- Y ahora, sentadas las premisas
de mi exposici�n, me centrar� en el nombre de un pa�s que
recientemente fue objeto de enconados debates en los intercambios
intern�ticos del foro plurinacional de traducci�n al que
pertenezco. El nombre no es otro que The United States of America,
alias America. S�, los ciudadanos de Estados Unidos llaman
Am�rica a su propio pa�s y, en consecuencia, se autodenominan
�americanos�. Sin embargo, Am�rica es todo un continente, con m�s
de treinta pa�ses, grandes y peque�os, que podr�an reclamar con el
mismo derecho llamarse as�. Nos encontramos, por lo tanto, ante un
caso flagrante de apropiaci�n indebida y unilateral de un nombre
com�n, algo que en clave ret�rica podr�amos calificar de
sin�cdoque o metonimia, es decir, el trasvase de significado desde
un t�rmino que designa un todo hasta una sola de sus partes.
-
- Consciente del disparate, un
argentino llamado Emilio Stevanovich -el int�rprete m�s joven que
ha tenido la ONU-, acu�� durante la guerra fr�a la denominaci�n de
Estados Unidos de Norteam�rica, pero tuvo poco �xito, pues conduce
a una nueva metonimia igual de il�cita: la del gentilicio
�norteamericano�. Basta con echar un vistazo a cualquier atlas
para ver que en Am�rica del Norte, adem�s de Estados Unidos,
tambi�n �existen� Canad� y M�xico, asimismo norteamericanos.
-
- Recientemente he visto la
�ltima pel�cula de Jean-Luc Godard, �loge de l�amour, un
l�cido y despiadado ejercicio sobre la memoria, y en ella el
director deja bien claro que Estados Unidos ha robado el nombre
que utiliza. En la escena que a m� m�s me impresion� vemos a un
abogado hollywoodense adquiriendo los derechos cinematogr�ficos de
los avatares durante la Resistencia francesa de un viejo
matrimonio de jud�os. Lee el contrato en ingl�s y un int�rprete
traduce para la familia. En un momento dado, cuando dice que los
compradores son americanos, la nieta del matrimonio -militante
contra la globalizaci�n neoliberal- lo interrumpe: ��Qu�
americanos?�, pregunta. �De Estados Unidos�, responde sorprendido
el otro. �Pero los brasile�os son tambi�n Estados Unidos�, replica
la joven. �De los Estados Unidos del Norte�, contin�a el abogado.
�Los mexicanos tambi�n est�n en el norte y son Estados Unidos. Lo
que pasa es que ustedes no tienen nombre, ni memoria.� Poco
despu�s, en un contrapunto extraordinario, aprendemos que el
matrimonio, cuyo apellido original era Samuel, ha conservado hasta
la fecha el que utilizaban en tiempos de la Resistencia, Baillard,
porque ellos s� tienen nombre, y no lo quieren olvidar.
-
- Por supuesto, los
causantes de la metonimia America ni siquiera se plantean
el trastorno que causa su impostura, pero en los aleda�os del
imperio se ha intentado remediar este escollo sem�ntico. Los
t�rminos �yanqui� o �gringo� hubieran servido, pero son
despectivos, como tambi�n lo es el mal�volo �usano� -de USA, pero
peligrosamente lim�trofe con gusano- sugerido por el periodista
espa�ol Julio Camba.
- Por fin, apareci� la designaci�n
�estadounidense� (los mexicanos lo escriben �estadunidense� y los
franceses han comenzado t�midamente a utilizar
�tasunien), que parece m�s
neutral, pero el arreglo dista de ser perfecto, ya que el nombre
oficial de la antigua Nueva Espa�a es Estados Unidos Mexicanos y,
al menos en teor�a, los nietos de Cuauhtemoc son tambi�n -y con
toda la raz�n- estadounidenses.
-
- Las complicaciones no terminan aqu�,
pues no solamente los ciudadanos de Estados Unidos carecen de
nombre -lo cual ya es grave-, sino que el binomio �Estados Unidos�
tampoco es un nombre en sentido estricto. En general, los pa�ses
suelen tener un apelativo claramente identificable -Australia,
Gab�n o Venezuela, por citar tres al azar- y nadie utiliza
circunlocuciones extra�as a la hora de nombrarlos, pues una cosa
es que existan la Rep�blica Francesa o el Reino de Marruecos y
otra muy distinta que nos refiramos a ellos as�, salvo en
documentos legales. En cambio, un nombre tan absurdo como Estados
Unidos de Am�rica ha necesitado la creaci�n de abreviaturas. En
ingl�s la sigla es USA. �Y en nuestra lengua? La discusi�n en el
foro al que me refer�a antes empez� cuando se intent� unificar la
graf�a castellana de la abreviatura de marras, con vistas a
establecer los criterios editoriales de una revista electr�nica
que hemos empezado a publicar. Fue entonces cuando nos dimos
cuenta del galimat�as en que se ha enredado la cuesti�n, pues, en
Espa�a, el libro de estilo de El Pa�s recomienda EE UU
-separado y sin puntos-, El Mundo opta por EEUU -junto y
sin puntos-, el Abc y La Vanguardia se ci�en al
acad�mico EE.UU. -junto y con puntos- y el Diccionario de dudas
y dificultades de la lengua espa�ola de Manuel Seco escribe
EE. UU. -separado y con puntos-, mientras que el Manual de
espa�ol urgente de la Agencia EFE prefiere EUA (Estados Unidos
de Am�rica) y una r�pida visita a la Red permite ver que, por
ejemplo, el peri�dico mexicano La Reforma utiliza EU y
El Mercurio chileno indistintamente EEUU o EE.UU. Elegir, en
tales condiciones, equivale a una loter�a.
- Una �ltima posibilidad, que
recientemente me ha sugerido un compa�ero, ser�a renunciar por
completo a traducir la sigla inglesa del pa�s y derivar de �sta el
nombre de sus habitantes, que pasar�an a ser �usamericanos�, es
decir, americanos de USA. Eso acabar�a de una vez por todas con la
metonimia original y con las discordancias citadas m�s arriba.
- Est� claro que a estas alturas de la
historia, y dado el peso pol�tico planetario de Estados Unidos,
nos enfrentamos a un problema insoluble, susceptible de an�lisis
pero carente de remedio. Es irrebatible que tantas discrepancias
sugieren, como poco, una relaci�n conflictiva de todos nosotros,
los perif�ricos, con esa naci�n que desde principios del siglo XX
se arrog� el papel de gendarme del universo.
- Pero volvamos a Lacan, para quien nada
en las palabras es casual: si fuese cierto que somos lo que nos
dicta el nombre o el apellido que llevamos, algunos patron�micos
muy cargados de sentido imprimir�an car�cter a su portador. Veamos
un ejemplo: Fidel Castro permanece �fiel� a unos postulados que le
bloquean en gran medida la posibilidad de desviacionismo; su
apellido, del lat�n castrum (�campamento�, origen del
t�rmino castellano �castrense�), me recuerda los tiempos del
bachillerato, cuando traduc�amos en clase largos fragmentos de
La guerra de las Galias, de Julio C�sar. Supongo que alguien
habr� se�alado ya estos detalles del l�der cubano, que me parecen
de una evidencia cristalina: tengo para m� que estaba predestinado
a ser un inflexible soldado y que sus estudios iniciales de
abogac�a fueron solamente un desv�o fugaz.
- Veamos un segundo ejemplo, �ste
gracios�simo: Jacques Chirac, el actual Presidente franc�s,
instal� un circuito de retretes para alivio de paseantes en las
calles de Par�s cuando fue alcalde de dicha ciudad. Eran bastante
lujosos y se acced�a a ellos a cambio de unas monedas. Qui�n sabe
si, muy a su pesar, cumpli� inconscientemente con el destino de su
apellido -o al menos los franceses lo entendieron as�-, pues en
lenguaje vulgar las dos s�labas de Chirac complementan lo
escatol�gico (del verbo chier, cagar) y lo econ�mico (del
verbo raquer, pagar), de tal manera que a los pocos d�as de
inaugurar los retretes corr�a por toda Francia el siguiente
eslogan humor�stico, nacido en la calle: avec Chirac, tu chies
et tu raques, es decir, �con Chirac, cagas y pagas�.
- No es nada extra�o tropezarse con
ingenieros de caminos que se llaman Puente, con polic�as Alguacil
o con dermat�logos Pellejero, y as� hasta el infinito. Todos ellos
-siempre seg�n Lacan- eligieron la profesi�n que les dict� el
apellido. De la misma manera, el pa�s America (es decir, su
maquinaria pol�tica, no sus habitantes, a pesar de que la
contaminaci�n existe) incluye en el ADN de sus cromosomas
estatales la esencia del depredador que luego ha sido, pues ya en
1787 inici� su andadura expoliando un nombre colectivo y, despu�s,
ha impuesto el lenguaje mercantilista de su industria del
espect�culo y de sus multinacionales, tanto por las buenas como
por las malas.
- Qui�n le iba a decir a San Juan que el
dios de ficci�n de su evangelio, aquel cuya met�fora era la
Palabra, cobrar�a vida muchos siglos despu�s, adoptar�a el nombre
del continente en que est� situado y, desde el despacho �oval� de
una casa pintada de blanco -s�mil embrionario del huevo fundador-,
crear�a un nuevo orden mundial -imitando as� el primer vers�culo
del G�nesis: �En el principio Dios cre� los cielos y la tierra�- y
lo pondr�a a su servicio a trav�s del control de las
telecomunicaciones y la propaganda, es decir, de las palabras.
- Este art�culo apareci� en traducci�n
inglesa del autor, revisada por Nancy Almendras, en la edici�n del
12 de enero de 2006 del peri�dico electr�nico Axis of Logic
(www.axisoflogic.com/artman/publish/article_20613.shtml).
Nancy Almendras y Manuel Talens son miembros de Tlaxcala, la red
de traductores por la diversidad ling��stica ([email protected]).