Harold
Pinter, el amigo de Cuba y Venezuela
El
Nobel rojo
Manuel Talens
El 13 de octubre
de 2005 fue una fiesta para el rojer�o mundial, porque la Academia sueca
le concedi� el premio Nobel de literatura a Harold Pinter, uno de los
escritores m�s grandes y rojos de las �ltimas d�cadas, que no ha dudado
nunca en poner su arte al servicio del socialismo (a no confundir con la
socialdemocracia, degradaci�n derechista hoy imperante en el mundo
posterior a la guerra fr�a).
Los medios
convencionales de comunicaci�n, quiz� sorprendidos a contrapi� ante una
noticia como �sta, han empezado a airear en sus p�ginas principales el
car�cter pol�ticamente incorrecto de las manifestaciones p�blicas de
este poeta y dramaturgo ingl�s durante los �ltimos a�os. En efecto,
Pinter ha tachado de criminales de guerra a Bush y Blair por su actual
implicaci�n en Irak, pero tambi�n denunci� en su momento el car�cter
imperialista y petrolero de la guerra del Kosovo tras carcajearse de la
fachada humanitaria que se le quiso dar a aquella agresi�n. Tampoco el
Estado de Israel se ha visto libre de la condena de este jud�o at�pico
por la pol�tica genocida que practica contra el pueblo palestino.
En una �poca como
la que estamos viviendo, que se caracteriza por la desbandada casi
absoluta de los intelectuales lejos de cualquier implicaci�n pol�tica,
Harold Pinter es una brisa de aire fresco en un caluroso d�a de verano.
Su lengua, su pluma, parecen l�tigos que no se limitan a se�alar las
injusticias -eso es f�cil e inocuo y no compromete a nadie-, sino que
llegan hasta los culpables de �stas, los citan por su nombre y luego los
fustigan sin descanso.
Es verdad que el
arte o la palabra no cambian el mundo, pero s� ayudan a moldear
conciencias, sobre todo si proceden de alguien prestigioso como Pinter,
que si bien podr�a vivir de los laureles trabajosamente conseguidos
-como hacen tantos otros-, decidi� ser la voz que grita en el desierto.
De nuevo este
a�o, tras haber premiado ya a dos escritores inequ�vocamente rojos como
Gabriel Garc�a M�rquez y Jos� Saramago, la Academia sueca acaba de
demostrarnos con su elecci�n que sabe estar a la altura de los tiempos.
Pero no deseo terminar estas palabras sin hacer hincapi� en otro aspecto
del militantismo de Harold Pinter que me llena de orgullo: su
inquebrantable amistad hacia la Revoluci�n cubana y su defensa sin
matices de Hugo Ch�vez y la reci�n nacida Revoluci�n bolivariana de
Venezuela. Un lector acaba de enviarme un viejo texto del dramaturgo
ingl�s -digo viejo porque en la era de las comunicaciones instant�neas
cualquier cosa queda arrumbada en el olvido a los pocos meses de
ocurrir- que �ste public� en 1996 cuando el presidente Clinton firm� la
ley Helms/Burton contra Cuba.
Por raro que
parezca, el texto no ha perdido nada de su actualidad, muestra a un
Pinter en plena forma dial�ctica y he cre�do necesario traducirlo para
que todos los hispanohablantes podamos disfrutarlo hoy. En un par de
ocasiones el verbo se le desata y utiliza un habla popular, de la calle,
que contrasta de manera deliciosa con la contundencia, la exquisitez y
la punter�a con que decortica el doble lenguaje de los Estados Unidos y
rompe una lanza por mi querida Revoluci�n cubana. En una tercera, ya al
final, su defensa apasionada del socialismo recuerda extra�amente a unas
palabras que el Che Guevara respondi� en una carta a una mujer que le
hab�a escrito desde Casablanca: ��si Ud. es capaz de temblar de
indignaci�n cada vez que se comete una injusticia en el mundo�� [1]. No
es una coincidencia de bibli�filo, sino la confirmaci�n de que los
grandes hombres (o mujeres) suelen tener opiniones afines.
As� pues, lector,
pasa y lee:
__________________________________
Guerra fr�a caribe�a
Harold Pinter
Red Pepper,
mayo de 1996
Traducido para
Rebeli�n por Manuel Talens
De manera que Clinton ha firmado la ley
Helms/Burton porque Cuba �desprecia el Derecho Internacional�. Menuda
broma. A lo largo de sus esfuerzos para mantener la democracia en el
mundo, los Estados Unidos han infringido el Derecho Internacional m�s
veces que yo he cenado caliente y lo han hecho con total impunidad.
Cuando en 1986 el Tribunal
Internacional de Justicia de La Haya declar� a los Estados Unidos
culpables de ocho cargos distintos de intervenci�n flagrante en los
asuntos de un estado soberano (Nicaragua) y les exigi� que reparasen
todos los da�os causados, su respuesta consisti� en mandar al tribunal a
tomar por el culo, tras afirmar que sus acciones estaban fuera de la
competencia de cualquier tribunal internacional.
Tambi�n la pobre ONU conden� por
mayor�a aplastante tres a�os consecutivos (1993-5: 88-4, 101-2
y 117-3) el embargo comercial que los Estados Unidos mantienen
contra Cuba, pero la parte condenada ignor� por completo a la vieja
instituci�n. Quiz� �sa sea la raz�n por la que los gobiernos brit�nico,
canadiense y mexicano no han propuesto una moci�n al Consejo de
Seguridad para que condene esta nueva ley, que intenta impedir el
comercio libre entre Cuba y el resto del mundo en unos t�rminos que
vulneran ostensiblemente la Carta de las Naciones Unidas y el mencionado
Derecho Internacional. Probablemente han calculado que ser�a m�s in�til
que cantar Annie Laurie a pedos a trav�s del ojo de una
cerradura, tal como sol�amos decir en los viejos tiempos [2]. Sea como
sea, resulta bastante simple: es un ejercicio de arrogancia que apesta.
Lo m�s asombroso sobre Cuba es que haya
sobrevivido. Al cabo de m�s de treinta y cinco a�os de la violencia
econ�mica m�s despiadada, de treinta y cinco a�os de hostilidad
virulenta y sin tregua por parte de los Estados Unidos, Cuba sigue
siendo un estado soberano independiente. Se trata de una haza�a m�s que
notable. No muchos estados lograron ser independientes o �soberanos�
durante mucho tiempo en el patio trasero de los Estados Unidos. Veamos
tres breves citas del libro de Duncan Green Silent Revolution
[Revoluci�n silenciosa]. He aqu� la primera:
�10.000 delegados del Banco Mundial
se sentaron a cenar. El servicio de comidas estuvo a cargo del catering
Ridgewells a 200 d�lares por persona. Los invitados empezaron con
pasteles de cangrejo, caviar, cr�me fra�che, salm�n ahumado y solomillo
de ternera Wellington. El pescado era langosta con ma�z, seguido de un
sorbete de lim�n. El plato principal fue pato con salsa de lima y
alcachofas rellenas de zanahorias tiernas. Se ofreci� una ensalada de
palmito acompa�ada de souffl� de queso a la salvia marinado en vino de
Oporto. El postre fue un nabo de chocolate alem�n en salsa de frambuesa,
bomb�n helado y caf� royal flameado.�
La lista de vinos no se menciona.
Veamos ahora la segunda cita:
�La diminuta choza de adobe est�
atiborrada de envejecidas mujeres bolivianas que visten mantones llenos
de remiendos y desgastados sombreros de fieltro, cuyas manos callosas
golpean rocas en la superficie a la b�squeda de restos de esta�o. Los
caminos entre las chozas de los mineros est�n llenos de bolsas de
pl�stico y excrementos humanos, secos y ennegrecidos por el sol.�
Esto es lo que dice una mujer
boliviana:
�Antes, las mujeres se quedaban en
casa porque los hombres ten�an trabajo. Ahora tenemos que trabajar.
Muchos de nuestros hijos est�n abandonados. Sus padres se han ido y no
nos queda amor cuando volvemos tarde a casa del trabajo. Les dejamos
comida. Ellos juegan en las calles. Siempre hay accidentes, pero no
doctores. Me siento como una esclava en mi propio pa�s. Nos levantamos a
las cuatro de la madrugada y a las once de la noche todav�a estamos
trabajando. Vomit� sangre varias semanas, pero no me qued� m�s remedio
que trabajar.�
Sin duda, despu�s de la cena los
delegados del Banco Mundial hablaron de la econom�a boliviana y
ofrecieron sus recomendaciones.
Esta monstruosa desigualdad es
precisamente lo que inspir� la Revoluci�n cubana. La revoluci�n trat� de
corregir esa grotesca polarizaci�n y su objetivo consisti� en asegurar
que el pueblo cubano no tuviese que soportar nunca m�s una degradaci�n
as�.
Comprendi� que el reconocimiento y el
respeto de la dignidad humana eran obligaciones fundamentales de toda
sociedad civilizada. Sus logros son notables. Ha instaurado un servicio
de salud que apenas tiene rival y ha establecido un nivel extraordinario
de alfabetizaci�n. Los Estados Unidos consideran que todo eso es una
abominable subversi�n marxista-leninista y, naturalmente, intentan
destruirla. Han fracasado. Y debe ser verdad cuando uno dice que Cuba
nunca habr�a podido sobrevivir si no poseyese un n�cleo formidable de
orgullo, fe y solidaridad.
Veamos la cuesti�n de los derechos
humanos. Yo no creo en la relatividad de los derechos humanos. No creo
que las �condiciones locales� o una disposici�n cultural espec�fica
puedan justificar la supresi�n del desacuerdo o de la conciencia
individual. Siempre he considerado que, en Cuba, el duro tratamiento que
reciben las voces disidentes se debe al �estado de sitio� impuesto desde
fuera. Y creo que hasta cierto punto es verdad. Pero tambi�n los
apologistas de las acciones israel�es han hecho hincapi� en el estado de
sitio de la amenaza exterior. Mordechai Vanunu es una voz disidente
israel� y fue condenado a dieciocho a�os de confinamiento solitario tras
revelar la capacidad nuclear de Israel.
Soy un fideicomisario de los bienes de
Vanunu y un defensor de su derecho a hablar. Por lo tanto, tambi�n debo
l�gicamente defender, por ejemplo, el derecho a hablar de Mar�a Elena
Cruz de Vareia. El socialismo
debe ser un debate activo y participativo.
Sin embargo, el arrugado ce�o moralista
de los Estados Unidos es para partirse de risa. �Deploramos etc., etc.
las violaciones de los derechos humanos en tal y cual pa�s�. En su
propio pa�s, un mill�n y medio de personas est�n en la c�rcel, tres mil
se encuentran en el corredor de la muerte, casi cincuenta millones viven
bajo el nivel de pobreza, privados del derecho al voto, hay una enorme
subclase social de raza negra, maltratada y condenada, treinta y ocho
estados practican la pena de muerte, la corrupci�n es pujante y activa
en todos los niveles de la jerarqu�a, la brutalidad por parte de la
polic�a es sistem�tica, profundamente racista, mortal. �D�nde est�is,
derechos humanos?
Hoy en d�a la propaganda afirma que el
socialismo ha muerto. Pero si ser socialista es ser una persona
convencida de que las palabras bien com�n y justicia social significan
algo; si ser socialista es sentirse ultrajado por el desprecio con que
millones y millones de seres humanos son tratados por quienes detentan
el poder, por las �fuerzas del mercado�, por las instituciones
financieras internacionales; si ser socialista es ser una persona
determinada a hacer lo que est� a su alcance por aliviar esas vidas
imperdonablemente degradadas, entonces el socialismo no puede estar
muerto, porque esas aspiraciones nunca morir�n.
Notas
[1] Carta a Mar�a
Rosario Guevara, fechada en La Habana el 20 de febrero de 1964. V�ase
Che Guevara, Ernesto, Obra revolucionaria, Ediciones ERA,
S.A. (M�xico), tercera edici�n, febrero de 1969 (p�g. 657).
[2] Annie Laurie es una canci�n popular
escocesa. Al parecer fue la novelista Joyce Carey quien, refiri�ndose a
lo poco que val�a la pena hacer algo en relaci�n con el trabajo que
exig�a, dijo una vez que it's
like farting Anne Laurie through a keyhole.
[N. del T.]
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Texto original:
www.redpepper.org.uk/latin/x-may96-pinter.htm
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