El escritorio de Manuel Talens

ART�CULOS DE OPINI�N EN  El País

La grandeza
MANUEL TALENS



Hace poco m�s de veinte a�os la democracia espa�ola se ciment� en lo que vino a llamarse transici�n, llevada a cabo con una mezcla de buena voluntad, chapuza y deseo de pasar p�gina. Visto hoy con la perspectiva del tiempo, el resultado ofrece claroscuros, pues al lado de las saludables libertades que hoy disfrutamos hay aspectos negativos que tienen dif�cil arreglo. Uno de los que a m� m�s me preocupan, ya lo sabe el lector, es la paulatina evaporaci�n del pasado como referencia.
El enorme avance del bienestar general en Occidente ha relajado las costumbres y diluido el concepto de la grandeza humana. Para comprobarlo no hay m�s que echar un vistazo a nuestros actuales triunfadores del entertainment pol�tico-medi�tico, que en sus distintas acepciones suelen ser individuos de pacotilla, artificialmente inflados por los medios (Enrique Iglesias, Villalonga, Zaplana, Roci�to), o bien asomarse a cualquiera de las basuras que nos ofrece la televisi�n (T�mbola, Gran HermanoŠ), donde se ensalza lo m�s zafio, superficial y vomitivo de la fauna ib�rica, y digo fauna con perd�n de la aut�ntica.
Qu� le vamos a hacer, yo siempre me sent� atra�do por el polo opuesto de ese mundo y en mis libros no hay m�s que perdedores, pues considero que �stos son, por as� decirlo, la sal de la tierra.
Hace unos d�as, en la UIMP, tuve la suerte de codearme con algunos de los viejos derrotados del 39. La circunstancia no era otra que un curso de t�tulo atractivo: Memoria hist�rica y fuentes orales: Guerra, exilio y resistencia. La memoria, s�, esa funci�n cada vez m�s anquilosada en el entorno globalizador que busca uniformizarnos a todos, fue el objetivo de este curso magn�fico, en donde a las doctas ense�anzas te�ricas y metodol�gicas de un selecto plantel de profesores universitarios se uni� la praxis de quienes vivieron en sus carnes la guerra y la represi�n.
Especialmente emotivos fueron los testimonios de los protagonistas del exilio, tanto exterior como interior. All� estaban, entre otros, Flori�n Garc�a, maquis de la Agrupaci�n Guerrillera de Levante; Carmen Delgado y Pilar Soler, que reivindicaron la condici�n femenina en su lucha contra el tirano; Jos� Boquet, un maestro represaliado, que nos habl� de las insufribles humillaciones a que se libraban los vencedores; Luis Lav�n y Eduardo Pons, militantes libertarios, y Adelina Kontratieva, brigadista sovi�tica que le ofreci� a la Rep�blica su juventud. Oyendo las sencillas explicaciones de estos h�roes desconocidos uno pod�a comprobar que la verdadera grandeza humana est� de su lado.
A la absoluta mentecatez de buena parte de los artistas y de los politicastros actuales le opongo yo la serena dignidad de estos viejos derrotados. Nunca se pusieron de rodillas y eso los honra. Sus vidas generosas son un ejemplo que, por desgracia, pocos seguir�n, pero el testimonio que nos dejan, escrito, oral, gr�fico, pronto incluso en internet, ser� una semilla viva e imperecedera, siempre dispuesta a fecundar a nuevas generaciones menos conformistas que las actuales. Y cuando la globalizaci�n estire tanto la cuerda que termine por romperla y esto reviente, habr� que volver la vista atr�s para inspirase en ellos.
P.S.- �Ah!, yo tambi�n me adhiero al manifiesto No nos callar�n.

 

EL PA�S-Comunidad Valenciana, martes 16 de mayo de 2000.

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