El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N EN  El País

Pan y toros
MANUEL TALENS



La lucha por una vida m�s digna para todos los componentes de cualquier comunidad, por una vida libre de imposiciones abusivas desde los centros que controlan la sociedad, es una de las m�s viejas aspiraciones de los hombres desde que, a partir del Renacimiento, Dios fuera desplazado del centro del universo y algunas de sus criaturas empezaran a dudar de un Para�so que nadie ha visto y que hasta entonces, aprovechando la incultura general, se les hab�a imbuido con el �nico fin de que soportasen sin vacilar las penalidades de este mundo.

El hecho de poseer una formaci�n intelectual no convierte a nadie en vanguardia de los pueblos, ya que los ejemplos de individuos cultos que pusieron su arte al servicio de las clases dirigentes -Lope de Vega, Dal�, por no citar m�s que dos ejemplos famosos- han abundado en todas las �pocas, pero est� claro que si buscamos entre los que se opusieron, y se oponen a�n, a esa ordinariez ambiental imprescindible para manipular a la ciudadan�a, encontraremos que una buena parte de ellos provienen del mundo de la cultura.

Viene esto a cuento de unas reflexiones escritas hace unos d�as por Joan F. Mira, en las que se queja de la absoluta disparidad de criterios con los que se enfrentan entre s� las dos soledades valencianas: la intelectualidad y el nacionalismo paellero: “Se suposa que quan un pa�s civiltzat pateix conflictes, divisions i pol�miques... es plantegen com a confrontaci� d’unes raons enfront d’unes altres... Al Pa�s Valenci�, aix� no passa”, ya que su derecha constitucional, su gobierno, sus partidos pol�ticos y sus �rganos de prensa, “quan senten paraules como ci�ncia, universitat o cultura, autom�ticament es col�loquen en posici� de combat”.

Mira ha puesto el dedo en la llaga. La modernidad, que trajo conceptos, doctrinas y acontecimientos tan hermosos como la Ilustraci�n, el socialismo ut�pico o la Revoluci�n Francesa, vio tambi�n nacer en su seno a toda una serie de contrapesos dedicados exclusivamente a conservar las cosas como estaban: las fuerzas de la reacci�n aprendieron pronto a dividir a sus adversarios y a mantenerlos en las tinieblas con el �nico fin de controlarlos mejor. Es mucho m�s f�cil -seg�n el hilarante ejemplo de Mira- convencer a un pat�n con un p�l de figa que con un libro. Siguiendo ese esquema, el Pa�s Valenci� vive actualmente bajo el imperio de la estupidez analfabeta, y todo a causa de que el partido que gobierna no consigui� votos suficientes y debe apoyarse en unos cuantos individuos a quienes m�s les valdr�a ir a la escuela y aprender gram�tica (porque el s�ndrome UV se cura estudiando).

Pero no es el eterno conflicto ling��stico -suficientemente comentado en los �ltimos meses- lo que me mueve hoy a escribir, sino algo mucho m�s profundo y perverso, algo que est� consiguiendo dinamitar aqu� las enormes posibilidades de libertad aportadas por la democracia, por los avances cient�ficos, por la sanidad y por la escolarizaci�n universal, y ese algo es la cultura descafeinada con la que nos bombardean a diario algunos medios de comunicaci�n valencianos.

Pan y toros, aquella frase emblem�tica el siglo XIX que buscaba saciar con charangas las necesidades populares y evitar la participaci�n pol�tica de las masas, sigue a�n vigente. Las penalidades futbol�sticas del Valencia preocupan m�s que la marginaci�n social del Barri de la Coma; programas absolutamente abyectos como T�mbola o Parle vost�, calle vost� y tertulias radiof�nicas, en las que los “intelectuales” de turno opinan de cualquier cosa intrascendente, alcanzan cotas inusitadas de audiencia; el diario decano vende divisi�n e insensateces disfrazadas de amor a la tierra...

A eso hemos llegado, a eso llamamos ejercicio de las libertades. No en vano existe un forcejeo feroz en las alturas del olimpo estatal por intervenir en los medios de comunicaci�n, ya que a trav�s de ellos, si se saben utilizar, est� asegurado el descalabro de cualquier intento pedag�gico que busque algo tan simple como hacer que las gentes piensen por s� mismas y no se dejen enga�ar con pan y toros. Ojal� me equivoque, pero veo improbable que todo ese p�blico adormecido ya por la pseudocultura audiovisual sea capaz de reaccionar alg�n d�a.

Se ha perdido una batalla m�s en la larga marcha hacia la verdadera emancipaci�n, pero habr� que seguir insistiendo, porque la luz del conocimiento es el �nico c�ncer incurable que acecha al poder.

 

EL PA�S-Comunidad Valenciana, viernes 6 de junio de 1997.

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