El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N / DIARIO EL PA�S

                                                                                                                                        

Trinidad
MANUEL TALENS

  Hay pasajes de mi infancia que conservo transformados en olor. Uno de ellos es el de la hoja parroquial que cada semana recib�amos en casa con puntualidad, donde adem�s del evangelio del domingo, triduos y novenas, no faltaba nunca una carta pastoral, en la que el viejo p�rroco de la iglesia de San Ildefonso mariposeaba sobre lo divino �en especial sobre lo divino­ï¿½ y un poco sobre lo humano. Era el pastor que se dirig�a a su reba�o de fieles como si fueran ovejas, en un lenguaje al mismo tiempo dogm�tico e ingenuo, muy acorde con el nacionalcatolicismo que entonces era de rigor. De la hoja plegada formando un cuadernillo, que no fallaba los martes por la tarde, recuerdo el papel �spero al tacto y, sobre todo, el penetrante olor a tinta reci�n impresa.

  Pocos a�os despu�s, ya en el bachillerato, el mismo olor a tinta sol�a perseguirme durante los cursos obligatorios de Formaci�n del Esp�ritu Nacional, cuando neofalangistas del Frente de Juventudes, disfrazados de doctos profesores, se dirig�an a nosotros �reba�o de espa�olitos­ï¿½ y adoptaban un lenguaje asimismo dogm�tico e ingenuo, pero con pinceladas de grandeza imperial.

  El olor a tinta ha vuelto ahora a la pituitaria de mis recuerdos, y no fue al hojear El florido pensil o uno de esos libros que nos devuelven el acontecer de aquella Espa�a mediocre, sino la columna Voluntarios, que el actual consejero de Bienestar Social de la Generalitat Valenciana, Rafael Blasco, public� en esta misma p�gina el 5 de diciembre, con ocasi�n del D�a Internacional del Voluntariado.

  En ella divaga nuestro hombre sobre lo divino y lo humano del voluntariado �m�s sobre lo humano, es verdad� y lo hace en el mismo tono entre dogm�tico e ingenuo de aquellos curas y falangistas de mi ni�ez, que consist�a en amontonar palabras y m�s palabras, ensalzar bondades y perderse por los vericuetos de la ret�rica blandengue, pero sin llegar nunca al fondo, a las causas, al porqu� de los entuertos que es preciso desfacer.

  Dice Blasco que el voluntariado �se implica en defensa de los derechos humanos, trabaja por el desarrollo sostenible, procura la igualdad de oportunidades, reclama la supresi�n de barreras f�sicas o culturales... por encima de ideolog�as pol�ticas y creencias religiosas�. De mi parte, a�ado yo, el voluntariado equivale a la antigua caridad cristiana y quienes lo practican son dignos de elogio, pero, ay, en vez de darle bombo desde las instituciones, quiz� ser�a m�s l�gico que el gobierno lo hiciera innecesario. Es f�cil lanzar al aire discursos humanistas cuando, al mismo tiempo, el Partido Popular, del que Blasco es un miembro distinguido, impone la Ley de Extranjer�a y liquida en dos legislaturas lo que se dio en llamar Estado del Bienestar, es decir, toda una serie de responsabilidades sociales antes asumidas por el aparato estatal y ahora en manos privadas, cuyo primer objetivo es la rentabilidad. Los esforzados voluntarios, claro, se ocupan hoy de quienes ellos abandonan.

  Creo haber encontrado la raz�n de una sinestesia olfativa tan extra�a, y es que esta trinidad con olor a tinta a�eja �padres preconciliares, hijos falangistas y santos esp�ritus peperos� es tambi�n, como la otra, el conjunto de tres personas en una sola esencia.

 


 

El País Rebelión

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EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 17 de diciembre de 2002

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