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ART�CULOS DE OPINI�N / DIARIO EL PA�S

                                                                                                                                        

Oremos
MANUEL TALENS



No me creo ni de co�a que el presidente de la Generalitat sea capaz de escribir los discursos que lee (mucho menos el libro que public�), pero en cambio s� estoy seguro de que Agust�n Garc�a Gasc�, arzobispo de Valencia, no necesita 'negros' en la sombra para juntar palabras. Tiene Garc�a el verbo fluido y sus textos destilan ese aroma a d�ja vu, d�j� entendu que s�lo un cura antiguo –lat�n, sotana y buena mesa– es capaz de transmitir; son ret�rica sublime y poseen la excelsa virtud de los �mbitos celestiales: et�reos e impalpables, rozan la superficie del mundo cual mariposilla de flor en flor, sin violentar la costra que esconde sus miserias.

El 2 de febrero le� en el peri�dico Las Provincias la carta semanal del arzobispo, con un t�tulo digno de aquellas pel�culas de Hollywood basadas en novelas de John Steinbeck: 'El fruto de la justicia y del perd�n'. Bonito, �eh?

Citando al papa polaco, afirma Garc�a que el perd�n lleva a la persona 'hacia una humanidad m�s plena y m�s rica, capaz de reflejar en s� misma un rayo del esplendor del Creador'. Interesante. En lo que parece ser una incursi�n hacia el an�lisis terrenal de la res publica, se centra luego en el conflicto de eso que �l denomina Tierra Santa y constata 'la macabra ineficacia del recurso a actos terroristas o de guerra'. Mas cuando el lector empieza a salivar ante la ilusi�n de un eclesi�stico de alto rango que, por fin, ha decidido llamar al pan, pan y al vino, vino, nuestro hombre emprende el vuelo y regresa al limbo tradicional de la doctrina.

Contagiado por la posmodernidad, califica de slogan –as�, en ingl�s– la siguiente agudeza de Juan Pablo II: 'No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perd�n' y, sin se�alar con el dedo, no vaya a ser que alg�n pez gordo se enoje, aconseja a quienes 'tienen en sus manos los destinos de las comunidades humanas' que practiquen tal perd�n. Estupendo. Para lograrlo, para que el c�rculo se convierta en cuadrado, seg�n �l hace falta rezar, pues la oraci�n 'est� llamada a dar sus frutos'.

�Qu� frutos, eminencia? Entre otros, que los malvados que 'ofenden gravemente a Dios y al hombre con sus actos sin piedad… recapaciten, reconozcan el mal que ocasionan, se sientan impulsados a hacer presente a toda la humanidad, para que pueda encontrar la paz'.

Mientras tanto el gobierno de EE UU, desde�oso de Porto Alegre, afirm� sin tapujos en la cumbre de Nueva York que se la trae floja el sufrimiento de los dem�s si no interfiere con sus intereses; en Valencia la alcaldesa Rita, erre que erre, reafirm� su plan de asolar el barrio hist�rico de la Malvarrosa; la silla el�ctrica se cobr� una nueva vida, los argentinos pasaron hambre, los colombianos recibieron armas, la burgues�a de Caracas asedi� a Hugo Ch�vez con cacerolazos, los marroqu�es se ahogaron al cruzar el estrecho de Gibraltar o fueron expulsados, de vuelta al infierno, por nuestros cat�licos gobernantes; Sharon sigui� ocupando tierras palestinas y provocando respuestas apocal�pticas por parte de kamikazes sin esperanza… y en la nave de la catedral, inmutable, intemporal y ajena al fragor, la oraci�n del arzobispo reson� una vez m�s con la mansa costumbre de las horas, de los d�as, de los meses, de los a�os, de los siglos, de los milenios, de la eternidad.

 


 

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EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 26 de febrero de 2002

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