. Sorprendentemente, me reconoci�, porque no me ve�a
desde muchos a�os antes. Y entonces quiso Dios (porque a veces a Dios le
gusta divertirse un poco) que a �l se le ocurriese hablar a los
invitados de aquel trabajo de investigaci�n, como si fuese la gran cosa
que funcionaba a las mil maravillas. Hasta aquel momento yo hab�a estado
como boba escuch�ndolo hablar y, sobre todo, vi�ndolo mover las hermosas
manos que tiene, mas cuando toc� el tema que yo sufr�a, no pude
contenerme y exclam�: ��No, comandante, el equipo se quebr� por falta de
refrigerante!�. No s� si es cierto, como dicen, que al comandante no le
gusta perder. Pero en aquel tema yo no pod�a transigir. ��No!�, gritaba,
�se muri� el equipo, comandante�. Y �l que no, que funcionaba muy bien,
que no discutiera, y yo me puse bien molesta y me largu� del c�rculo que
escuchaba la pl�tica. Si hubiese dicho que el cielo era verde lim�n
hubiera seguido escuchando como tonta, pero con aquel equipo, �no! En
aquel preciso instante dej� de ser la belleza verde y genial y pas� a
ser (injustamente, por mi parte), el responsable de que no nos llegase
el dinero que hubi�ramos necesitado. Parece ser que no le hab�an dicho
nada y �l no puede estar al tanto de todo. M�s que yo misma o cualquiera
de nosotros, �l adoraba aquel trabajo de investigaci�n y me protestaba.
Y yo le repet�a: �Venga conmigo y ver� que est� quenchado�. Unas horas
despu�s, averigu� y le dijeron que, efectivamente, el equipo se hab�a
roto unos d�as antes, por falta de financiaci�n. Fidel, que es todo un
caballero, me llam� entonces para admitirlo, pero yo segu�a molesta
porque aquella vez ni siquiera �l quiso hacerme caso. Te digo que yo
deb� ser Casandra en otra encarnaci�n.
Al cabo del tiempo me he dado cuenta de que en
aquella ocasi�n Fidel hab�a perdido mucho m�s que un equipo sofisticado
y nunca voy a olvidar la sonrisa triste, nuevamente verde, con que me
abraz� la �ltima vez que lo vi y convers� con �l.
Como toda revolucionaria, lo escucho, lo veo,
estudio su voz, su tono. Es un privilegio ser contempor�nea de un hombre
as�, por m�s que a veces me encabronen algunas de sus cosas, pero de lo
que no hay duda es de su pericia pol�tica, de su sentido de la lucha y
de su entrega.
El famoso culto a la personalidad de que hablan
es una tonter�a. �Claro que deber� existir mientras haya hombres y
mujeres que se salgan del promedio! Yo le tengo culto a Silvio
Rodr�guez, por ejemplo, y no me averg�enzo de ello. Pero �cuidado!, no
me cabe la menor duda de que por m�s que yo admire a Fidel como uno de
los l�deres m�s relevantes (quiz� el que el m�s) del siglo XX... la
revoluci�n mundial est� por encima de �l y de todos. Eso �l lo sabe y
estoy segura de que lo acepta de buen grado.
Tambi�n te digo que entre mis cuatro fantasmas
que me protegen, ayudan y componen mi vida no est� Fidel Castro. �l es
mi mejor contempor�neo, mi mejor compa�ero de ideolog�a.
P: Para terminar, Celia, miremos hacia
el futuro. Entre el rojer�o de Europa, y me estoy refiriendo al que
nunca renunci� a los ideales revolucionarios, no a esos que el
comandante llam� una vez socialpendejos, cunde el convencimiento de que
si de verdad existen posibilidades de un mundo mejor �stas se encuentran
en Am�rica Latina. �Est�s de acuerdo con ese an�lisis?
R: El �nico mundo mejor que creo posible es el
socialismo. Y no es tan s�lo una forma de hablar. Ese mundo mejor que se
ha convertido en la pat�tica consigna de �Un mundo mejor es posible�
estuvo declarado por Federico y Rosa hace mucho antes de que los
celulares y las computadoras nos inundaran los vicios de la comunicaci�n
fatua. Pero el aut�ntico socialismo, amigo m�o, no su imagen patriotera,
retorcida y enga�osa.
Dios quiso el comunismo. Y le ponemos parches,
�anticapitalismo, antineoliberalismo, antiglobalizaci�n�. Alg�n d�a me
gustar�a hablar de lo que Dios quiso hacer con Jes�s. Y c�mo quiso
repartir los panes y los peces, o sino marcharnos al infierno... Claro,
a la Iglesia le conviene confundirlo todo, por eso odio tanto al poder
eclesi�stico, as� como admiro a los compa�eros de la teolog�a de la
liberaci�n. Me asquearon los funerales del Papa polaco, que no se
comprometi� con los pobres. Y tuve que soportar sus fotos en el Memorial
de mi Mart�, que tanto critic� a la Iglesia y que dijo: �El cristianismo
muri� en manos del catolicismo�.
Los pobres llevan dentro de s� la salvaci�n del
mundo. Algo parecido podr�amos parafrasear: �El socialismo muri� a manos
del estalinismo�.
Am�rica Latina est� en posici�n de hacer
cumplir esto. La izquierda deber� ponerse pantalones y faldas, unirse y
dejarse de tantas payasadas (yo me incluyo). Por primera vez creo que
andamos cerca de aquel 1917, con la frescura de nuestro idioma y nuestro
temperamento sensual. Estamos �a punto de caramelo�. Am�rica Latina es
la Europa de principios del XX, lo que no tengo tan claro es qui�nes son
los Lenin, los Trotsky, los Mella y Gramsci, los Mari�tegui, las Rosa
Luxemburgo.
Te lo dije ya, padecemos una epidemia de
anorgasmia espiritual. Pero los mejores analistas son los pueblos �Y ah�
est�n! Bolivia, Ecuador, Venezuela, mi Cuba� casi todos.
Le toca a Am�rica Latina ponerse el traje de
novia de la revoluci�n... y lo vamos a hacer. De seguro que la bella y
culta Europa nos pondr� los azahares en el cabello, nos dar� los
consejos de la noche de bodas y, adem�s, deber� explicarnos bien
despacito por qu� tuvo que divorciarse (por el momento) de la
revoluci�n.
Por otro lado �qu� co�o es un mundo mejor? �M�s
TV o celulares o autos? �O m�s eventos majestuosos de izquierda o
derecha o de arriba o de abajo, donde nadie se pone de acuerdo y s�lo se
intercambian correos electr�nicos? Ni siquiera un mundo mejor lo imagino
como un mundo con m�s justicia social. Es un mundo donde todos
participemos, donde cada pedacito de cielo nos pertenezca, donde la
justicia y la libertad sean tan naturales como el vuelo de las aves
migratorias.
Un mundo mejor ser� donde nos devuelvan el
olor, el tacto y el cari�o.
Para lograrlo tan s�lo existe la revoluci�n, ni
eventos, ni convenciones, ni Naciones Unidas, ni tratados de Kyoto, ni
Foros Mundiales. S�lo la revoluci�n.
Dar�a parte de mis primaveras por haber estado
en Versalles en 1789 cuando las mujeres francesas se jalaron de un tir�n
los delantales, rodearon el palacio e hicieron regresar a Par�s a Mar�a
Antonieta, o haber estado en la Comuna amando a V�ctor Hugo, o al lado
de Rosa, o gritando con Mella en M�xico, o en Bolivia con el Che.
En un reciente discurso en Naciones Unidas,
Ricardo Alarc�n termin� diciendo: �O alcanzamos un mundo mejor o
mereceremos la maldici�n de nuestros nietos�. Es optimista nuestro
Alarc�n. A estas alturas y salvando excepciones, como siempre, yo no s�
si alcanzar� a ver en mis nietos hombres y mujeres bien plantados, no
meros artefactos... si es que llegamos all�.
El capitalismo es un drag�n que no tiene manera
de dejar de serlo. Naci� chorreando sangre a decir de Marx, pero ya
chorrea pus y no hacemos nada... tan s�lo dar grititos de doncellas
espantadas. Se traga el petr�leo, ahora quiere el agua, luego ser� el
aire, pero lo peor, querido amigo, es que nos est� tragando el alma y
ah� s� que perderemos el derecho a ser esta especie que a decir de
Gabriel Garc�a M�rquez aprendi� a cantar mejor que los p�jaros y a morir
por amor.
SI DESEA LEER ESTA RESE�A EN EL SITIO WEB DE
REBELI�N, PULSE SOBRE LA IMAGEN
|