El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N EN  El País

B�rbaros
MANUEL TALENS



Dice el alcalde de Almorad� que los hechos ocurridos en su pueblo contra los gitanos no son racismo, lo cual es una torpe estrategia para echar balones fuera. Se trata de la misma tesis que utiliz� el alcalde de El Ejido hace unos meses cuando defini� aquella caza multitudinaria del moro como "hechos aislados de unos cuantos individuos que no representan a la mayor�a".
Pero lo cierto es que el racismo existe en Espa�a en cantidades industriales, porque las lacras de la historia no desaparecen de un plumazo con s�lo vestir el traje de la democracia y aprobar una nueva constituci�n. Siempre fuimos racistas: expulsamos a los �rabes, a los jud�os, esclavizamos a los indios de Am�rica y nuestros gitanos no han dejado nunca de ser gente de tercera fila. �Por qu� negar las evidencias? M�s nos valdr�a aceptarlo y tratar de cambiar. En este pa�s ocurren a diario brotes racistas. Hace ahora un par de a�os, al alcalde de La Vila Joiosa le pegaron dos tortazos por fomentar en el casco antiguo de su ciudad el asentamiento de familias gitanas y, muy recientemente, en el Pa�s Vasco a unos ni�os de esa etnia se los quiso expulsar de un colegio salesiano. Tenemos incluso un l�xico vejatorio para quienes no son como nosotros: sudacas, charnegos, zipayosŠ
Sin embargo, lo racial en el racismo no es m�s que la coartada exterior, ya que el fondo es siempre un asunto econ�mico. Se persigue a �rabes o a gitanos solamente si son pobres. Juan Carlos I sabe muy bien qu� clase de individuo es el rey de Arabia Saudita, lo cual no le impidi� acercarse a Marbella para rendirle pleites�a la �ltima vez que vino por aqu�. Al tipejo de Riad nadie le quemar� la casa. Es m�s, muchos de los malague�os que hubieran tildado de moro de mierda al magreb� harapiento de las pateras, se acercaron al palacio del monarca para mendigarle un empleo estacional.
Aunque no todo es negativo en nuestro entorno, las monedas siempre tienen cara y cruz. El mes pasado le� en la prensa una noticia que me alegr� la ma�ana. Francisca Gil, una mujer de Tarifa, fue multada por un juez con 250.000 pesetas por haber acogido en su casa a un inmigrante clandestino. Al escuchar la sentencia manifest� que incluso si la acata ‹ya que no le queda m�s remedio‹, seguir� ayudando a los que lleguen, pues �ticamente, y por mucho que lo afirmen las leyes, no existe delito alguno en dar cobijo al desvalido. La ret�rica del alcalde de Almorad� suena a cuento de hadas frente al ejemplo de esta gaditana, que con hechos, no palabras pol�ticamente correctas, ha demostrado lo que significa no ser racista. As� es como se pone en pr�ctica de forma laica el Serm�n de la Monta�a.
El cierre de nuestras fronteras no impedir� que los "sin papeles" sigan viniendo ni que subviertan una y otra vez con su presencia el para�so artificial de la Uni�n Europea, pues aunque el bienestar haya diluido las diferencias y hoy en d�a parezca arcaico hablar entre nosotros de lucha de clases, �sta no se ha acabado, sino que est� adquiriendo un matiz internacional: nuestros proletarios hablan otras lenguas y tienen la piel de distinto color.
Roma cay� cuando los b�rbaros la invadieron por el norte. Hoy los b�rbaros proceden del sur y, si alg�n d�a nos cortan el cuello, ser� con toda la raz�n.

 

EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 11 de julio de 2000.

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