introducci�n: cultura de masas, apocal�pticos e integrados
En su
comentario al libro de Frances Stonor Saunders Who Paid the
Piper: The CIA and the Cultural Cold War [Qui�n pag�: La CIA
y la guerra fr�a cultural] (Granta Books, London 1999), el
soci�logo marxista estadounidense James Petras se�ala que
durante las d�cadas de la guerra fr�a �la CIA jug� un papel
decisivo en la financiaci�n del Congreso por la Libertad de la
Cultura, una especie de OTAN cultural que agrup� a toda clase de
izquierdistas y derechistas �antiestalinistas�. Ten�an plena
libertad para defender los valores culturales y pol�ticos
occidentales, atacar al �totalitarismo estalinista� y andaban
con mucho cuidado cuando se trataba del racismo o el
imperialismo de los EEUU. Ocasionalmente, los peri�dicos
subvencionados por la CIA publicaban una opini�n marginalmente
cr�tica de la cultura de masas estadounidense [2].�
Entre los intelectuales financiados y ascendidos por la CIA se
encontraban Irving Kristol, Melvian Lasky, Isaiah Berlin,
Stephen Spender, Sydney Hook, Daniel Bell, Dwight MacDonald,
Robert Lowell, Hannah Arendt, Mary McCarthy. Fue justamente
Dwight MacDonald quien populariz� el concepto de cultura de
masas en su influyente ensayo de 1963 �Masscult and Midcult� [3], donde se situaba en la estela del fil�sofo
espa�ol Ortega y Gasset con su concepci�n aristocr�tica de la
cultura, que consideraba a las masas como destructoras de la
civilizaci�n y a las elites como las guardianas del templo.
Dos a�os
despu�s, ya en 1965, en el pr�logo de su hoy legendaria
recopilaci�n de ensayos Apocal�pticos e integrados (1965) [4], el semi�tico italiano Umberto Eco afront� con
humor el an�lisis de estos dos tipos de personajes en su
relaci�n con la cultura de masas. Si la cultura, dice
Eco, es un hecho aristocr�tico y refinado que se opone a la
vulgaridad de la muchedumbre, la mera idea de la cultura
compartida por todos, y elaborada a la medida de todos, es un
contrasentido monstruoso. Pero la cultura de masas, contin�a,
nace en el momento en que la presencia de las masas en la vida
social se convierte en el fen�meno m�s evidente de un contexto
hist�rico y, por ello, no es un signo de una aberraci�n
transitoria y limitada, sino el de una ca�da irrecuperable ante
la que el hombre de cultura, �ltimo superviviente de la
prehistoria, no puede m�s que expresarse en t�rminos de
Apocalipsis.
Frente a ese
ser apocal�ptico, que observa con pavor c�mo se termina el mundo
en que ejerc�a de privilegiado cultural, se situar�a el
integrado. Para �l, puesto que los medios globales ponen hoy los
bienes culturales a disposici�n de todos y hacen amable y
liviana su absorci�n, estar�amos viviendo el florecimiento de
una aut�ntica cultura popular. Por supuesto �sigue Eco�, el
hecho de que esa cultura surja de lo bajo o sea confeccionada
desde arriba para consumidores indefensos es un problema que el
integrado no se plantea. Por decirlo en pocas palabras, ante la
difusi�n de la cultura de masas los apocal�pticos ser�an quienes
disienten y los integrados quienes no disienten. Sin embargo,
apostilla Eco a continuaci�n como para rebajar tales certezas,
�hasta qu� punto los textos apocal�pticos no representan el
producto m�s sofisticado que se ofrece al consumo de masas y la
f�rmula �apocal�pticos e integrados� no ser�a sino la
predicaci�n de dos adjetivos complementarios, es decir, ambas
caras de una misma moneda?
Dejo aqu� al
semi�tico bolo��s, pues para la argumentaci�n de este trabajo me
basta con el resumen de aqu� arriba, y ello incluso si �l a�ade
en su pr�logo bastantes matices m�s. Todo lo anterior viene a
cuento de un texto que Rebeli�n public� el pasado 27 de
febrero, �La ca�da del imperio: �algo m�s que un deseo?�
[5], en el que Carlos Alonso Romero rebat�a mi ensayo
�Visiones del Apocalipsis� [6] y le achacaba diversas
insuficiencias, b�sicamente debidas a mi fe en la econom�a, a mi
fe en el Apocalipsis y a mi pensamiento ideol�gicamente
orientado: �Lo que Talens desea, lo que tiene ganas de que
suceda, se convierte �por esta pura condici�n de �deseado�� en
probable y futuro�.
Heme aqu�, a
mi pesar, convertido en apocal�ptico macdonaldiano. Dado el
car�cter paternalista y ambiguo que adopta la cr�tica de Alonso
Romero, aparecida originalmente el 25 de febrero en su blog
personal �la patata de la libertad� [sic] [7],
y dado que no suelo rehusar la sana pol�mica que puedan suscitar
mis opiniones (de hecho, las considero propuestas de discusi�n
que lanzo como una botella al mar, no sermones ex c�thedra),
las l�neas que siguen me servir�n, a mi vez, para criticar al
cr�tico y tratar de demostrarle no ya que se equivoca, puesto
que yo no parto de posiciones dogm�ticas y admito de antemano
que puedo estar en el error, sino m�s bien que ambos disparamos
desde trincheras diferentes, y ello por mucho que los dos
podamos definirnos como ciudadanos de izquierda. Al fin y al
cabo, de tanto manipular el lenguaje hay palabras que ya no
significan nada e izquierda es una de ellas.
En honor a la verdad, debo aclarar que
buena parte de los conceptos incluidos en �Visiones del
Apocalipsis� proced�an de mi amigo Pedro Prieto, que es el
editor del sitio
www.crisisenergetica.org
y que me abri� hace tiempo el camino del conocimiento en asuntos
energ�ticos. De la misma manera que suelo darle a leer todos mis
textos period�sticos que se ocupan de la energ�a antes de
publicarlos, puesto que conf�o en su competencia, he consensuado
con Prieto los aspectos t�cnicos de esta respuesta y si �l no
firma aqu� como coautor se debe a la siguiente raz�n: por pura
urbanidad, uno debe abstenerse siempre de intervenir
oficialmente en las discrepancias ajenas. Tras esto, la patata
caliente de la diferencia de opiniones entre Carlos Alonso
Romero y yo se encuentra ahora entre las manos del creador de la
patata de la libertad. Es curioso c�mo el destino reduce a veces
los asuntos m�s serios ��ste del posible batacazo del Imperio lo
es� a una simple cuesti�n de patatas.
fe, econom�a y pensamiento ideol�gico
Empezar� por
impugnar mi supuesta fe en el Apocalipsis. El hecho de utilizar
como recurso ret�rico el texto y la simbolog�a de San Juan �en
especial la famosa cifra 666 de la Bestia� no significa de
ninguna manera que yo crea en el pensamiento m�gico de los
relatos b�blicos y s� en cambio que los considero tan
fundamentales desde los puntos de vista literario y
sociocultural �son la base de nuestra civilizaci�n
judeocristiana, e incluso del capitalismo, como he tratado de
demostrar a trav�s de la ficci�n en mi �ltima novela, todav�a
in�dita� que los utilizo con suma frecuencia en mis escritos a
modo de referente. La iron�a del azar hace que hoy me vea
obligado a la extra�a tarea de negar una fe que, dios me libre,
no poseo, y todo porque alguien que no me ha le�do mucho, poco o
nada me acaba de colgar el muerto. La religi�n, ya lo dijo don
Karl en su introducci�n a la cr�tica de la filosof�a
hegeliana del Derecho, es el opio del pueblo y yo no tengo m�s
que a�adir, a lo sumo quitarme el sombrero ante su sabidur�a. En
cambio, acepto gustoso que se me endilgue una fe en la econom�a
y un pensamiento ideol�gicamente orientado, a condici�n de que
tengamos claro lo que significa la palabra fe. El marxismo es el
an�lisis cient�fico de la pol�tica como edificio que se alza
sobre una base econ�mica. Mi fe en la econom�a no es m�s que la
convicci�n materialista de que Marx dio en el clavo y mi
pensamiento ideol�gicamente orientado es una consecuencia de
dicha convicci�n. Lo curioso es que Carlos Alonso Romero,
izquierdista confeso, me lo lance a modo de reproche, lo cual
permite ya vislumbrar por qu�, como muy bien podr�a decir la
compa�era Bel�n Gopegui, hay izquierdas e izquierdas. Se me
viene a la memoria en este momento una columna de Eduardo Haro
Tecglen (que por desgracia ahora no he podido localizar) en la
que contaba que Felipe Gonz�lez le ech� en cara una vez que era
muy radical. Los socialdem�cratas tienen eso, tras haber tirado
a Marx a la basura lo siguiente que se les ocurre es criticar
que quienes no se apearon del carro tengan ideolog�a, como si
ellos viviesen en estado de gracia, impolutos y neutrales en
este perro mundo. Y puesto que hemos llegado a la econom�a, que
parece ser la asignatura fuerte de Carlos Alonso Romero, ya va
siendo hora de analizar sus ideas.
el incr�dulo que termin� confesando su fe
Desde su
posici�n de descre�do, el improvisado cr�tico de la patata de la
libertad inicia su ataque con una larga cita de �Visiones del
Apocalipsis�:
�dado que el sistema capitalista en que vivimos se basa en el
cr�dito de capital ficticio, bajo la premisa de que el
crecimiento econ�mico continuado generar� plusval�a para que
todo deudor devuelva los pr�stamos con sus intereses y que, a su
vez, dicho crecimiento continuado se fundamenta por completo en
la energ�a obtenida de los combustibles f�siles, la ca�da del
petr�leo �si antes no ha llegado el Apocalipsis, como veremos
m�s abajo� significar� en primer lugar el fin del crecimiento,
luego el crecimiento negativo, el desempleo generalizado, las
quiebras espectaculares, la volatilizaci�n del papel moneda y,
consecuencia l�gica, la desaparici�n pura y simple de la
afluencia cotidiana de capital exterior que ahora sostiene la
econom�a estadounidense.
Pero nuestro
bloguero, lejos de considerar que lo anterior eran s�lo
conclusiones econ�micas materiales deducidas de una
cadena de hechos objetivos, las rebaja de un plumazo a
consideraciones espirituales, es decir, a un puro deseo
por mi parte. Y como necesita un arma para combatir mi supuesta
fe, en vez de echar mano de la dial�ctica busca en el caj�n de
su sapiencia otros ejemplos de fe, seg�n �l tan inconsistentes
como la m�a, pero que sirven para mantener en pie el
capitalismo. As�, de regreso al pensamiento m�gico, como si
Marx no hubiera existido, para mi cr�tico todo se reducir�a a
una cuesti�n de fes de distinto signo, salvo que la que
yo profeso (?) es m�s d�bil y, por lo tanto, perdedora. Sin
embargo, nada m�s iniciar su lista de ejemplos se le atascan las
neuronas:
Nuestra moneda de cambio no es s�lo la representaci�n del dinero
sino la fe misma en que ese papel encarna algo, algo
canjeable por materia �til (bienes, comida, energ�a); y los que
me argumenten sobre su convertibilidad f�sica �como una supuesta
reserva de oro escondida bajo diez mil pies de tierra en Iowa�,
tambi�n deber�an considerar que esta equiparaci�n se sustenta
s�lo en la fe de que un material amarillo brillante sea algo
valioso por su belleza y por su escasez, lo cual no deja de
ser un dogma f�cilmente desmontable, sobre todo si se
argumenta como un marxista con la teor�a del valor como arma
discursiva. (La cursiva es m�a)
La realidad
es que s� existe una diferencia fundamental entre el
papel moneda y el oro, que este hombre no acierta a discriminar,
quiz� porque conoce el marxismo s�lo de o�das. El marxismo
valora el trabajo como fuente de transformaci�n de la
naturaleza y creaci�n de bienes. En otras palabras, lo que
convierte a los hombres en sociedad colectiva y grupal es el
intercambio de trabajo en cooperaci�n: yo fabrico una silla
y ello me toma siete horas de trabajo; t� fabricas unos zapatos
y ello te toma siete horas tambi�n; si yo te doy la silla y t�
me das los zapatos, lo que estamos intercambiando es el sudor de
nuestras frentes de una forma justa. Dado que el sudor de que
hablo resulta dif�cil de contabilizar en bienes materiales
diversos, el dinero surgi� entre los hombres como met�fora
objetiva del trabajo para agilizar el trueque y la forma m�s
racional que encontraron de hacerlo fue a trav�s de un metal que
era apetitoso a la vista, objeto de regalo y escaso en la
naturaleza. Adem�s, y esto es fundamental, el esfuerzo humano
necesario para obtener un solo gramo de ese metal
equival�a a muchas horas de labor con vistas a que, en su
calidad de elemento de mediaci�n en intercambios voluminosos o
distantes, fuera f�cil de transportar. Me estoy refiriendo,
claro est�, al oro: un gramo de oro pueden ser varios caballos o
mesas de madera o paredes de adobe en �equivalente� de esfuerzo
humano; un kilo de oro, de incalculable valor en bienes
materiales, se puede llevar en los bolsillos. No se trata de fe,
sino de pura materia palpable y valiosa, duradera y resistente a
la corrosi�n. Estas cosas, en mis tiempos, las aprend�amos en la
escuela, y eso que yo estudi� con los maristas, que eran gente
m�s bien reaccionaria. Pero se ve que a algunos les cuesta
entenderlas por muy elementales que sean.
El papel,
sin embargo, s� que es fe, pues se trata de una met�fora de
segunda categor�a: la met�fora subjetiva de aquella otra
met�fora objetiva que era el oro. Inventado por los
chinos y tra�do por Marco Polo a Occidente, el papel moneda es
la fe en la palabra de quien firma y asegura que existe algo
material en su poder �oro contante y sonante� que equivale
a lo que est� escrito en un peque�o paralelogramo de celulosa.
En t�rminos cristianos, es un dogma tan et�reo como el de la
Sant�sima Trinidad. El oro no, el oro es puro trueque ventajoso
y concentrado. Pero es que, adem�s, a partir de la Conferencia
de Bretton Woods [8] la cosa es a�n peor, un doble
acto de fe, porque el billete verde del In God We Trust
(...that all others pay cash, dicen algunos con sorna) es
una pura entelequia que ni siquiera est� respaldada por nada
f�sico equivalente al trabajo humano concentrado en ning�n sitio
lejano, diga lo que diga el papel. Y as� nos va desde entonces.
La fe no empieza con el oro, amigo m�o, sino con el papel.
El
�incr�dulo� Carlos Alonso Romero contin�a apuntalando su
verborrea sobre la fe con otro ejemplo:
Y sigamos con la fe, dirigiendo nuestra mirada hacia el
occidente m�s �progresado�: �no puede considerarse como la
consagraci�n definitiva de la econom�a en la fe el reciente
traslado del grueso de la econom�a de sector primario y
secundario hacia el sector terciario? El sector terciario
(servicios), a grandes rasgos, est� basado en la creaci�n de
necesidades ficticias y no se asienta sobre ninguna utilidad
necesaria para la supervivencia. Lo �nico que regula este sector
es el propio mercado y el flujo financiero, que son a su vez,
otras �fes�.
Me pregunto en
qu� demonios contradice esto de aqu� arriba lo que yo expuse en
�Visiones del Apocalipsis�. �Acaso no es precisamente el
espectacular desarrollo del sector terciario, sobre todo en los
pa�ses con alta generaci�n de excedentes por acumulaci�n
capitalista, lo que demuestra que el sistema se basa
exclusivamente en una fe sin base f�sica y con la sola
creencia en el desarrollo ilimitado para posibilitar el cobro
del cr�dito con el engorde del futuro?
Pero este
cr�tico improvisado, deseoso de llevar el agua a su molino,
a�ade a la lista otros dogmas que tambi�n podr�an derrumbarse y,
sin embargo, seg�n �l, no lo hacen gracias a la fe: los
ciudadanos que siguen soportando instituciones arcaicas como la
monarqu�a, las masas que no atacan a unos pocos polic�as
represores, los consumidores que no dejan de consumir cosas
innecesarias, los bancos que prestan un dinero que no les
pertenece� y concluye:
Y siendo estas �fes� tan d�biles y tan evidentes �por qu� debe
derrumbarse primero la fe en el d�lar y no cualquiera de
estas otras que persisten en nuestro eterno d�a a d�a?
Tal como yo lo
veo, la principal debilidad de estos ejemplos es que no se
postulan de manera diferente a la que propuse en mi ensayo, con
lo cual se convierten en una suerte de perorata innecesaria. Sin
embargo, lo que sorprende es la conclusi�n que de ellos
saca el inquilino de la patata de la libertad, conclusi�n que
contradice por completo su supuesta incredulidad inicial y
descubre su verdadero rostro de hombre de fe inquebrantable en
el d�lar. Yo ofrec�a un an�lisis materialista de posibilismo
econ�mico y �l lo niega con argumentos de fe. �C�mo negar sin
rubor que los ciudadanos se oponen y a veces incluso derrumban
instituciones arcaicas u opresivas? A lo largo de los �ltimos
siglos �qu� fueron la Revoluci�n Francesa, la de los soviets, la
cubana, la sandinista, la lucha del Vietcong �por citar s�lo
unos pocos ejemplos�, sino actos de rebeld�a contra la fe en el
poder establecido? �Qu� son hoy los zapatistas, la intifada
palestina o la resistencia del pueblo iraqu� contra su obsceno
invasor? �Qui�n ha dicho que las masas no atacan a las fuerzas
represoras de la polic�a, si s�lo basta con ver en el telediario
las manifestaciones antiglobales para comprobar que no es as�?
�Qui�n que los consumidores no dejan de consumir? Hay cientos de
miles de personas en el mundo que desde hace a�os, de forma
voluntaria, no han pisado un MacDonald�s, no han bebido una
coca-cola ni compran ninguna de las idioteces que les ofrece el
capitalismo. El hecho de que sean minor�a frente a la gran masa
de adictos no significa que no existan ni que en un futuro no
puedan ser mayor�a, sobre todo si ocurriese un acontecimiento
espectacular, como la ca�da del d�lar. Porque el d�lar, no lo
olvidemos, es apenas una moneda fiat o de referencia.
�C�mo afirmar que los bancos no se derrumban a veces? En
Argentina cayeron en s�lo 24 horas, y ello por falta de fe.
Pero, a pesar de todo, la aut�ntica santab�rbara del entramado
financiero mundial no es ni siquiera el Bank of America o el
mayor banco japon�s que pueda andar con el agua al cuello; es el
d�lar, la referencia mundial de cambio y de transacci�n. Cuando
su p�lvora estalle, el barco se hundir�.
Confesar� que,
por el momento, no entiendo a este hombre, cuya fe en el d�lar y
en la fortaleza del sistema capitalista, malgr� lui,
supera a la de los propios capitalistas, que s� andan asustados
ante lo que se les viene encima [9]. Con gente as� no
hay manera de avanzar, porque de entrada izan la bandera blanca
y admiten la derrota.
el hombre que habla a trav�s del sombrero
Y esta fe,
desde su sacrosanta certeza, le autoriza al cr�tico a imaginar
la eternidad del capitalismo:
En definitiva, y siendo pesimista dentro de este atuendo de
cr�tico que llevo puesto: �no puede pensarse en que el
capitalismo nos sorprenda con un nuevo viraje haciendo gala de
su capacidad de adaptaci�n? �No puede ser que se creen nuevas
parcelas de negocio ��mbitos de producci�n y consumo� que no
tengan relaci�n directa con la producci�n y distribuci�n de la
energ�a? �No puede reducirse el consumo de combustibles f�siles
evitando las actividades pesadas de transformaci�n mediante un
incremento del sector terciario basado en la venta de bienes
inmateriales: espacio, aire, diversi�n, fe, futuribles? �No se
podr� �y ahora me sit�o con un ejemplo en un Apocalipsis
cercano� terminar de privatizar todo el suelo y convertir, por
ejemplo, los �huertos urbanos� en lo m�s nuevo, lo m�s �ltimo y,
por lo tanto, lo m�s caro (y propiedad en su mayor�a de Horting
Co., sita en Massachussets)?
Pues no, eso
es teorizar en el vac�o. El problema que muchos �expertos� en
econom�a se niegan a ver es que, adem�s del trabajo humano en s�
mismo o ayudado por animales (el hombre no deja de ser una
m�quina de una potencia promedio de apenas 100 vatios) como
fuente de valor de todas las cosas (las cosas est�n en la
naturaleza, pero s�lo tienen valor cuando el hombre las
transforma en �tiles con su trabajo, es decir, gastando
energ�a), �nicamente existe el trabajo humano amplificado por
las m�quinas, que se han convertido en los principales
dispositivos de transformaci�n de la naturaleza y son
responsables del agotamiento de sus recursos f�siles en apenas
un siglo y medio (desde 1850, m�s o menos), con absoluto
desprecio del importante y ecol�gico papel que hab�an
representado los animales de tiro durante los �ltimos 7.000
a�os, pues no da�aban el medio ambiente, si bien apenas
amplificaban el trabajo humano desde 100 a entre 300 y 1000
vatios.
En siglo y
medio, el homo industrialis pas� de los 100 vatios de los
cazadores recolectores durante los �ltimos dos millones de a�os
y de los 300-1000 vatios del hombre agr�cola primitivo o
avanzado, a ser un organismo de una potencia transformadora
(creativa y sobre todo, destructiva) de entre 3.000 vatios en la
Alemania del XIX y los 12.000 vatios de los estadounidenses de
hoy en d�a [10]. Un cambio tan descomunal s�lo ha
sido posible por la intensa utilizaci�n y desgaste de las
reservas de hidrocarburos del mundo. Los hidrocarburos �la
energ�a f�sil� no son por lo tanto un bien de consumo m�s, tal
como siguen pensando los denominados economistas de la tierra
plana [11]. Son el �prerrequisito ineludible� para
que existan todos los dem�s bienes de consumo. La adaptaci�n de
la raza humana durante estos �ltimos ciento cincuenta a�os al
aumento continuado del consumo de combustibles f�siles y la
aparici�n de sociedades opulentas ha permitido, sin ning�n
g�nero de dudas, que el patr�n de multiplicaci�n exponencial de
la reproducci�n se haya podido materializar, con lo cual en ese
tiempo hemos crecido de mil a m�s de seis mil millones de
personas. Dicho crecimiento ha corrido parejas con el incremento
de combustibles f�siles. Por eso, el hombre actual es el homo
hidrocarburus.
Por
supuesto, el d�a no tan lejano en que falte el petr�leo la
existencia del hombre no correr� peligro. En cambio, el futuro
del Imperio y de su capitalismo made in USA es m�s
impredecible. Por supuesto, tambi�n, tras la debacle seguir�
habiendo listos, tontos, aprovechados y explotados. Pero no
habr� seis mil millones de personas, lo cual disminuir� la
capacidad de quien mande en ese entonces para explotar a la
gente. El doctor David Pimentel, profesor de entomolog�a de la
neoyorquina Cornell University y especialista mundial en
alimentos relacionados con la energ�a, afirma que de cada diez
calor�as que un estadounidense ingiere hoy en forma de comida
nueve provienen de la utilizaci�n de combustibles f�siles y
apenas una del sol, de la fotos�ntesis. En Europa, la cifra es
de una de cada siete [12]. �se es el mundo que hemos
creado. Pimentel asegura que, sin petr�leo, este planeta no
podr� alimentar a m�s de mil o mil quinientos millones de
personas. Si se acaba la energ�a f�sil, se acaba la fiesta (The
Party�s Over, tal es el t�tulo del recomendable libro del
profesor californiano Richard Heinberg [13]). Y no
ser� posible decir, tal como pretende este cr�tico de pacotilla:
pues ahora que no hay petr�leo, comercio con galletas o con aire
o con huertecitos en el balc�n. No. As� no se alimenta a seis
mil millones de personas. No hay m�s que pregunt�rselo a los
cubanos, que se convirtieron a la fuerza en expertos mundiales
en huertos urbanos cuando la antigua URSS dej� de
suministrarles, de la noche a la ma�ana, la mitad del petr�leo
que consum�an. A pesar de que siguieron contando con la otra
mitad de producci�n propia, lo pasaron muy mal. Los coreanos del
norte, con un problema similar, han ca�do en mortandades masivas
e incluso han practicado la antropofagia [14]. Otra
cosa, muy distinta, es utilizar el petr�leo actual con sentido
com�n, no en plan despilfarro, lo cual permitir�a alargar su
existencia. El caso de Cuba es ejemplar: los cien millones de
barriles del yacimiento que acaban de descubrir frente a sus
costas y que en Estados Unidos servir�an apenas para alimentar
al monstruo durante cinco d�as, al gobierno cubano le durar�n
varios a�os, quiz� una d�cada, y ello a pesar de que su
poblaci�n s�lo es veinticinco veces menor, pues en vez de
utilizarlo para ir en coche privado u otros menesteres
capitalistas, Cuba dedica m�s de la mitad de su petr�leo a la
producci�n exclusiva de electricidad, que llega a m�s del 95% de
la poblaci�n, algo in�dito en la mayor parte de Am�rica Latina. En
�pocas de escasez, quienes se han acostumbrado a las privaciones
son los �nicos que sobreviven.
Y, ahora,
otra perla:
Y a�n m�s, Talens afirma que el capitalismo se sostiene bajo un
�crecimiento econ�mico continuado�. Siendo esto cierto en la
situaci�n actual, bajo la forma m�s perfeccionada de capitalismo
voraz �o, como lo llama Edgar Luttwack, �turbocapitalismo��,
no siempre ha sido as� ni, por consiguiente, debe serlo
siempre. (La cursiva es m�a)
�Ah, s�? �C�mo
es eso de que el capitalismo no se ha basado siempre en el
crecimiento econ�mico continuado, si su m�xima principal es la
acumulaci�n sin l�mites? Veamos lo que dicen Marx y Engels al
respecto: �La existencia y el predominio de la clase burguesa
tienen por condici�n esencial la concentraci�n de la riqueza en
manos de unos cuantos individuos, la formaci�n e incremento
constante del capital� (la cursiva es m�a) [15].
Quedo ansiosamente a la espera de un ejemplo demostrativo, por
parte de Carlos Alonso Romero, de su asombrosa aseveraci�n
posmarxista. Pero hay m�s:
Sin que el capitalismo deje de ser capitalismo, puede encogerse.
Y aunque decreciendo no pueda sostenerse mucho tiempo �y en este
punto me muestro otra vez de acuerdo con Talens�, estoy
convencido de que puede resistir mientras se readapta a la
nueva circunstancia... �c�mo? Pues como hace siempre: (1)
cambiando los viejos bienes de consumo por otros nuevos
�producibles� a gran escala, (lo que puede ser fabricado,
distribuido y vendido en cantidades que soporten masificaci�n y
crecimiento) y (2) reeducando a los consumidores y productores.
(La cursiva es m�a)
Esa convicci�n
quasi religiosa en la capacidad de resistencia del
capitalismo se basa en un grave error de concepto: el de pensar
que, sin energ�a, se puede seguir jugando a los capitalistas con
otros nuevos bienes �producibles� a gran escala. El hombre de la
patata de la libertad se ha olvidado de constatar que hay bienes
que no son s�lo bienes de consumo, sino el requisito previo e
indispensable para que existan todos los dem�s bienes de consumo.
Un petardo, sin p�lvora, ni es un aut�ntico petardo ni estallar�
nunca. Los antiguos de la sociedad preindustrial, en su
admirable intuici�n, sol�an decir: �Para las cuestas arriba te
quiero, burro, que las cuestas abajo yo me las subo�. En cambio,
los economistas de la tierra plana viven en ese laberinto
ficticio de la escalera de falsa perspectiva, en la que siempre
es posible bajar sin esfuerzo como en el grabado de Escher
[16]. Para ellos, no hay problema. Puesto que desprecian
los l�mites de la F�sica y de la Termodin�mica, creen que
siempre habr� un burro a su disposici�n, que siempre van a poder
elegir el camino de bajada para ir de un punto a otro y que,
cuando tengan que volver subiendo al punto de partida, tambi�n
lo podr�n hacer bajando.
A partir de
aqu�, nuestro bloguero se vuelve paternalista:
Bajo la influencia de sus ilusiones... y amparado por el
aparente car�cter inevitable de lo que �l desea, Talens sigue
sacando conclusiones a partir de una premisa no muy s�lida: que
llegar� la crisis energ�tica, que EEUU no tendr� tiempo de
adaptarse y que entonces caer� el imperio.
En cuanto a la
premisa �seg�n mi cr�tico no muy s�lida� de que EEUU no tendr�
tiempo de adaptarse a la crisis energ�tica, le recuerdo que lo
�nico que yo hice en �Visiones del Apocalipsis� fue extrapolar
las posibles consecuencias de la ca�da del d�lar a manos de
quienes hoy en d�a lo est�n manteniendo en vida con respiraci�n
artificial. Y quien dijo esto �ltimo no fui yo, sino Michael C.
Ruppert [17]. Pero ya que me da la ocasi�n, incidir�
un poco m�s en el asunto: no es que al Imperio le vaya a faltar
tiempo de adaptarse, sino que, de toda evidencia, no tiene
ninguna intenci�n de hacerlo y en vez de ello se est� apoderando
por m�todos guerreros de las reservas de combustibles f�siles
que a�n quedan en el mundo. De todos modos, para un sistema como
�se, basado en el derroche, es pr�cticamente imposible dar
marcha atr�s de forma voluntaria.
Desde luego, lo
repito, si las previsiones de Ruppert son ciertas, caer� el
sistema econ�mico del d�lar como moneda ficticia tal como hoy la
conocemos, con alcance global; caer� el consumo exacerbado y
habr� crisis energ�tica, por supuesto que la habr�. Y lo
importante no es si suceder� ma�ana o dentro de veinte a�os,
sino la seguridad de su llegada, pues todo consumo infinito de
bienes en un mundo finito de recursos est� condenado a
estrellarse en alg�n momento. No se trata, como me imputa el
cr�tico, de mis deseos de pobre mortal: son constataciones
f�sicas, es decir, materialistas, herederas directas del m�todo
cient�fico de Marx (aunque ni el propio Marx pudo predecir la
llegada al agotamiento de los recursos finitos).
Y, ahora, el
colmo de los colmos: he aqu� su argumento para rechazar de plano
mis deducciones:
Porque, no nos equivoquemos, EEUU tiene medios para seguir todos
los caminos a la vez. Y tambi�n es cierto que en ocasiones las
agencias de inteligencia de EEUU est�n detr�s de las
circunstancias que nos hacen sacar las deducciones que ellos han
previsto convenientes para su beneficio. Es as� de triste,
sacamos conclusiones que creemos cr�ticas a la vez que estamos
inmersos en uno de sus experimentos: este sistema es una
apropiaci�n total del campo de batalla. (La cursiva es m�a)
Los
angl�fonos le llaman a este tipo de discurso to talk through
one�s hat (literalmente, hablar a trav�s del sombrero), es
decir, hablar por hablar, sin ton ni son y sin saber de qu� se
habla. Hasta ahora nadie hab�a insinuado todav�a que yo fuese un
tonto �til de las agencias imperiales de inteligencia.
opinar es gratis
Tras haber
utilizado la chaqueta de economista, el flamante cr�tico no duda
luego en vestir la de ingeniero experto en energ�a, pero muy en
el estilo de los corresponsales que se comunican con �l en su
blog de la patata de la libertad [18], ni
siquiera se preocupa de estudiar la materia antes de emitir un
juicio. A los �integrados� de la sofister�a posmoderna les basta
con la certeza de que opinar es gratis y de que todas las
opiniones valen lo mismo [19]. Veamos:
Siguen mis objeciones: la imprevisibilidad de la fuerza e�lica
�impide calcular su producci�n media e incorporarla a la
producci�n total? Quiero decir que, aunque insuficiente, �no
puede combinarse con otras? �Su insuficiencia conlleva su
inutilidad? Talens no sostiene este extremo, pero al despachar a
la energ�a solar junto con la e�lica su argumentaci�n parece
hacer t�bula rasa, equiparar las dos energ�as.
En este punto,
le cedo la palabra a Pedro Prieto, quien en el foro de
www.crisisenergetica.org
explic� recientemente, y de forma muy clara, los pormenores
econ�micos de la energ�a e�lica en Alemania, que es el pa�s
l�der mundial en dicha fuente energ�tica, y luego aplic� la
informaci�n a Espa�a:
Siendo la primera potencia mundial, con m�s de 13 GW de parque
instalado [�], apenas genera el 3% de la electricidad alemana.
[�] Lo que significa lo anterior es que para producir con un
origen e�lico toda la electricidad que hoy se consume en
Alemania, y si se quieren cubrir las contingencias de los
periodos de picos m�ximos de consumo con encalmadas de viento,
habr�a que multiplicar el parque existente unas 100 veces. Esto
es, si ahora hay m�s de 16.000 turbinas, colocadas en los
mejores sitios e�licos del pa�s, habr�a que instalar unas
160.000 nuevas turbinas del mismo tipo y en sitios igualmente
favorables. Eso para producir s�lo la electricidad que se
consume en 2005. [�] La producci�n el�ctrica espa�ola producida
quemando f�siles en 2003 fue de unos 150 TWh, lo que supone la
necesidad de un parque generador de unos 18 GW actuando
permanentemente, todo el a�o. Un generador e�lico de 2,3 MW
supone 180 toneladas de acero y cobre y unas 30 toneladas de
fibra de vidrio de las tres palas y funciona, al cabo de todo un
a�o, alrededor del 20% del tiempo total. A eso se le denomina
factor de carga y es parecido al de Alemania. Y eso, colocando
los generadores en los mejores campos e�licos del pa�s, los de
tipo 6, con unos 25 Km/h de vientos promedio a lo largo de todo
el a�o. Cifras similares se dan para Alemania, primer productor
e�lico mundial.
Los 150 TWh de origen f�sil en Espa�a se podr�an sustituir con
unas 12 o 15 centrales como el complejo doble de Almaraz (de
cerca de 2 GW), a sabiendas de que funcionan casi todo el a�o,
excepto para recargas. Pero si hay que hacerlo con generadores
de 2,3 MW de los mencionados, habr�a que instalar no s�lo cerca
de 8.000 nuevos grandes generadores, sino que, debido a su
factor de carga del 20%, al menos 5 veces m�s; es decir, unos
40.000 generadores. Y, a�n as�, no estar�an garantizadas todas
las horas punta. Ni siquiera instalando diez veces m�s
garantizar�an el 100% del suministro en cualquier momento, que
es a lo que estamos acostumbrados. Pero es que 40.000
generadores son m�s de 7 millones de toneladas de acero y cobre
y m�s de un mill�n de toneladas de fibra de vidrio. Eso es una
industria muy pesada y nada limpia. No se incluyen los millones
de metros c�bicos de cemento y hormig�n necesarios para
anclarlos y otros muchos factores.
Pero, adem�s, el problema ser�a encontrar campos de clase 6, de
los buenos, en toda Espa�a. Los productores de energ�a e�lica
piden ayudas y empiezan a declarar que los buenos campos se
est�n agotando. Y el peligro grave es que la generaci�n e�lica
depende en una funci�n cuadr�tica del tipo P~ 0,15V3.
Esto significa que habr�a que elevar al cubo el n�mero de
generadores a instalar por cada orden de magnitud de ca�da de la
velocidad del viento.
Espa�a produce 1/66 de la electricidad mundial. Si hubiese que
transformar toda la electricidad de origen f�sil en e�lica,
habr�a que consumir cerca de 500 millones de toneladas de acero;
posiblemente m�s cerca de los mil millones de toneladas de
acero. �sa fue la producci�n total mundial de acero del a�o
2004. Y unos 75 millones de toneladas de fibra de vidrio,
posiblemente 150 millones de toneladas, aparte de ingentes
cantidades de hormig�n y muchas otras infraestructuras; por
ejemplo, millones de kil�metros de nuevas l�neas de alta
tensi�n. Si seguimos con el modelo de crecimiento infinito,
creyendo que los generadores e�licos resolver�n cualquier
problema, en el 2030 nos encontraremos con una necesidad de
acero doble que la actual, pues la producci�n y el consumo de
bienes se habr�n duplicado para entonces y habr�a que renovar el
parque existente. �Es esa la ecolog�a de la energ�a e�lica? Y
s�lo estamos hablando de sustituir la producci�n el�ctrica de
origen f�sil.
El consumo de f�siles fue de 8.547 millones de toneladas de
petr�leo equivalente en 2003. Si hubiese que reemplazar, adem�s,
ese consumo de f�siles para usos no el�ctricos, mediante
generaci�n e�lica y la posterior generaci�n de hidr�geno, para
la aviaci�n, la flota mar�tima la flota terrestre, la miner�a y
la agricultura, am�n de los usos industriales, comerciales y
residenciales, habr�a que producir unos 38.000 TWh, una tarea
unas 250 veces mayor que la de transformar la electricidad de
origen f�sil en Espa�a; posiblemente unas 500 veces mayor. No
hay campos de clase 6 en todo el mundo, con seguridad, para
llevar a cabo este prop�sito, ni acero, ni cobre, ni energ�a
para hacer la fibra de vidrio o la de carbono, m�s moderna, ni
el hormig�n. Quienes conf�an en la energ�a e�lica no han hecho
jam�s c�lculos de este tipo. No se han puesto a pensar que una
interferencia en los vientos del mundo de este calibre puede ser
absolutamente da�ina para los flujos habituales, como los
vientos alisios y contralisios. No han ca�do que al poner tantos
generadores de este tipo, podr�an hacer variar las corrientes
habituales a otros sitios (ley del m�nimo esfuerzo o fricci�n
del viento) y dejar los generadores parados. No lo han pensado [20].
Eso es
escribir con fundamento, ofreciendo datos, no opiniones de
tertuliano radiof�nico. Me gustar�a que el cr�tico bloguero, si
lo tiene a bien, nos explique en Rebeli�n de qu� manera
se pueden reemplazar los casi 9.000 millones de toneladas de
petr�leo equivalente que quemamos por a�o, y as� sabremos c�mo
hacer funcionar esta sociedad con molinillos de Gamesa cuando
llegue la crisis. Le recuerdo, adem�s, que yo no hice en mi
ensayo ninguna tabula rasa. S� muy bien distinguir entre
energ�a solar fotovoltaica y e�lica. Lo que negu� �y ahora niego
de nuevo� es que ambas, juntas o por separado, puedan reemplazar
alg�n d�a a todas las energ�as f�siles que hoy se consumen y,
menos a�n, que puedan seguir empujando el crecimiento infinito
�ni siquiera durante otros 25 a�os m�s� de un 3% anual acumulado
(con lo cual esos 9.000 millones de toneladas de petr�leo
equivalente se convertir�an en 18.000). Para una mayor
informaci�n, invito al lector a que lea asimismo el art�culo de
Prieto �Modernos dioses tecnoecol�gicos: Helios y Eolo�
[21].
Por el
momento, sin embargo, Carlos Alonso Romero s�lo se ha preocupado
de contarnos una historieta f�cilmente desmontable:
Y respecto a la escasa producci�n energ�tica que surge de las
placas fotovoltaicas y los cuantiosos subsidios que los estados
dirigen a la energ�a solar, cabr�a se�alar que estas inversiones
a fondo perdido vienen condicionadas del todo por el modelo de
desarrollo. Son puro maquillaje mientras se termina de consumir
los combustibles f�siles. Evidentemente, el perfeccionamiento
t�cnico de los motores de combusti�n al nivel que admiramos hoy
en d�a ha estado condicionado por el auge de la industria del
autom�vil... de lo que cabe deducir que la necesidad de
convertir las placas solares en negocio (por la falta de
alternativas viables), bajo la misma l�gica capitalista, tambi�n
redundar�a en una gran mejora t�cnica de su �productividad� y de
su �rentabilidad�.
No sabe ni lo
que dice, pero lo dice. En primer lugar, los motores de
explosi�n ten�an en tiempos de Henry Ford un rendimiento de un
20% a un 25%. Hoy, apenas han subido a un 35% y, los diesel
modernos, a un 40%. Si esto es espectacularidad en casi un siglo
de �impresionante progreso�, que venga dios y lo vea. En el caso
de las c�lulas fotovoltaicas, el camino del �progreso� y la
mejora de la �productividad� y de la �rentabilidad� est�n
igualmente empedrados con los terribles escollos de la F�sica.
De la misma manera que el ciclo de Carnot [22] impide
que las m�quinas de combusti�n interna lleguen al 100% y hace
casi imposible que suban del 50%, las c�lulas fotovoltaicas muy
dif�cilmente podr�n pasar del 15% actual (de transformaci�n de
la energ�a solar incidente en el�ctrica saliente equivalente) a
un 30-35%, y esto a base de aumentar en varios �rdenes de
magnitud el coste �energ�tico� de fabricaci�n de las modernas
obleas y la creciente complejidad de sistema en su conjunto.
Y, para el
final de este apartado de opiniones fantasiosas, la apoteosis:
Asimismo, tambi�n podr�amos preguntar maliciosamente si los
estados �tan dichosos promocionando autom�vil e infraestructuras
adaptadas a �ste� no se han estado guardando en la chistera
avances significativos en estas y otras formas de energ�a,
avances tales que puedan hacer de la crisis energ�tica un cuento
para Nostradamus caseros y analistas cient�ficos ociosos.
Esta �pregunta
maliciosa� de un cr�tico supuestamente serio me recuerda esas
conversaciones de bar en las que uno pega la oreja y escucha a
cualquier cantama�anas, entre copa y copa, eructo y eructo,
afirmar tan tranquilo que ya existen los motores que funcionan
con agua, pero que los tienen escondidos, o bien ese otro
lugar com�n, tan t�pico de los �integrados� descritos por Eco,
de que seguro que inventar�n algo. Pues eso, que
inventen. Hace falta ser atrevido para soltar insensateces as�
en Rebeli�n, dichas con el mayor aplomo, sin aportar
ning�n dato y sin tener un solo precedente de despliegue exitoso
a gran escala, siquiera sea en una miserable provincia de un
pa�s, de la �gran soluci�n� renovable. Eso s� que es un acto de
fe en el enemigo capitalista.
la guerra definitiva
En la �ltima
parte de su exposici�n, el cr�tico de la patata de la libertad
se centra en este p�rrafo m�o de �Visiones del Apocalipsis�:
Nadie puede
vencer a Estados Unidos haciendo uso de las armas, pues su
fuerza es tan descomunal que podr�a aniquilar en el campo de
batalla a todas las naciones reunidas. Pero hay otras maneras de
proceder y una de ellas, tan antigua como la espada, consiste en
asfixiar econ�micamente al adversario.
Y, tras
calificar mi estilo de Sun Tzu, se pregunta:
�Por qu� semejante certidumbre acerca de la ca�da del imperio
por su d�ficit comercial? �Que China puede vender sus d�lares y
hacer que las finanzas de EEUU tambaleen? �Menuda amenaza!: si
consideramos inversi�n directa e indirecta, las empresas
estadounidenses son las primeras inversoras en China, las que
ocupan m�s capital inmovilizado, las que ocupan m�s producci�n y
m�s empleo. [�] China, una vez integrada en el sistema
capitalista, s�lo puede desestabilizar a EEUU a riesgo de
desestabilizarse a s� misma. Es la principal virtud de este
sistema capitalista, todo depende de todo y este �ltimo �todo�
depende de quien establece las normas del juego, quien tiene
m�s fuerza, m�s coacci�n. [�] �Qu� ser�a de China convertida en
una f�brica sin compradores? [�] Siento de veras llegar a este
punto de incredulidad: no saben cu�nto deseo la ca�da del
imperio, de �ste y de los venideros. Sin embargo, hace tiempo
que dej� de creer en los mitos de los �gigantes con pies de
barro�. (Las cursivas son m�as)
La parrafada
anterior se asemeja �con menos altura ret�rica, claro est� a la
t�pica autosuficiencia anal�tica de economistas conservadores
del pelaje, digamos, del Nobel Milton Friedman [23],
que como nunca ha pagado con la c�rcel el sufrimiento que caus�
cuando Reagan puso en pr�ctica sus teor�as, se cree m�s
inteligente que nadie y parte de la premisa de que el
capitalismo es incuestionable y de que los dem�s son idiotas.
El hecho de que
las empresas estadounidenses sean las primeras inversoras en
China y de que hoy le procuren a ese pa�s buena parte de los
puestos de trabajo �que en estos momentos se ocupan de surtir a
Occidente de bienes de consumo� no significa en modo alguno que
la situaci�n sea estable ni que deba seguir siendo siempre as�.
El sofisma en que se basa este bloguero consiste en creer a pies
juntillas �como se cree en la virginidad de la Virgen� que lo
que hoy existe existir� ma�ana, y ello a pesar de que en ese
ma�ana hayan cambiado las condiciones energ�ticas del planeta,
que son la base de la econom�a capitalista de desarrollo sin
fin. Ve�moslo ahora desde otro �ngulo: si la producci�n
industrial se hunde en un futuro m�s o menos cercano a causa de
la falta de petr�leo, �para qui�n van a producir esas empresas
extranjeras implantadas en China, puesto que en Occidente habr�
un desempleo generalizado y una ausencia absoluta de posibles
compradores? �C�mo es posible comparar sin rubor vacas gordas
�las de hoy� con vacas flacas �las de ma�ana�, haciendo
abstracci�n de las causas, ya perpetuas, que las habr�n
enflaquecido?
La hip�tesis de
un golpe mortal al Imperio que yo plante� �s�lo como hip�tesis,
puesto que a�n no me he diplomado en futurolog�a� no es la de
una situaci�n capitalista continuada de business as usual,
sino la de una guerra a muerte entre dos concepciones opuestas
de la vida que, abocadas ante el precipicio, se habr�n dado
cuenta de que no hay sitio para ambas y de que s�lo una de ellas
podr� sobrevivir, y a duras penas. Es cierto, China se ha
integrado ahora en el sistema de producci�n occidental, pero no
olvidemos que en la c�pula de Pek�n sigue estando el Partido
Comunista, que no comparte necesariamente la misma ideolog�a del
lucro y que, qui�n sabe, puede tambi�n tener pretensiones
hegem�nicas para un planeta posestadounidense y posindustrial.
Por otro lado,
en apoyo a mi �Visiones del Apocalipsis� a�ado hoy a la
bibliograf�a otro texto aparecido el pasado 4 de marzo de 2005
en la Red Voltaire.net, que dice pr�cticamente lo mismo
[24].
Aparte del
lapsus freudiano que a mi cr�tico se le ha escapado al
considerar una �virtud� el hecho de que en el capitalismo
todo depende de todo
y este �ltimo �todo� depende de quien establece las normas del
juego,
esa verdad de Perogrullo vale hoy, pero no tiene por qu� valer
el d�a en que, ante la imposibilidad absoluta de seguir
creciendo y vender sus productos (�a qu� clientela?), China y
sus aliados puedan decidir que lleg� el momento de alterar el
statu quo y asumir la p�rdida de unas ingentes reservas en
d�lares que en realidad no valen nada, a cambio de hundir
econ�micamente a Estados Unidos tras sacarlas a la venta; lo
cual, por supuesto, acabar�a de golpe con la tan cacareada
interdependencia actual y conducir�a a una guerra final,
definitiva, a muerte, en la que el vencedor saldr�a muy
disminuido, pero vencedor al fin y al cabo. �Y por qu� estoy tan
seguro de esa guerra? Pues porque las guerras energ�ticas son
una realidad. Jap�n, por ejemplo, no atac� Pearl Harbour por
gusto, sino porque previamente Estados Unidos le hab�a bloqueado
las provisiones de petr�leo, que el archipi�lago necesitaba para
sobrevivir [25].
El lamento casi
m�stico con que Carlos Alonso Romero termina ��no saben
cu�nto deseo la ca�da del imperio, de �ste y de los venideros.
Sin embargo, hace tiempo que dej� de creer en los mitos de los
�gigantes con pies de barro�� me recuerda el callej�n sin
salida en que se ha metido un cierto socialismo al transformarse
en socialdemocracia �y ahora ya generalizo, no estoy
personalizando�, pues tras aceptar las reglas actuales del juego
con el fin de que la derecha hist�rica le permita ocupar un
lugar bajo el sol, por m�nimo que sea, se vio forzada a desistir
de cambiar el mundo y a iniciar la imposible tarea de humanizar
lo inhumanizable: el capitalismo. Y de derrota en derrota hasta
la derrota siempre �luctuosa inversi�n de la m�xima guevariana�,
la socialdemocracia, esa derecha dulcificada que todav�a se
autodenomina izquierda en un ejercicio de puro malabarismo
verbal, se ha prohibido a s� misma pensar en gigantes de pies de
barro, ya que ahora forma parte del sistema, se ha integrado en
�l y tiene algo muy valioso que perder, la posibilidad de
disfrutar el control del poder burgu�s. Su ambivalente y
esquizofr�nico servilismo �que le hace al mismo tiempo criticar
al Imperio, desear su ca�da y considerarse su aliado; amar la
plusval�a y avergonzarse de ese amor; practicar las trampas de
la democracia occidental y dar lecciones de moral a la
revoluci�n cubana, a la resistencia iraqu� o al presidente
Ch�vez, etc�tera, etc�tera, etc�tera�, es la prueba fidedigna de
que sufre un grave trastorno psicol�gico de identidad, pues
mientras conserva en la memoria el recuerdo lejano de lo que fue
cuando marchaba con el pu�o en alto, ha dejado de ser una biela
del motor que alimenta la lucha de los parias de la tierra.
john lennon en el pa�s de los rolling stones
El tono de la
cr�tica de Carlos Alonso Romero adolece de una de las
caracter�sticas que hoy definen a la cultura de masas m�s
descafeinada y caricaturesca: la del pseudointelectual que
pontifica en los medios sobre cualquier cosa, a sabiendas de que
sus opiniones no caer�n en saco roto, pues ser�n aceptadas por
algunos �igual de desinformados que �l�, atacadas por otros �no
necesariamente m�s cultos, pero s� deseosos de incordiar por
incordiar�, ignoradas por una mayor�a que escucha todo ese ruido
como el que oye llover y, en �ltima instancia, pasar�n a formar
parte del magma warholiano en el que todo el mundo puede hoy
acceder a sus quince minutos de gloria. Lo peor es que ni
siquiera se trata de un discurso original, sino inducido por la
constante propaganda de los medios hegem�nicos, digerido,
asimilado en el fenotipo del lenguaje y vomitado despu�s bajo
forma de certeza. Y, si eso es tr�gico, lo incomprensible �yo
dir�a que hasta conmovedor� es que este bloguero de
subconsciente algo confuso se atreva a meterse en la boca del
lobo y publique una ambigua defensa del capitalismo en un
peri�dico alternativo como Rebeli�n.
En uno de los
di�logos m�s memorables de la historia de Alicia, el engre�do
profesor de ling��stica Don Huev�n le dice desde�oso a la ni�ita
de ojos azules: �Cuando yo empleo una palabra, �sta significa lo
que yo quiero que signifique�, �ni m�s ni menos!�. A lo cual
Alicia le objeta: �La cuesti�n est� en saber si usted puede
conseguir que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes�.
Pero Don Huev�n, sin inmutarse, cierra el debate: �La cuesti�n
est� en saber qui�n manda aqu� �si ellas o yo!� [26].
Pocas veces ha
logrado la literatura expresar con mayor claridad, con tanta
brevedad y tanta iron�a la est�tica del poder, que impone
arbitrariamente sus significados porque s�, sin preocuparse de
aportar la menor justificaci�n en apoyo de lo que reivindica. El
discurso del poder es insidioso, pues muestra s�lo el rostro
amable de su dominio, mientras que oculta su tiran�a.
En Memoria
del saqueo [27], la �ltima pel�cula-documental
del cineasta argentino Fernando Solanas, hay una escena en la
que se ve a los Rolling Stones ante la puerta de la Casa Rosada,
felices y despreocupados junto al entonces poderoso Carlos Menem.
Al ver aquella escena se me vino a la mente un improbable cruce
mendeliano de libros y canciones: Apocal�pticos e integrados,
A trav�s del espejo y lo que Alicia encontr� all� y
Strawberry Fields Forever. Sentado a oscuras en la butaca
del cine, y quiz� por deformaci�n profesional, Carlos Menem se
convirti� ante mis ojos en un Don Huev�n encantado de haberse
conocido, capaz de forzar a trav�s de las im�genes el falso
significado del capitalismo ben�volo y triunfante, mientras que
los Rolling Stones, quintaesencia del rock convertido en
mercanc�a y amputado por la industria discogr�fica de cualquier
esp�ritu revolucionario, eran el paradigma de los integrados. Y
en aquella escena dentro de la escena que yo estaba creando en
paralelo a la que me exhib�a Solanas �una mise en ab�me
privada y mental�, la m�sica y la letra de fondo las pon�a John
Lennon con los compases de Strawberry Fields Forever:
�Vivir es f�cil con los ojos cerrados, malinterpretando todo lo
que uno ve�. En los imaginarios campos infantiles de fresas para
siempre, en el otro lado del espejo, en el celuloide dulz�n de
la Casa Rosada, en el Pa�s de los Rolling Stones y en el
discurso del bloguero de la patata de la libertad, nada es real,
todo es ficci�n, ojos cerrados, soflama huera fabricada desde
arriba.
Ignoro si es
correcto tachar de apocal�pticos a John Lennon o a Fernando
Solanas, pero s� s� que son necesarios muchos como ellos, pues
la industria de la cultura de masas est� sometida a los
condicionamientos del capital, no de los ciudadanos ordinarios,
que soportan indefensos el bombardeo de una propaganda contraria
a sus intereses. Por ello, seg�n Eco, el silencio �o el
derrotismo, a�adir�a yo� de algunos intelectuales ante la
cultura teledirigida de masas no es protesta, sino complicidad,
quiz� aceptable en el plano m�stico, pero inaceptable cuando se
defiende sobre la base de �categor�as pseudomarxistas� [28]. Vale la pena recordar en este punto el amistoso
intercambio de opiniones que el a�o pasado tuvieron aqu� Pascual
Serrano y Alfonso Sastre a prop�sito de la implicaci�n pol�tica
de los intelectuales en el mundo globalizado actual, a la luz
del control de la palabra que hoy ejerce la industria de la
cultura [29]. A ese respecto, m�s que
nunca antes, hoy es imperativa la intervenci�n de las
comunidades culturales �periodistas, narradores, poetas,
dramaturgos, cineastas, pintores, gentes que se mueven en el
terreno de la cultura� en la esfera de las comunicaciones, para
deconstruir im�genes, discursos [30], esl�ganes o
palabras desde el baluarte de la izquierda heredera de Marx y
mostrar el lado oscuro del capital, no su ostentosa fachada de
invencibilidad.
conclusi�n: retrato del intelectual virtual
El
intelectual virtual del futuro, tal como lo ha descrito el
holand�s Geert Lovink [31], no adoptar� ya la forma
del antiguo intelectual org�nico tan caro a Gramsci, ligado al
Partido y capaz de influenciar a las masas con la fuerza de su
presencia poderosa o de sus escritos gutenbergianos. Nos guste o
no, los intelectuales como Jean-Paul Sartre, Bertrand Russell o
Michel Foulcault se han terminado para siempre y los que a�n
persisten en la exclusiva v�a del papel no parecen saber en qu�
mundo viven, un mundo en el que es posible chatear de continente
a continente en tiempo real o redactar hoy un texto �como este
que el lector tiene ahora en su pantalla� en cualquier pueblo de
Europa, colgarlo ma�ana en internet y llegar con �l sin esfuerzo
a Managua, Nueva York o Melbourne; un mundo, en suma, de
comunicaciones instant�neas en donde el poder de los libros es
casi nulo y la imagen vale todo.
Es en ese
resquicio electr�nico donde deber�n insertarse los intelectuales
progresistas, incluso si para ello deben relegar a segundo plano
un universo libresco que cada vez tiene menos porvenir. No estoy
negando aqu� el valor del libro, pero s� su condici�n de medio
comunicativo mayoritario y principal en el siglo XXI. Los
paradigmas, al igual que los imperios, nacen, florecen y decaen.
La palabra escrita a mano mantuvo su dominio durante miles de
a�os, hasta que Gutenberg invent� la imprenta al final de la
Edad Media. Desde entonces, el papel impreso ha venido
suplantando a la caligraf�a, pero la aparici�n de internet �con
el prodigio de los hipertextos, el correo electr�nico, los chats,
los blogs, las herramientas word, pdf, html o flash� lo ha
relegado ya al papel de segund�n. �Es esto bueno o malo? Ni
bueno ni malo, simplemente distinto. La palabra sigue, es el
medio lo que cambia.
En tales
condiciones, la vieja relaci�n amorosa de los intelectuales de
tipo sartriano con el libro, que consiste en ir a la librer�a,
fl�ner ante los anaqueles, escrutar tesoros escondidos
entre miles de ejemplares, elegir uno, llevarlo a casa, leerlo
en la cocina, en el dormitorio, en el ba�o, anotar sus m�rgenes,
ponerle un marcap�ginas, volver a �l, acariciarlo... resulta
totalmente incomprensible y d�mod�e para esa mayor�a de
ciudadanos que nacieron en la era digital, tienen hoy menos de
treinta a�os y deber�an ser el p�blico natural de la
intelectualidad. Editar libros para que los lean los amigos
o quienes piensan como nosotros est� bien, no digo que sea
in�til, pero as� no se hace la revoluci�n, ni la de la cultura
ni la otra. No es que los libros se hayan terminado como
veh�culo cultural, sino que son bastante ineficaces desde el
punto de vista pol�tico, pues la calle lee muy poco, casi
nada, y por eso el intelectual gutenbergiano �aut�ntica
antigualla ambulante� se expone a perder el tren de la historia
si persiste en esa v�a. Los intelectuales han de ser hombres y
mujeres de su tiempo, y si su tiempo, hoy, es el de la
virtualidad cibern�tica, ellos deber�n ser intelectuales
virtuales. El sagaz subcomandante Marcos parece haberlo
entendido hace tiempo [32] e incluso est� ahora
escribiendo una novela a cuatro manos� que aparece por entregas
en la red de internet [33].
Los
intelectuales, si de verdad quieren incidir sobre la pol�tica y
sobre la vida que los rodea, deber�n tomarse en serio los medios
electr�nicos de comunicaci�n, manipularlos, inventarles nuevos
usos y no s�lo utilizarlos como un instrumento neutro, porque la
neutralidad no existe. De acuerdo con el grupo de pensadores del
Critical Art Ensemble, �los m�todos de resistencia pasiva, tales
como los piquetes, las manifestaciones y las peticiones, son
rituales en gran parte ineficaces y vac�os. Sin rencor ni desd�n
por lo que a�n queda de los m�todos tradicionales para poner en
entredicho el sistema actual de capitalismo global, ser�a
necesario declarar en p�blico, y lo m�s claramente posible, que
el activismo contempor�neo tiene muy poco impacto sobre la
pol�tica militar y corporativa� [34]. Una prueba de
la exactitud parcial de este diagn�stico la tenemos en
que la segunda Guerra de Irak �al igual que la primera� s�
tuvo lugar [35], y ello incluso si, por primera
vez en la historia, las manifestaciones multitudinarias de
oponentes alcanzaron un car�cter planetario. Lo m�s probable,
sin embargo, es que durante los pr�ximos a�os el activismo
anticapitalista se desarrolle como una mezcla h�brida de
desobediencia civil electr�nica �por ejemplo, ataques de
hackers a los sitios web imperiales, atascamientos masivos
de los buzones electr�nicos de las corporaciones� y
manifestaciones callejeras [36], que siguen siendo
valiosas, tal como un hecho reciente acaba de demostrarlo en
Francia [37].
Y, por encima
de todo, habr�n de ser ellos, los intelectuales virtuales,
quienes neutralicen el ruido pseudointelectual que contamina la
red �el de este bloguero es un ejemplo t�pico�, con sumo rigor,
datos, estudio pertinaz y mucha paciencia, siempre con el
objetivo en mente de alcanzar una aut�ntica cultura popular y
revolucionaria de las masas, ajena a arcaicas posiciones
aristocr�ticas y capaz de sobrepasar ese reflejo condicionado
pavloviano que con tanta frecuencia hace que �stas acepten como
inevitable y casi divina la preponderancia del mercado
capitalista. El intelectual virtual de esa nueva manera de
concebir la cultura �democr�tica, horizontal� ya no ser� nunca
m�s un ser distinto de la gente ordinaria, porque la gente
ordinaria habr� accedido, por fin, a la categor�a de
intelectual.
Esto que digo,
aunque dif�cil y lejano, no es una utop�a inveros�mil y la mejor
prueba de que es posible alcanzarla se la est� dando al mundo
esa isla peque�a, rebelde y maravillosa de Cuba, que ha iniciado
la recta final que la llevar� a convertirse en el pa�s m�s culto
del mundo, pues lejos ya de aquella vieja campa�a de
alfabetizaci�n de los a�os sesenta, tiene ahora como objetivo la
educaci�n universitaria de todos los cubanos� dentro de una
econom�a basada en la solidaridad y en un reparto igualitario de
los bienes terrenales [38].
Te dejo aqu�,
lector. Como dir�a el subcomandante, vale de nuez.
Dedicado a Pedro Prieto, que no habla a trav�s de su sombrero.
BIBLIOGRAF�A ANOTADA �GUTENBERGIANA, F�LMICA Y CIBERN�TICA� DE
LA QUE ME HE SERVIDO PARA LA REDACCI�N DE ESTE TRABAJO
[1]. Strawberry Fields Forever (John Lennon-Paul
McCartney, � 1967 Northern Songs.
All Rights
Reserved. International Copyright Secured).
[2]. La CIA y la Guerra fr�a
cultural (James Petras, traducci�n de Germ�n Leyens,
www.rebelion.org/petras/090101cia.htm,
8 de enero de 2001).
[3]. Masscult and Midcult (in Dwight
MacDonald, Against the American Grain, Random House, New
York 1963).
[4].
Apocal�pticos e integrados (Umberto Eco, Editorial
Lumen, Barcelona, 8� edici�n, 1985).
[5]. La ca�da del imperio: �algo m�s
que un deseo? (Carlos Alonso Romero,
www.rebelion.org/noticia.php?id=11979,
27 de febrero de 2005).
[6].
Visiones del Apocalipsis (Manuel Talens,
www.rebelion.org/noticia.php?id=11796,
23 de febrero de 2005).
[7].
V�ase
www.lapatatadelalibertad.blogspot.com.
[8]. Bretton Woods y la
convertibilidad del d�lar (Granma digital,
www.granma.cubaweb.cu/2004/11/17/interna/articulo09.html,
17 de noviembre de 2004, A�o 8, n� 322).
[9]. Wall Street se inquieta por su
dependencia financiera de los bancos centrales de Asia
(La Vanguardia,
www.lavanguardia.es/res/20050223/51177826192.html?urlback=http%3A%2F%2Fwww%2Elavanguardia%2Ees%2Fweb%2F20050223%2F51177826192%2Ehtml,
23 de febrero de 2005).
[10].
V�ase
www.crisisenergetica.org/forum/viewtopic.php?forum=5&showtopic=2926&show=40&page=2.
[11].
Denominaci�n acu�ada por Colin J. Campbell, fundador de la ASPO,
para el que los economistas de la tierra plana son �aquellos que
cometen el mismo error de quienes no reconoc�an la esfericidad
de la tierra (la esfericidad es una prueba de la finitud). Hoy,
como prueba de la persistencia de la estupidez humana, existe
una escuela de economistas que no le reconocen l�mites al
crecimiento econ�mico.�
(in Pedro Prieto, �Kioto o Uppsala?,
http://www.rebelion.org/docs/12194.pdf).
[12]. The Oil We Eat (Truthout Environment,
www.truthout.org/docs_04/080904G.shtml,
February 2004).
[13].
V�ase
www.museletter.com/partys-over.html.
[20].
V�ase
www.crisisenergetica.org/forum/viewtopic.php?forum=2&showtopic=8056.
[32]. La izquierda, las marionetas y
el subcomandante (www.manueltalens.net/articulos/elpais/etapa01/7laizquierda.htm,
24 de marzo de 2001).
[33]. Se trata de Muertos inc�modos,
escrita en colaboraci�n con Paco Ignacio Taibo II (www.rebelion.org/noticia.php?id=10692).
[34]. Electronic Civil Disobedience
(www.critical-art.net/books/ecd/ecd2.pdf,
1996).
[35]. El 11
de enero de 1991, s�lo dos d�as antes de que se iniciase la
Guerra del Golfo, el pensador franc�s Jean Baudrillard afirm� en
The Guardian que �la guerra no tendr�a lugar, puesto que
exist�a �nicamente como ficci�n de los medios de comunicaci�n de
masas, como ret�rica de juegos de guerra o de contingencias
imaginarias m�s all� del mundo real y de cualquier posibilidad
de convertirse en hechos�. Menos de dos meses despu�s, el 29 de
marzo de 1991, public� en el peri�dico Lib�ration otro
art�culo, titulado �La Guerre du Golfe n�a pas eu lieu� [La
Guerra del Golfo no ha tenido lugar], en el que remach� sus
aseveraciones anteriores a la guerra. Estos dos textos han
pasado ya a los anales de la vaciedad ret�rica inherente a
algunos intelectuales posmodernos.
[36]. On Electronic Civil
Disobedience (Stefan Wray,
www.thing.net/~rdom/ecd/oecd.html,
trabajo presentado en la Socialist Scholars Conference,
Nueva York, 20, 21 y 22 de marzo de 1998).
[37]. Hace pocas semanas el gobierno
derechista de Par�s se vio forzado a renunciar a la reforma del
bachillerato a causa de las manifestaciones masivas de
estudiantes en todo el pa�s: Face
� la mobilisation massive des lyc�ens, Fillon recule
(http://www.lemonde.fr/cgi-bin/ACHATS/acheter.cgi?offre=ARCHIVES&type_item=ART_ARCH_30J&objet_id=888420,
10 de febrero de 2005).