El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N EN  El País

Cuarto mundo
MANUEL TALENS



Un noticia le�da en EL PA�S de la Comunidad Valenciana me ha dejado pensativo: la asociaci�n Alicante Acoge, que se dedica a dar apoyo jur�dico, m�dico y social a los inmigrantes que llegan a dicha provincia, prest� en 1997 el 26% de sus atenciones a pordioseros y marginales que pose�an una caracter�stica ins�lita: su piel no era cobriza ni sus cabellos ensortijados y su lugar de origen tambi�n resultaba poco habitual: Alemania y los pa�ses escandinavos, es decir, el rico norte europeo, luterano y opulento, ese que en principio deber�a recibir, no suministrar desheredados. Son el Cuarto mundo.

Hace a�os, cuando las noticias instant�neas no formaban parte de lo cotidiano, el discurso hegem�nico -cargado de ret�rica religiosa- nos educ� en la convicci�n paternalista de que el Tercer mundo, distante y ajeno a nosotros, exist�a porque s� y de que era de buenos cristianos ir all� a cultivar la caridad. El cine, con su artificio de ficci�n, contribu�a a alimentar dicha certeza: Molokai o El albergue de la sexta felicidad sublimaban al hombre blanco que ayuda al pobre tercermundista. Se dir�a que la historia no avanzaba.

Pero, poco a poco, la televisi�n fue acercando a nuestros hogares la cotidianidad del Tercer mundo y destap� el crudo velo de intereses econ�micos que justifican su existencia. Supimos entonces que el hemisferio norte no es tan desinteresado como nos hab�an hecho creer.

Todo es distinto ahora. Espa�a consigui� trepar en la escala social de las naciones, y a sus playas y aeropuertos empez� a llegar una turba de emigrantes que ya no se conformaban con ser evangelizados y ped�an su parte del bienestar. Fue cosa l�gica resucitar el viejo ep�teto racista de “moros” para describir a los magreb�es de las pateras y a�n m�s inventar el t�rmino hiriente de “sudaca” para envilecer a quienes durante siglos nos acogieron como hermanos (es agradable sentirse superior, conforta el cuerpo, que no ya el alma, puesto que la religi�n ha pasado a segundo plano en el discurso oficial, sustituida por cifras y estad�sticas).

De modo que el Tercer mundo se nos estaba colando de rond�n. Asustada, la Uni�n Europea -y Espa�a en ella- hoy vigila incansablemente las puertas de esta morada feliz que hemos creado con tanto esfuerzo. El Primer mundo debe protegerse, piensan en Bruselas, si es que desea mantener su nivel de vida.

Y de repente, cuando m�s descuidada ten�amos la retaguardia, resulta que en el altillo de la casa, en el lugar donde guardamos las cosas inservibles, nos ha crecido un Cuarto mundo imposible de expulsar, puesto que lleva nuestra sangre, aunque naci� inmerso en la riqueza sin poder tocarla. Esos mendigos alemanes y escandinavos que pululan por Alicante son la prueba de que algo chirr�a en el engranaje capitalista de mercado libre tan caro a la derecha; de que es preciso introducir cambios para que la vida en Par�s o en Roma no est� a tantos a�os luz de la de Brazzaville o Bogot�; de que es absurdo alardear de democracia en estas condiciones.

Entretanto, las diversas ONG o los modernos misioneros laicos cumplen una hermosa funci�n. Pero son s�lo placebos de escasa eficacia contra el c�ncer de la injusticia, que ya ha empezado a dar met�stasis -mortales de necesidad- en el organismo del Primer mundo. En Alicante Acoge lo saben de sobra.

 

EL PA�S-Comunidad Valenciana, jueves 12 de marzo de 1998.

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