ART�CULOS DE OPINI�N

Rebelión

La incre�ble y triste historia de la c�ndida Cuba y de la Europa desalmada
Manuel Talens

 

Fidel Castro (AFP)


 

De entrada, he de admitir que el t�tulo de este art�culo, de noble filiaci�n, tiene algo de excesivo: ni Cuba es c�ndida ni Europa tan desalmada como la hacen parecer sus dirigentes. Pero me sirve como base para lo que quiero expresar en estas l�neas.

Hace unos d�as, en la campi�a francesa donde empiezan a presentirse los Alpes, asist� a una cena en casa de un matrimonio amigo que acaba de regresar de un viaje a Andaluc�a. All�, ante una vista paradis�aca y comiendo tapas a la espa�ola, preparadas con las provisiones que trajeron de las Alpujarras granadinas, discutimos hasta bien entrada la noche de todo lo humano y lo divino. Se habl�, por supuesto, del refer�ndum sobre la constituci�n europea que tendr� lugar en Francia este fin de semana. Mis amigos �ella pertenece a la far�ndula del teatro y �l es profesor� van a votar en contra para castigar un texto que les parece inaceptable por neoliberal, nacido de la pluma de un ex presidente tan cenagoso como Giscard d�Estaing. Digo esto para que el lector pueda situarlos en el mapa de las ideas. Mis amigos son �de los nuestros�.

A lo largo de la velada surgi� el asunto de mi pr�ximo viaje a La Habana para participar como invitado en el IV Congreso Internacional Cultura y Desarrollo y, cuando expres� mi absoluta solidaridad con el r�gimen cubano, ella me fren�: ��Ah, no! Aquello es una dictadura, mira lo que hacen con los disidentes�. Su marido, en cambio, se puso de mi parte. �C�mo explicar esta discordancia entre personas bienintencionadas e inequ�vocamente de izquierdas? �Es l�gico que, en lo relativo a Cuba, ella hable por la boca de alg�n vocero oficial, como un ventr�locuo? La respuesta tiene un nombre: desinformaci�n. Francia, al igual que el resto de los pa�ses de la Europa mediterr�nea, est� dividida en dos mitades casi iguales, una progresista y otra conservadora, pero la mitad progresista lo es m�s de coraz�n que como resultado de un an�lisis pol�tico sereno y se deja embaucar con suma facilidad por el discurso subliminalmente envenenado de los medios dominantes, sometidos a la influencia del capital globalizador, es decir, del adversario. En el hogar de mis amigos se lee Le Monde, se escuchan los programas de France Culture y se ven los telediarios de France 3 �el canal menos sospechoso de la televisi�n estatal� y, si bien estos tres medios son los m�s potables de ese �mercado de la cultura� en cuanto a capacidad de cr�tica, lo cierto es que suelen dar dos de cal y una de arena, pues junto a la n�tida actitud que muestran frente a asuntos tales como la guerra de Irak o el derechismo populista de Jean-Pierre Raffarin, siguen tratando cualquier informaci�n que aluda a Cuba con monocorde machaconer�a: lo cubano es invariablemente perverso.

Hace tiempo que dedico buena parte de mi reflexi�n personal a entender el porqu� de un ensa�amiento tan continuo y tan diseminado, que visto desde fuera y sin matizar resulta totalmente absurdo, pues no cabe la menor duda de que existen decenas de pa�ses donde la gente vive en condiciones much�simo peores que en la antigua colonia espa�ola y, sin embargo, los medios dominantes no les prestan la menor atenci�n. En cambio, cualquier noticia de Cuba recibe en la prensa occidental un tratamiento de primera p�gina y, sin excepciones, negativo. Creo que la clave de esta paradoja radica en que, desde 1959, el Estado cubano es la excepci�n que confirma la regla nunca escrita de que, por antonomasia, los estados son embusteros, no distribuyen la riqueza de modo igualitario y favorecen a ciertas castas, que bajo diferentes disfraces se perpet�an en el control de los beneficios.

Cuba, como digo, es un caso aparte. No ser� yo quien niegue que la Revoluci�n cubana ha cometido errores graves en cuarenta y cinco a�os de andadura ��y qui�n no?�, pero aparte de Fidel, no conozco a otro estadista (bueno, hoy ya s�, y muy cercano a �l: Hugo Ch�vez) que con tanta terquedad se haya preocupado de informar a su pueblo, en largu�simos discursos, de los menores detalles de la res p�blica diaria, sin ocultarle nunca la realidad, por muy tr�gica que fuese, ni disfrazarla de triunfalismos o esl�ganes tramposos. El Estado cubano es la excepci�n porque sus funcionarios suelen ser accesibles, no reyezuelos en torres de marfil; porque su discurso es di�fano, no c�nico y �diplom�tico� como el de nuestros pol�ticos profesionales; porque su ret�rica cotidiana no ha violentado el lenguaje hasta volverlo ineficaz y llama a personas y cosas por su aut�ntico nombre; porque se define como de izquierdas y ��oh, sorpresa!� cumple a rajatabla con dicha definici�n y porque con sus logros de analfabetismo cero, cultura para todos, asistencia m�dica universal, tasa de mortalidad infantil entre las m�s bajas del planeta y negativa inquebrantable a someterse a las reglas salvajes del mercado, es la �nica piedra que sigue haciendo da�o en el zapato del sistema capitalista. Y, claro, �ste trata de sac�rsela y tirarla lejos. Cuba le molesta porque es la prueba fehaciente de que otro mundo es posible.

Si no fuese por el inmenso da�o que la propaganda contrarrevolucionaria le hace a Cuba, ser�a para echarse a re�r ante espect�culos circenses como el de estos d�as pasados, cuando los muy democr�ticos gobiernos de la UE, tras apoyar de facto una reuni�n en La Habana propiciada por grupos terroristas de la gusanera de Miami y financiada con dinero de Goliat, se dieron farisaicos golpes de pecho ante la expulsi�n de unos cuantos parlamentarios europeos que hab�an viajado a la isla con la intenci�n manifiesta de conspirar en el derrocamiento de un r�gimen leg�timo y refrendado en cientos de ocasiones por las masas del pa�s. Resulta pat�tica la soberbia de nuestros pol�ticos al interpelar a Cuba con el paternalismo del rico que se dirige al pobre, desde la certeza metaf�sica de que la democracia occidental es �lo bueno, lo deseable� y la Revoluci�n cubana �el mal absoluto�. �Qu� se han cre�do? �Con qu� autoridad moral �ellos, inmersos en la corrupci�n de sus caducos partidos pol�ticos� se permiten pontificar y entrometerse en los asuntos internos de un pa�s soberano que ha adoptado la v�a del socialismo y est� dispuesto a defender sus logros hasta la muerte? El complejo de superioridad que demuestran al seguir insistiendo en �cambios democr�ticos� (?) �pero sin a�adir a continuaci�n que tales cambios traer�an, como sucede entre nosotros, mafias, drogas, multinacionales voraces, despilfarro, violencia callejera, injusticia social, consumismo a ultranza, desigualdades, indefensi�n popular, desempleo, pobreza extrema codo con codo con riqueza insultante, racismo, guerras, hambre� es tan rid�culo que uno llega a poner en duda la inteligencia de estos exquisitos tribunos europeos. Pero no, el suyo no es un problema de inteligencia, sino de subordinaci�n al imperio. Son la voz de su amo, incluso si algunos lo hacen a rega�adientes y por circunstancias geopol�ticas inevitables, como es el caso �lo creo as� de Jos� Luis Rodr�guez Zapatero, el socialdem�crata m�s honrado, leal y posibilista de cuantos en el mundo han sido, incapaz de darle a Cuba una pu�alada por la espalda, como tantos otros, y hoy acosado por los dinosaurios de la derecha, que le reprochan la insolencia de no ser una alima�a para un pueblo por cuyas venas corre nuestra sangre.

Menos mal que los medios alternativos y los movimientos populares sirven de ligero contrapeso. Como poco, los cubanos saben que no est�n solos, porque muchos miles de personas en el exterior �y tambi�n en esta Europa aparentemente desalmada� nos encargamos de defender su causa en los foros que est�n a nuestro alcance, incluso si al hacerlo corremos el peligro del ninguneo. La motivaci�n que nos empuja, lo dir� ya, es un asunto de supervivencia ideol�gica y, tambi�n, de puro ego�smo narcisista: la Revoluci�n cubana es la �nica novia perfumada que nos queda para pasear alegres de su brazo por la calle de la esperanza. Si la perdi�semos �qu� ser�a de nosotros?

En junio me aguardan muchos amigos all�, d�as felices. Despu�s, regresar� con tierra de Cuba en el equipaje para plantar una maceta y hacer que de ella broten mil flores en el lugar m�s soleado de mi balc�n.

 


 

Rebelión

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27 de mayo de 2005

 
 

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Manuel Talens 2005