El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N EN  El País

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MANUEL TALENS



La extrema derecha racista est� de capa ca�da en Valencia. Tanto preparar la manifestaci�n contra negros y magreb�es en el barrio de Russafa -retratados en su pasqu�n como camellos que corrompen a “nuestra” juventud- y a la hora de la verdad, el d�a 30 de junio, no pudieron reunir m�s que a unos 115 nost�lgicos de la supuesta valencian�a de bien. Era f�cil identificarlos: llevaban banderas preconstitucionales, banderas falangistas y cuatribarradas con franja azul, y yo me tom� la molestia de contarlos conforme iban desfilando. Chulescos, sonrientes y con cabeza rapada, nunca estuvieron en peligro: hab�a guris a manta para proteger “su orden”.

La cosa empez� a media tarde, cuando una algarab�a de j�venes contramanifestantes -supongo que m�s de mil, soy torpe calculando multitudes- se juntaron ante la iglesia de San Valero tras una gran pancarta donde se le�a que todos somos inmigrantes. Las consignas que se gritaron no dejaban lugar a dudas sobre la opci�n pol�tica que estaban defendiendo: No pasar�n, Vosaltres, feixistes, sou els terroristes o Volem un Russafa de tots el colors.

Era su respuesta a un ataque soez contra la tradicional concordia de este barrio, que vive feliz con sus minor�as. Y sin embargo los organizadores falangistas, favorecidos por un sistema de libertades que siempre han despreciado, pretendieron culpar al adversario, aconsejando calma a sus adeptos con el meg�fono “para que no respondieran a las provocaciones”. Era el viejo sofisma de siempre, f�cilmente desmontable desde la sensatez. �De verdad son provocadores quienes desean un Russafa multirracial, tolerante y abierto a todas las culturas? �No lo ser�n m�s bien esos 115 “cristianos viejos” que a�oran una sociedad de sangre limpia?

L�stima que unos cuantos radicales lanzaran botellas a la polic�a, que carg� indiscriminadamente con sus porras contra todo el mundo, como en los tiempos del gallego. Yo vi con mis propios ojos c�mo algunos de estos funcionarios de la ley -otros no, pues en la polic�a tambi�n hay personas razonables- lanzaban gases irritantes y repart�an palos con una sa�a inconcebible. Un reci�n llegado del exterior que no conociera nada de lo que all� se coc�a, si hubiese podido observar la totalidad de la escena en una pantalla, pensar�a sin duda que los “malos” de la pel�cula eran aquellos j�venes antifascistas y solidarios que desean ser mestizos y, los “buenos”, la gente de Falange. Fue durante unos minutos el mundo al rev�s, el descarr�o de la raz�n.

El d�a 30 ser� recordado como un mal tropiezo del racismo valenciano, pues ha quedado claro que la intransigencia y el odio, esas plagas que los espa�oles hemos sufrido durante tantos siglos, son hoy minoritarias entre nosotros. �Cu�nto valen 115 ultras, por muy disciplinados que sean, contra todo un barrio en pie, que les pita y los insulta a su paso? Una minucia.

 

EL PA�S-Comunidad Valenciana, mi�rcoles 2 de julio de 1997.

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